jueves, 13 de mayo de 2021

PECADOR, PECADO.

 


Romanos 3:10-18.

10. Como está escrito: 'NO HAY JUSTO NI SIQUIERA UNO, 11. NO HAY QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS. 12. 'A UNA TODOS SE HAN DESVIADO Y HAN SIDO EXCLUÍDOS; NO HAY QUIEN HAGA LO BUENO, NI SIQUIERA UNO. 13. 'TUMBAS ABIERTAS SON SUS GARGANTAS, Y SUS LENGUAS SON ENGAÑOSAS, HAY VENENO DE ÁSPID DEBAJO DE SUS LABIOS; 14. LLENA DE MALDICIÓN Y AMARGURA ESTÁ SU BOCA, 15. Y SUS PIES SE APRESURAN A DERRAMAR SANGRE. 16. 'HAY ZOZOBRA Y MISERIA EN SUS CAMINOS, 17. NO CONOCEN LA SENDA DE PAZ, 18. NI HAY TEMOR DE DIOS ANTE SUS OJOS'.

PECADO

Junto con el concepto de la  Salvación, el concepto de pecado se manifiesta a través de toda la Biblia, y constituye la antítesis del amor redentor de Dios, el cual las Escrituras proponen como tesis principal. Pecado es aquel poder misterioso primordial que se opone por naturaleza a Dios y a su buena voluntad para con el hombre, así como también todo el conjunto de manifestaciones y consecuencias trágicas del mismo. Por consiguiente, existe un amplio vocabulario relacionado con el pecado. Además, como la naturaleza pecaminosa se manifiesta claramente en la historia, es elocuente el valor y la actualidad constantes de las porciones narrativas de la Biblia al respecto (cf. Romanos 15:4 y 1 Corintios 10:1–11).

TÉRMINOS DESCRIPTIVOS

Para hablar sobre el pecado los hebreos emplearon palabras tomadas de las relaciones humanas: por ejemplo, falta, iniquidad, rebelión, injusticia, etc. El judaísmo intertestamentario agregó otro del cual el Nuevo Testamento había de hacer mucho uso: «deuda». Los principales aspectos destacados de acuerdo con los diferentes vocablos de los idiomas bíblicos son los siguientes:

1. La realidad objetiva del pecado sin miras o con miras a sus consecuencias, motivaciones, etc. Inclusive se toma en cuenta la posibilidad de pecar sin saberlo («por yerro», cf. Levítico 4:2; Números 15:27; etc.).

2. La rebelión como acto consciente de la voluntad. La manifestación más extrema de esta voluntad rebelde es el pecado cometido «con 14961» (RV; el hebreo dice «con mano alzada», Números 15:30; etc.).

3. Culpabilidad (Iniquidad; Maldad).

4. Errar, salir del camino. Aparece con frecuencia como verbo: «errar», «desviarse», «andar perdido» o «ciego» y «divagar».

5. El concepto que en el Nuevo Testamento se traduce «deuda» u «ofensa».

Como la mentalidad hebrea no distinguía rígidamente entre la acción y sus consecuencias o motivaciones, el mismo vocablo podía significar el acto de pecar, la culpabilidad consecuente o el castigo merecido. Debido a este fenómeno, por ejemplo, la expresión «visitar la maldad» (Éxodo 20:5, etc.) significa «castigar por su maldad».

NATURALEZA DEL PECADO.

El pecado consiste en cualquier infracción de las normas que salvaguardan la vida normal, o sea, la comunión entre Dios y el hombre o entre los hombres. El pecado (como Justicia) se interpreta en términos de relaciones personales: pecar contra alguien, sea Dios u otro hombre. Y como es Dios el que ha establecido las normas que se infringen, cada pecado es, al final de cuentas, rebelión contra Él (2 Samuel 12:13; Salmos 51:4). Esta actitud no solo es la característica más distintiva del concepto bíblico del pecado, sino también la medida de su funesta naturaleza. De ahí que para el pueblo hebreo cualquier infracción del sistema jurídico o cultural también representaba pecado y traía como consecuencia culpa delante de Dios. Es evidente que cada acto pecaminoso de la voluntad es fruto de la condición del alma pervertida de la humanidad (cf. Proverbios 4:23; 23:7; Romanos 8:15–25). Esta condición se conoce como depravación. Es la incapacidad de evitar el pecado y hacer el bien sin la ayuda de Dios. Esto culminaría, si no fuera por la Redención que ofrece el Cristo, en la Muerte (Santiago 1:15, cf. Juan 3:14).

