Lois tenía cinco años, era una niña de ojos vivaces
que a menudo cargaba con el impacto de la maldad de otros niños por una razón.
Era a principios de este siglo y ella era la hija de evangelistas
pentecostales. Para estos pioneros de la fe no era extraño recibir la burla y
el escarnio, pero sólo el paso del tiempo certificaría que eran cuerdos,
bíblicos y creyentes que exaltaban a Cristo.
Pero esta vez no era maldad, sólo un accidente. Un
niño vecino la empujó inocentemente de espaldas dentro de una bañadera llena de
agua hirviendo donde estaba en remojo la ropa de la familia. Cuando Lois gritó
de dolor y la mujer de la casa, quien estaba hospedando y atendiendo a los
evangelistas, la sacó del agua hirviendo. Como estaban en el campo, lejos del
pueblo, su familia y la anfitriona se reunieron alrededor de Lois y oraron
creyendo que Dios la sanaría; algunas personas del grupo ayunaron y oraron
durante varios días.
La pequeña niña estaba cubierta de ampollas y, según
los testigos, algunas de ellas tenían la capacidad de una taza de agua. Muchos
de los vecinos criticaron a los evangelistas por no buscar la manera de
llevarla a un hospital o un médico, aunque la distancia y la falta de
conocimiento de la zona eran impedimentos y los centros modernos de tratamiento
de quemaduras se desconocían en esos tiempos. Algunos entendidos predijeron que
nunca volvería a caminar; otros dijeron: «Llevará las marcas toda la vida». En
verdad, bajo circunstancias normales, se debió haber consultado a un médico;
sin embargo, lo acontecido ya era un hecho y la familia dio con amor su cuidado
y oración.
Fue como una semana más tarde cuando Lois se despertó…
el corazón de la niña aumentaba con una fuente de fe que ningún humano puede
producir. «Yo voy a caminar en el nombre de Jesús», dijo y se levantó de la
cama, comenzó a caminar, y desde ese instante empezó su recuperación asombrosa
y total, sin que le quedara una sola marca del incidente. La noticia de su
sanidad llegó a lugares distantes; cientos de los que oyeron de la sanidad vinieron
a las reuniones de los evangelistas y aceptaron a Cristo. Este episodio es
cierto, se trata del testimonio de mi esposa (Nathaniel Van Cleave), quien es
ahora una octogenaria saludable y un testimonio constante del amor y la gracia
de Dios.
Al volvernos al libro de los Hechos para dedicarnos a
un estudio de las sanidades que allí se relatan, comenzamos con un testimonio.
¿Por qué? Quizás el libro de Hechos sólo se trate de estudios, con la
conciencia de que este únicamente es el principio del cumplimiento de la
promesa que permanece hasta el día de hoy. La promesa es de Cristo: «Y estas
señales seguirán a los que creen[…] sobre los enfermos pondrán sus manos, y
sanarán[…] Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor,
y confirmando la palabra con las señales que la seguían» (Mc 16.15–20).
Confirmando, bebaioo. Hacer firme, estable, seguro,
corroborar, garantizar. Los milagros que acompañaron la predicación de los
discípulos confirmaron a la gente que los mensajeros estaban diciendo la
verdad; que Dios estaba respaldando el mensaje de ellos con fenómenos
sobrenaturales y que una nueva dispensación —la era de la gracia había llegado
al mundo.
Muchos eruditos cuestionan la autenticidad de vv. 9–20, fundamentalmente porque no aparecen en los
manuscritos más antiguos, y porque su estilo es algo diferente al resto de
Marcos. Sin embargo, escritores cristianos del siglo II, como Justino Mártir,
Ireneo y Tertuliano, dan testimonio a favor de la inclusión de estos
versículos; y las más antiguas traducciones, al latín, siríaco y cóptico, los
incluyen. De todas maneras, el pasaje refleja la experiencia y las expectativas
de la iglesia primitiva sobre el empleo de los dones carismáticos, pero la cuestión
sobre su autenticidad debe permanecer abierta.
