Romanos
3:10-18.
10. Como está escrito: 'NO HAY JUSTO NI SIQUIERA UNO, 11. NO HAY QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS. 12. 'A UNA TODOS SE HAN DESVIADO Y HAN SIDO EXCLUÍDOS; NO HAY QUIEN HAGA LO BUENO, NI SIQUIERA UNO. 13. 'TUMBAS ABIERTAS SON SUS GARGANTAS, Y SUS LENGUAS SON ENGAÑOSAS, HAY VENENO DE ÁSPID DEBAJO DE SUS LABIOS; 14. LLENA DE MALDICIÓN Y AMARGURA ESTÁ SU BOCA, 15. Y SUS PIES SE APRESURAN A DERRAMAR SANGRE. 16. 'HAY ZOZOBRA Y MISERIA EN SUS CAMINOS, 17. NO CONOCEN LA SENDA DE PAZ, 18. NI HAY TEMOR DE DIOS ANTE SUS OJOS'.
PECADO
Junto
con el concepto de la Salvación, el
concepto de pecado se manifiesta a través de toda la Biblia, y constituye la
antítesis del amor redentor de Dios, el cual las Escrituras proponen como tesis
principal. Pecado es aquel poder misterioso primordial que se opone por
naturaleza a Dios y a su buena voluntad para con el hombre, así como también
todo el conjunto de manifestaciones y consecuencias trágicas del mismo. Por
consiguiente, existe un amplio vocabulario relacionado con el pecado. Además,
como la naturaleza pecaminosa se manifiesta claramente en la historia, es
elocuente el valor y la actualidad constantes de las porciones narrativas de la
Biblia al respecto (cf. Romanos 15:4 y 1 Corintios 10:1–11).
TÉRMINOS
DESCRIPTIVOS
Para
hablar sobre el pecado los hebreos emplearon palabras tomadas de las relaciones
humanas: por ejemplo, falta, iniquidad, rebelión, injusticia, etc. El judaísmo
intertestamentario agregó otro del cual el Nuevo Testamento había de hacer
mucho uso: «deuda». Los principales
aspectos destacados de acuerdo con los diferentes vocablos de los idiomas
bíblicos son los siguientes:
1.
La realidad objetiva del pecado sin miras o con miras a sus consecuencias,
motivaciones, etc. Inclusive se toma en cuenta la posibilidad de pecar sin
saberlo («por yerro», cf. Levítico 4:2;
Números 15:27; etc.).
2.
La rebelión como acto consciente de la voluntad. La manifestación más extrema
de esta voluntad rebelde es el pecado cometido «con 14961» (RV; el hebreo dice «con
mano alzada», Números 15:30; etc.).
3.
Culpabilidad (Iniquidad; Maldad).
4.
Errar, salir del camino. Aparece con frecuencia como verbo: «errar», «desviarse», «andar perdido»
o «ciego» y «divagar».
5.
El concepto que en el Nuevo Testamento se traduce «deuda» u «ofensa».
Como
la mentalidad hebrea no distinguía rígidamente entre la acción y sus
consecuencias o motivaciones, el mismo vocablo podía significar el acto de pecar,
la culpabilidad consecuente o el castigo merecido. Debido a este fenómeno, por
ejemplo, la expresión «visitar la maldad» (Éxodo 20:5, etc.) significa «castigar por su maldad».
NATURALEZA DEL PECADO.
El
pecado consiste en cualquier infracción de las normas que salvaguardan la vida
normal, o sea, la comunión entre Dios y el hombre o entre los hombres. El
pecado (como Justicia) se interpreta en términos de relaciones personales:
pecar contra alguien, sea Dios u otro hombre. Y como es Dios el que ha establecido
las normas que se infringen, cada pecado es, al final de cuentas, rebelión
contra Él (2 Samuel 12:13; Salmos 51:4). Esta actitud no solo es la
característica más distintiva del concepto bíblico del pecado, sino también la
medida de su funesta naturaleza. De ahí que para el pueblo hebreo cualquier
infracción del sistema jurídico o cultural también representaba pecado y traía
como consecuencia culpa delante de Dios. Es evidente que cada acto pecaminoso
de la voluntad es fruto de la condición del alma pervertida de la humanidad
(cf. Proverbios 4:23; 23:7; Romanos 8:15–25). Esta condición se conoce como
depravación. Es la incapacidad de evitar el pecado y hacer el bien sin la ayuda
de Dios. Esto culminaría, si no fuera por la Redención que ofrece el Cristo, en
la Muerte (Santiago 1:15, cf. Juan 3:14).