El relato de Génesis 3, a pesar de que no aparece en él ninguno de los vocablos clásicos para señalar el pecado, nos muestra gráficamente las características primordiales de este. Es un acto de desobediencia motivado por el deseo del ser humano de autoestablecer las normas y ser el dueño de su propio destino. Rompe la comunión íntima que antes existía entre Dios y el hombre, y también la que existía entre los hombres (Adán; Eva). Trae como consecuencia la Muerte y el sufrimiento, y desata fuerzas contrarias al hombre y su felicidad; produce el estado en el que el género humano se encuentra desde entonces. El pecado de Adán implicaba un significado único para toda la especie humana (Romanos 5:12, 14–19; 1 Corintios 15:22), pues en alguna manera él representaba a sus descendientes en un Pacto con Dios (Oseas 6:7), y su pecado se le imputó a ellos (Romanos 5:19). Sin embargo, Dios no castiga a la especie humana por el pecado de Adán, sino que cada uno incurre en su propia culpabilidad. En relación con el tema, los pasajes clásicos son Ezequiel 18 y Romanos 3:9–20 entre otros.

PECADO Y REDENCIÓN.

Tras el primer pecado se nos dio la primera palabra de Esperanza (Génesis 3:15), y se señaló el camino que Dios seguiría en el desenvolvimiento de la «historia de la salvación». Tras siglos de trato con su pueblo hebreo a base de una Alianza en la que les ofrecía Perdón y redención (Redentor, redención), pero a la que repetidamente respondían con rebelión e infidelidad, Dios mandó a su Hijo en la persona de Jesús de Nazaret para que destruyera a los poderes de maldad definitivamente y en nombre de toda la humanidad Jesús encarnaba el amor de Dios que se opone al pecado y a sus consecuencias.

Jesús buscaba la compañía de pecadores, y vio su misión como la de perdonar pecados (Mateo 9:6; Juan 8:34–36, etc.). Sus discípulos predicaron en su nombre el perdón de los pecados en todas las naciones (Lucas 24:47; cf. Hechos 2:38; 3:19; 5:31, etc.).

EL PECADO Y EL CRISTIANO.

Las enseñanzas y obras de Jesucristo y los apóstoles dan un nuevo enfoque al concepto del pecado. En vez de medir las acciones de las personas de acuerdo con el legalismo de las «interpretaciones oficiales» de una serie de Mandamientos, Jesús partió siempre de la motivación (Mateo 15:19s; cf. 7:17s). Vio el Amor como la única fuerza capaz de derrotar al pecado (Lucas 7:47). La misma victoria suya sobre el pecado es motivada por el amor divino (Juan 3:16; 13:1), y tal amor de Dios había de motivar y capacitar asimismo a los suyos para vencer el pecado (Romanos 12:8–10; 1 Juan 4:7–11; cf. Romanos 14:23, la fe actúa siempre por el amor).

Es a la luz de esta manera de ver el pecado que se puede comprender también otra novedad del Nuevo Testamento: la relación entre la culpabilidad y el nivel de desarrollo de la Conciencia de los fieles. (Romanos 14; 1 Corintios 8:7–13; etc.).

Es notable que Pablo, siguiendo la LXX, hable del pecado casi exclusivamente en singular, viéndolo como un todo, como una potencia espiritual enemiga de Dios y del hombre al cual el Cristo ha derrotado. Sin embargo, el Nuevo Testamento advierte a los creyentes sobre una serie de pecados individuales, y reconoce que la historia del Cristo está para realizarse por la fe en la vida de cada uno de los suyos (1 Juan 5:4).

