Aram., Carozota
d΄Yojanan, que se traduce el Mensaje o la Predicación
de Juan. La autoría de este relato del Evangelio se atribuye al apóstol Juan.
Escrito en Asia Menor (tal vez en Éfeso), a finales del siglo I, alrededor del
85 d.C.
CREER
EXPLICACIÓN:
Juan describe ocho señales específicas o milagros que muestran la naturaleza
del poder y el amor de Jesús. Vemos su poder sobre lo creado y su amor por
todos. Estas señales nos animan a creer en Él.
IMPORTANCIA:
Fe demanda confianza activa, viva y continua en Jesús como Dios. Cuando creemos
en su vida, sus palabras, su muerte y su resurrección, Él nos limpia de
nuestros pecados y recibimos poder para seguirle. Pero nuestra respuesta a Él
debe ser mediante la fe.
ESPÍRITU
SANTO
EXPLICACIÓN:
Jesús enseñó a sus discípulos que el Espíritu Santo vendría después que Él
ascendiera de la tierra. El Espíritu Santo luego moraría, guiaría, aconsejaría
y consolaría a quienes le siguen. La presencia y el poder de Cristo se multiplica
a través del Espíritu Santo en todos los que creen.
IMPORTANCIA:
A través del Espíritu Santo de Dios vamos a Él por la fe. Debemos conocer al
Espíritu Santo para comprender todo lo que Jesús enseñó. Podemos experimentar
el amor y la dirección de Jesús en la medida que permitamos al Espíritu Santo
hacer su trabajo en nosotros.
JESUCRISTO,
HIJO DE DIOS
EXPLICACIÓN:
Juan nos muestra que Jesús es único como el Hijo especial de Dios y al mismo
tiempo es totalmente Dios. Por eso, está en condiciones de revelarnos a Dios de
manera clara y detallada.
IMPORTANCIA:
Debido a que Jesús es el Hijo de Dios, podemos confiar por completo en lo que
dice. Al confiar en Él, recibiremos una mente abierta para entender el mensaje
de Dios y llevar a cabo su propósito en nuestras vidas
RESURRECCIÓN
EXPLICACIÓN:
Al tercer día de su muerte, Jesús resucitó. Esto lo verificaron los apóstoles y
muchos testigos presenciales. La realidad cambió a los discípulos de desertores
asustados a líderes dinámicos dentro de la nueva iglesia. Este hecho es el
fundamento de la fe cristiana.
IMPORTANCIA:
Podemos cambiar como los discípulos y tener la seguridad de que un día nuestros
cuerpos se levantarán para vivir con Cristo por siempre. El mismo poder que
levantó a Jesús de los muertos puede capacitarnos para seguir a Cristo cada
día.
VIDA
ETERNA
EXPLICACIÓN:
Debido a que Jesús es Dios, vive para siempre. Antes de que el mundo existiera,
vivió con Dios y reinará con Él para siempre. En Juan vemos a Jesús revelado en
poder y magnificencia aun antes de su resurrección.
IMPORTANCIA:
Jesús nos ofrece vida eterna. Nos invita a empezar a vivir en una relación
personal y eterna con Él, que se inicia ahora. Aunque debamos crecer y más
tarde morir, confiando en Él tendremos una nueva vida que perdura para siempre.
JUAN.
El cuarto de los Evangelios canónicos, y el ultimo en escribirse. Como el
“evangelio espiritual” (Clemente de Alejandría), fue el libro más influyente en
la elaboración del dogma cristiano.
I.
PROPÓSITO
Según
Jn. 20:30s., este Evangelio intenta evangelizar por medio de la presentación de
las obras y palabras de Jesús, permitiendo que el lector perciba la naturaleza
de su persona.
A
juzgar por el título de “Mesías”, es probable que Juan dirija su Evangelio a
lectores judíos, pero la explicación de ciertas costumbres judías (p.e. 2:6;
19:40) indica que se incluía también a los gentiles, y que todos los lectores
se hallaban lejos de la Tierra Santa. Según cierta variante textual en el verbo
“creyendo o creáis” (20:31), es igualmente un escrito para los ya creyentes,
pues la fe robustecida en Jesús como Mesías e Hijo de Dios conduce a la vida
eterna. Además de este propósito primordial, se vislumbran otros secundarios:
(1) refutar conceptos erróneos acerca de Jesús, sostenidos por los contemporáneos
del autor; (2) corregir cierta veneración por Juan el Bautista; y (3) enseñar
cómo debe llevarse a cabo la vida en la iglesia (especialmente Jn. 13-17).
II.
INTEGRIDAD
TEXTUAL
La
explicación del movimiento de las aguas en 5:3b, 4 es una glosa, o sea un
comentario marginal, que penetro en el texto durante los primeros siglos d.C.;
no es parte de la Escritura original. En cambio, el párrafo de la mujer tomada
en adulterio (7:358-8:11), aunque no fue escrito por Juan, procede de una
antigua tradición cuyo valor histórico es incuestionable. Léase, en todo caso,
8:12 inmediatamente después de 7:52.
El
cap. 21 parece haber sido agregado al Evangelio posteriormente. Hay quienes
sostienen que este capítulo fue escrito después de la muerte Juan por uno de
sus alumnos el cual trabajaría con noticias que le dejara el maestro amado. No
obstante, es más probable que el propio Juan lo añadiera como un dato posterior
al presentir su muerte (cp. 21:23). Abundan teorías de desplazamiento de
ciertos vv. O aun caps., para explicar algunas irregularidades innegables con
que el texto nos ha llegado (rupturas en el ordenamiento de pensamiento, etc.),
pero estas hipótesis introducen nuevas asperezas más reprensibles. El Evangelio
es perfectamente comprensible en su forma actual.
III.
EL
FONDO DEL PENSAMIENTO JUANINO
Hubo
un largo periodo en que el E. de J. se interpretaba como un libro helenístico,
cuyos paralelos más instructivos se hallan en el judaísmo helenizado, las
religiones de misterio y aun en la filosofía griega. Actualmente, sin embargo,
se redescubre el fondo esencialmente judaico del E. No sólo es semítico el
estilo (ARAMEO-HEBREO), sino también lo es el pensamiento mismo. Aunque cita al
AT sólo 17 veces, las alusiones a él son sinnúmero, y las más de las palabras
clave (p.e. Verbo, vida, luz, pastor, Espíritu, pan, viña, amor, testigo)
proceden de allí. Juan se muestra conocedor de muchos conceptos rabínicos y
otras tradiciones palestinas (QUMRÁN). Si bien utiliza un vocabulario parecido
al del gnosticismo, no es menos cierto que combate muchas de sus ideas.
IV.
PATERNIDAD
LITERARIA
El
E. de J. existió en Egipto ca. 135 d.C.
(cp. El descubrimiento del Papiro Rylands 457) y se aceptó como
autoritativo al lado de los sinópticos (cp. Papiro Egerton 2, ca. 140 d.C.; Diatessaron; CANON DEL NT). Sin embargo,
permaneció relativamente desconocido (entre cristianos ortodoxos, pues los
gnósticos si lo usaban) hasta fines de siglo II. Tradiciones que se atribuyeron
este Evangelio anónimo a → Juan el Apóstol se repiten en Ireneo (ca. 190), el
Canon Muratoriano (ca. 195), y Clemente de Alejandría (ca. 200). Lo sitúa en
Éfeso. Pero el silencio de Papías y Policarpo al respecto (un “asociado de
Juan” que sí cita las Epístolas Juaninas) es difícil de explicar. Papías parece
distinguir entre el apóstol y un tal “Juan el anciano”. A este último muchos
exegetas quieren atribuir el Evangelio; otros abogan por Lázaro de Betania.
Es
digna de todo crédito la tradición predominante (hasta el siglo XIX) que tiene
por autor del E. de J. al hijo de Zebedeo. Como fuente originaria de la
tradición, Juan pudo (1) haber dictado el Evangelio a un amanuense para luego
retocarlo, quizás repetidas veces, o (2) haber dejado memorias a las que un
discípulo suyo diera forma definitiva. Las hipótesis de múltiples redactores,
no obstante, no son convincentes. La identificación del autor con “el discípulo
amado” parece segura (19:35; 21:24; cp. 18:15ss.).
Como
lugar de origen Éfeso es el más probable, aunque hay quienes abogan por
Alejandría y Antioquía. La fecha más creíble cae entre 90 y 100 d.C.
V.
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
Prefacio
1. Prólogo (1:1-18)
2. Testimonio (1:19-51)
El
libro de señales
1. Primer episodio: el nuevo
principio (2:1-4:42)
2. Segundo episodio: la palabra
que da vida (4:43-5:47)
3. Tercer episodio: el pan de vida
(cap. 6)
4. Cuarto episodio: la luz y la
vida; manifestación y rechazo (7:1-8:59)
5. Quinto episodio: juicio
ejecutado por a luz (9:1-10:42)
6. Sexto episodio: la victoria de
la vida sobre la muerte (cap. 11)
7. Séptimo episodio: la vida a
través de la muerte; el significado de la cruz (12:1-36)
8. Epílogo al libro de señales
(12:37-50)
El
libro de la pasión
1. Los discursos de despedida
(13:1-17:26)
2. La narración de la pasión:
proceso, crucifixión, sepultura y apariciones (18:1-20:31)
3. Epílogo (o apéndice), cap. 21
VI.
IDEAS
CLAVE
Los
recuerdos de la vida de Jesús fueron meditados y predicados durante 60 años
antes de que “Juan el teólogo” (como los padres llamaban al autor) los
escribiera ¿Será, entonces el E. de J. una construcción legendaria (como sostienen
algunos críticos) fabricadas para sostener las creencias cristológicas de la
iglesia? No. Si tomamos en serio el propósito del libro, tenemos que aceptarlo
como fundamentado radicalmente en la historia. Pero Juan no se desenreda de la
historia de Jesús; p.e., las palabras de Cristo son casi indistinguibles de las
del evangelista (v.g. 3:16-21).
El
bosquejo histórico (7 señales hechas por Jesús, generalmente asociadas con
fiestas judías y seguidas de discursos explicativos) sirve para revelar la
gloria de Jesús como la verdad encarnada. Estas obras y palabras, corroboradas
por otros testigos, han de conducir a la fe en su persona como Verbo, Mesías,
Hijo del hombre, e hijo de Dos. Por fe se apropian los dones que Jesús ofrece
mediante su crucifixión y resurrección: nuevo nacimiento, vida eterna, luz,
conocimientos, amor y provisión
material. Así dotados, los electos constituyen el pueblo de Dios con una
misión única en medio de un mundo hostil.
Más
que los sinópticos, el E. de J. describe la vida de Jesús y del Espíritu como
el inicio de las bendiciones escatológicas (juicio, vida eterna, resurrección,
etc.), pero reserva para el futuro, como los otros escritores del NT, la
plenitud de estos beneficios.
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