¿Ha sentido alguna vez como si se le hubiera agotado
la capacidad para ser comprensivo? ¿Nunca sintió como si ya no le pudiera
extender más «bondad» a alguien? ¿Ha tenido problemas para ser generoso con
otros? ¿Nunca deseó que otros le brindaran más comprensión, bondad y
generosidad?
Si esas realidades le plantean interrogantes, esta
lección está hecha a su medida. Al ir introduciéndonos en la siguiente tríada
de cualidades del fruto del Espíritu —paciencia, benignidad, bondad— veremos
que se trata de un estudio sobre la comprensión, a la vez que sobre un [por lo
demás, no paralelo] modo bondadoso y generoso de vivir. ¡Es un llamado del
Espíritu para que aprendamos a conectarnos con otros de la misma manera en que
Dios lo hace con nosotros!
«Usted sabe, pastor», dice el joven esposo que lucha
para manejar su nueva relación matrimonial, «si fuera realmente sincero conmigo
mismo, debería admitir que no quiero tratarla con tanta bondad como la que Dios
emplea conmigo. ¡Sinceramente, estoy tan herido, y hemos luchado tanto con
nuestra relación, que la verdad es que deseo un poco de “benignidad para mí
mismo” y de “juicio para ella”! Sé que está mal, pero es lo que siento».
«Usted sabe, pastor», nos dice el ejecutivo de una
corporación, «parece que mi generosidad pasa inadvertida en estos días; creo
que voy a despedirlos a todos y dejar que intenten encontrar otro jefe que sea
tan generoso como yo. Sé que no debemos dar con condiciones o con el fin de
recibir, pero francamente estoy listo para solucionar las cosas por mi cuenta.
Aunque no termine despidiéndolos, veamos si reciben una bonificación esta
Navidad».
«¿Ni siquiera un pavo?»
»Ni siquiera un pavo… mala actitud, ¿no?»
Estos dos hombres tienen razón en reconocer que están
equivocados; no obstante, estas actitudes son reales en la vida de muchos
cristianos. Es parte de la batalla que se libra entre el Espíritu y la carne
que «se oponen entre sí, para que no [hagamos] lo que [queremos]» (Gl 5.17). Es
una manifestación del egoísmo recriminador de las obras de la carne, el cual el
fruto del Espíritu tiene como objeto contrarrestar. De modo que esta tríada de
frutos del Espíritu se ocupa de cuestiones básicas: aprender a tratar a otros
exactamente de la manera —comprensiva, clemente y bondadosa— que lo hace
nuestro Padre celestial con nosotros. En cada una de estas características del
fruto del Espíritu, Dios es el modelo que el Espíritu anhela desarrollar en
nosotros.
¿Está listo para crucificar un poco más de «la carne
con sus pasiones y deseos?» (Gl 5.24). Entonces sigamos adelante y veamos lo
que la Palabra de Dios tiene que decirnos acerca de los tres aspectos
siguientes del fruto del Espíritu.
¿Tolerante o cascarrabias?
Paciencia, makrothumia. De makros, «largo», y thumos,
«genio», «disposición». La palabra indica suavidad, indulgencia, fortaleza,
firmeza paciente, paciencia en el sufrimiento. En makrothumía se incluye
también la capacidad de sufrir la persecución y el maltrato. Describe a una
persona que puede ejercer la venganza, pero que en lugar de hacerlo, se contiene.
Caracteriza el amor verdadero y piadoso, ya que «el amor es sufrido» (1 Co
13.4).
¿Qué nos enseñan cada uno de los siguientes pasajes
acerca de la paciencia de Dios o de Jesús?
Romanos 9.19–26, especialmente el v.22
1 Timoteo 1.15–16
2 Pedro 3.9
La paciencia de Dios sabe cómo equilibrar la justicia
y la misericordia. Es siempre de carácter redentor, con la meta de llevar a las
personas al arrepentimiento (Ro 2.4).2
Primero Dios, ahora nosotros
¿Qué dice 2 Timoteo 4.2 acerca de la paciencia en la
vida de los líderes de la Iglesia?
