sábado, 3 de noviembre de 2018

Mod. 12—El padre de la fe



Mis mejores recuerdos de la niñez son los viajes. Cada temporada de vacaciones íbamos a casa de una de mis dos abuelas. En los feriados de Acción de Gracias o Navidad nos encontrábamos cargando el automóvil para dirigirnos a Colorado o Tennessee. Llenábamos de maletas el asiento trasero de tal manera que nos servía de cama a mi hermano y a mí. Para nosotros era fantástico. Sólo mucho después supe que de esa manera no parábamos en hoteles y que se basaba más en la economía que en hacer divertir a los muchachos.

Mod. 11—La fe y la oración



¿Ha descubierto usted la paz y el gozo que vienen de la oración? Le hago la pregunta porque temo que demasiadas personas quieren discutir sobre la oración por razones diferentes a los beneficios espirituales: se encuentran muy ocupados con las posibles mejoras físicas o económicas. Desde luego, para nosotros es natural querer aprender los «secretos del éxito». Incluso cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar puede que lo hicieran por motivos errados. Sabemos que insensatamente pidieron posición y reconocimiento (Marcos 10.35–45).

Mod.10—La fe y la prosperidad



La bicicleta era roja y negra. Vi la nota sujeta al manubrio. La misma persona que dejó la bicicleta en nuestro patio trasero me dejó una nota: «El Señor desea que tengas esta bicicleta. Así como diste, El te da».

Yo tenía diez años, y no sabía mucho de «fe y prosperidad». Ni siquiera estoy seguro de haber hecho una relación entre la reluciente bicicleta y la ofrenda misionera que di unos meses antes. Mi familia y yo fuimos a una función especial en otra iglesia para fomentar las misiones. Al final del culto el predicador nos pidió que inclináramos la cabeza. Oró al Señor pidiéndole que nos hablara acerca de nuestras ofrendas a la evangelización mundial a través de nuestro programa de misiones internacionales. Yo tenía sólo diez años y había ahorrado algo de dinero para comprar una bicicleta.

Mod. 9—La fe y la restauración



¿Qué es lo que Dios va a restaurar que se ha perdido? ¿Hay algo que Dios no restaurará? ¿Cómo puedo cooperar con el plan divino de restauración?

Usted estudiará en esta lección: (1) Las promesas y el programa de restauración de Dios de los cuales tenemos un registro histórico; (2) los conceptos bíblicos de restauración; y (3) las promesas de Dios de restauración para su vida.

Mod. 8—El lenguaje de la fe



Hace varios años enterré a Nita Smith. Todavía la extraño. Aunque no necesitaba trabajar, ella decidió ayudarnos en el departamento de contabilidad de la iglesia. Cuando hablan de ella sus compañeros de oficina utilizan las palabras eficiente, rápida, inteligente, buen sentido del humor, etc.

Mod. 7—La fe salvadora



Cuando yo tenía nueve años, nuestra familia vivía en Akron, Ohio, donde mi padre pastoreaba una pequeña iglesia. Me acuerdo más que nada de ese tiempo, pues es donde experimenté la fe de salvación en Jesucristo.

Volvíamos a casa después de asistir a una reunión en otra iglesia. Recuerdo que estaba sentado en la parte delantera del auto, en medio de papá y mamá, cuando les pregunté: «¿Podrían orar conmigo esta noche para que yo reciba al Señor Jesús?»

Mod. 6—La fe y el sufrimiento



Estábamos en la ministración del domingo por la mañana. Algunos ancianos y parte del equipo pastoral se habían unido a mí ante el altar para ministrar a la gente que deseaba oración. Aunque no intencionalmente, pude escuchar a uno de los ancianos que decía: «Querido, ninguno de nosotros sufre lo suficiente. Usa este momento de sufrimiento para darle honra a tu Señor».

Mod. 5—La fe y los milagros



Jesús dijo: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán» (Marcos 16.17, 18).