El
relato de Génesis 3, a pesar de que no aparece en él ninguno de los vocablos
clásicos para señalar el pecado, nos muestra gráficamente las características
primordiales de este. Es un acto de desobediencia motivado por el deseo del ser
humano de autoestablecer las normas y ser el dueño de su propio destino. Rompe
la comunión íntima que antes existía entre Dios y el hombre, y también la que
existía entre los hombres (Adán; Eva). Trae como consecuencia la Muerte y el
sufrimiento, y desata fuerzas contrarias al hombre y su felicidad; produce
el estado en el que el género humano se encuentra desde entonces. El pecado de
Adán implicaba un significado único para toda la especie humana (Romanos 5:12,
14–19; 1 Corintios 15:22), pues en alguna manera él representaba a sus
descendientes en un Pacto con Dios
(Oseas 6:7), y su pecado se le imputó a ellos (Romanos 5:19). Sin embargo, Dios
no castiga a la especie humana por el pecado de Adán, sino que cada uno incurre
en su propia culpabilidad. En relación con el tema, los pasajes clásicos son Ezequiel
18 y Romanos 3:9–20 entre otros.
PECADO
Y REDENCIÓN.
Tras
el primer pecado se nos dio la primera palabra de Esperanza (Génesis 3:15), y
se señaló el camino que Dios seguiría en el desenvolvimiento de la «historia de la salvación». Tras siglos
de trato con su pueblo hebreo a base de una Alianza en la que les ofrecía
Perdón y redención (Redentor, redención),
pero a la que repetidamente respondían con rebelión e infidelidad, Dios mandó a
su Hijo en la persona de Jesús de Nazaret para que destruyera a los poderes de
maldad definitivamente y en nombre de toda la humanidad Jesús encarnaba el amor
de Dios que se opone al pecado y a sus consecuencias.
Jesús
buscaba la compañía de pecadores, y vio su misión como la de perdonar pecados
(Mateo 9:6; Juan 8:34–36, etc.). Sus discípulos predicaron en su nombre el
perdón de los pecados en todas las naciones (Lucas 24:47; cf. Hechos 2:38;
3:19; 5:31, etc.).
EL
PECADO Y EL CRISTIANO.
Las
enseñanzas y obras de Jesucristo y los apóstoles dan un nuevo enfoque al
concepto del pecado. En vez de medir las acciones de las personas de acuerdo
con el legalismo de las «interpretaciones
oficiales» de una serie de Mandamientos, Jesús partió siempre de la motivación
(Mateo 15:19s; cf. 7:17s). Vio el Amor como la única fuerza capaz de derrotar
al pecado (Lucas 7:47). La misma victoria suya sobre el pecado es motivada por
el amor divino (Juan 3:16; 13:1), y tal amor de Dios había de motivar y
capacitar asimismo a los suyos para vencer el pecado (Romanos 12:8–10; 1 Juan
4:7–11; cf. Romanos 14:23, la fe actúa siempre por el amor).
Es
a la luz de esta manera de ver el pecado que se puede comprender también otra
novedad del Nuevo Testamento: la relación entre la culpabilidad y el nivel de
desarrollo de la Conciencia de los fieles. (Romanos 14; 1 Corintios 8:7–13;
etc.).
Es
notable que Pablo, siguiendo la LXX, hable del pecado casi exclusivamente en
singular, viéndolo como un todo, como una potencia espiritual enemiga de Dios y
del hombre al cual el Cristo ha derrotado. Sin embargo, el Nuevo Testamento
advierte a los creyentes sobre una serie de pecados individuales, y reconoce
que la historia del Cristo está para realizarse por la fe en la vida de cada
uno de los suyos (1 Juan 5:4).
La Biblia atribuye al Diablo el haber introducido y perpetuado el pecado en el mundo, pero deja sin resolver el enigma del origen del mal. (Impiedad; Transgresión.).
PECADO
NOMBRES.