Hechos es una procesión de milagros que confirman la
promesa de Jesús. Inmediatamente después del relato del derramamiento del
Espíritu en el día de Pentecostés (Hch 2), leemos: «Todos se llenaron de temor [asombro
reverente], y se hacían muchos prodigios y señales milagrosas por medio de los
apóstoles» (Hch 2.43, NVI). Vale la pena resaltar que la preposición griega enfatiza «por
medio de los apóstoles», en vez de «por los apóstoles» (dia no huper). De allí,
Hechos 3 cuenta en seguida la sanidad de un mendigo cojo en la
puerta La Hermosa, un milagro de sanidad cuyas repercusiones continúan a través
de Hechos 4. A partir de aquí, las sanidades y milagros de Hechos
pueden clasificarse en cuatro categorías amplias: 1) en las multitudes, 2) por
medio de Felipe, 3) a través de Pedro, y 4) mediante Pablo.
Sanidades en las multitudes
A continuación del ataque de los fariseos debido a la
sanidad del hombre en la puerta La Hermosa —habiendo recibido advertencias y
amenazas de los principales— la iglesia se reunió para orar por un nuevo
denuedo y por un nuevo derramamiento del Espíritu acompañado de milagros de
sanidad. Dios les respondió las oraciones abundantemente como podemos ver en Hechos 5.12–16. Lea este pasaje y responda las siguientes preguntas:
¿Cuál era la atmósfera espiritual allí?
¿Cuáles son los distintos tipos de milagros que se
llevaron a cabo?
¿Cómo reaccionó la gente?
¿Qué tipo de milagro inusual ocurrió?
¿Cuáles fueron los resultados evangelísticos?
La fe de la iglesia y del pueblo creció tanto que
prácticamente cada persona enferma recibió sanidad. El texto no dice que la
sombra de Pedro era una técnica de sanidad de los apóstoles; el poder de Dios
estaba presente a tal grado que el pueblo creía que sería sanado con o sin la
imposición de manos de Pedro. Muchos en nuestro tiempo han testificado que han
recibido sanidad inmediata mientras estaban sentados oyendo el ministerio de la
palabra.
La Biblia describe tantas formas de recibir las
respuestas a la oración, que debemos pensar que la «fe» es un elemento
esencial. Sin embargo, existen muchas acciones que ayudan a la fe, tales como
tomar las manos en acuerdo, la imposición de manos, la unción con aceite,
pañuelos ungidos, etc. Deberíamos cuidarnos de no poner una confianza exagerada
en los elementos externos, pero si nos ayudan en la fe, no deben rechazarse,
mientras ponemos los ojos en Jesús, el Gran Médico, para que nos dé la
liberación.
¿Qué elementos auxiliares a la fe ha encontrado útiles
para recibir la respuesta a la oración?
¿Qué episodios de la Escritura puede recordar que
ayudaron a la gente a recibir sanidad o respuesta a la oración? (Ejemplos para
revisar una vez que responda las preguntas: 2 Reyes 4.3; 2 Reyes 20.7; Marcos 2.4; Hechos 19.12; Santiago 5.14–16.)
La sanidad mediante el ministerio de Felipe
Los primeros diáconos de la iglesia se escogieron
entre los que daban evidencias de fe y sabiduría. Dos de ellos tenían el
ministerio de sanidad. Esteban fue mártir por su fe atrevida y Felipe se
convirtió en un evangelista cuyo ministerio Dios honró grandemente. Hechos 8.5–8 describe su ministerio en Samaria. Lea el pasaje y
responda:
¿Qué trascendencia ve en el hecho de que se estaba
ministrando a Samaria? (Compárese con Lc 9.51–56; 10.25–37; Jn 4.1–30.)
¿Qué clase de milagros ocurrieron?
¿Cuál fue el impacto social del avivamiento?
En el ministerio de sanidad de Felipe se hace mención
especial a dos clases de sanidades. Se liberaron a muchos de espíritus malos.
La posesión demoníaca es muy común donde la alabanza pagana es prácticamente
universal. Esta condición prevalece hoy en función de las religiones falsas y
ocultistas en un área determinada. Los misioneros dicen que en Sri Lanka casi
todos los que se entregan a Cristo deben liberarlos de espíritus malos. Los
misioneros de Colombia han dicho lo mismo. Con el aumento actual del mal en
nuestra tierra, la atadura y la opresión demoníaca aumentan. Describa el poder
del evangelio sobre los demonios según los siguientes pasajes:
Mateo 10.1
Mateo 12.28
Marcos 1.21–25
Los cojos y los paralíticos fueron sanados en gran
cantidad en el ministerio samaritano de Felipe. No se sabe si la parálisis era
un mal común en esa región, o si Felipe tenía una fe especial para orar por los
paralíticos. La sanidad de un paralítico llamaría más la atención que la de
males internos. Parece que las sanidades atrajeron a las masas y multitudes
aceptaron a Cristo. El ministerio de Felipe a los samaritanos marcó un paso de
avance en el progreso del judaísmo a un evangelio para todo el mundo, pues los
samaritanos eran mezcla de sangre judía y gentil. El éxito de Felipe fue el
resultado de la semilla que Jesús plantó en Samaria y una evidencia de la
destrucción de la discordia étnica mediante el amor de Dios.