Mod. 4—La fe y la sanidad



¡Crack! Era la tercera entrada, dos outs, y el bateador hizo volar la pelota sobre mi cabeza en el puesto de parador. Con el ojo clavado en la pelota, corriendo velozmente hacia atrás, estaba yo seguro de que iba a lograr el último «out» de la entrada. Desafortunadamente, el interceptor izquierdo tuvo la misma idea. Todos los espectadores quedaron maravillados cuando saltamos al mismo tiempo. Tropecé y él me cayó encima. Ninguno de los dos pudo agarrar la pelota. ¡Otro día típico en la cancha de la Liga Infantil de Béisbol!

Mod. 3—La decisión de fe



Llovía a cántaros. Debido a que estaba en construcción, la autopista tenía habilitado un solo carril. Para colmo de males, yo estaba siguiendo al único camión que había en mil kilómetros. No me sentía feliz.
Me habían llamado muy tarde esa noche desde el campamento donde estaba nuestro hijo.

Mod. 2—El don de fe



El ascensor era muy lento; así que tomé las escaleras. Tan rápido como me fue posible subí los escalones de dos en dos. Me habían llamado cuando estaba camino al hospital. Fueron pocas y concisas palabras. La comunicación se interrumpió antes de que pudiera hacer alguna pregunta. Sin embargo, yo sonreía al subir las escaleras.

martes, 30 de octubre de 2018

Mod. 1—La historia de la fe


Hace poco alguien dijo que el mundo necesita desesperadamente héroes. En lo que respecta a la fe, abundan. En cada época, la iglesia los ha tenido y han sido debidamente honrados. Sin embargo, la historia más emocionante de héroes de la fe se encuentra en Hebreos 11. Al comenzar el estudio de la historia de la fe, haga una pausa aquí y lea todo ese capítulo bíblico, concluyendo con Hebreos 12.1–2.

Est. 13—Jesús: Supremo en perdón



(Col 4.7–18 y Flm)

Susie, de siete años, estaba perdida, y eso era todo lo que importaba. Para los Jaegers, las vacaciones de la familia en un campamento en Montana, en junio de 1973, se convirtió en una vigilia, mientras patrullas de búsqueda rastreaban el territorio y dragaban el río. A medida que pasaban los días, Marietta Jaeger descubría que su angustia se convertía en cólera, e incluso llegó a imaginarse matando a sangre fría y con una sonrisa al secuestrador de su hija.

Est. 12—Jesús: Supremo en conducta



(Col 3.1–4.6)

Cuando el director de la banda vino a la escuela secundaria y les pidió a tres estudiantes de último año que tocaran en la banda de marcha de la Escuela Secundaria Suburbana, Tim se sintió realmente orgulloso de su manera de tocar la trompeta. Luego él y sus amigos se enteraron que no muchos estudiantes querían tocar en la banda porque el equipo de fútbol era muy malo. ¿Quién quería marchar en los espectáculos a medio tiempo cada semana en una causa perdida?

Est. 11—Jesús: Supremo en humildad



(Col 2.1–23)

Hans se preocupaba enormemente. ¿Cómo debería actuar al ver al rey? Cuando el maestro de la escuela lo escogió para representar a los nifios de la aldea en la celebración del quincuagésimo quinto aniversario del reino, danzó de júbilo, pero ahora todo lo que podía hacer era preocuparse.

Est. 10—Jesús: Supremo en todo



(Col 1.129)

Durante la edad del oscurantismo en Europa occidental, una brillante civilización floreció en el Imperio Bizantino, los restos orientales del Imperio Romano. «Bizantino» permanece en el idioma español como un adjetivo que sugiere algo incomprensiblemente complicado, misterioso y hasta siniestro. En Bizancio la política, las costumbres sociales, la moral y las religiones orientales y occidentales se encontraron y se fundieron en algunas formas fantásticas.