‘awen,
«iniquidad; vanidad; dolor». Este término tiene dos cognados arábigos, ‘ana («estar fatigado, cansado») y ‘aynun («debilidad; dolor; pena»); además, está
emparentado con el vocablo hebraico ‘ayin («nada»).
La relación entre estos cognados, según algunos estudiosos, sugeriría que ‘awen
significa la ausencia de todo lo que tiene verdadero valor. Por tanto,
denotaría «sin valor moral alguno»,
lo cual es el caso donde hay maldad, designios malvados y maledicencia.
Otros
eruditos aseveran que el término indica una «carga o dificultad penosa», es decir, que el pecado es un peso
arduo y agotador de «penas y dolores»,
que el culpable acarrea sobre sí mismo o sobre otros. Esta acepción se
encuentra en Salmos 90:10: «Los días de
nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con
todo, su fortaleza es molestia y trabajo, pronto pasan, y volamos». Un
significado similar aparece en Proverbios 22:8: «El que siembra maldad cosecha desgracias; el Señor lo destruirá con el
cetro de su ira» (nvi).
‘awen
puede servir de término general para denotar crimen u ofensa, como en Miqueas
2:1 (rva): «¡Ay de los que en sus camas
planean iniquidad … !» (cf. Isaías 1:13). En algunos pasajes, el vocablo se
refiere a falsedad o engaño: «Las
palabras de su boca son iniquidad y fraude; ha dejado de ser cuerdo y de hacer
el bien» (Salmos 36:3). «Porque las
imágenes han hablado vanidad» (Zacarías 10:2 rv; «iniquidad» lba). En Isaías 41:29 (rva) se dice que los ídolos
engañan a sus seguidores: «He aquí que
todos son iniquidad, y la obra de ellos nada es. Viento y vanidad son sus
imágenes de fundición».
‘asham,
«pecado; culpa; ofrenda por el pecado;
transgresión; ofrenda por una transgresión». Se encuentran cognados en
arábigo: ‘ithmun («pecado; ofensa;
delito; crimen»), ‘athima («pecar,
errar, resbalar») y ‘athimun («pecaminoso;
criminal; malvado; perverso»). Sin embargo, los términos arábigos no
incluyen la idea de restitución. En los textos ugaríticos de Ras Shamra, el
vocablo atm se encuentra en varios pasajes. Aunque no se puede constatar, los
estudiosos creen que este término ugarítico podría significar «ofensa» u «ofrenda por el pecado».
‘asham
implica la condición de «culpa»
debido a una ofensa, como en Génesis 26:10: «Abimelec le dijo… Por poco pudiera haber dormido alguno del pueblo con
tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros culpabilidad». La palabra puede
referirse a la propia ofensa que acarrea culpa: «Porque no ha sido abandonado… aunque su tierra está llena de culpa
delante del Santo de Israel» (Jeremías 51:5 lba). Una acepción semejante
del término se encuentra en Salmos 68:21: «Ciertamente
Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus
pecados» (rvr; «delitos» lba; «crímenes» bj; «maldad» bla).
En
la mayoría de los casos, ‘asham se refieren a la compensación que se paga para satisfacer
al damnificado o bien a la «ofrenda por
culpa u ofensa» que el culpable arrepentido presentaba después de pagar una
compensación equivalente a las seis quintas partes del daño ocasionado (Números
5:7–8). Esta «ofrenda por culpa»
consistía del sacrificio de la sangre de un carnero: «Él traerá al sacerdote como sacrificio por la culpa un carnero del
rebaño, sin defecto, evaluado según tú lo estimes. El sacerdote hará expiación
por él, por su pecado cometido por inadvertencia, y le será perdonado» (Levítico
5:18 rva; cf. Levítico 7:5, 7; 14:12–13). La declaración teológica más
significativa que contiene el vocablo ‘asham está en Isaías 53:10, que dice que
el siervo de Yahweh se declaró ‘asham en favor de una humanidad pecaminosa.
Esto sugiere que su muerte brindó una compensación de 120% por la ley
quebrantada de Dios.
’amal,
«mal; pena; infortunio; daño; queja;
maldad; trabajo». Este nombre está relacionado con el verbo hebreo ’amal («trabajar»). El cognado arábigo ’amila
significa «cansarse de arduo trabajo».