La sanidad a través del ministerio de Pedro
Jesús profetizó que les daría a sus discípulos el
Espíritu Santo y que paso a paso los haría testigos al mundo entero: «Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra» (Hch 1.8). Los apóstoles establecieron los cimientos en Jerusalén; Felipe
evangelizó Samaria. Ya había llegado el momento de extender el evangelio a los
gentiles. La persecución dispersó a los apóstoles desde Jerusalén hacia
regiones romanas, y Dios pronto iba a transformar a Saulo de Tarso en un
apóstol de los gentiles. Pero Dios usaría a Pedro para ser el primero en llevar
el evangelio a los romanos. Las escalas de Pedro en Lida y Jope fueron las
primeras en una travesía que lo llevaría a Cesarea y a la casa de un romano
llamado Cornelio.
Sanidad en Lida
Cuando estuvo en Lida (Hch 9.33–35), Pedro vio que un paralítico necesitaba a Cristo.
Describa lo acontecido.
Eneas era bien conocido en Lida (la actual Lod) como
un hombre afligido. Con su sanidad, las nuevas del evangelio se difundieron a
lugares remotos. Lucas dice que todos en Lida y Sarón se convirtieron debido al
milagro que Dios usó para abrir puerta en la región.
Los milagros de sanidad abrían puertas a la
predicación del evangelio. Algunos insisten que la sanidad se dio sólo para la
era apostólica, insistiendo que los milagros de sanidades ocurrieron para abrir
puertas al evangelio, diciendo que la función de los milagros de sanidades era
tan solo autenticar la deidad de Cristo y la validez del evangelio y que no
harían falta después de esa era. Pero el evangelio aún no ha alcanzado toda la
tierra; por lo tanto, aún es necesaria la manifestación de lo sobrenatural para
abrir puertas.
No obstante, por otro lado, al estudiar de cerca las
sanidades se verá que muchas no tenían relación con «abrir puertas» y que eran
una manifestación de la misericordia y compasión del Señor. En varios de los
milagros de sanidad de Jesús, el texto dice que El fue movido a compasión.
Entendamos esto: Jesús no le dio un corte al fluir de su misericordia y
compasión cuando finalizó la era apostólica. Es más, la Biblia ni siquiera
menciona la «era apostólica». Cuando Jesús dijo: «Estas señales seguirán a los
que creen», no agregó: «hasta que mueran los apóstoles». Mientras haya
predicadores que crean en la Palabra y crean que Jesús es el mismo, existirán
los milagros de sanidad: Algunos que deben abrir las puertas, algunos que
tienen la compasión de Cristo, algunos que obedecen la exhortación apostólica
de Santiago de imponer las manos en los enfermos.
Tome un momento para reflexionar sobre la «compasión
como una motivación para el ministerio de sanidad». «Poder», «excitación» y
«evangelización» a menudo son ideas que ocupan nuestra mente con las señales y
prodigios, pero el ministerio de compasión debe considerarse con detenimiento.
¿Qué cree usted? Escriba su respuesta.
La sanidad en Jope (Hch 9.36–43)
Cuando Pedro ministró en Lida con el resultado de que
todo el pueblo aceptó a Cristo, fue requerido en Jope para orar por una
encantadora mujer que había muerto. Su nombre, Dorcas, significa «gacela». Ella
quizás recibió ese nombre porque era muy activa y delicada. Dorcas, cuyo
equivalente griego es Tabita, trabajaba sin descanso, haciendo ropa para las
viudas de la región. Todo el pueblo la amaba. Cuando murió, tal vez por
trabajar en exceso, la ciudad completa lloró. Después que oyeron del milagro de
sanidad de manos de Pedro en Lida, le rogaron que viniera a orar por Dorcas en
Jope.