Est. 9—Gozo en la bondad



(Flp 4.123)

Una viuda vivía en una choza del bosque. Frente a su casa había dos hermosos rosales. Uno producía rosas blancas y el otro rojas. Tenía dos lindas hijas; una trigueña y una rubia, a quienes dio nombres en honor a las flores de los rosales. La llamada Blanca Nieves era gentil y callada, y la trigueña, que se llamaba Rosa Encarnada, era más aventurera, prefiriendo pasar el tiempo fuera de casa.

Est. 8—Gozo en Jesús: Disciplina



(Flp 3.121)

Despojarse del orgullo y descansar en la humildad de la impotencia era la clave para sobrevivir en la despiadada sociedad del campamento soviético de prisioneros que Aleksandr Solzhenitsyn encontró. Pero sobrevivir a los asaltos de los interrogadores, que lastimaban el cuerpo y dañaban el espíritu, era otra cosa.

«De modo que, ¿cuál es la respuesta?», inquiría Solzhenitsyn. «¿Cómo puede uno mantener su posición cuando está débil y sensible al dolor, cuando sus seres queridos todavía viven, cuando no estamos preparados?

Est. 7—Gozo en Jesús: Humildad



(Flp 2.1–30)

«El orgullo crece en el corazón humano como la grasa en el cerdo», observaba Aleksandr Solzhenitsyn después de su encarcelamiento en el antiguo gulag soviético.1 «La línea que divide el bien y el mal atraviesa el corazón de todo ser humano. ¿Y quién está dispuesto a destruir un pedazo de su propio corazón?», añadía. «Durante la vida de cualquier corazón esta línea persiste en cambiar de lugar; algunas veces es empujada hacia cierto lado por el mal exuberante y otras cambia para permitir suficiente espacio como para que florezca el bien».

Est. 6—Gozo en el evangelio



(Flp 1.1–30)

«Ram Sharan Nepal [es] un pastor nepalés de treinta y tres años. Con su esposa, Meena, Ram provee hogar y educación a más de ciento cincuenta huérfanos. Además, es profesor en una escuela bíblica, supervisor de noventa y seis iglesias, y director de un programa vocacional de adiestramiento para los ciudadanos más pobres de Nepal[…]

Est. 5—Sorprendido por el poder



(Ef 5.22—6.24)

En la gran película Chariots of Fire [Carros de fuego], producida por David Putnam, un atleta cristiano, Eric Liddel, aprende que el poder de Dios queda liberado totalmente en la vida del hombre que se somete por completo a Jesucristo. Mientras que otros atletas sirven a los dioses olímpicos del oro, la fortuna y la fama, Eric Liddel sirve a Jesucristo y corre, no en su propia fuerza, sino descansando en la fortaleza de Dios.

Est. 4—Sorprendido por la santidad



(Ef 4.17–5.21)

Todo el mundo ha notado que no hay muchos programas o películas positivas en la televisión. ¿Es debido a que nadie ve ese tipo de programas? No. El Show de Cosby fue el programa de televisión más popular en la década de los ochenta, y Home Improvement [Mejoras hogareñas] ha repetido esa hazaña al principio de los noventa. La gente se aglomera en los teatros para ver Chariots of Fire [Carros de fuego], Driving Miss Daisy [Conduciendo a la señorita Daisy], y Trip to Bountiful [Viaje a la abundancia].

lunes, 29 de octubre de 2018

Parte 3—Sorprendido por la unidad



(Ef 3.1–4.16)

Rumpelstiltskin tenía un secreto que guardaba cuidadosamente. No permitía que nadie supiera su nombre. Tres veces el astuto enano había transformado paja en oro hilando para la hermosa hija del tejedor. Ella llegó a ser reina, y un año más tarde Rumpelstiltskin apareció para reclamar al primogénito como precio por su magia. La reina podría escapar si sólo adivinaba su nombre en tres días.