La Biblia atribuye al Diablo el haber introducido y perpetuado el pecado en el mundo, pero deja sin resolver el enigma del origen del mal. (Impiedad; Transgresión.).

PECADO

NOMBRES.

‘awen, «iniquidad; vanidad; dolor». Este término tiene dos cognados arábigos, ‘ana («estar fatigado, cansado») y ‘aynun («debilidad; dolor; pena»); además, está emparentado con el vocablo hebraico ‘ayin («nada»). La relación entre estos cognados, según algunos estudiosos, sugeriría que ‘awen significa la ausencia de todo lo que tiene verdadero valor. Por tanto, denotaría «sin valor moral alguno», lo cual es el caso donde hay maldad, designios malvados y maledicencia.

Otros eruditos aseveran que el término indica una «carga o dificultad penosa», es decir, que el pecado es un peso arduo y agotador de «penas y dolores», que el culpable acarrea sobre sí mismo o sobre otros. Esta acepción se encuentra en Salmos 90:10: «Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, pronto pasan, y volamos». Un significado similar aparece en Proverbios 22:8: «El que siembra maldad cosecha desgracias; el Señor lo destruirá con el cetro de su ira» (nvi).

‘awen puede servir de término general para denotar crimen u ofensa, como en Miqueas 2:1 (rva): «¡Ay de los que en sus camas planean iniquidad … !» (cf. Isaías 1:13). En algunos pasajes, el vocablo se refiere a falsedad o engaño: «Las palabras de su boca son iniquidad y fraude; ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien» (Salmos 36:3). «Porque las imágenes han hablado vanidad» (Zacarías 10:2 rv; «iniquidad» lba). En Isaías 41:29 (rva) se dice que los ídolos engañan a sus seguidores: «He aquí que todos son iniquidad, y la obra de ellos nada es. Viento y vanidad son sus imágenes de fundición».

‘asham, «pecado; culpa; ofrenda por el pecado; transgresión; ofrenda por una transgresión». Se encuentran cognados en arábigo: ‘ithmun («pecado; ofensa; delito; crimen»), ‘athima («pecar, errar, resbalar») y ‘athimun («pecaminoso; criminal; malvado; perverso»). Sin embargo, los términos arábigos no incluyen la idea de restitución. En los textos ugaríticos de Ras Shamra, el vocablo atm se encuentra en varios pasajes. Aunque no se puede constatar, los estudiosos creen que este término ugarítico podría significar «ofensa» u «ofrenda por el pecado».

‘asham implica la condición de «culpa» debido a una ofensa, como en Génesis 26:10: «Abimelec le dijo… Por poco pudiera haber dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros culpabilidad». La palabra puede referirse a la propia ofensa que acarrea culpa: «Porque no ha sido abandonado… aunque su tierra está llena de culpa delante del Santo de Israel» (Jeremías 51:5 lba). Una acepción semejante del término se encuentra en Salmos 68:21: «Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus pecados» (rvr; «delitos» lba; «crímenes» bj; «maldad» bla).

En la mayoría de los casos, ‘asham se refieren a la compensación que se paga para satisfacer al damnificado o bien a la «ofrenda por culpa u ofensa» que el culpable arrepentido presentaba después de pagar una compensación equivalente a las seis quintas partes del daño ocasionado (Números 5:7–8). Esta «ofrenda por culpa» consistía del sacrificio de la sangre de un carnero: «Él traerá al sacerdote como sacrificio por la culpa un carnero del rebaño, sin defecto, evaluado según tú lo estimes. El sacerdote hará expiación por él, por su pecado cometido por inadvertencia, y le será perdonado» (Levítico 5:18 rva; cf. Levítico 7:5, 7; 14:12–13). La declaración teológica más significativa que contiene el vocablo ‘asham está en Isaías 53:10, que dice que el siervo de Yahweh se declaró ‘asham en favor de una humanidad pecaminosa. Esto sugiere que su muerte brindó una compensación de 120% por la ley quebrantada de Dios.

