domingo, 23 de septiembre de 2018

Lección 1 El Espíritu Santo y usted



Con sólo decir «espíritu», sin duda, viene a la mente una variedad de imágenes. Para algunos es sinónimo de mansiones encantadas y «fantasmas»; para otros se refiere a alguna clase de fuerza vital cósmica. Para los que aceptan la verdad bíblica, «espíritu» denota: (1) fuerzas demoníacas inmundas (Mt 12.43); (2) aquella parte del hombre con la que Dios se comunica de manera más íntima (Ro 8.16); (3) el Espíritu Santo, tercera Persona de la Trinidad—el Espíritu mismo de Dios (Mt 12.28) y de Jesucristo (2 Co 3.17)—a quien se ve en la Biblia principalmente como el que lleva a cabo los ministerios del Padre y del Hijo.


La importancia del Espíritu en la vida de Jesús se advierte por el hecho de que este último comienza su ministerio público con la recepción del primero (Mt 3.13–17). Lucas describe a Jesús como «lleno del Espíritu Santo» (4.1) y ministrando «en el poder del Espíritu» (4.14). Jesús mismo le atribuye el dinamismo de su ministerio (Mt 12.28), un dinamismo que El trasmite directamente a sus discípulos principales al soplar sobre ellos y decir: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20.22). Esto no es sino el comienzo de lo que Juan el Bautista profetizó cuando dijo que Jesús «os bautizará con Espíritu Santo» (Mc 1.8).

¿Quién es esta Persona que llenó de poder a Jesús y fue dado luego a sus seguidores? ¿Cuáles son sus atributos específicos? ¿Por qué lo llamó Jesús «otro» Consolador (Jn 14.16)? ¿Cuál es su relación personal con los creyentes? Nuestra primera lección explorará la Persona del Espíritu Santo y nuestra relación personal con El. También aclarará cierta terminología bíblica mal entendida, con frecuencia, acerca del bautismo del Espíritu Santo, básica para el resto de nuestro estudio. ¡Exploremos juntos!

La Navidad, la Pascua y el Espíritu Santo


La Navidad y la Pascua: dos poderosos acontecimientos que subyacen al cristianismo. El milagro de Dios encarnado sólo se equipara con la maravilla de la muerte sacrificial y la triunfante resurrección de Jesucristo. Enviado por el amor del Padre (Jn 3.16) y resucitado «de los muertos por gloria del Padre» (Ro 6.4), el Hijo «se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres[...] hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2.7, 8). ¿Y qué del Espíritu Santo? Lea lo que sigue y tome nota de su participación directa tanto en los acontecimientos de la Navidad como en los de la Pascua.

Espíritu, pneuma. Compare «neumonía», «neumatología», «neumático». Respiración, brisa, una corriente de aire, viento, espíritu. Pneuma es aquella parte de una persona que puede responder a Dios. El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad, quien nos atrae hacia Cristo, nos convence de pecado, nos habilita para aceptarlo como nuestro Salvador personal, nos asegura de nuestra salvación, nos capacita para vivir la vida victoriosa, para entender la Biblia, para orar de acuerdo con la voluntad de Dios, y para hablarles de Cristo a otros.

Uno de los rasgos distintivos de la fe cristiana es la doctrina de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, coexistiendo en la unidad de la Deidad. Aunque la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, el concepto se enseña claramente. Fue reconocida específicamente por Jesús en su declaración sobre el bautismo cuando ordenó la Gran Comisión (Mt 28.19), y en la bendición de Pablo a los corintios (2 Co 13.14). La confesión de la creencia en la Trinidad aparece en el Credo Niceno (381 d.C.), y en el Símbolo Romano, una breve afirmación de fe que se remonta al menos al siglo cuarto. El famoso Credo de los Apóstoles, formalizado en el siglo sexto, que constituye la base de buena parte de la doctrina del cristianismo evangélico, establece específicamente: «Creo en Dios Padre Todopoderoso[…] y en Jesucristo su Hijo[…] y en el Espíritu Santo».

La preocupación de Jesús


Justo antes de su crucifixión, Jesús sintió una tremenda preocupación por el bienestar de sus discípulos y la futura iglesia. «No se turbe vuestro corazón» (Jn 14.1) fueron sus palabras de consuelo, seguidas de la siguiente promesa: «Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros siempre» (v. 16).

La hermosura de esta promesa se hace patente cuando comprendemos el significado de la palabra griega traducida como «otro».

Otro, allos. Alguien que está junto a uno, otro de la misma clase. La palabra alude a similitudes, pero también pone de manifiesto diversidad de funciones y ministerios. El uso que Jesús hace de allos para referirse a otro Consolador equivale a «uno junto a mí, además de mí y en adición a mí, aunque exactamente igual a mí, que en mi ausencia hará lo que yo haría si estuviera físicamente presente con ustedes». La venida del Espíritu asegura la continuidad de lo que Jesús hizo y enseñó.2 «¡Continuidad de lo que Jesús hacía y enseñaba!» Con razón Lucas presenta el libro de Los Hechos como una continuación, por medio de la plenitud del Espíritu Santo, de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar (Hch 1.1). En Juan 14 Jesús continúa destacando algunos de los conceptos más valiosos acerca del Espíritu Santo, que son de ayuda para una mayor comprensión de Él.

