¿Alguna vez ha elevado la llama de un quemador de gas
y ha observado cómo respondía el agua hirviendo? Cuanto más alta la llama,
tanto más rápido el hervor. ¿Correcto? Aunque la analogía es un tanto
inadecuada, sirve para explicar, en parte, la relación dinámica entre el
Espíritu Santo y los cristianos. Como lo establecimos en la primera lección,
todo aquel que ha «nacido de nuevo» tiene al Espíritu Santo morando en él (Ro 8.9). Es El «las
arras de nuestra herencia hasta la redención de nuestra posesión adquirida»
(Ef 1.14). ¡Pero esto es sólo el comienzo! Él es una persona
dinámica que anhela una relación dinámica—no estática—con su pueblo. ¿Por qué
dejarlo entonces como una mera «llama piloto» en nuestras vidas cuando nos
puede conmover plenamente con la vida fructífera y los dones dinámicos de Dios?
Debemos ser «fervientes [zeo, “vehementemente ardientes”, “llenos de ardoroso celo”] en espíritu» (Ro 12.11).
¿Cómo puede toda esta plenitud hacerse parte de
nosotros? ¿Hay algún claro punto de partida después de nuestra salvación
inicial? ¿Podemos tener una única experiencia con el Espíritu Santo que dure
para siempre o debemos buscar la plenitud cada día? ¿Cómo podemos saber si
estamos radiantes con el Espíritu? Estas son algunas de las preguntas
pertinentes que este estudio tratará de responder. Pero preste atención:
¡Tendrá que pensar bastante! Tendremos que enfrentarnos con un buen número de
versículos y con diversos términos. ¿Es lo mismo «ser llenos del Espíritu» que «tenerlo
derramado en nuestras vidas»? ¿O lo mismo que «ser bautizados con el Espíritu Santo»? Más aún, tendremos que
advertir que incluso después que hayamos dicho todo lo que se pueda, es posible
que muchas respuestas no sean aceptables para algunos segmentos del
cristianismo conservador. Esto no significa que nuestra perspectiva sea
«superior» y la de ellos «inferior». Significa simplemente que la plenitud del
Espíritu es una de esas doctrinas (como la referida al momento del regreso de
Jesús) que pueden ser interpretadas de diversas maneras. Por lo tanto, no todos
los cristianos evangélicos están de acuerdo entre sí. (¿No será maravilloso
cuando ya no veamos «por espejo, oscuramente» [1 Co 13.12], y todas nuestras diferencias doctrinales se
resuelvan en torno al trono de la gracia?)
¿Abundancia o sólo un
goteo?
Echemos un vistazo a la perspectiva divina sobre el
modo en que nos da el Espíritu Santo. La experiencia demuestra que si hemos de
buscar algo tenemos que saber qué es, y debemos estar convencidos de su
importancia. Por lo tanto, si hemos de ver la plenitud del Espíritu en nuestras
vidas, debemos entender cuán importante es ella para Dios, el Dador. Veamos lo
que nos dice el Nuevo Testamento acerca de la perspectiva divina. Comenzaremos
la concesión del Espíritu a Jesucristo mismo por parte de Dios, y luego
pasaremos a la concesión del Espíritu a nosotros.
Viendo a Jesús como modelo, ¿cómo describe Lucas al
Espíritu obrando en su vida? (Lc
4.1)
1Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por
el Espíritu al desierto.
Comentando este pasaje juanino, Siegfried Shatzmann
observa que «todos aquellos a los que Jesús haya saciado la sed, se convertirán
en canales para la revitalización espiritual de otros. La figura de ríos
contrasta con la de “una fuente” (4.14), ilustra la diferencia entre el nuevo nacimiento y
la experiencia de la plenitud de una vida llena del Espíritu»
Cuando Pedro testifica ante el cuerpo religioso
gobernante de Jerusalén, ¿qué observa Lucas específicamente acerca de su
relación con el Espíritu Santo? (Hch 4.8)
8Entonces Pedro,
lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel…
En Efesios 5.18 la palabra «disolución» traduce el término griego
asotia, que se refiere a excesos sexuales y al libertinaje. El verbo vinculado
a este término describe al hijo pródigo que «desperdició sus bienes viviendo
perdidamente [pródigamente]» (Lc 15.13). La disipación es el epítome de la insensatez; por
consiguiente, la vida llena del Espíritu contrasta con ella, como el epítome de
la sabiduría.
«El tiempo verbal de “sed
llenos”
en griego deja claro que esta condición no termina con una sola experiencia,
sino que se mantiene “siendo continuamente llenos del Espíritu”, como se manda aquí». Esa continua plenitud, como se muestra en el caso de
Pedro frente al Sanedrín, es necesaria si hemos de ejercitar una vida de
adoración llena de sabiduría (Ef 5.15–21).
