Con sólo decir «espíritu», sin duda, viene a la mente
una variedad de imágenes. Para algunos es sinónimo de mansiones encantadas y
«fantasmas»; para otros se refiere a alguna clase de fuerza vital cósmica. Para
los que aceptan la verdad bíblica, «espíritu» denota: (1) fuerzas demoníacas
inmundas (Mt 12.43); (2) aquella parte del hombre con la que Dios se comunica de manera
más íntima (Ro 8.16); (3) el Espíritu Santo, tercera Persona de la Trinidad—el Espíritu
mismo de Dios (Mt 12.28) y de Jesucristo (2 Co 3.17)—a quien se ve en la Biblia principalmente como el
que lleva a cabo los ministerios del Padre y del Hijo.
La importancia del Espíritu en la vida de Jesús se
advierte por el hecho de que este último comienza su ministerio público con la
recepción del primero (Mt 3.13–17). Lucas describe a Jesús como «lleno
del Espíritu Santo» (4.1) y ministrando «en el poder del
Espíritu» (4.14). Jesús mismo le atribuye el dinamismo de su ministerio (Mt 12.28), un dinamismo que El trasmite directamente a sus
discípulos principales al soplar sobre ellos y decir: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20.22). Esto no es sino el comienzo de lo que Juan el
Bautista profetizó cuando dijo que Jesús «os
bautizará con Espíritu Santo» (Mc 1.8).
¿Quién es esta Persona que llenó de poder a Jesús y
fue dado luego a sus seguidores? ¿Cuáles son sus atributos específicos? ¿Por
qué lo llamó Jesús «otro» Consolador
(Jn 14.16)? ¿Cuál es su relación personal con los creyentes?
Nuestra primera lección explorará la Persona del Espíritu Santo y nuestra
relación personal con El. También aclarará cierta terminología bíblica mal
entendida, con frecuencia, acerca del bautismo del Espíritu Santo, básica para
el resto de nuestro estudio. ¡Exploremos juntos!
La Navidad, la Pascua y el
Espíritu Santo
La Navidad y la Pascua: dos poderosos acontecimientos
que subyacen al cristianismo. El milagro de Dios encarnado sólo se equipara con
la maravilla de la muerte sacrificial y la triunfante resurrección de
Jesucristo. Enviado por el amor del Padre (Jn 3.16) y resucitado «de los muertos por gloria del Padre» (Ro 6.4), el Hijo «se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres[...]
hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2.7, 8). ¿Y qué del Espíritu Santo? Lea lo que sigue y tome
nota de su participación directa tanto en los acontecimientos de la Navidad
como en los de la Pascua.
Espíritu, pneuma. Compare «neumonía», «neumatología»,
«neumático». Respiración, brisa, una corriente de aire, viento, espíritu.
Pneuma es aquella parte de una persona que puede responder a Dios. El Espíritu
Santo es la tercera Persona de la Trinidad, quien nos atrae hacia Cristo, nos convence
de pecado, nos habilita para aceptarlo como nuestro Salvador personal, nos
asegura de nuestra salvación, nos capacita para vivir la vida victoriosa, para
entender la Biblia, para orar de acuerdo con la voluntad de Dios, y para
hablarles de Cristo a otros.
Uno de los rasgos distintivos de la fe cristiana es la
doctrina de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, coexistiendo en la
unidad de la Deidad. Aunque la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia,
el concepto se enseña claramente. Fue reconocida específicamente por Jesús en
su declaración sobre el bautismo cuando ordenó la Gran Comisión (Mt 28.19), y en la bendición de Pablo a los corintios (2 Co 13.14). La confesión de la creencia en la Trinidad aparece
en el Credo Niceno (381 d.C.), y en el Símbolo Romano, una breve afirmación de
fe que se remonta al menos al siglo cuarto. El famoso Credo de los Apóstoles,
formalizado en el siglo sexto, que constituye la base de buena parte de la
doctrina del cristianismo evangélico, establece específicamente: «Creo en Dios Padre Todopoderoso[…] y en
Jesucristo su Hijo[…] y en el Espíritu Santo».
La preocupación de Jesús
Justo antes de su crucifixión, Jesús sintió una
tremenda preocupación por el bienestar de sus discípulos y la futura iglesia. «No se turbe vuestro corazón» (Jn 14.1) fueron sus palabras de consuelo, seguidas de la
siguiente promesa: «Yo rogaré al Padre, y
os dará otro Consolador, para que esté con vosotros siempre» (v. 16).
La hermosura de esta promesa se hace patente cuando
comprendemos el significado de la palabra griega traducida como «otro».
Otro, allos.
Alguien que está junto a uno, otro de la misma clase. La palabra alude a
similitudes, pero también pone de manifiesto diversidad de funciones y
ministerios. El uso que Jesús hace de allos para referirse a otro Consolador
equivale a «uno junto a mí, además de mí
y en adición a mí, aunque exactamente igual a mí, que en mi ausencia hará lo
que yo haría si estuviera físicamente presente con ustedes». La venida del
Espíritu asegura la continuidad de lo que Jesús hizo y enseñó.2 «¡Continuidad de
lo que Jesús hacía y enseñaba!» Con razón Lucas
presenta el libro de Los Hechos como una continuación, por medio de la plenitud
del Espíritu Santo, de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar (Hch 1.1). En Juan 14 Jesús continúa destacando algunos de los conceptos
más valiosos acerca del Espíritu Santo, que son de ayuda para una mayor
comprensión de Él.