Parte 2—Sorprendido por una nueva vida



(Ef 1.15–2.22)

Una capa de hielo negro cubría las calles bajo el silencioso resplandor del alumbrado público. La quietud de la noche de enero reducía la realidad al ámbito interior de su coche mientras John y Sue se dirigían presurosos por las calles desiertas hacia el hospital.

Parte 1—Panorama desde una celda



Ef 1.1–14)

Hace cuarenta años la cárcel era el edificio más bonito de un pueblito de West Virginia. En realidad era la corte del condado, pero para un niño cuyo tío era el alguacil mayor, el nuevo edificio color arena en la ribera del río, en la mitad del pueblo, era la cárcel.

Est. 14—De la tumba a la gloria


(18.1–21.25)

Pregúnteles a algunos inconversos por qué los cristianos creen en la vida después de la muerte, y preste atención a sus respuestas. Aunque sus convicciones de la existencia después de la muerte varíen desde la incredulidad declarada hasta la certeza absoluta, lo que creen acerca de esa vida, y por qué lo creen lo dejará pasmado.

Est. 13—La oración de toda la vida



(17.1–26)

Pedir es algo muy simple. Empieza con una necesidad o un deseo de algo que no podemos satisfacer o preferiríamos no hacerlo. Luego, buscamos la persona o personas que lo pueden hacer realidad, y nos acercamos a ella con el requerimiento. Este acto puede realizarse de muchas maneras: una cena a la luz de las velas, un paseo en automóvil bajo la luna, una reunión de trabajo, una pesquería, una excursión por la montaña, un juego de azar o de fuerza física. Después de decidir el lugar y el método, se hace la petición.

Est. 12—El Ayudador divino


(14.15–16.33)

• «Ni me imagino cómo hacer este problema de matemática. Mamá, ¿podrías ayudarme?»

• «Si mi jefe me ofende una sola vez más, voy a renunciar. No necesito sus críticas, sino su ayuda».

• «Mi esposo no es como muchos otros esposos que conozco. Realmente comparte la carga del hogar. Si no lo hiciera, creo que provocaría una gran tensión a nuestro matrimonio, pues los dos trabajamos fuera».

Est. 11—El poder del Siervo



(13.1–14.14)

Todos conocemos personas que tienen poder: presidentes, legisladores, empleadores, pastores, maestros, magnates comerciales, empresarios, inventores, padres y hasta algunos niños. La mayoría de las personas poderosas que nos rodean aman su poder; se encaprichan con la influencia que ejercen sobre otras personas, políticas, teorías, propiedades… cualquiera que sea lo que luchan por controlar.

Est. 10—Dar vida y predecir la muerte


(Juan 10.40–12.50)

Para ganar es preciso perder.
Para gobernar es preciso servir.
Para recibir es preciso pedir.
Para aprender obediencia es preciso sufrir.
Para vivir es preciso morir.
Para morir es preciso elegir la vida.

A primera vista estas afirmaciones pueden parecer absurdas, paradójicas, contradictorias, ilógicas. Pero cuando las examinamos con profundidad, descubrimos que son perfectamente coherentes. Jesús lo demostró con su propia vida.

Est. 9—Cuando los ciegos ven y los que ven están ciegos



(JUAN 9.110.39)

Es algo asombroso. Se le puede explicar a un niño pequeño por qué no debe cruzar una calle muy transitada o tocar una estufa caliente, y aunque incluso dé muestras de haber comprendido, hará lo que le advirtieron que no hiciera. Luego, cuando le pregunte por qué lo hizo, responderá: «No sé», en un tono que uno duda si le entendió cuando se lo dijo.

Est. 8—A la defensiva



(7.1–8.59)

Hubo una vez un escritor que creó todo un mundo en su imaginación. El paisaje, los colores, olores, espectáculos…, absolutamente todo en este mundo imaginario llevaba la marca de sus huellas digitales. Incluso los seres vivos que lo habitaban, grandes y pequeños, lo reflejaban de alguna manera.