Pedro respondió a las peticiones. Cuando llegó,
encontró a la casa llena de viudas que lloraban la muerte de su benefactora.
Dorcas amaba a las personas; y ellas reciprocaron ese amor. Pedro sacó a todos
de la habitación, hizo la oración de fe y dijo: «Tabita, levántate», y la tomó
de la mano y levantándola, la presentó viva. ¡Qué hermoso regalo para las
viudas de Jope! Como resultado de este milagro, en realidad una restauración a
la vida, muchos en Jope se unieron con los vecinos en Lida y Sarón como
creyentes cristianos consagrados.
La visita de Pedro a Jope lo preparó para responder a
la invitación que le haría Cornelio, el centurión romano en cuya casa Pedro
guiaría al primer grupo gentil al conocimiento de Jesús el Salvador. Lo que
ocurrió allí dio cumplimiento a la profecía de Jesús acerca de la proyección
del mensaje del evangelio.
¿Qué tienen en común los pasajes siguientes con Hechos 9.36–43?
Lucas 7.11–17
Lucas 8.48–56
Juan 11.38–44
La sanidad en el ministerio de Pablo
Mientras Pedro ministraba en la región cercana a la
Cesarea romana, Saulo de Tarso se convertía milagrosamente a Cristo. La
providencia divina estaba moldeando un instrumento que cosecharía los campos
blancos del Imperio Romano. Después de su conversión (Hch 9.1–31), su retiro espiritual en Arabia y de recibir la
bendición de la comunión de los líderes de la iglesia, Saulo se unió a Bernabé
en Antioquía, que sería la base misionera desde donde llevarían el evangelio a
Roma e incluso más lejos (Hch 11.19–30; 12.25–13.5).
Sanidad en Chipre
Primero, Pablo y Bernabé ministraron en Chipre donde
tuvieron un milagro a la inversa, si es que hay tal cosa. Un mago llamado
Elimas trataba de corromper la mente del procónsul Sergio Paulo. Pablo, guiado
por el Espíritu, reprendió al espiritista que, por consiguiente, quedó ciego.
El procónsul, viendo el juicio divino sobre el agente de Satanás, se aferró al
Señor de todo corazón. Lea Hechos 13.4–12. ¿Qué le impresiona más al leer sobre esta obra de poder?
Sanidades en Iconio
A continuación, Pablo y Bernabé ministraron el
evangelio en Antioquía de Pisidia e Iconio (Hch 13.13–14.6). Se quedaron largo tiempo en Iconio donde Dios les
dio «prodigios» para interesarlos y «señales» para mostrarles la misericordia y la bondad del Señor. Pudieron ganar muchas almas de entre los judíos y
los gentiles. Sin embargo, la persecución de los judíos y los líderes
gobernantes incrédulos forzó a los apóstoles a huir a Listra para evitar que lo
apedrearan. Lea Hechos 14.1–7. A la luz del versículo 3, «el cual daba testimonio a la palabra de su gracia»,
escriba sus pensamientos comparando la gracia de Dios que nos sana con la
gracia que nos salva del pecado.
Sanidad en Listra
El primer milagro descrito e identificable de Pablo
ocurrió en Listra. Lea Hechos 14.8–20.
¿De qué sanó?
¿Qué motivó el llamado de Pablo a la salud?
¿Qué motivó la fe del hombre?
¿Cómo reaccionó la gente?; luego, ¿cómo reaccionaron
los apóstoles?
¿Qué dos elementos concluyeron la historia?
El hombre sanado en Listra, otra vez, era un paralítico,
un renco que nunca había caminado. Hacía falta un milagro en Listra para abrir
la puerta del evangelio. De nuevo la sanidad del hombre, muy conocido en la
ciudad, fue notoria. Cuando Pablo vio al hombre, Dios le dijo al apóstol que el
cojo tenía fe para creer. Y Pablo de inmediato le ordenó al hombre: «Levántate
derecho sobre tus pies». Cuando el cojo saltó sobre sus pies por primera vez,
la gente perdió la compostura. Los paganos de Listra pensaron que Pablo y
Bernabé eran dioses que habían descendido a la tierra, Zeus y Hermes (en la
mitología romana, Júpiter y Mercurio), y comenzaron a adorarlos y a ofrecerles
sacrificio. Con mucha dificultad lograron frenarlos. A pesar del milagro, los
judíos y otros que se oponían a la fe, apedrearon a Pablo y lo dieron por
muerto. (Los grupos cristianos de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe
son las iglesias a las cuales Pablo escribió como gálatas. Su vacilación se
describe en la epístola de Gálatas.)
Sanidad en Filipos
El siguiente milagro de sanidad de Pablo ocurrió en
Europa, en Filipos. Por cierto, la liberación de la adivinadora, a quien
explotaban hombres inescrupulosos para ganancia financiera, provocó que
encarcelaran a Pablo y a Silas. Lea Hechos 16.16–34.
Describa las reacciones primeras y postreras de Pablo
hacia la muchacha endemoniada.
¿Qué conclusión saca de sus gritos, o sea, el objetivo
del demonio?
¿Cuáles son los cinco hechos clave que derivan de la
liberación?
Pablo soportó varios días la adivinación de la
muchacha sobre su ministerio. Satanás la usaba para desacreditar el ministerio
de Pablo, haciendo pensar a la gente que el apóstol estaba asociado, de alguna
manera, con un plan de adivinación. Si Satanás no puede vencemos, tratará de
ponernos su emblema. Los explotadores vencidos lograron mandar a los apóstoles
a la cárcel, pero Dios los sacó; y se ganó para Cristo una hermosa familia. La
encarcelación detrás de las rejas quizás desanime a algunos, pero el canto de
Pablo y Silas abrieron esas rejas. El mundo nunca le vencerá si no silencia su
canción (Ef 5.18–19).
Sanidades en Éfeso
El ministerio de sanidad más importante de Pablo fue
ejercido en Efeso:
Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de
Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales
de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos
salían.
(Hch 19.11–12)
De este pasaje se desprende la ocasional práctica
actual de enviar pañuelos ungidos a los enfermos. El pañuelo no tiene ningún
poder curativo; simplemente es una ayuda a la fe, un punto de contacto. El paño
ungido puede apoyar la fe del que envía y del que recibe; la fe del anciano que
unge el paño también puede aumentar. Esto es un asunto de dos o tres que se
ponen de acuerdo en el nombre de Jesús. Cuando hay unidad, Dios bendice la fe.
No sólo los enfermos y afligidos recibieron sanidad
bajo el ministerio de Pablo en Efeso, sino que también se expulsaron demonios.
Efeso era un centro de culto pagano, no sólo el culto a Diana, sino también
todo tipo de práctica ocultista. Multitudes que habían dado acceso a Satanás
mediante sesiones espiritistas estaban poseídos y oprimidos por los espíritus
malos. El exorcismo de los espíritus demoníacos era un aspecto del ministerio
amplio de Pablo.
Lea Hechos 19.1–28, notando especialmente: (a) los versículos 17–20, y luego (b) los versículos 23–28, y evalúe el ministerio de Pablo en Efeso y la respuesta
general de las multitudes. Compare sus observaciones con la respuesta de las
personas al poder del evangelio de hoy en día.
Aquí, en Éfeso, la mayor parte del ministerio de
sanidad de Pablo se define como «milagros extraordinarios». Eran
extraordinarios en efectividad y en cantidad. El ministerio efesio de Pablo fue
el de más éxito y duración. Por más de dos años, el evangelio alcanzó la mayor
parte de la región conocida como Asia (Hch 19.10). Era tan grande la comunidad cristiana en Efeso, que
muchísimos hogares cristianos tuvieron que usarse como centros de reunión y
alabanza.
¿Cuántos pasajes bíblicos relacionados con el
exorcismo de espíritus demoníacos puede encontrar mediante una concordancia?
¿Qué clase de ayuda encuentra en Efesios 6.10–20 para la derrota de los poderes satánicos?
Sanidades en Malta
En Cesarea, Pablo, un ciudadano romano, apeló al César
para escapar de la furia de los judíos. Ante el rey Agripa pudo contar su
testimonio de conversión y de la revelación del propósito divino para su vida (Hch 26.15–19).