’amal, «mal; pena; infortunio; daño; queja; maldad; trabajo». Este nombre está relacionado con el verbo hebreo ’amal («trabajar»). El cognado arábigo ’amila significa «cansarse de arduo trabajo». El vocablo arameo ’amal quiere decir «hacer», pero sin que esto necesariamente involucre ardua labor. El uso fenicio y cananeo del término se aproxima más al arábigo; el libro de Eclesiastés (que demuestra una considerable influencia fenicia) es un claro ejemplo de este uso: «Asimismo, aborrecí todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol» (Eclesiastés 2:18 rva). «Y también, que es un don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro trabajo» (Eclesiastés 3:13 rva). Un ejemplo relacionado aparece en Salmos 107:12 (rva): «Por eso sometió sus corazones con dura labor; cayeron, y no hubo quien les ayudase».

En general, ’amal se refiere a los problemas y sufrimientos que el pecado causa al pecador o bien a los problemas que esto provoca para otros. En Jeremías 20:18 se describe el dolor que recae sobre el pecador: «¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo [amal] y dolor [yagôn], y que mis días se gastasen en afrenta? Otro caso se encuentra en Deuteronomio 26:7: «Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción [’onî], nuestro trabajo [amal] y nuestra opresión [lahas]».

Job 4:8 (rva) ilustra el significado de problema como malicia contra otros: «Como he visto, los que aran iniquidad [‘awen] y siembran sufrimiento [amal] cosechan lo mismo». El vocablo se encuentra en Salmos 140:9 (rva): «En cuanto a los que me rodean, la maldad de sus propios labios cubrirá sus cabezas». En Habacuc 1:3 (rva) también se hace referencia a las aflicciones que infligimos a otros: «¿Por qué me muestras la iniquidad [‘awen] y me haces ver la aflicción [’amal]? He aquí que surgen pleitos y contiendas; la destrucción y la violencia están delante de mí».

’awon, «iniquidad». Este vocablo derivado de la raíz ’awah, significa «doblado, doblegado, torcido, pervertido» o bien «torcer y perverso». El cognado arábigo ’awa quiere decir «torcer, doblegarse»; algunos estudiosos consideran que el verdadero cognado es el término arábigo ghara («desviarse del camino»), pero hay menos justificación para esta interpretación. ’Awon presenta el pecado como perversión de la vida («torcerla fuera del camino correcto»), una perversión de la verdad («torcer hacia el error»),o una perversion de la voluntad («doblar la rectitud a una desobediencia deliberada»). El vocablo «iniquidad» es la mejor palabra equivalente, a pesar de que el significado real de la raíz latina iniquitas es «injusticia; falta de equidad; hostilidad; contrariedad».

’awon aparece a menudo en el Antiguo Testamento en paralelismo con otros vocablos que expresan pecado, tales como jattat‘t («pecado») y pesha («transgresión»). Algunos ejemplos se encuentran en 1 Samuel 20:1: «David… acudió a Jonatán y le dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad [’awon], o cuál es mi pecado [jatta‘t] contra tu padre, para que él trate de quitarme la vida?» (rva; cf. Isaías 43:24; Jeremías 5:25). Véase también Job 14:17 (rva): «Mi transgresión [pesha] tienes sellada en una bolsa y recubres mi iniquidad [’awon]» (cf. Salmos 107:17; Isaías 50:1).

El malhechor penitente reconoce su «iniquidad» en Isaías 59:12 (rva): «Porque nuestras transgresiones se han multiplicado delante de ti, y nuestro pecado ha testificado contra nosotros. Porque con nosotros permanecen nuestras transgresiones; reconocemos nuestras iniquidades» (cf.1 S 3.13). La «iniquidad» debe confesarse: «Aarón pondrá sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo y confesará sobre él todas las iniquidades, las rebeliones y los pecados de los hijos de Israel» (Levítico 16:21 rva). «Los del linaje de Israel… confesaban sus pecados y la iniquidad de sus padres» (Nehemías 9:2 rva; cf. Salmos 38:18).

La gracia de Dios puede quitar o perdonar la «iniquidad»: «Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala» (Zacarías 3:4 rva; cf. 2 Samuel 24:10). La propiciación divina puede cubrir nuestra «iniquidad»: «Con misericordia y verdad se expía la falta, y con el temor de Jehová uno se aparta del mal» (Proverbios 16:6; cf. Salmos 78:38).

’awon puede indicar la «culpa de la iniquidad», como en Ezequiel 36:31: «Y os acordaréis de vuestros malos caminos … y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades, y por vuestras abominaciones» (cf. Ezequiel 9:9). El vocablo puede también indicar el «castigo por la iniquidad»: «Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto» (1 Samuel 28:10). En Éxodo 28:38, ’awon sirve de complemento a nasha («cargar, llevar, perdonar»), y señala cargar el castigo por la «iniquidad» de otros. En Isaías 53:11 leemos que el siervo de Yahweh carga con las consecuencias de las «iniquidades» de una humanidad pecaminosa, incluyendo Israel.

rasha’, «malvado; criminal; culpable». Algunos estudiosos relacionan este vocablo y el término arábigo rash’a («estar flojo, suelto o dislocado»), si bien ese término es escaso en arábigo literario. El cognado arameo resha’ significa «ser malvado» y el siríaco apel («hacer maldad»).

En general rasha’ expresa cierta turbulencia y agitación (desasosiego; cf. Isaías 57:21) o algo que está dislocado o mal organizado. Por eso, Robert B. Gilderstone sugiere que el vocablo tiene que ver con la agitación y confusión en la que los malvados viven y al desasosiego constante que causan en otros.

En algunos casos, rasha’ tiene el sentido de «ser culpable de un crimen»: «No suscitarás rumores falsos, ni te pondrás de acuerdo con el impío para ser testigo perverso» (Éxodo 23:1 rva); «Quita de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia» (Proverbios 25:5 nvi). «El testigo perverso se burla del juicio, y la boca de los impíos expresa iniquidad» (Proverbios 19:28 rva; cf. 20:26). Indultar al «malvado» se considera un crimen abominable: «Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece» (Proverbios 17:15 NBI; cf. Éxodo 23:7).

El rasha’ es culpable de hostilidad hacia Dios y su pueblo: «¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!» (Salmos 17:13 nvi); «Acábese ya la maldad de los impíos, y establece al justo» (Salmos 7:9 rva). El vocablo se refiere al pueblo de Babilonia en Isaías 13:11 y a los caldeos en Habacuc 1:13.

jatta‘t, «pecado; pecado-culpa; pecado-purificación; ofrenda por el pecado». El nombre jatta‘t aparece unas 293 veces y durante todos los períodos de la literatura bíblica.

El matiz bíblico de este vocablo es «pecado»: errar en el camino o no dar en el blanco (155 veces). Jatta‘t puede indicar una ofensa en contra del prójimo: «Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué transgresión [pesha] es la mía? ¿Cuál es mi pecado [jatta‘t], para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución?» (Génesis 31:36). Un pasaje como este comprueba que jatta‘t no es simplemente otro término general para «pecado»; puesto que Jacob usó dos palabras diferentes es probable que quisiera resaltar dos matices distintos. Además, un estudio a fondo de términos muestra que jatta‘t tiene diferencias fundamentales con otras palabras que se traducen «pecado».

En gran parte, el vocablo se refiere a pecado contra Dios (Levítico 4:14). Los seres humanos deben volverse del «pecado», que es un camino, un estilo de vida o una acción que se aparta de aquello que Dios ha fijado (1 Reyes 8:35). Por tanto, deben apartarse del «pecado» (2 Reyes 10:31), preocuparse por ello (Salmos 38:18) y confesarlo (Números 5:7). El nombre se encuentra por primera vez en Génesis 4:7, donde Caín recibe la advertencia de que el «pecado está a la puerta». Quizás esta cita dé paso a un segundo matiz del término, el «pecado» en general. Sin lugar a dudas, este énfasis se halla en Salmos 25:7 (rva), donde el nombre se refiere al pecado rebelde (que por lo general se indica con pasha): «No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis rebeliones».

En algunos pasajes el término expresa la culpa o condición de pecado: «Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo» (Génesis 18:20).

En dos pasajes, el vocablo también quiere decir «purificación del pecado»: «Así harás con ellos para purificarlos: Rocía sobre ellos el agua para la purificación» (Números 8:7 rva; cf. 19:9).

Jatta‘t significa «ofrenda por el pecado» 135 veces. La ley de la «ofrenda por el pecado» está registrada en Levítico 4:1—5:13; 6:24–30. Esta era una ofrenda por algún pecado específico que se cometía por ignorancia, sin querer hacerlo y tal vez sin darse cuenta de ello (Levítico 4:2; 5:15).

El nombre jet‘, también derivado del verbo jatta‘, se encuentra 33 veces en hebreo bíblico. El vocablo significa «pecado» en el sentido de no alcanzar el blanco o desviarse del camino. Esto puede consistir de algún pecado contra el prójimo (Génesis 41:9: primer caso del término) o en contra de Dios (Deuteronomio 9:18). Segundo, indica la «culpa» que acompaña un acto como este (Números 27:3). El salmista confesó que su madre se encontraba en una condición de pecado y culpa cuando lo concibieron (Salmos 51:5; cf. Romanos 5:12). Por último, varios pasajes usan este vocablo para comunicar la idea del «castigo por el pecado» (Levítico 20:20).

Además de nombre, jatta‘t, a partir de su raíz, se usa también como adjetivo (enfático) 119 veces. Se habla de los seres humanos como «pecadores» (1 Samuel 15:18) que están sujetos al castigo por su ofensa (1 Reyes 1:21). La primera vez que el término se usa como adjetivo es en Génesis 13:13 (rva): «Los hombres de Sodoma eran malos y muy pecadores contra Jehová».

 

ADJETIVOS

rasha’, «malvado; culpable». En el ejemplo típico que encontramos en Deuteronomio 25:2, el adjetivo se refiere a una persona que es «culpable de un crimen»: «Sucederá que si el delincuente [culpable lba] merece ser azotado, el juez lo hará… azotar en su presencia» (rva, cf. rvr). Una alusión semejante se halla en Jeremías 5:26 (rva): «Porque en mi pueblo se encuentran impíos que vigilan como quien ha puesto una trampa. Ponen objetos de destrucción y atrapan hombres». En 2 Samuel 4:11 (lba), rasha’ se refiere específicamente a asesinos: «¿Cuánto más, cuando hombres malvados han matado a un hombre justo en su propia casa y sobre su cama?». La expresión «culpable de muerte» (rasha’ lamût) aparece en Números 35:31 para indicar un asesino. Faraón reconoce que él y su gente son «impíos», culpables de hostilidad hacia Dios y su pueblo (Éxodo 9:27).

ra’, «malo; maligno; malvado; terrible». Los estudiosos no están de acuerdo en cuanto a la raíz de este término. Algunos creen que el término acádico raggu («perverso; malo») puede ser el cognado. Otros derivan el vocablo de la palabra hebrea ra’ a’ («quebrar, destrozar, aplastar»), que es un cognado del hebreo ratsats («quebrar, destrozar»); a su vez ratsats se relaciona con el arábigo radda («aplastar, magullar»). Si esta derivación fuera exacta, implicaría que la acepción de ra’ es pecado en cuanto a sus daños destructivos; pero la significación no es apropiada en algunos de los contextos en que se halla.