Según 2 Corintios 6.3–10 y 2 Timoteo 3.10, 11, ¿en qué
circunstancias de la vida estamos más propensos a comprender lo que significa
ser paciente?
¿Espera el cumplimiento de alguna promesa especial de Dios?
¿Qué enseña Hebreos 6.12, 15 acerca del proceso que a menudo comprende la
herencia de tales promesas?
Una clave para entender el concepto neotestamentario
de la paciencia es la comprensión del término veterotestamentario hesed de
Dios, que es el hebreo para el «amor firme, la misericordia o las
demostraciones de fidelidad basadas en el acuerdo del pacto». Estudie los
siguientes pasajes de las Escrituras para entresacar lo que pueda acerca del
pacto y el hesed de Dios.
1 Reyes 8.22–24
Salmo 89.28, 49
Isaías 55.3
¿Cómo se demuestran la paciencia y el hesed de Dios en
el libro de Oseas?
Un valioso recurso adicional es también el artículo
sobre la «Misericordia» en Synonyms of the Old Testament: Numerical Coded to
Strong’s Exhaustive Concordance [Sinónimos del Antiguo Testamento: código
numérico para la concordancia de Strong], por Robert Girdlestone (Baker Book
House, Grand Rapids, MI, 1983).
Vistámonos de paciencia
A menudo Pablo nos insta a vivir nuestra relación con
Dios en base a la paciencia con otros. Lea los siguientes pasajes de las
Escrituras y anote sus imperativos específicos.
Efesios 4.1–3
Colosenses 3.12
1 Tesalonicenses 5.12–15
¿Qué luz adicional arroja Colosenses 1.11 sobre lo que
entiende Pablo en cuanto al desarrollo de la paciencia en nuestras vidas?
Fe viva
Podemos concluir, por consiguiente, que la paciencia
que el Espíritu quiere desarrollar en nosotros es la misma que se ve repetidas
veces en Dios. La forma en que Él sigue entregándose a nosotros en Cristo es la
manera en que hemos de entregarnos unos a otros en Él. Es inseparable del amor
(Ef 4.2), y ella sabe cómo equilibrar «la justicia y la misericordia». En
síntesis, es una obra del Espíritu por medio de la cual deseamos comprender las
acciones de otro, y responder con esa comprensión en mente más que
apresuradamente con la actitud de juzgar.
¿Estaría de acuerdo con Dios, en este momento, en que
desarrolle más paciencia en su carácter? ¿Y qué le parece si incluso hace una
lista de personas a las que podría demostrar más paciencia? Esto es esencial
para una vida efectiva y llena del Espíritu.
«Recuerda, sé amable»
¿Recuerda esas palabras que solía usar nuestra querida
madre o alguna otra persona encargada de enseñarnos actitudes correctas y
deberes sociales adecuados? Lo que querían decirnos era: «1Sé amable y adopta
una actitud positiva, aunque no sientas deseos de hacerlo!» De esto se trata
precisamente la benignidad bíblica; esto es actuar con santa gracia hacia los
demás, aun cuando nos sintamos inclinados a hacer lo contrario.
Benignidad, chrestotes. Benevolencia en la acción,
dulzura de disposición, gentileza en el trato con otros, afabilidad. La palabra
describe la habilidad de actuar para el bienestar de quienes abusan de su
paciencia. El Espíritu Santo borra la agresividad de carácter de quien está
bajo su control.
Según Romanos 11.22, ¿quién es objeto de la benignidad
de Dios?
De acuerdo a Efesios 2.7, ¿cuál es una de las maneras
en que Dios mostrará en los siglos venideros «las abundantes riquezas de su
gracia» para con los creyentes?
En base a Tito 3.4, 5, ¿cómo se manifiesta la
benignidad de Dios?