Consolador, parakietos. De para, «junto a», y kaleo «llamar»; de ahí surge el concepto: Llamado a estar a nuestro lado. La palabra identifica a un intercesor, confortador, ayudador, abogado, consejero. En la literatura no bíblica, parakietos designaba a un abogado que acude a la corte en representación del otro. El Espíritu Santo guía a los creyentes a una mayor comprensión de las verdades del evangelio. Además de una ayuda y una guía, da la fortaleza para soportar la hostilidad de los sistemas humanos.

LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO (Hechos 2.4)


En el principio 

• Presente y activo en la creación, moviéndose sobre el caos (Gn 1.2)
En el Antiguo Testamento 
• El origen de poderes sobrenaturales (Gn 41.38) 
• El dador de las habilidades artística (Éx 31.2–5) 
• La fuente de fuerza y poder (Jue 3.9, 10)  
• La inspiración de la profecía (1 S 19.20, 23) 
• El mediador del mensaje de Dios (Miq 3.8)
Profecía en el Antiguo Testamento 
• La limpieza del corazón para una vida en santidad (Ez 36.25–29)
El Nuevo Testamento ve en el Espíritu Santo a aquel que da testimonia de que el Cristo resucitado mora en los creyentes.
En la salvación 
• Nos convence al creyente (Tit 3.5) 
• Regenera al creyente (Tit 3.5) 
• Santifica al creyente (2 Ts 2.13) 
• Mora en la vida creyente (Jn 14.17; Ro 8.9–11)

En el Nuevo Testamento 
• Enseña la verdad espiritual (Jn 14.26; 16, 13; 1 Co 2.13–15) 
• Glorifica a Cristo (Jn 16.14) 
• Derrama su poder sobre quien proclama el evangelio (Hch 1.8) 
• Llena a los creyentes (Hch 2.4) 
• Derrama el poder de Dios en el corazón (Ro 5.5) 
• Hace posible que los creyentes anden en santidad (Ro 8.1–8; Gl 5.16–25) 
• Intercede por los pecadores (Ro 8.26) 
• Imparte los dones del ministerio (1 Co 12.4–11) 
• Fortalece el ser interior (Ef 3.16).
En la Palabra escrita 
• Inspiró las Sagradas Escrituras (2 Ti 3.16; 2 P 1.21)

¡Deténgase… antes de proseguir!

La pasión por la plenitud del Espíritu puede llevarnos a olvidar que se trata de una Persona y no una fuerza. No debemos permitir que eso suceda. Como tercera Persona de la Deidad, el Espíritu debe retener siempre la posición que le corresponde como deidad,

La relación personal del Espíritu con usted


¿Está convencido ahora más que nunca de que el Espíritu Santo es una Persona maravillosa? Eso esperamos. Pero, ¿cuál es nuestra posición como cristianos en relación con El? Antes de sondear su plenitud en nuestras vidas, necesitamos comprender su relación fundamental con nosotros. ¿Qué sucede entre el Espíritu Santo y la persona cuando se convierte? Investiguemos nuevamente.
Según Jesús, ¿cómo nos vinculamos con el Espíritu Santo? Jn 3.5)

Sondeo a profundidad


En 1 Corintios 12.13 Pablo escribe que «por un sólo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo». Con referencia a este versículo, dice Don Pickerill: «La fórmula gramatical griega que se usa aquí es similar a la de otros pasajes que hablan de ser “bautizados con el Espíritu Santo” (véanse Mt 3.11; Mc 1.8; Lc 3.16; Jn 1.33; Hch 1.5; 11.16). Mientras que el bautismo del Espíritu alude a una realidad primaria para los creyentes, Pablo sigue recomendando la experiencia de llenarse del Espíritu (Ef 5.18) lo cual incluye las manifestaciones» enumeradas en 1 Corintios 12.8–11.5

En otras palabras, básicamente, el bautismo del Espíritu Santo significa convertirse, ser incorporado al cuerpo de Cristo. «Debería entenderse que por “bautismo en el Espíritu Santo” el carismático o pentecostal tradicional no se refiere a ese bautismo del Espíritu que se produce en la conversión, por medio del cual el creyente es incorporado al cuerpo de Cristo por la fe en su obra redentora en la cruz».

Espíritu Santo, obra en mi vida

Aunque todo nuestro estudio trata de lo que el Espíritu Santo realiza en nuestras vidas, hay algunas obras fundamentales que debemos destacar antes de seguir adelante.
¿Cuál es una de las tareas básicas del Espíritu en la vida del cristiano? (Ro 8.16; Gl 4.6)

          Efesios. 3:16. Señala que el Espíritu es el que manifiesta el poder en la vida del creyente. El Espíritu y el poder son términos que se unen a menudo en los escritos de Pablo. Lea los versículos siguientes y observe lo que asocia con «el Espíritu y el poder».
1 Corintios 2.4

Fe viva

¿Qué ha aprendido que le haya resultado nuevo? ¿Qué ha tenido que reenfocar? ¿Puede ver con claridad que todo cristiano, incluso usted, tiene el Espíritu Santo en persona? ¿Cómo debería esto afectar su forma de preguntarles a otros cristianos si «tienen el Espíritu» o si han sido o no «bautizados con el Espíritu»?

¿Qué le parece si comienza agradeciéndole a Dios por el Espíritu Santo en su vida? El Espíritu constituye un regalo precioso que nos ha traído la salvación; como tal, debemos expresar nuestro aprecio por este bautismo inicial antes de buscar un bautismo más pleno de parte de Él.

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