sábado, 3 de noviembre de 2018

Mod.10—La fe y la prosperidad



La bicicleta era roja y negra. Vi la nota sujeta al manubrio. La misma persona que dejó la bicicleta en nuestro patio trasero me dejó una nota: «El Señor desea que tengas esta bicicleta. Así como diste, El te da».

Yo tenía diez años, y no sabía mucho de «fe y prosperidad». Ni siquiera estoy seguro de haber hecho una relación entre la reluciente bicicleta y la ofrenda misionera que di unos meses antes. Mi familia y yo fuimos a una función especial en otra iglesia para fomentar las misiones. Al final del culto el predicador nos pidió que inclináramos la cabeza. Oró al Señor pidiéndole que nos hablara acerca de nuestras ofrendas a la evangelización mundial a través de nuestro programa de misiones internacionales. Yo tenía sólo diez años y había ahorrado algo de dinero para comprar una bicicleta.


De pronto quise darle ese dinero al Señor para las misiones. Mientras los demás oraban, yo le pedí permiso a papá. El me hizo algunas preguntas y me lo otorgó. ¡Estoy muy feliz de que lo hiciera! Papá me puso el dinero en la mano para que yo lo entregue. Al pasar el cesto agregué mi ofrenda a lo que otros habían dado.

Parecía ser exactamente lo que debí hacer. Supongo que otros podrían haberlo visto como un sacrificio. Como niño de diez años, no pensé mucho en renunciar a mi bicicleta. En lugar de eso, pensé más en la emoción de oír hablar al Señor. Esa fue la primera vez que tuve pensamientos tan deslumbrantes y diferentes a mis propios patrones mentales que motivaron mi reacción.

Nadie me lo tuvo que explicar. Sabía que Dios no me exigía sino que me pedía dar. De alguna manera supe que era mi dinero y mi decisión de dar o no.

Desde entonces han sido parte valiosa de mi vida las lecciones de fe como se relacionan con las promesas de Dios para la prosperidad de sus hijos. ¡Ojalá pudiera decir que siempre he tenido el tipo de respuesta que cuando tenía diez años! ¡Al crecer tuve que volver a aprender unas cuantas veces las lecciones sobre la generosidad!

Repasemos en esta lección lo que realmente enseña la Biblia sobre la prosperidad. Algunas promesas de bendición parecen tener muy pocas restricciones. Otras son muy precisas, con parámetros bien definidos. Pero sobre todo, usted descubrirá que las condiciones para la bendición y la prosperidad casi siempre nos llevan por el sendero de las relaciones. En otras palabras, aunque estudiará principios ricos de la prosperidad, notará que Dios no está interesado en enriquecer a alguien por el simple hecho del enriquecimiento.

Para asegurar una perspectiva sana del tema de la fe y la prosperidad, que tan a menudo se distorsiona, establezcamos tres conceptos primarios.

Condiciones para la prosperidad

1. La prosperidad se vincula siempre con el propósito. Dios pretende que seamos instrumentos de recursos. Lea Filipenses 4.19: «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús». La conexión entre las ofrendas responsables de los filipenses y el propósito de la bendición de Dios es clara, cuando leemos esta promesa en su contexto. Le dieron a Pablo, y luego Dios les dio la recompensa. Pero los recompensó para que pudieran seguir siendo una fuente de recursos para el programa del reino de Dios.

2. La bendición siempre está relacionada con el carácter de Dios y el suyo propio. Lea Filipenses 4.11–13. Casi sin respiro, Pablo transmite la promesa de bendiciones a los que dieron y administra las lecciones de vivir plenamente satisfechos con lo que se tiene. La prosperidad no está prometida como una medicina para la disconformidad. La confesión de Pablo es simple: Yo estoy contento en la abundancia y en la escasez. Las posesiones o la prosperidad no determinan el nivel de satisfacción. Este hecho de carácter se resuelve con lo que uno posee en el interior, no en el exterior. Es en medio de este punto que Pablo afirma su famosa declaración: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». A partir e este contexto, se ve claramente que la fortaleza que viene del Señor Jesús, de la que Pablo se jacta, surge de estar satisfecho a pesar de la presencia o ausencia de abundancia.