Ra’ se refiere a lo que es «malo» o «maligno» en una amplia variedad de aplicaciones. La mayoría de los casos del término significan algo que es moralmente malo o dañino, a menudo con referencia a seres humanos: «Entonces intervinieron todos los malos y perversos que había entre los hombres que habían ido con David» (1 Samuel 30:22 rva). Y Ester dijo: «El enemigo y adversario es este malvado Amán» (Ester 7:6). «Allí claman, pero él no responde, a causa de la soberbia de los malos» (Job 35:12 rva; cf. Salmos 10:15). Ra’ también sirve para denotar palabras (Proverbios 15:26), pensamientos (Génesis 6:5) o acciones perversas (Deuteronomio 17:5; Nehemías 13:17). Ezequiel en 6:11 (rva) predice consecuencias nefastas para Israel como resultado de sus acciones: «Así ha dicho el Señor Jehová: Golpea con tu mano y pisotea con tu pie, y di: ¡Ay de todas las terribles abominaciones de la casa de Israel! Porque con espada, hambre y peste caerán».

Ra’ puede significar «malo» o desagradable en el sentido de causar dolor o infelicidad: «Y Jacob respondió a Faraón… pocos y malos han sido los días de los años de mi vida» (Génesis 47:9). «Al oír el pueblo esta mala noticia, ellos hicieron duelo» (Éxodo 33:4 rva; cf. Génesis 37:2). «La disciplina le parece mal al que abandona el camino, y el que aborrece la reprensión morirá» (Proverbios 15:10 rva).

Ra’ puede también indicar ferocidad o fiereza: «Envió sobre ellos el furor de su ira, enojo, indignación y angustia, como delegación de mensajeros destructores [ra’]» (Salmos 78:49 rva). «Alguna mala fiera lo devoró» (Génesis 37:20 rva; cf. Génesis 37:33; Levítico 26:6).

En casos menos frecuentes, ra’ sugiere severidad: «Porque así dice el Señor Dios: ¡Cuánto más cuando yo envíe mis cuatro terribles juicios contra Jerusalén!» (Ezequiel 14:21 lba, cf. Deuteronomio 6:22); molestia: «Y el Señor apartará de ti toda enfermedad; y no pondrá sobre ti ninguna de las enfermedades malignas de Egipto» (Deuteronomio 7:15 lba; cf. Deuteronomio 28:59); muerte: «Cuando yo arroje contra vosotros las flechas malignas del hambre, que son para destrucción» (Ezequiel 5:16 rva; cf. «maligna espada», Salmos 144:10); o tristeza: «El rey me preguntó: ¿Por qué está triste tu rostro?» (Nehemías 2:2 rva).

El vocablo se usa también para denotar calidad pobre o inferior, como por ejemplo una «mala» tierra (Números 13:19), «higos muy malos» (Jeremías 24:2), vacas «de mal aspecto» (Génesis 41:3, 19) o un animal sacrificial inaceptable (Levítico 27:10, 12, 14).

En Isaías 45:7 (rva), Yahweh describe sus acciones diciendo: «Yo soy … quien hace la paz y crea la adversidad [ra’]». En este contexto, el vocablo no se refiere al «mal» en sentido ético; se entiende más bien lo contrario de shalôm («paz; salud; bienestar»). Encontramos en todo el versículo la afirmación de que un Dios soberano absoluto, el Señor, crea un universo bajo el gobierno de un orden moral. La calamidad y el infortunio provienen sin lugar a duda de la maldad de personas sin Dios.

VERBOS.

’abar, «transgredir, quebrantar, cruzar, sobrepasar». ’Abar a menudo entraña el sentido de «transgredir» o «infringir» un pacto (acuerdo o mandamiento), o sea, que el infractor «sobrepasa» los límites establecidos por la Ley de Dios y cae en transgresión y culpa. Esta acepción se encuentra en Números 14:41 (rva): «Pero Moisés dijo: ¿Por qué traspasáis el mandato de Jehová? Esto no os saldrá bien». Otro ejemplo está en Jueces 2:20 (rva): «Entonces el furor de Jehová se encendió contra Israel, y dijo: Puesto que este pueblo ha quebrantado mi pacto que yo establecí con sus padres, y no ha obedecido mi voz» (cf. 1 Samuel 15:24; Oseas 8:1).

Más a menudo, ’abar ilustra la acción de «cruzar» o «sobrepasar». (El término latino transgredidor, del que se deriva el término transgredir en castellano, tiene el significado similar de «ir más allá» o «cruzar».) El vocablo tiene que ver con cruzar un arroyo o límite («pasar», Números 21:22), invadir un país («cruzar», Jueces 11:32 lba), cruzar una frontera para atacar a un ejército enemigo («atravesar», 1 Samuel 14:4 bla), pasar encima («sobrepasar», Isaías 51:23, cf. lvp), desbordar las riberas de un río o de alguna otra barrera natural («inundar», Isaías 23:10 lba), pasar una navaja sobre la cabeza («cortar», Números 6:5 nbe) y el pasar del tiempo («sobrevenir», 1 Crónicas 29:30 bj).

 jatta, «errar, pecar, ser culpable, perder un derecho, purificar». Hay 238 casos de este verbo en todas las secciones del Antiguo Testamento. Se halla también en asirio, arameo, etiópico, sabeo y arábigo.

Jueces 20:16 (rva) ilustra el significado básico del verbo: había 700 soldados benjamitas zurdos, «todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no fallaban». Este significado se amplía en Proverbios 19:2: «Mucho yerra [‹comete errores›, cf. lvp; ‹peca› rvr, rva, nrv; ‹se extravía› bj, lba; ‹tropieza› nbe] quien mucho corre» (nvi). En Génesis 31:39 (rva) encontramos la forma intensiva: «Jamás te traje los restos del animal despedazado; yo pagaba el daño».

De este significado básico surge el uso principal de jatta en el Antiguo Testamento: fracaso moral hacia Dios y a los seres humanos e incluso algunas de sus consecuencias. Encontramos el primer caso del verbo en Génesis 20:6, la palabra de Dios a Abimelec después que tomó a Sara: «Yo sé muy bien que lo hiciste de buena fe. Por eso no te dejé tocarla, para que no pecaras contra mí» (lvp; cf Génesis 39:9).

Encontramos una definición del pecado contra Dios en Josué 7:11: «Israel ha pecado y también ha transgredido mi pacto que les ordené» (lba). Véase también Levítico 4:27: «Si alguno del pueblo de la tierra peca por inadvertencia, transgrediendo alguno de los mandamientos de Jehovah respecto a cosas que no se deben hacer, es culpable» (rva). El mismo verbo puede referirse a los resultados de hacer el mal, como en Génesis 43:9: «Seré ante ti el culpable para siempre». Después de prohibir las prácticas adúlteras, Deuteronomio 24:1–4 concluye: «Es abominación delante de Jehovah, y no has de pervertir la tierra» (rvr); dice lba: «No traerás pecado sobre la tierra». En forma parecida se dice de los que pervierten la justicia «que hacen que una persona sea acusada por una palabra» (Isaías 29:21 lba). Esto nos lleva al significado en Levítico 9:15 (rva): «Tomó el macho cabrío… lo degolló y lo ofreció por el pecado». El efecto que causan las ofrendas por el pecado se describe en Salmos 51:7: «Purifícame con hisopo, y seré limpio» (cf. Números 19:1–13). Otro efecto se halla en la palabra del profeta para una Babilonia malvada: «Has pecado contra tu vida» (Habacuc 2:10 rvr; «corrompido» rva; «malogrado» nbe; «contra ti mismo pecas» bj; «te has echado encima el mal» bla).

El término se aplica a actos cometidos en prejuicio de personas, como en Génesis 42:22 (rva): «¿No os hablé yo, diciendo: No pequéis contra el muchacho … ?»; y en 1 Samuel 19:4: «No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha cometido ningún pecado contra ti» («daño» bla; «ofender» nbe; «cometer mal» lvp).

La Septuaginta traduce este grupo de términos con hamartanoo y nombres derivados 540 veces. Es así como lo encontramos 265 veces en el Nuevo Testamento. El hecho de que «todos pecaron» se continúa enfatizando en el Nuevo Testamento (Romanos 3:10–18, 23; cf. 1 Reyes 8:46; Salmos 14:1–3; Eclesiastés 7:20). La contribución neotestamentaria es que el Cristo, «habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios, esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados» (Hebreos 10:12–14 rva.

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