Consolador, parakietos. De para, «junto a», y kaleo
«llamar»; de ahí surge el concepto: Llamado a estar a nuestro lado. La palabra
identifica a un intercesor, confortador, ayudador, abogado, consejero. En la
literatura no bíblica, parakietos designaba a un abogado que acude a la corte
en representación del otro. El Espíritu Santo guía a los creyentes a una mayor
comprensión de las verdades del evangelio. Además de una ayuda y una guía, da
la fortaleza para soportar la hostilidad de los sistemas humanos.
LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
(Hechos 2.4)
En el principio
• Presente y activo en la creación, moviéndose sobre
el caos (Gn 1.2)
En el Antiguo Testamento
• El origen de poderes sobrenaturales (Gn 41.38)
• El dador de las habilidades artística (Éx 31.2–5)
• La fuente de fuerza y poder (Jue 3.9, 10)
• La inspiración de la profecía (1 S 19.20, 23)
• El mediador del mensaje de Dios (Miq 3.8)
Profecía en el Antiguo Testamento
• La limpieza del corazón para una vida en santidad (Ez 36.25–29)
El Nuevo Testamento ve en el Espíritu Santo a aquel
que da testimonia de que el Cristo resucitado mora en los creyentes.
En la salvación
• Nos convence al creyente (Tit 3.5)
• Regenera al creyente (Tit 3.5)
• Santifica al creyente (2 Ts 2.13)
• Mora en la vida creyente (Jn 14.17; Ro 8.9–11)
En el Nuevo Testamento
• Enseña la verdad espiritual (Jn 14.26; 16, 13; 1 Co 2.13–15)
• Glorifica a Cristo (Jn 16.14)
• Derrama su poder sobre quien proclama el evangelio (Hch 1.8)
• Llena a los creyentes (Hch 2.4)
• Derrama el poder de Dios en el corazón (Ro 5.5)
• Hace posible que los creyentes anden en santidad (Ro 8.1–8; Gl 5.16–25)
• Intercede por los pecadores (Ro 8.26)
• Imparte los dones del ministerio (1 Co 12.4–11)
• Fortalece el ser interior (Ef 3.16).
En la Palabra escrita
• Inspiró las Sagradas Escrituras (2 Ti 3.16; 2 P 1.21)
¡Deténgase… antes de proseguir!
La pasión por la plenitud del Espíritu puede llevarnos a olvidar que se
trata de una Persona y no una fuerza. No debemos permitir que eso suceda. Como
tercera Persona de la Deidad, el Espíritu debe retener siempre la posición que
le corresponde como deidad,
La relación personal del
Espíritu con usted
¿Está convencido ahora más que nunca de que el
Espíritu Santo es una Persona maravillosa? Eso esperamos. Pero, ¿cuál es
nuestra posición como cristianos en relación con El? Antes de sondear su
plenitud en nuestras vidas, necesitamos comprender su relación fundamental con
nosotros. ¿Qué sucede entre el Espíritu Santo y la persona cuando se convierte?
Investiguemos nuevamente.
Según Jesús, ¿cómo nos vinculamos con el Espíritu
Santo? Jn
3.5)
Sondeo a profundidad
En 1 Corintios 12.13 Pablo escribe que «por un sólo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo». Con
referencia a este versículo, dice Don Pickerill: «La fórmula gramatical griega
que se usa aquí es similar a la de otros pasajes que hablan de ser “bautizados con el Espíritu Santo” (véanse Mt 3.11; Mc 1.8; Lc 3.16; Jn 1.33; Hch 1.5; 11.16). Mientras que el bautismo del Espíritu alude a una
realidad primaria para los creyentes, Pablo sigue recomendando la experiencia
de llenarse del Espíritu (Ef 5.18) lo cual incluye las manifestaciones» enumeradas en 1 Corintios 12.8–11.5
En otras palabras, básicamente, el bautismo del
Espíritu Santo significa convertirse, ser incorporado al cuerpo de Cristo.
«Debería entenderse que por “bautismo en el Espíritu Santo” el carismático o pentecostal tradicional no se
refiere a ese bautismo del Espíritu que se produce en la conversión, por medio
del cual el creyente es incorporado al cuerpo de Cristo por la fe en su obra
redentora en la cruz».
Espíritu Santo, obra en mi
vida
Aunque todo nuestro estudio trata de lo que el
Espíritu Santo realiza en nuestras vidas, hay algunas obras fundamentales que
debemos destacar antes de seguir adelante.
¿Cuál es una de las tareas básicas del Espíritu en la
vida del cristiano? (Ro 8.16; Gl 4.6)
Efesios. 3:16. Señala que el Espíritu es el que manifiesta el poder
en la vida del creyente. El Espíritu y el poder son términos que se unen a
menudo en los escritos de Pablo. Lea los versículos siguientes y observe lo que
asocia con «el Espíritu y el poder».
1 Corintios 2.4
Fe viva
¿Qué ha aprendido que le haya resultado nuevo? ¿Qué ha
tenido que reenfocar? ¿Puede ver con claridad que todo cristiano, incluso
usted, tiene el Espíritu Santo en persona? ¿Cómo debería esto afectar su forma
de preguntarles a otros cristianos si «tienen el Espíritu» o si han sido o no
«bautizados con el Espíritu»?
¿Qué le parece si comienza agradeciéndole a Dios por
el Espíritu Santo en su vida? El Espíritu constituye un regalo precioso que nos
ha traído la salvación; como tal, debemos expresar nuestro aprecio por este
bautismo inicial antes de buscar un bautismo más pleno de parte de Él.
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