Hace algún tiempo, en una
reunión de oración de una iglesia local, uno de los cristianos recién
convertidos oró de la manera siguiente: « ¡Dios mío! Por favor, has algo; por
favor, has algo! » El pastor no interrumpió la oración, pero después de la
reunión le aconsejó al joven lo siguiente: «Hijo, no es necesario que te
dirijas a Dios de manera tan indefinida. Él es Dios que hace y mantiene el
pacto. Puedes pedir y recibir del Señor cualquiera de sus bendiciones y
beneficios preciosos revelados en su Santa Palabra. La Biblia contiene cientos
de tales promesas».