Antes de que Pablo escribiera la epístola a los
romanos, sintió una fuerte convicción de que ministraría en Roma (Ro 1.15). En Hechos 19.21, dijo: «Me será necesario ver también a Roma». Mientras Pablo estaba aún en Jerusalén, detenido por el concilio judío, Dios le habló lo siguiente: «Ten ánimo, Pablo, pues como has
testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en
Roma» (Hch 23.11). Los capítulos 27 y 28 de Hechos describen el viaje de Pablo por barco a
Roma. El apóstol había sufrido naufragio con anterioridad (véase 2 Co 11.25), pero la tormenta y el naufragio más terrible de su vida fue camino a Roma. Él y otros
sobrevivientes llegaron a la costa de la isla de Malta. «Y los naturales nos trataron con no poca humanidad;
porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que
caía, y del frío» (Hch 28.2). La palabra «naturales» en griego significa «bárbaros». Los griegos llamaban bárbaros a todos lo que no podían hablar griego o latín. En realidad, los malteses eran un pueblo civilizado
de origen fenicio; sin embargo, nunca habían oído el evangelio. Eran un pueblo
benevolente, pues la palabra que se traduce «con no poca humanidad» en el
griego es «filantrópico», que significa «uno que ama la humanidad». El pueblo de
Malta le dio a Pablo y al resto de los náufragos una bienvenida amorosa.
Lea Hechos 28.1–10 y tome nota del milagro que asombró a la gente y de la sanidad que Pablo ministró a Plubio.
Cuando Pablo sacudió la víbora en el fuego y que
después de un tiempo mostró que no tenía ningún efecto dañino, lo tomaron por
dios. La experiencia con la víbora cumplió lo que la Escritura profetiza en la
Gran Comisión en Marcos (16.18): «Tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos. y sanarán».
El ministerio de sanidad de Pablo en Malta. Aquí hay
una referencia a sanidades divinas a pesar del hecho que Lucas, un médico,
acompañó a Pablo. Este hecho incomoda tanto a los críticos de la sanidad
moderna, que algunos han adelantado la teoría de que las sanidades que se
mencionan en el v. 9 fueron obra de Lucas, quien habría empleado remedios médicos, aunque no se menciona aquí su nombre. La teoría se basa en el uso de therapeuo, la palabra griega
para «sanidad» (v. 8), la cual algunos insisten que se refiere a la
terapia médica.
Sin embargo, esta palabra aparece 34 veces en el NT.
En 32 casos, se refiere claramente a sanidad divina; en los demás, tiene una
significación general. Ambas palabras (iaomai
y therapeuo) designan el mismo tipo de sanidad en Mateo 8.7–8, lo cual indica que se usan indistintamente en la
Biblia.
Lo anterior no se opone a los tratamientos médicos; no
dice que la medicina o la ayuda de los médicos sean perjudiciales, porque, en
verdad, no lo son. Sin embargo, queda claro que este pasaje no da pie para la
sustitución de la terapia médica por la oración. Dios sana por muchos medios:
la oración de fe, poderes naturales recuperativos, ayuda médica, o medicina y milagros.
El naufragio de Pablo en Malta, aunque fue una
experiencia dolorosa para la carne, se convirtió bajo la providencia divina en
una oportunidad de llevar el evangelio a una cultura que nunca antes lo había
oído. En ninguna parte se menciona que Pablo o alguno de sus acompañantes
ministró el evangelio en Malta, pero como G. Campbell Morgan dice en su
comentario sobre Hechos, la evangelización se llevó a cabo por el ministerio de
sanidad. Al orar por la gente en Malta en el nombre de Jesús, se les explicó
que Jesús era el Salvador del mundo y el Sanador del espíritu, el alma, la
mente y el cuerpo del hombre. En Jesús uno descubre la plenitud. Desde los días
de Pablo en adelante, Malta se convirtió en una isla cristianizada. Como bien
se sabe, Pablo llegó a Roma, trajo avivamiento a la iglesia romana y dio su
vida en martirio. Desde Roma escribió varias de sus epístolas; por ellas y en
Cristo, ha bendecido al mundo.
Mucho de lo que conocemos de la sanidad divina lo
hemos aprendido de los ejemplos de sanidades en los ministerios apostólicos de
Pedro, Esteban, Felipe y Pablo, según leemos en Hechos. No encontramos ni una
sola palabra que sugiera que estos ministerios de sanidad se acabarían. La
Iglesia de Jesucristo sigue avanzando y todas las bendiciones de Su muerte
expiatoria en la cruz seguirán vigentes hasta su regreso. ¡Que Dios nos ayude a
vivir la fe que el bendito Espíritu Santo nos ofrece!
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