3. El éxito está más relacionado con el programa de Dios que con nuestros deseos. No está mal presentar nuestras peticiones y deseos al Señor. Está mal hacer que los deseos condicionen la relación. Dios quiere bendecimos, darnos éxito en todas las áreas de nuestra vida. Sin embargo descubriremos que esas bendiciones vendrán con mayor rapidez a los comprometidos con el programa de Dios para sus vidas.

La Biblia tiene tanto promesas de prosperidad como advertencias acerca de la prosperidad. ¿Por qué? Porque el Señor conoce los corazones. La humanidad caída y hasta los redimidos del Señor son fácil presa de los patrones de pensamiento acerca de la prosperidad que se inclinan hacia la codicia y la avaricia. El Señor desea que la prosperidad sea una bendición, no una maldición. Pero la fe se emplea erróneamente cuando la motiva la codicia y cuando la prosperidad se convierte en la condición sobre la cual la fundamentamos. De repente, confiamos en Dios para obtener bienes, en vez de confiar en Él en todo. ¡En ese momento, la prosperidad se convierte en una maldición!

Prosperado, 3 Juan 2: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma». Euodoo (Strong #2137) viene de las palabras griegas que significan «bueno» y «camino». Por lo tanto denota éxito en alcanzar un objetivo, ya sea en un viaje o en el negocio.

Escriba sus propios pensamientos sobre 3 Juan 2.

Juan se asegura de que el concepto de prosperidad sea integral. Él enlaza la condición del ser interior con los aspectos externos de la vida. Según su forma de pensar, sería inútil orar para alcanzar una meta si uno no está bien internamente. Digamos esta oración de otro modo: «Deseo que puedas llegar a donde quieres ir en tu exterior mientras en tu interior vayas a donde Dios quiere».

Josué 1.8: «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien». Prosperidad, tsalach (Strong #6743); empujar, en varios sentidos; abrirse, avanzar, lucro.

A la luz del significado hebreo de «prosperidad», explique Josué 1.8 con más detalle, exponiendo por escrito sus pensamientos sobre cómo esta promesa puede aplicarse a su vida.

Estas palabras expresadas a Josué justo antes de guiar a los hijos de Israel a la Tierra Prometida subrayan la importancia de la Palabra de Dios en lo que a fe y prosperidad se refiere. Tsalach (próspero) tiene una connotación de fuerza. De hecho, esta palabra a menudo se asocia en el Antiguo Testamento con el advenimiento del Espíritu Santo sobre una persona (véase Jueces 14.6 y 19 acerca de Sansón). Debería haber una irrupción del poder de Dios para asistir a Josué y posibilitar la ocupación de la tierra prometida. La palabra que a veces se traduce como «prosperidad», se utiliza también para describir la forma en que Dios descendió poderosamente sobre Sansón durante varios actos de fuerza y potencia. Es como si el Señor le dijera a Josué: «Yo vendré poderosamente sobre ti y tu pueblo para tomar esta tierra, si…» Entonces, a continuación, el despliegue de poder asociado con la prosperidad tenía como condición hablar, meditar y observar la ley de Dios o la Palabra del Señor.

Esto es igualmente cierto hoy. El poder de Dios fluye con plenitud a través de las vidas de quienes están dispuestos a obedecer, a llenar sus mentes y a dar sus vidas en obediencia a la Palabra del Señor.

La prosperidad depende de la fe

¿Puede usted ver la conexión entre las condiciones de la prosperidad y la fe? ¿Tiene lógica para usted el hecho de que ninguna de estas condiciones es posible sin fe? ¿Sin fe, podría Josué hablar la Palabra del Señor al enfrentarse con todos los obstáculos que tendría al guiar a Israel a la Tierra Prometida? ¿No se necesita una fe viva para llenar la mente de la Palabra de Dios, en vez de dejar que se llene de los desafíos de la conquista? Por eso Dios dijo a Josué muchas veces: «Sé valiente» (véase Josué 1.6, 7, 9).

¡Cuán crucial es la fe intrépida cuando intentamos obedecer la voz de Dios! ¡Trate de dar sin fe siete vueltas alrededor del muro de Jericó! Sin fe intente cruzar el Jordán pidiéndole a los sacerdotes que entren en las aguas. Lea estas historias en los primeros capítulos de Josué, y estará de acuerdo en que fue la fe de Josué, estimulada por la promesa divina de «gran prosperidad» la que le dio el triunfo. ¿Cómo sucedió? Mediante la alimentación, la meditación y la comunicación constante de la verdad de la Palabra de Dios.