Est. 7—Grandes señales, palabras duras



(6.1–71)

• Gran maestro de moral
• Defensor de la paz
• Profeta
• Rey sin corona
• Líder de los derechos civiles
• Sanador
• Rebelde
• Fanático
• Lunático
• Mago
• Engañador
• Hijo de Dios

Jesús ha recibido muchos títulos, tanto de amigos como de enemigos. Difícilmente alguien carezca de opinión. Y por buenas razones. La historia no ha conocido jamás a alguien como Jesús de Nazaret. Desde su concepción en el vientre de una virgen, hasta su ascensión al cielo para reinar con su Padre como Señor del universo, la vida terrenal de Jesús ha hecho fruncir ceños y alzar voces, enviar misioneros, formar héroes y mártires, e inspirar algunas de las obras de música, pintura, arquitectura y literatura más excelsas que jamás ha conocido el mundo. Ningún otro líder ha impresionado en medida tan increíble a tanta gente durante tanto tiempo.

Est. 6—Como el Padre, así es el Hijo



(5.1–47)

Dios nos creó a su imagen. La Biblia es clara en esto (Gn 1.27; 9.6; Stg 3.9). O sea, nos parecemos y representamos a nuestro Creador. Al igual que El, podemos pensar, sentir, elegir, actuar, abstenemos de actuar, desarrollar relaciones con otros, amar y crear. De ese modo nos parecemos a Él. También lo representamos de muchas maneras. Él nos ha dado la administración de la tierra, la autoridad para hacer pactos entre nosotros y con El, la responsabilidad de ejercer la justicia, gobernar y servir, y el privilegio de ser embajadores al mundo para proclamar el evangelio de Cristo a través del poder de su Espíritu Santo, y para hacer discípulos.

Est. 5—El que apaga la sed para siempre



(Juan 4.1–54)

¿Alguna vez se ha detenido a pensar en toda la variedad de cosas que tenemos al alcance para calmar la sed? Por ejemplo, veamos los jugos. Naranja, uva, manzana, piña, limón… nombre una fruta, y podrá tomar el jugo de la misma. ¿Y qué decir de las bebidas artificiales sin alcohol? Con cafeína, sin cafeína; claras u oscuras; con diez por ciento de jugo de fruta natural, o sólo químicas; con o sin azúcar. Luego tenemos el té y el café y las variedades de leche, por no mencionar todas las combinaciones existentes de bebidas alcohólicas. Incluso el agua se puede comprar directamente de los manantiales o contaminada, con cloro o flúor, envasado o directamente del grifo, o en una interminable variedad de preparaciones de aguas minerales. Nuestras opciones en bebidas son enormes.

Est. 4—La vida eterna a un paso del Mesías



(Juan 2.1–3.36)

• «¡Querida! ¡Conseguí el trabajo de mis sueños! ¡Ya estoy encaminado!»

• «Mi esposo deseaba un hijo varón. Sé que está desilusionado, pero creo que se va a adaptar».

• «Se esforzó mucho para comprar esa granja, pero al no recibir el aumento de sueldo que esperaba, tuvo que abandonar sus planes».

• «La cortejó hasta que ganó su corazón. ¡Nunca vi un novio más feliz en el día de su boda!»

Est. 3— ¿Quién es usted?



(Juan 1.19–2.25)

Imagine un lugar donde las personas tuvieran el mismo nombre y trabajo. Se vistieran y comportaran de la misma manera. Sus casas fueran idénticas por dentro y por fuera. Sus automóviles no tuvieran rasgos diferentes para distinguirlos. Es más, que nada los distinguiera entre sí excepto su sexo y el espacio que cada una ocupara. Nos parece espantoso, ¿verdad? Nadie querría vivir en un lugar tan horrible.