El vocablo arameo ’amal quiere decir «hacer»,
pero sin que esto necesariamente involucre ardua labor. El uso fenicio y
cananeo del término se aproxima más al arábigo; el libro de Eclesiastés (que
demuestra una considerable influencia fenicia) es un claro ejemplo de este uso:
«Asimismo, aborrecí todo el duro trabajo
con que me había afanado debajo del sol» (Eclesiastés 2:18 rva). «Y también, que es un don de Dios que todo
hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro trabajo» (Eclesiastés
3:13 rva). Un ejemplo relacionado aparece en Salmos 107:12 (rva): «Por eso sometió sus corazones con dura
labor; cayeron, y no hubo quien les ayudase».
En
general, ’amal se refiere a los problemas y sufrimientos que el pecado causa al
pecador o bien a los problemas que esto provoca para otros. En Jeremías 20:18
se describe el dolor que recae sobre el pecador: «¿Para qué salí del vientre?
¿Para ver trabajo [amal] y dolor [yagôn], y que mis días se gastasen en
afrenta? Otro caso se encuentra en Deuteronomio 26:7: «Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra
voz, y vio nuestra aflicción [’onî], nuestro trabajo [amal] y nuestra opresión
[lahas]».
Job
4:8 (rva) ilustra el significado de problema como malicia contra otros: «Como he visto, los que aran iniquidad
[‘awen] y siembran sufrimiento [amal] cosechan lo mismo». El vocablo se
encuentra en Salmos 140:9 (rva): «En
cuanto a los que me rodean, la maldad de sus propios labios cubrirá sus cabezas».
En Habacuc 1:3 (rva) también se hace referencia a las aflicciones que
infligimos a otros: «¿Por qué me muestras
la iniquidad [‘awen] y me haces ver la aflicción [’amal]? He aquí que surgen
pleitos y contiendas; la destrucción y la violencia están delante de mí».
’awon,
«iniquidad». Este vocablo derivado de
la raíz ’awah, significa «doblado,
doblegado, torcido, pervertido» o bien «torcer
y perverso». El cognado arábigo ’awa quiere decir «torcer, doblegarse»; algunos estudiosos consideran que el verdadero
cognado es el término arábigo ghara («desviarse
del camino»), pero hay menos justificación para esta interpretación. ’Awon
presenta el pecado como perversión de la vida («torcerla fuera del camino correcto»), una perversión de la verdad
(«torcer hacia el error»),o una
perversion de la voluntad («doblar la rectitud a una desobediencia deliberada»).
El vocablo «iniquidad» es la mejor
palabra equivalente, a pesar de que el significado real de la raíz latina
iniquitas es «injusticia; falta de equidad;
hostilidad; contrariedad».
’awon
aparece a menudo en el Antiguo Testamento en paralelismo con otros vocablos que
expresan pecado, tales como jattat‘t («pecado»)
y pesha («transgresión»). Algunos
ejemplos se encuentran en 1 Samuel 20:1: «David…
acudió a Jonatán y le dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad [’awon], o
cuál es mi pecado [jatta‘t] contra tu padre, para que él trate de quitarme la
vida?» (rva; cf. Isaías 43:24; Jeremías 5:25). Véase también Job 14:17
(rva): «Mi transgresión [pesha] tienes
sellada en una bolsa y recubres mi iniquidad [’awon]» (cf. Salmos 107:17;
Isaías 50:1).
El
malhechor penitente reconoce su «iniquidad»
en Isaías 59:12 (rva): «Porque nuestras transgresiones se han multiplicado
delante de ti, y nuestro pecado ha testificado contra nosotros. Porque con
nosotros permanecen nuestras transgresiones; reconocemos nuestras iniquidades»
(cf.1 S 3.13). La «iniquidad» debe
confesarse: «Aarón pondrá sus dos manos
sobre la cabeza del macho cabrío vivo y confesará sobre él todas las
iniquidades, las rebeliones y los pecados de los hijos de Israel» (Levítico
16:21 rva). «Los del linaje de Israel…
confesaban sus pecados y la iniquidad de sus padres» (Nehemías 9:2 rva; cf.
Salmos 38:18).