La fe en estas expresiones de diálogo, pensamiento y acción, centrada en la Palabra de Dios, se vuelve el fundamento de la prosperidad dada por Dios. Recuerde la definición de la palabra «prosperidad»: Alcanzar una meta deseada. El concepto se enfoca menos en la abundancia material y más en las aventuras prósperas. La prosperidad de Dios es la provisión divina que posibilita el avance real en el camino asignado o en la tarea que debe realizarse de acuerdo a su voluntad.

Con estos conceptos en mente, recordemos cómo la idea de fuerza se asocia con la prosperidad como demostración del poder y autoridad de Dios, y que no se origina en la fuerza humana. Deseo resaltar aquí: Habrá resistencia en su realización de la prosperidad divina. Pero el poder de Dios puede vencer y darle la oportunidad de «llegar al lugar donde Él quiere que llegue».
Describa sus propios pensamientos a medida que estudia los versículos que tratan los conceptos de la prosperidad. Utilice una concordancia para ver qué palabra se traduce como «prosperidad», «próspero» o «bendición». Tome nota si aparece alguna condición obvia que debe cumplirse para que se dé la prometida prosperidad.

1) Deuteronomio 29.9
Su opinión:
Condición para la prosperidad:
Pregunta: Si se cumple la primera condición, ¿hay alguna restricción en cuanto a lo que puede ser prosperado?
2) 1 Reyes 2.3
Su opinión:
Condición para la prosperidad:
Pregunta: ¿Cuál es el lenguaje aplicado en la última parte de este versículo que promete a Salomón éxito irrestricto mientras cumpla con las condiciones expuestas?
3) 2 Crónicas 20.20–22
Su opinión:
Condición para la prosperidad:
Pregunta: El contexto de esta promesa para la prosperidad es de batalla. ¿Qué hizo Judá para que el éxito fuera posible?
4) 2 Crónicas 24.20
Su opinión:
Condición para la prosperidad.
Pregunta: De la última parte del versículo: ¿Cuándo abandona el Señor a su pueblo de pacto?
5) 2 Crónicas 26.5
Su opinión:
Condición para la prosperidad
Pregunta: De la última parte del versículo: ¿Cuándo abandona el Señor a su pueblo de pacto?
6) Salmos 1.1–3
Su opinión:
Condición para la prosperidad:

«Y todo lo que hace prosperará» (Salmos 1.3). Esto incluye todo: familia, progenie, matrimonio, negocio, empleo y salud. Significa que Dios desea cumplir lo que dice: todo prosperará.

Pero, ninguna promesa de Dios está exenta de alguna acción responsable de nuestra parte. Nadie prosperará mientras no comience a hacer lo que Dios dice. Mucha gente desea los resultados prometidos sin el compromiso responsable que le acompaña. Pero ninguno de nosotros ganará instantáneamente algo que valga la pena.

No espere que las respuestas divinas se ajusten a su itinerario. Recuerde que sus respuestas llegan cuando pone su palabra en acción. Así como un período de intenso estudio precede a un título universitario, a través de la paciente búsqueda de su promesa podemos esperar que la Palabra de Dios madure en nuestras vidas.

7) Proverbios 28.13
Su opinión:
Condición para la prosperidad:
Pregunta: En este pasaje la palabra «prosperará» significa ser capaz de avanzar, y la confesión del pecado el acto personal que remueve los obstáculos que impiden el progreso. Partiendo de 1 Juan 1.9, ¿qué hace Dios cuando usted confiesa su pecado?
8) Isaías 55.11
Su opinión:
Condición para la prosperidad:

El editor de esta serie de estudio, el doctor Jack W. Hayford, hizo el siguiente comentario de Isaías 55.4: «Tanto la evangelización (divulgación de las Buenas Nuevas) como la expansión (engrandecimiento del potencial de nuestra vida bajo Dios) se multiplican mediante la “semilla” de la Palabra de Dios. Jesús describió la Palabra como una “semilla” (Lucas 8.11); esta es la fuente de toda salvación y crecimiento espiritual dados por el Padre a la humanidad. Todo crecimiento de la vida dentro de su amor viene por su Palabra, mientras la respuesta humana abre camino a sus bendiciones. Una vez recibida, la palabra de la promesa divina jamás queda estéril. El poder de la Palabra hará que se cumpla la promesa que ella encierra. Nunca debemos preguntarnos cómo se desarrolla la fe o cómo alcanzamos sus frutos. La fe viene por el "oír" la Palabra de Dios (Romanos 10.17); o sea, al recibirla sin reservas y con humildad. El aprovechamiento de la fe constituye la consecuencia garantizada, ya sea para la salvación de un alma perdida o para proveer la necesidad de un discípulo. La Palabra de Dios nunca será inútil o estéril: ¡En ella reside el poder vivificador!»

9) Salmos 68.6
Su opinión:
Condición para la prosperidad:
Pregunta: Si el Padre le promete prosperidad a sus hijos, ¿qué le pasará a los rebeldes?
10) Proverbios 10.22
Su opinión:
Condición para la prosperidad:

Pena (Strong #6087), puede tener uno de varios significados: un vaso terrenal; generalmente sin descanso (dolorosa); tormento (en el cuerpo o en la mente): Dolor, ídolo, trabajo, tristeza. Cuando la bendición viene como resultado de nuestra confianza en Dios, está libre de tristezas, esfuerzos, y dolores humanos. Más importante aun, su bendición asegura que la prosperidad no se vuelva un ídolo. Cuando el pueblo de Dios prospera por andar en los caminos de Dios, la alabanza del corazón se enfoca en el Proveedor, no en la provisión.

11) Malaquías 3.10

Antes de hacer comentarios o análisis, examine los dos párrafos siguientes, que arrojan entendimiento sobre este texto.

Sobreabundar, day (Strong #1767): Suficiencia, plenitud, cantidad suficientemente grande, algo inconmensurable. Day aparece cerca de cuarenta veces en el Antiguo Testamento; por primera vez en Éxodo 36.5, donde se refiere a una ofrenda voluntaria de oro y otros objetos. El pueblo ofrendó de una manera tan dadivosa, que las Escrituras describen su ofrenda como "más que suficiente". Day se encuentra en el título de la famosa canción de agradecimiento de Pascua titulada: dayenu, que significa: «Sería suficiente para nosotros». Cada verso relaciona algo que Dios hizo por Israel en el Éxodo y concluye diciendo que, si hubiera hecho solamente eso y nada más, habría sido «suficiente para nosotros»

Mucha gente está incapacitada por su propia pobreza, motivada a menudo por su desobediencia a la Palabra. Esta desobediencia se manifiesta de muchas maneras; una de ellas es ¡robarle a Dios! Este pasaje claramente nos dice que quienes retienen sus diezmos y ofrendas le roban a Dios. En consecuencia, también se privan de las bendiciones que Dios desea otorgarles. Cuando cesamos de diezmar estamos violando la Ley, la que no podría obrar a nuestro favor.

Nada hará que un creyente sabio deje de ofrendar y diezmar, pero jamás lo harán con la intención de obtener algo a cambio. Más bien, la acción de dar procede de la obediencia, ¡y Dios siempre recompensa la obediencia

Ahora, comente sobre Malaquías 3.10, con los textos anteriores en mente.
Su opinión:

Condición para la prosperidad:
Otras condiciones para la prosperidad
Como conclusión de nuestro estudio sólido basado en la Biblia acerca de la prosperidad y la fe, consideremos estos tres aspectos: Recursos, relatividad y dependencia.

Recursos. La prosperidad sólo puede ocurrir cuando Dios es la fuente de recursos del creyente. Desde ese momento se nos hace posible evitar las trampas de la pobreza. No es el banco, el gobierno o el cheque mensual nuestra fuente de recursos. La mayoría de las pruebas espirituales arrojaron luz sobre estos hechos en la vida de los discípulos. Es necesario aprender a ver más allá de las circunstancias y a confiar enteramente en Aquel que ha prometido ser nuestra fuente exclusiva de recursos.

Lea Filipenses 1.19. Pablo escribió esta epístola desde la prisión. Aunque su situación era apremiante, confiaba en que en el futuro estaría mejor. ¿En qué basaba su confianza? Sabía que los creyentes filipenses estaban orando por él y tenía absoluta confianza en la provisión del Espíritu. Esto es lo que significa tener a Dios como única fuente de recursos.