Sondeo a profundidad
Lea cuidadosamente de nuevo Efesios 5.15–21. Haga una lista de los beneficios o resultados que
Pablo asocia con la idea de vivir continuamente llenos del Espíritu.
15Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17Por tanto, no seáis insensatos, sino
entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18No os embriaguéis con vino, en lo
cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al
Señor en vuestros corazones; 20dando siempre gracias por todo al Dios y
Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 21Someteos unos a otros en el temor de Dios.
¡Términos, términos y más
términos!
Una clave importante para comprender la enseñanza del
Nuevo Testamento respecto a la plenitud del Espíritu Santo en nuestras vidas es
percatamos de que nuestra relación con Él se describe mediante frases
diferentes, ¡todas ellas con el mismo significado, básicamente! Es lo que se
conoce por «lenguaje fluido», los términos cambian, pero no el concepto. Jesús
mismo usaba un «lenguaje fluido» cuando se refería a su reinado divino como «el Reino de Dios», mientras que otras
veces lo llamaba «reino de los cielos».
¡En una ocasión usó ambos términos a renglón seguido! (Mt 19.23–24). Con esta aclaración, indaguemos un poco en los
Hechos.
Lucas comienza citando a Jesús cuando dice que el
Espíritu Santo vendría «sobre vosotros» (1.8). ¿Qué terminología usa Lucas para definir el
cumplimiento más inmediato de esa promesa? (2.4)
¿No le parece, pues, que a Lucas le preocupa más
trasmitir una dinámica relacional que ofrecer una teología adecuada? Esto no
quiere decir que Lucas esté propiciando una «teología descuidada»; significa
simplemente que la relación nuestra con el Espíritu Santo se puede expresar
bíblicamente de diversas maneras. Por lo tanto, es posible deducir que ser «lleno del Espíritu Santo», que «el Espíritu Santo sea derramado en nuestras
vidas», o «ser bautizados con el
Espíritu Santo» (más allá de haber sido inicialmente incorporados al cuerpo
de Cristo como lo analizamos en la lección 1) son expresiones que describen básicamente el mismo
hecho, a saber, recibir de manos de Jesús el poder divino—el mismo que El
experimentó—para vivir, servir y recibir el derramamiento del Espíritu en
nosotros».
En Hechos 6.1–6 encontramos siete hombres extraordinarios a los que
se les había asignado una misión especial. ¿Cuál era esa misión? ¿Qué
establecen los apóstoles como requisito necesario para cumplir esta misión? (v.
3).
1En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración
de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran
desatendidas en la distribución diaria. 2Entonces los doce convocaron a la multitud
de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios,
para servir a las mesas. 3Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a
siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes
encarguemos de este trabajo. 4Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio
de la palabra. 5Agradó la propuesta a toda la multitud; y
eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a
Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes,
orando, les impusieron las manos.
¿Qué dice Hechos 11.24 que constituyó un factor específico en la exitosa exhortación
de Bernabé a la iglesia de Antioquía?
24Porque era varón bueno, y lleno del
Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor
.
Lea Hechos 13.48–52. ¿Qué les sucedió a Pablo y Bernabé a manos de
algunos de los judíos? ¿Cómo respondieron ellos? ¿Qué se establece como un
factor específico en su habilidad para responder? (v. 52)
48Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del
Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. 49Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. 50Pero los judíos instigaron a
mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron
persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. 51Ellos entonces,
sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. 52Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
El bautismo en el Espíritu
Santo
Por lo general, se admite que Lucas no era solamente
un historiador auténtico, sino que su relato histórico nos ofrece al mismo
tiempo teología pura. En otras palabras, cuando vamos al libro de Hechos vemos
cómo reciben inicialmente los creyentes el Espíritu y su plenitud; de la
teología de Lucas acerca de cómo recibir inicialmente la plenitud del Espíritu,
Pablo nos instruye sobre el continuo andar diario (Ro 8.1–8; Ef 5.18). Algunos designan la recepción de la plenitud del
Espíritu, que Lucas describe en su teología, como «el bautismo en el Espíritu Santo», cuyo propósito principal es
obtener poder adicional para el servicio de la humanidad.
Cualquiera sea la forma en que expresemos los relatos
de Lucas, ¿qué podemos advertir por los siguientes pasajes de Hechos acerca del
ungimiento de los creyentes con poder, especialmente para testificar, por parte
del Espíritu Santo? (1.8).
¿Hay algún hilo unificador?
Llenos del Espíritu con
propósito
Como ya notamos, uno de los propósitos de la plenitud
del Espíritu Santo en nuestras vidas, es para servir mejor a la humanidad. De
allí la clara afirmación de Jesús de que «cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo […] me seréis testigos» (Hch 1.8). Lea los siguientes pasajes en Hechos y observe la
actividad específica asociada con la plenitud del Espíritu Santo.