La
gracia de Dios puede quitar o perdonar la «iniquidad»:
«Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti
tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala» (Zacarías 3:4 rva; cf. 2 Samuel
24:10). La propiciación divina puede cubrir nuestra «iniquidad»: «Con misericordia
y verdad se expía la falta, y con el temor de Jehová uno se aparta del mal»
(Proverbios 16:6; cf. Salmos 78:38).
’awon
puede indicar la «culpa de la iniquidad»,
como en Ezequiel 36:31: «Y os acordaréis
de vuestros malos caminos … y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras
iniquidades, y por vuestras abominaciones» (cf. Ezequiel 9:9). El vocablo
puede también indicar el «castigo por la
iniquidad»: «Entonces Saúl le juró
por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto» (1 Samuel
28:10). En Éxodo 28:38, ’awon sirve de complemento a nasha («cargar, llevar, perdonar»), y señala
cargar el castigo por la «iniquidad»
de otros. En Isaías 53:11 leemos que el siervo de Yahweh carga con las
consecuencias de las «iniquidades» de
una humanidad pecaminosa, incluyendo Israel.
rasha’,
«malvado; criminal; culpable».
Algunos estudiosos relacionan este vocablo y el término arábigo rash’a («estar flojo, suelto o dislocado»), si
bien ese término es escaso en arábigo literario. El cognado arameo resha’
significa «ser malvado» y el siríaco
apel («hacer maldad»).
En
general rasha’ expresa cierta turbulencia y agitación (desasosiego; cf. Isaías
57:21) o algo que está dislocado o mal organizado. Por eso, Robert B.
Gilderstone sugiere que el vocablo tiene que ver con la agitación y confusión
en la que los malvados viven y al desasosiego constante que causan en otros.
En
algunos casos, rasha’ tiene el sentido de «ser
culpable de un crimen»: «No
suscitarás rumores falsos, ni te pondrás de acuerdo con el impío para ser
testigo perverso» (Éxodo 23:1 rva); «Quita
de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia»
(Proverbios 25:5 nvi). «El testigo
perverso se burla del juicio, y la boca de los impíos expresa iniquidad»
(Proverbios 19:28 rva; cf. 20:26). Indultar al «malvado» se considera un crimen abominable: «Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor
aborrece» (Proverbios 17:15 NBI; cf. Éxodo 23:7).
El
rasha’ es culpable de hostilidad hacia Dios y su pueblo: «¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada
rescátame de los malvados!» (Salmos 17:13 nvi); «Acábese ya la maldad de los impíos, y establece al justo» (Salmos
7:9 rva). El vocablo se refiere al pueblo de Babilonia en Isaías 13:11 y a los
caldeos en Habacuc 1:13.
jatta‘t,
«pecado; pecado-culpa;
pecado-purificación; ofrenda por el pecado». El nombre jatta‘t aparece unas
293 veces y durante todos los períodos de la literatura bíblica.
El
matiz bíblico de este vocablo es «pecado»:
errar en el camino o no dar en el blanco (155 veces). Jatta‘t puede indicar una
ofensa en contra del prójimo: «Entonces
Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué
transgresión [pesha] es la mía? ¿Cuál es mi pecado [jatta‘t], para que con
tanto ardor hayas venido en mi persecución?» (Génesis 31:36). Un pasaje
como este comprueba que jatta‘t no es simplemente otro término general para «pecado»; puesto que Jacob usó dos
palabras diferentes es probable que quisiera resaltar dos matices distintos.
Además, un estudio a fondo de términos muestra que jatta‘t tiene diferencias
fundamentales con otras palabras que se traducen «pecado».
En
gran parte, el vocablo se refiere a pecado contra Dios (Levítico 4:14). Los
seres humanos deben volverse del «pecado»,
que es un camino, un estilo de vida o una acción que se aparta de aquello que
Dios ha fijado (1 Reyes 8:35). Por tanto, deben apartarse del «pecado» (2 Reyes 10:31), preocuparse por
ello (Salmos 38:18) y confesarlo (Números 5:7). El nombre se encuentra por
primera vez en Génesis 4:7, donde Caín recibe la advertencia de que el «pecado está a la puerta». Quizás esta
cita dé paso a un segundo matiz del término, el «pecado» en general. Sin lugar a dudas, este énfasis se halla en Salmos
25:7 (rva), donde el nombre se refiere al pecado rebelde (que por lo general se
indica con pasha): «No te acuerdes de los
pecados de mi juventud ni de mis rebeliones».
En
algunos pasajes el término expresa la culpa o condición de pecado: «Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra
se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo» (Génesis
18:20).
En
dos pasajes, el vocablo también quiere decir «purificación del pecado»: «Así
harás con ellos para purificarlos: Rocía sobre ellos el agua para la purificación»
(Números 8:7 rva; cf. 19:9).
Jatta‘t
significa «ofrenda por el pecado» 135
veces. La ley de la «ofrenda por el
pecado» está registrada en Levítico 4:1—5:13; 6:24–30. Esta era una ofrenda
por algún pecado específico que se cometía por ignorancia, sin querer hacerlo y
tal vez sin darse cuenta de ello (Levítico 4:2; 5:15).
El
nombre jet‘, también derivado del verbo jatta‘, se encuentra 33 veces en hebreo
bíblico. El vocablo significa «pecado»
en el sentido de no alcanzar el blanco o desviarse del camino. Esto puede
consistir de algún pecado contra el prójimo (Génesis 41:9: primer caso del
término) o en contra de Dios (Deuteronomio 9:18). Segundo, indica la «culpa» que acompaña un acto como este (Números
27:3). El salmista confesó que su madre se encontraba en una condición de
pecado y culpa cuando lo concibieron (Salmos 51:5; cf. Romanos 5:12). Por
último, varios pasajes usan este vocablo para comunicar la idea del «castigo por el pecado» (Levítico 20:20).
Además
de nombre, jatta‘t, a partir de su raíz, se usa también como adjetivo
(enfático) 119 veces. Se habla de los seres humanos como «pecadores» (1 Samuel 15:18) que están sujetos al castigo por su
ofensa (1 Reyes 1:21). La primera vez que el término se usa como adjetivo es en
Génesis 13:13 (rva): «Los hombres de
Sodoma eran malos y muy pecadores contra Jehová».
ADJETIVOS
rasha’,
«malvado; culpable». En el ejemplo
típico que encontramos en Deuteronomio 25:2, el adjetivo se refiere a una
persona que es «culpable de un crimen»:
«Sucederá que si el delincuente [culpable
lba] merece ser azotado, el juez lo hará… azotar en su presencia» (rva, cf.
rvr). Una alusión semejante se halla en Jeremías 5:26 (rva): «Porque en mi pueblo se encuentran impíos que
vigilan como quien ha puesto una trampa. Ponen objetos de destrucción y atrapan
hombres». En 2 Samuel 4:11 (lba), rasha’ se refiere específicamente a
asesinos: «¿Cuánto más, cuando hombres
malvados han matado a un hombre justo en su propia casa y sobre su cama?».
La expresión «culpable de muerte»
(rasha’ lamût) aparece en Números 35:31 para indicar un asesino. Faraón
reconoce que él y su gente son «impíos»,
culpables de hostilidad hacia Dios y su pueblo (Éxodo 9:27).
ra’,
«malo; maligno; malvado; terrible».
Los estudiosos no están de acuerdo en cuanto a la raíz de este término. Algunos
creen que el término acádico raggu («perverso;
malo») puede ser el cognado. Otros derivan el vocablo de la palabra hebrea
ra’ a’ («quebrar, destrozar, aplastar»),
que es un cognado del hebreo ratsats («quebrar,
destrozar»); a su vez ratsats se relaciona con el arábigo radda («aplastar, magullar»). Si esta derivación
fuera exacta, implicaría que la acepción de ra’ es pecado en cuanto a sus daños
destructivos; pero la significación no es apropiada en algunos de los contextos
en que se halla.
Ra’
se refiere a lo que es «malo» o «maligno» en una amplia variedad de
aplicaciones. La mayoría de los casos del término significan algo que es
moralmente malo o dañino, a menudo con referencia a seres humanos: «Entonces intervinieron todos los malos y
perversos que había entre los hombres que habían ido con David» (1 Samuel
30:22 rva). Y Ester dijo: «El enemigo y
adversario es este malvado Amán» (Ester 7:6). «Allí claman, pero él no responde, a causa de la soberbia de los malos»
(Job 35:12 rva; cf. Salmos 10:15). Ra’ también sirve para denotar palabras (Proverbios
15:26), pensamientos (Génesis 6:5) o acciones perversas (Deuteronomio 17:5; Nehemías
13:17). Ezequiel en 6:11 (rva) predice consecuencias nefastas para Israel como
resultado de sus acciones: «Así ha dicho
el Señor Jehová: Golpea con tu mano y pisotea con tu pie, y di: ¡Ay de todas
las terribles abominaciones de la casa de Israel! Porque con espada, hambre y
peste caerán».
Ra’
puede significar «malo» o
desagradable en el sentido de causar dolor o infelicidad: «Y Jacob respondió a Faraón… pocos y malos han sido los días de los años
de mi vida» (Génesis 47:9). «Al oír
el pueblo esta mala noticia, ellos hicieron duelo» (Éxodo 33:4 rva; cf. Génesis
37:2). «La disciplina le parece mal al
que abandona el camino, y el que aborrece la reprensión morirá» (Proverbios
15:10 rva).
Ra’
puede también indicar ferocidad o fiereza: «Envió
sobre ellos el furor de su ira, enojo, indignación y angustia, como delegación
de mensajeros destructores [ra’]» (Salmos 78:49 rva). «Alguna mala fiera lo devoró» (Génesis 37:20 rva; cf. Génesis 37:33;
Levítico 26:6).
En
casos menos frecuentes, ra’ sugiere severidad: «Porque así dice el Señor Dios: ¡Cuánto más cuando yo envíe mis cuatro
terribles juicios contra Jerusalén!» (Ezequiel 14:21 lba, cf. Deuteronomio
6:22); molestia: «Y el Señor apartará de
ti toda enfermedad; y no pondrá sobre ti ninguna de las enfermedades malignas
de Egipto» (Deuteronomio 7:15 lba; cf. Deuteronomio 28:59); muerte: «Cuando yo arroje contra vosotros las flechas
malignas del hambre, que son para destrucción» (Ezequiel 5:16 rva; cf. «maligna espada», Salmos 144:10); o
tristeza: «El rey me preguntó: ¿Por qué
está triste tu rostro?» (Nehemías 2:2 rva).
El
vocablo se usa también para denotar calidad pobre o inferior, como por ejemplo
una «mala» tierra (Números 13:19), «higos muy malos» (Jeremías 24:2), vacas
«de mal aspecto» (Génesis 41:3, 19) o
un animal sacrificial inaceptable (Levítico 27:10, 12, 14).
En
Isaías 45:7 (rva), Yahweh describe sus acciones diciendo: «Yo soy … quien hace la paz y crea la adversidad [ra’]». En este
contexto, el vocablo no se refiere al «mal»
en sentido ético; se entiende más bien lo contrario de shalôm («paz; salud;
bienestar»). Encontramos en todo el versículo la afirmación de que un Dios
soberano absoluto, el Señor, crea un universo bajo el gobierno de un orden
moral. La calamidad y el infortunio provienen sin lugar a duda de la maldad de
personas sin Dios.
VERBOS.
’abar,
«transgredir, quebrantar, cruzar,
sobrepasar». ’Abar a menudo entraña el sentido de «transgredir» o «infringir»
un pacto (acuerdo o mandamiento), o sea, que el infractor «sobrepasa» los límites establecidos por la Ley de Dios y cae en
transgresión y culpa. Esta acepción se encuentra en Números 14:41 (rva): «Pero Moisés dijo: ¿Por qué traspasáis el
mandato de Jehová? Esto no os saldrá bien». Otro ejemplo está en Jueces 2:20
(rva): «Entonces el furor de Jehová se
encendió contra Israel, y dijo: Puesto que este pueblo ha quebrantado mi pacto
que yo establecí con sus padres, y no ha obedecido mi voz» (cf. 1 Samuel
15:24; Oseas 8:1).