Provisión, epichoregia (Strong #2024). Tomamos la palabra «coreógrafo» de la palabra griega que aquí se traduce como «provisión». En tiempos modernos, un coreógrafo hace los arreglos en una producción de danza, designando los movimientos y pasos de los bailarines y actores en el escenario. En el tiempo de Pablo, un coreógrafo era más como un productor moderno. El coreógrafo en la antigüedad pagaba todas las cuentas, haciendo posible la continuidad del espectáculo. A esto se refería Pablo. «Voy a ser rescatado de esta situación», o, «cuando esto termine, seré mejor creyente que ahora». ¿Por qué? ¡Porque ustedes están orando por mí, y el Espíritu saldará todas las cuentas!
Pagar las cuentas debería ser un término familiar para todos nosotros. Existen momentos en que nuestros recursos personales, ya sean monetarios o emocionales, simplemente no alcanzan para cubrir todas las cuentas. Pablo está al tanto de que su «Coreógrafo» celestial (el Productor de los eventos de esta vida) se hará cargo de que se paguen todas las cuentas.

Relatividad. Dios siempre dará su bendición mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3.20). La bendición de Dios está siempre ligada a su propósito, asimismo se relaciona de algún modo con la norma cultural en que se encuentra su hijo. La expresión «mucho más» no es lo mismo que decir excesivo. En otras palabras, «abundancia», «bendición» o «provisión» siempre guardarán relación con la cultura. Permítame ilustrarlo.

Dios no le va a dar un vehículo Rolls-Royce a un campesino de Kenya que nunca ha visto una gasolinera. No le dará un millón de dólares a una persona que vive en una sociedad que comercia mediante el trueque. Sin embargo, en toda cultura, su generosidad excederá nuestras definiciones, aun nuestras necesidades; tal como cuando Jesús dio de comer a la multitud con el almuerzo de un niño: sobraron tantas cestas de comida que sirvieron para alimentar a los discípulos. Que les sobrara comida, era mucho más de lo que esperaban, pero no era suficiente como para abrir un supermercado especializado en pescado y pan. Esperemos y luchemos por las bendiciones de Dios sobre nuestra vida. Sepa que Su generosidad excederá nuestras normas, y al mismo tiempo no nos conducirá a violar las normas culturales con ostentación o despilfarro. Su bendición está diseñada para hacer que la gente ponga su atención en el que bendice y no en la bendición.

Dependencia. La prosperidad en el sentido bíblico es imposible sin aprender a depender completamente en el Señor, olvidando la dependencia en sí mismo o en las bendiciones recibidas con anterioridad. Lea Salmos 30, la canción de David en la dedicación del templo. Verá que David confiesa que en cierto momento comenzó a depositar su confianza en la prosperidad que el Señor le había dado. Esto difiere grandemente de poner la confianza en Aquel que da la bendición.

«En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido» (Salmos 30.6). Sin embargo, en el versículo siguiente confiesa que Dios lo afirmó «como monte fuerte». Más adelante en el mismo salmo David dice que su lamento fue cambiado en baile. David recibió tanta bendición que por un tiempo colocó su confianza en su fortuna, sus tierras y en su prosperidad (aunque vemos en otro estudio que el pecado grave cometido con Betsabé se llevó a cabo en momentos de bendición sin par). Pero más tarde aprendió la lección.

Deje que la vida de David le enseñe esta lección importante: Cuando Dios le da prosperidad, es de importancia suma apoyarse completamente en Él. Cuando usted ha prosperado en sus caminos, es fácil empezar a depender de la prosperidad, en vez de afirmarse en Aquel que ha sido la fuente del éxito.

Lea Éxodo 33.15. Aunque parece que Moisés pudo haber tomado la decisión de entrar a la Tierra Prometida con o sin el Señor, dijo: «Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí».

Esta elección de Moisés debe ser una alarma para todo creyente que aprende los caminos de un Señor generoso. Se debe tener un compromiso con sus métodos de bendición. ¡Nunca elija la bendición en detrimento del que bendice!

Puede que aunque no todas, usted haya leído muchas de las promesas de la Palabra de Dios acerca de la prosperidad. Redacte una oración en la que con confianza le pida a Dios los recursos necesarios para obtener lo que El quiere para usted en esta temporada de la vida.

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