sábado, 29 de septiembre de 2018

Lección 5 Paciencia, Benignidad y Bondad



¿Ha sentido alguna vez como si se le hubiera agotado la capacidad para ser comprensivo? ¿Nunca sintió como si ya no le pudiera extender más «bondad» a alguien? ¿Ha tenido problemas para ser generoso con otros? ¿Nunca deseó que otros le brindaran más comprensión, bondad y generosidad?

viernes, 28 de septiembre de 2018

Lección 4 Amor, Gozo y Paz.



¿Recuerda la última vez que se acercó a un atractivo puesto de exquisitas frutas? ¡Lo más probable es que alguna de ellas le haya resultado tentadora, si no irresistible! (¿Nunca se ha sentido tentado a hurtar una o dos uvas de un racimo?) Hay algo maravillosamente incitante en la buena fruta.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Lección 3 El mayor de ellos es el amor



¿Alguna vez ha conocido a alguien que ha sido usado de manera poderosa por Dios y sin embargo detectó en él la necesidad de un mayor grado de amor o de un refinamiento de carácter? Esta es la preocupación de Pablo en 1Corintios. 13. Él sabe que es posible que las manifestaciones del Espíritu operen sin que esté presente el fruto del amor, y por eso expresa con toda claridad que se puede hablar «lenguas humanas y angélicas, y no [tener] amor», o tener «[el don de] profecía[…] y no [tener] amor» (vv. 1–2). Sin embargo, aunque sea posible, socava el propósito de Dios. Las manifestaciones en lenguas sin el fruto del amor hacen que uno sea «como metal que resuena o címbalo que retiñe» (v. 1); la profecía sin amor hace que uno sea como «nada» (v. 2).

Lección 2 La plenitud del Espíritu Santo



¿Alguna vez ha elevado la llama de un quemador de gas y ha observado cómo respondía el agua hirviendo? Cuanto más alta la llama, tanto más rápido el hervor. ¿Correcto? Aunque la analogía es un tanto inadecuada, sirve para explicar, en parte, la relación dinámica entre el Espíritu Santo y los cristianos. Como lo establecimos en la primera lección, todo aquel que ha «nacido de nuevo» tiene al Espíritu Santo morando en él (Ro 8.9). Es El «las arras de nuestra herencia hasta la redención de nuestra posesión adquirida» (Ef 1.14). ¡Pero esto es sólo el comienzo! Él es una persona dinámica que anhela una relación dinámica—no estática—con su pueblo. ¿Por qué dejarlo entonces como una mera «llama piloto» en nuestras vidas cuando nos puede conmover plenamente con la vida fructífera y los dones dinámicos de Dios? Debemos ser «fervientes [zeo, “vehementemente ardientes”, “llenos de ardoroso celo”] en espíritu» (Ro 12.11).

Lección 1 El Espíritu Santo y usted



Con sólo decir «espíritu», sin duda, viene a la mente una variedad de imágenes. Para algunos es sinónimo de mansiones encantadas y «fantasmas»; para otros se refiere a alguna clase de fuerza vital cósmica. Para los que aceptan la verdad bíblica, «espíritu» denota: (1) fuerzas demoníacas inmundas (Mt 12.43); (2) aquella parte del hombre con la que Dios se comunica de manera más íntima (Ro 8.16); (3) el Espíritu Santo, tercera Persona de la Trinidad—el Espíritu mismo de Dios (Mt 12.28) y de Jesucristo (2 Co 3.17)—a quien se ve en la Biblia principalmente como el que lleva a cabo los ministerios del Padre y del Hijo.