domingo, 18 de noviembre de 2018

014- Saludos a la familia de Dios



Romanos (16.1–27)

«Lo hice yo mismo. No recibí ayuda de nadie. Me las arreglé solo. Hice una gran obra yo solo. Mi éxito es simplemente eso: sólo mío. No le pertenece a nadie más que a mí».

013- Nuevamente en camino



Romanos (15.1433)

Si usted es un ser humano, quizás haya hecho al menos un viaje en su vida. Tal vez fue a un ciudad cercana o al otro extremo de su provincia. O a lo mejor realizó un viaje más largo cruzando los límites de varias provincias, o incluso viajó fuera de su país. Puede haberlo hecho en automóvil, en ómnibus, en tren o haber sorteado las experiencias de andar por tierra, para hacerlo por mar o por aire. No importa dónde haya ido o cómo haya viajado, probablemente el viaje fue memorable y con toda seguridad resultó más cómodo que la forma de viajar en tiempos del Nuevo Testamento.

012- Amor que libera



Romanos (14.115.13)

Si quiere encender una chispa en alguna reunión de cristianos, exprese una opinión acerca de la posibilidad de ingerir bebidas alcohólicas, o jugar por dinero, o fumar, o celebrar la víspera de Todos los Santos, o escuchar música rock, o bailar, o ver películas clasificadas como reservadas, o pertenecer a este o aquel partido político y seguir llamándose cristiano. O si quiere, podría ir más allá de estas cuestiones sociales a otras más teológicas tales como si el regreso de Cristo será antes, simultáneamente con, o después del Rapto de la Iglesia, o si en realidad habrá tal Rapto o no, o si el lavamiento de pies debería considerarse un sacramento, o silos nuevos creyentes deberían ser bautizados por inmersión, por aspersión, o por derramamiento de agua sobre ellos, o qué instrumentos musicales están permitidos en un servicio de adoración, o si las mujeres pueden ser diaconisas, o ancianas, o predicadoras. Plantee cualquiera de estos temas, o cualquier cantidad de temas parecidos, y observe lo que pasa. La conversación podrá empezar con cierta cortesía, pero pronto advertirá señales de desacuerdos profundos, a veces incluso de hostilidad. ¿Escucha los comentarios?

011- Ciudadanía para peregrinos



Romanos (13.1–14)

La Biblia no quiere que olvidemos que nuestro hogar no está aquí. Somos peregrinos, extranjeros en tierra ajena. Nuestro verdadero hogar, aquel en el que esperamos entrar, es el cielo. Y es allí, dice Pablo, donde radica nuestra ciudadanía (Flp 3.20).

010- Sacrificios transformados



Romanos (12.1–21)

• Procure ser el número uno.

• La vida es corta, por eso aproveche todo el placer que pueda.

• Lo puede tener todo en el aquí y el ahora.

• No se deje pisotear por nadie.

• Si alguien lo tumba, levántese y péguele más fuerte.

• Lo principal es ganar.

• La gente sólo recuerda a los que llegan primero, de modo que no se conforme con el segundo.

09- Promesas que nunca fallan



Romanos (9.1–11.36)

• «Prometiste arreglar ese grifo ayer, y la semana pasada también habías prometido arreglarlo. ¿Cuándo lo vas a hacer, realmente?»

• «Ya he escuchado eso demasiadas veces antes. ¡Acéptalo, no vas a cambiar ahora ni nunca!»

• «“Lo siento, lo siento, lo siento”. Estoy harto de escucharte decir que lo sientes. Lo único que quiero es que cumplas lo que dices que vas a hacer… ¡al menos una vez!»

08- Herederos de gloria



Romanos (8.1–39)

Si le ha tocado perder a un ser querido, sabe lo duro que es enfrentar el tema de la muerte. No hay palabras que alcancen para describir el tremendo dolor y la absoluta soledad que deja la muerte a su paso. Por algo se les llama sobrevivientes a los seres queridos que quedan aquí. No hay ningún otro acontecimiento en la vida más difícil de sobrellevar.

07- ¡Libre al fin!



Romanos (6.1–7.25)

Muchas personas se van de su tierra natal en su busca, a veces dejando amistades y familiares. Otros por buscarla toman nuevos rumbos, enfrentando los peligros desconocidos. Muchos, tan solo por probarla, luchan contra adicciones demoníacas como las drogas, el alcohol, la comida, el trabajo excesivo, el tabaco, el perfeccionismo, la pornografía. Cada vez más son los que mueren por defenderla en su propia tierra o en suelo extranjero. Cada vez son más los que intentan hallarla en la independencia económica. Y son incontables los que se han adherido a todo tipo de religión imaginable en su afán de experimentarla.

06- Cuando la muerte da vida



Romanos (5.121)

¿Ha notado alguna vez cómo al cristianismo le gusta lo paradójico? Por paradoja no me refiero a contradicciones lógicas: «círculos cuadrados», «solteros casados», «varillas con un solo extremo», «dos objetos totalmente idénticos». Las contradicciones no tienen sentido y jamás llegarán a ser verdaderas. Sostienen que una premisa es verdadera (digamos, que Dios siempre dice la verdad) y la opuesta también es verdadera (Dios nunca dice la verdad) al mismo tiempo y en el mismo sentido, lo cual es imposible. Lo que hacen con la cabeza lo desbaratan con los pies, dejándonos sin nada.

05- Estemos a bien con Dios



Romanos (3.21–4.25)

La silueta de sus diecisiete años evidenciaba la profunda alienación que sentía Jennie. Sus ojos contemplaban perdidamente el suelo, sin concentrarse en nada en particular, limitándose a atisbar el espacio vacío. Estaba sentada, cansada y tensa, sosteniéndose con sus gastadas manos apretadas bajo sus delgados brazos, con las cicatrizadas piernas firmemente cruzadas. Para apoyarse aún más, tenía un pie firmemente ceñido detrás del otro, impidiendo que el más mínimo rayo de luz de la habitación penetrara entre ellos. Lentamente, pero con un ritmo incesante, se balanceaba hacia adelante, luego hacia atrás, como si fuese una frágil muñeca acunándose a sí misma.

04- No hay excepciones



Romanos (2.173.20)

—¡Eso no es justo, papá! —exclamó Jaime casi a gritos mientras cruzaba los brazos en actitud desafiante y se hundía en el sillón—. Ya sé que no he terminado mi tarea para la escuela, pero ya había planeado ir a ver esa película y ahora que va mi amigo Samuel, yo también puedo ir.

03- No hay excusas



Romanos (1.182.16)

—¿Por qué hiciste eso, Santiago? —le preguntó exasperada su mamá—. Te he dicho una y mil veces que no molestes a tu hermana. ¿Por qué no me escuchas?
—¡Pero ella me sacó la lengua! ¡La odio! —Santiago estaba convencido de que su reacción había sido legítima y justificada, y no tenía por qué volverse atrás.

Pero, sin embargo, su mamá ya estaba cansada.