Antes de ser cristiano, tal vez oraste antes de comer o en fiestas religiosas o durante tiempos de crisis. Sin embargo, como creyente, la oración debe ser parte de tu vida. La oración ya no es más una opción sino parte integral de todo lo que haces.
Cuando integras la oración a cada aspecto de tu vida, no siempre verás oraciones contestadas de la manera que deseas. Cuando esto sucede, es fácil desanimarse y dejar de orar. Pero Jesús nos ordena orar y nunca abandonar la oración (Lucas. 18:1). "Les refirió también una parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar". También Pablo instruye a los creyentes que "nunca dejen de orar" (1 Tesalonicenses. 5:17). "Orad sin cesar". Cuando fallamos en orar, perdemos una de las mayores bendiciones de la vida cristiana, la comunión con Dios, la fuente de poder para nuestra vida. Además, estamos en contra de lo que Dios nos ha instruido hacer.