Más
a menudo, ’abar ilustra la acción de «cruzar» o «sobrepasar». (El término
latino transgredidor, del que se deriva el término transgredir en castellano,
tiene el significado similar de «ir más
allá» o «cruzar».) El vocablo
tiene que ver con cruzar un arroyo o límite («pasar», Números 21:22), invadir un país («cruzar», Jueces 11:32 lba), cruzar una frontera para atacar a un
ejército enemigo («atravesar», 1 Samuel
14:4 bla), pasar encima («sobrepasar»,
Isaías 51:23, cf. lvp), desbordar las riberas de un río o de alguna otra
barrera natural («inundar», Isaías
23:10 lba), pasar una navaja sobre la cabeza («cortar», Números 6:5 nbe) y el pasar del tiempo («sobrevenir», 1 Crónicas 29:30 bj).
jatta, «errar,
pecar, ser culpable, perder un derecho, purificar». Hay 238 casos de este
verbo en todas las secciones del Antiguo Testamento. Se halla también en
asirio, arameo, etiópico, sabeo y arábigo.
Jueces
20:16 (rva) ilustra el significado básico del verbo: había 700 soldados
benjamitas zurdos, «todos los cuales tiraban
una piedra con la honda a un cabello, y no fallaban». Este significado se
amplía en Proverbios 19:2: «Mucho yerra
[‹comete errores›, cf. lvp; ‹peca› rvr, rva, nrv; ‹se extravía› bj, lba;
‹tropieza› nbe] quien mucho corre» (nvi). En Génesis 31:39 (rva) encontramos la forma intensiva: «Jamás
te traje los restos del animal despedazado; yo pagaba el daño».
De
este significado básico surge el uso principal de jatta en el Antiguo
Testamento: fracaso moral hacia Dios y a los seres humanos e incluso algunas de
sus consecuencias. Encontramos el primer caso del verbo en Génesis 20:6, la
palabra de Dios a Abimelec después que tomó a Sara: «Yo sé muy bien que lo hiciste de buena fe. Por eso no te dejé tocarla,
para que no pecaras contra mí» (lvp; cf Génesis 39:9).
Encontramos
una definición del pecado contra Dios en Josué 7:11: «Israel ha pecado y también ha transgredido mi pacto que les ordené»
(lba). Véase también Levítico 4:27: «Si
alguno del pueblo de la tierra peca por inadvertencia, transgrediendo alguno de
los mandamientos de Jehovah respecto a cosas que no se deben hacer, es culpable»
(rva). El mismo verbo puede referirse a los resultados de hacer el mal, como en
Génesis 43:9: «Seré ante ti el culpable
para siempre». Después de prohibir las prácticas adúlteras, Deuteronomio
24:1–4 concluye: «Es abominación delante
de Jehovah, y no has de pervertir la tierra» (rvr); dice lba: «No traerás pecado sobre la tierra». En
forma parecida se dice de los que pervierten la justicia «que hacen que una persona sea acusada por una palabra» (Isaías
29:21 lba). Esto nos lleva al significado en Levítico 9:15 (rva): «Tomó el macho cabrío… lo degolló y lo
ofreció por el pecado». El efecto que causan las ofrendas por el pecado se
describe en Salmos 51:7: «Purifícame con
hisopo, y seré limpio» (cf. Números 19:1–13). Otro efecto se halla en la
palabra del profeta para una Babilonia malvada: «Has pecado contra tu vida» (Habacuc 2:10 rvr; «corrompido» rva; «malogrado»
nbe; «contra ti mismo pecas» bj; «te has echado encima el mal» bla).
El
término se aplica a actos cometidos en prejuicio de personas, como en Génesis
42:22 (rva): «¿No os hablé yo, diciendo:
No pequéis contra el muchacho … ?»; y en 1 Samuel 19:4: «No peque el rey contra su siervo David,
porque él no ha cometido ningún pecado contra ti» («daño» bla; «ofender» nbe;
«cometer mal» lvp).
La
Septuaginta traduce este grupo de términos con hamartanoo y nombres derivados
540 veces. Es así como lo encontramos 265 veces en el Nuevo Testamento. El
hecho de que «todos pecaron» se
continúa enfatizando en el Nuevo Testamento (Romanos 3:10–18, 23; cf. 1 Reyes
8:46; Salmos 14:1–3; Eclesiastés 7:20). La contribución neotestamentaria es que
el Cristo, «habiendo ofrecido un solo
sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios,
esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado
de sus pies. Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados»
(Hebreos 10:12–14 rva.
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