¿Qué aprendemos de Romanos 3.12 acerca de la relación
entre la benignidad divina y la humanidad irredenta?
De acuerdo a Colosenses 3.12, 13, ¿qué uso deben darle
los redimidos a la benignidad desarrollada en ellos por el Espíritu?
Según Efesios 4.31-32, ¿cómo podemos demostrar
benignidad o gracia hacia otros?
¿Qué nos enseña Lucas 6.35 acerca de la benignidad de
Dios, que nos sirve de modelo para comunicarnos con personas desagradables o
egoístas que podrían parecer enemigos nuestros?
Generosidad sacrificada
¿Recuerda el viejo proverbio: «Es fácil ser generoso
con el dinero de otros»? Esto describe muy bien la actitud del hombre natural:
«¡Es bueno ser generoso, siempre que no requiera demasiado sacrificio de parte
de uno mismo!» No sucede así con el siguiente fruto del Espíritu: la bondad, es
decir, la actitud de actuar generosamente para con otros.
Bondad, agathosune. Compare «Agatha» y posiblemente
«agate». Beneficencia, benevolencia, virtud dispuesta para la acción, una
propensión abundante tanto para desear como para hacer lo que es bueno, bondad
intrínseca que produce una generosidad y un estado de ánimo semejante a la
disposición de Dios. Agathosune es una palabra rara que combina el ser bueno y
el hacer lo bueno.
¿Quién es nuestra única fuente de bondad? (Mt 19.16,
17)
¿Qué más nos enseñan 1 Crónicas 16.34 y 2 Crónicas
5.13 acerca de la naturaleza de Dios?
Según Nahum 1.7, ¿por qué es «Jehová[…] fortaleza en
el día de la angustia»?
La bondad de Dios siempre lleva a la acción en la
historia humana, tal como lo demuestra el hecho de que le hizo «mucho bien» al
pueblo de Israel (Neh 9.35) y por que «toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces» (Stg 1.17).
El Salmo 107.1 dice: «Alabad a Jehová porque Él es
bueno». Luego procede a enumerar varias razones por las cuales es bueno. Lea
cuidadosamente todo el Salmo y observe varias demostraciones de su bondad.
Habiendo establecido que la bondad de Dios le lleva a
hacer buenas obras, observémoslo ahora produciendo buenas obras en nosotros.
Sin embargo, según Romanos 7.19, ¿qué debemos recordar
cada vez que deseemos actuar con bondad?
En base a Efesios 2.10, ¿por qué podemos esperar que
nosotros mismos hagamos muchos actos de bondad?
De acuerdo a Romanos 15.14, ¿cómo le causaron
satisfacción en parte los cristianos de Roma a Pablo?
Según Mateo 12.35, ¿de dónde provienen las buenas
obras?
Basado en Mateo 5.16, ¿qué ocurre como resultado de
nuestras buenas obras?
Bíblicamente, lo contrario de la bondad es la envidia.
Con ayuda de un diccionario bíblico o de términos griegos del Nuevo Tesstamento,
estudie el concepto de la envidia. (Observe especialmente Mt 27.18; Flp 1.15;
Tit 3.3.) ¿Qué puede aprender de este vicio opuesto en cuanto a la naturaleza
de la bondad?
Fe viva
¿Observó algún aspecto de su vida que requiera
crecimiento espiritual? ¿Podría tener presentes algunas personas en particular
hacia quienes quisiera aumentar su demostración de paciencia (tolerancia a
través de la comprensión), benignidad (amabilidad al tratar a otros) o bondad
(cumplir acciones generosas)? Si así fuera, póngase de acuerdo consigo mismo y
posiblemente otras dos o tres personas, para poner esto como tema de oración y
de reflexión en los días venideros. Quizás podrían orar los unos por los otros
con las palabras de la oración de Pablo por los tesalonicenses: «Por lo cual
asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos
de su llamamiento, y cumpla todo propósito de [su] bondad y toda obra de fe con
su poder» (2 Ts 1.11).
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