Marcos 16.14–18 representa lo
que algunas veces se llama «un texto discutido». Es decir, hay opiniones
divergentes entre los eruditos bíblicos sobre si formaba parte del manuscrito
original del libro o fue agregado más tarde por algún copista. Hay, sin
embargo, evidencias significativas para sostener que forma parte de las Escrituras
inspiradas. Examine, por ejemplo, las palabras de R.C. Lenski, el gran erudito
luterano:
En cuanto a las evidencias internas, la cuestión es
esta: «¿Delatan estos últimos versículos el hecho de que Marcos no los
escribió, o son tales su lenguaje y su carácter que demuestren que Marcos no
pudo haberlos escrito?» Contestamos rotundamente en sentido negativo. La
admisión general de los críticos es significativa en el sentido de que la
conclusión del Evangelio [de Marcos] muestra una cuidadosa consideración y
armoniza bien con su comienzo, especialmente en el hecho de que se les había
encargado a los apóstoles que fueran a predicar el evangelio en todo el mundo,
y efectivamente fue eso lo que hicieron. Pero esta es una prueba bastante
fuerte de la composición por parte de Marcos de una conclusión tan adecuada.
Cuanto mejor encaje ella tanto más probable es que proceda de Marcos; no es
posible sostener lo contrario.
Bautismo, baptisma. El significado esencial del
«bautismo» es ser sumergido en algo; una persona bautizada en agua resulta
totalmente sumergida en ella. El bautismo en el Espíritu Santo, entonces,
consiste en ser plenamente inmersos en la vida de Jesucristo, permitiéndole
tener el máximo control de nuestras vidas. Luego ese control se manifiesta en
nuestro estilo de vida moral, nuestra devoción a Dios y nuestro servicio para
Él. Si reunimos lo que hemos aprendido hasta este momento en las dos lecciones,
resulta obvio que los escritores del Nuevo Testamento, especialmente Lucas,
quieren que veamos el paralelo entre la obra del Espíritu Santo en la vida de
Jesús y la vida de sus discípulos.
Dos pasajes en Hechos relativos al bautismo en el
Espíritu Santo son objeto de una gran variedad de interpretaciones en la
cristiandad evangélica. Son ellos Hechos 8.14–17 y 19.1–7. Valiéndose de dos o tres comentarios eruditos que se
ocupan de estas controversias, conozca los puntos de conflicto y de qué manera
tratan los evangélicos la diversidad. De especial valor son las siguientes
obras: The Spirit, the Church, and the World [El Espíritu, la Iglesia y el
mundo] de John Stott (lntervarsity Press, Downers Grove, IL, 1990); y The
Charismatic Theology of St. Luke [Teología carismática de San Lucas], de Roger
Stronstad (Hendrickson Publishers, Peabody, MA, 1984).
¿Cómo, entonces, recibimos su plenitud?
Nuestra tendencia natural de querer «hacer algo» para
obtener los regalos gratuitos de Dios hace necesario que veamos cómo obtenemos
el Espíritu y cómo podemos mantener su plenitud. Debemos tener presentes las
palabras de Pablo a los gálatas: «Esto solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan
necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la
carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano.
Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros,
¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?» (3.2–5)
Reunamos a Pablo y a Lucas.
Como ya señalamos, Lucas nos muestra cómo hemos de
recibir inicialmente la plenitud del Espíritu Santo; y Pablo nos instruye en el
andar cotidiano permanente, que incluye el «ser [continuamente] llenos del
Espíritu» (Ef 5.18) y aprender a vivir en El. Exploremos Romanos
8.1–8
para ver qué
podemos descubrir acerca de la vida diaria en el Espíritu.
1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la justicia
de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu. 5Porque los que son de la carne piensan en
las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque
no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
¿De qué nos libera la vida en el Espíritu? (v.2)
¿Cuál es la única manera en que esto se hace posible?
(y. 3)
¿Cuál ha de ser el centro de interés diario de
«quienes viven según el Espíritu»? (v. 5)
¿Cuál es uno de los frutos de vivir en el Espíritu?
(v. 6)
Fe viva
¿Cómo resumiría lo que ha descubierto en este
capítulo? ¿No le hace pensar que Dios quiere que avancemos más allá de nuestro
bautismo inicial en Jesucristo, por medio del Espíritu, hacia una relación más
plena y continua en el Espíritu Santo? ¿Qué parecen indicar los pasajes en el
libro de Hechos acerca de la cualidad de esta dinámica vida en el Espíritu, y
acerca de algunas de las manifestaciones que se esperan? ¿Qué observa en
Romanos sobre la vida continua en el Espíritu que le gustaría ver más desarrollado
en su propia vida? ¿Qué otras demostraciones del poder de su plenitud le
gustaría observar en su vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario