domingo, 16 de septiembre de 2018

Venzamos la atadura del sexo.



No es ningún pecado sentirse atraído por el otro sexo. Pero la atracción inocente puede rápidamente transformarse en enamoramiento que lleva a la obsesión mental. David vio que Betsabé era hermosa, pero no buscó a Dios para tratar de escapar. Pasó por encima de un límite moral cuando envió a alguien a preguntar por ella (ver 2Samuel. 11:2-3). La debilidad de David podría haber contribuido a la obsesión de Amnón por Tamar: "Absalón hijo de David tenía una hermana hermosa que se llamaba Tamar. Y aconteció después de esto que Amnón hijo de David se enamoró de ella. (2 Samuel: 13:1)". Salomón advirtió en Proverbios. (Proverbios: 6:25-26). "25No codicies su belleza en tu corazón, ni te atrape ella con sus ojos, ni te cautive con sus parpados, 26porque el aspecto de una prostituta es como el de una torta de pan. La mujer caza la preciosa alma del varón". La fantasía sexual en la mente de Amnón, la había saboreado tantas veces, que estaba físicamente enfermo.


No es pecado ser tentado, y cuando somos tentados Dios provee una manera de escapar (ver 1Corintios. 10:13). Pero perdemos esa oportunidad cuando continuamos albergando pensamientos lujuriosos en nuestra mente. Santiago dice: "14sino que cada cual este atado por su propio deseo, y es seducido al desear ardientemente; 15y cuando la pasión a concebido, da a luz el pecado, y una vez que el pecado ha sido CONSUMADO, da a luz la MUERTE”. (Santiago. 1:14-15). Amnón probablemente ya hacía un tiempo que tenía una relación sexual con Tamar en su propia mente. Sus pensamientos obsesivos clamaban por expresarse. Por lo tanto Amnón y su amigo Jonadab hicieron un plan para llevar a Tamar a la cama de Amnón (ver 2Samuel. 13:3-5).

Una vez que el plan para cumplir con las demandas de la lujuria se ponen en movimiento, rara vez puede detenerse. Amnón había perdido el control, y donde no hay dominio propio, toda razón se ha ido. La obsesión sexual de Amnón lo había reducido a una rebanada de pan; estaba imposibilitado para detener el tren de alta velocidad de sus deseos. Tamar trato de razonar con Amnón, pero él era "uno de los perversos de Israel" (v 13). Amnón la violó sin pensar en el daño que les traería a ambos. "Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con el que la había amado" (v. 15).

Las personas esclavas odian el pecado que los controla. Luego de consumir todo, los alcohólicos tiran la botella contra la pared con disgusto, tan solo para comprar otra, cuando vuelven los deseos. La lujuria no puede ser satisfecha. Cuanto más la alimenta, más crece. Cuando apenas empieza, uno puede sentirse estimulado sexualmente por una mirada sensual o un simple roce. La corriente de un pensamiento lujurioso o un encuentro sexual llevan a una experiencia eufórica que no dura.

Un sentido de culpa y vergüenza es lo que sigue, pero internamente hay un deseo de tener nuevamente esa experiencia de euforia. Cada exposición que se repite lleva a una mayor degradación sexual para poder alcanzar esa misma experiencia de euforia. El espiral descendente de culpa y vergüenza lleva a una mayor esclavitud, enfermedad y muerte.

Entre el año 2004 la mitad de aquellos que están alrededor de los 20 años tienen una enfermedad incurable de transmisión sexual. Escriba la palabra "SEXO" para que se inicie la búsqueda, y encontrará ciento ochenta millones de sitios. La mitad de las personas que se quedan en los hoteles, miran canales pornográficos. Hay ocho cientos millones de DVD o videos de películas para adultos, disponible para una población de trecientos millones de personas.

Al joven simple de esta historia le faltaba entendimiento (Proverbios. 7:7). No tenía la menor idea de que su integridad le costaría la vida (vv. 22-23). La mujer que lo sedujo estaba vestida como una prostituta, supuestamente religiosa (v. 14), y casada (v. 19). El hombre sabio habría visto el peligro y discernido inmediatamente de que las intenciones de ella no eran buenas. La persona simple no considera las consecuencias del pecado. El necio busca únicamente la gratificación inmediata. En el comienzo del siglo XXI el síndrome inmunológico deficitario adquirido –sida- es la enfermedad más incurable del mundo, pero fácilmente es la que más puede prevenirse. Todo lo que tiene que hacer es abstenerse. Aun así millones mueren cada año por el sida.

Tirar su vida, su carrera, su matrimonio y su reputación por unos pocos minutos de placer sexual, es totalmente irracional.

Jesús nos dice:

    Jesús y el adulterio

“27Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”.
Mateo. 5:27-30.

Jesús ilustra gráficamente la seriedad del pecado sexual, y deberíamos estar dispuestos a sacrificar lo que sea para evitar pagar un costo mucho mayor por las inevitables consecuencias del adulterio, la enfermedad y la muerte.

Ahora, todos sabemos que nuestros ojos y manos no son los culpables cuando pecamos. Todos podríamos contarnos partes del cuerpo, y aun así no hubiéramos resuelto el problema. Jesús explica en el versículo previo que si hemos mirado codiciosamente a otro u otra, ya hemos cometido adulterio en nuestros corazones. La mirada es la evidencia, no la causa. En el Sermón del Monte Jesús enseña que la justicia genuina es un asunto del corazón, y no el resultado de forma externa. “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo. 5:20). Prevenir el asesinato  (Mateo. 5:21-26) y el adulterio (Mateo. 5:27-32), requiere una transformación de nuestros corazones y la renovación de nuestras mentes.

La salvación no mejora nuestra vieja naturaleza. La salvación nos hace una nueva creación en Cristo y participantes de la divina naturaleza (2Pedro. 1:4). “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas. 5:24).  En Cristo tenemos el potencial para no pecar, pero hay tres requerimientos. Primero, debemos elegir creer la verdad y arrepentirnos de nuestros pecados. Segundo, abstenernos de cometer pecados sexuales; tenemos que vivir por el Espíritu y no satisfacer los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa (Gálatas. 5:16). Tercero, debemos renovar nuestras mentes y “llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo” (2Corintios. 10:5).

El avivamiento que sucedió bajo el reinado de Ezequías es un modelo de arrepentimiento para la iglesia, y un anticipo del evangelio. En primer lugar, consagró a los sacerdotes y limpió el Templo (2Crónicas. 29:15-16). Como creyentes del Nuevo Testamento, somos sacerdotes y nuestros cuerpos son templos de Dios. Luego Ezequías mandó a hacer la ofrenda por el pecado. La ofrenda por el pecado era solamente de sangre. El cadáver del animal sacrificado era desechado fuera de las paredes de la ciudad. Jesús es una ofrenda por el pecado. Luego de derramar su sangre, su cuerpo fue enterrado fuera de las paredes de la ciudad.

Luego Ezequías ordeno la ofrenda quemada, que sacrificaba el cuerpo entero del animal. Cuando Ezequías ordenó la ofrenda quemada, la música comenzó en el templo (V. 27). En el Nuevo Testamento nosotros somos la ofrenda quemada: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional (Romanos. 12:1). No es suficiente saber que nuestros pecados son perdonados. Debemos rendirnos a Dios como sacrificio viviente, entonces comienza la música en nuestros templos a medida que él nos llena con su Espíritu. Se cumplirá que estaremos “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y canticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios. 5:19).

Como creyente debemos considerarnos vivos en Cristo y muertos al pecado: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias” (Romanos. 6:12). Esa es nuestra responsabilidad; y el siguiente versículo nos dice cómo, incluyendo una instrucción negativa y dos positivas:

 13ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.
(Romanos. 6:13)

.El avivamiento personal y la victoria vienen cuando limpiamos nuestro templo a través de un genuino arrepentimiento, eligiendo consagrarnos nosotros y nuestros cuerpos a Dios como instrumentos de justicia.

El pecado sexual involucra el uso de nuestros cuerpos como instrumentos de injusticia. Cuando lo hacemos, permitimos que el pecado reine en nuestro cuerpo mortal. Gracias a Dios nuestros pecados son perdonados en Cristo, pero la música no comenzará en nuestro templo hasta que nos arrepintamos completamente. La confesión es el primer paso en el arrepentimiento, pero eso en sí mismo no resuelve la trampa del pecado. Necesitamos renunciar a cada uso que damos a nuestros cuerpos como instrumentos de injusticia, y luego someter nuestros cuerpos a Dios como sacrificio vivo.

El proceso está completo cuando nos hemos sometido completamente a Dios y resistido al diablo (Santiago. 4:7). Si hemos tratado con la trampa del pecado y rendimos nuestros cuerpos a Dios como sacrificio vivo (Romanos. 12:1), entonces el proceso de ser transformados por la renovación de nuestra mente, de acuerdo a Romanos. 12:2 es posible.  
Algunos corintios creían que el cuerpo no era importante, por ser transitorio. Por otro lado, pensaban que comer y ser promiscuos no tenía incidencia en su vida espiritual. Pablo se opone y dice: “Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo” (1Corintios. 6:13). Como creyentes, nuestros cuerpos son templo de Dios y miembros de Cristo mismo. Hemos sido comprados por la sangre del cordero; por lo tanto, nuestro cuerpo, alma y espíritu le pertenecen.

Cada cristiano está unido a Dios y un espíritu es con Él. De esta manera se crea un poderoso sentido de conflicto interior para estar espiritualmente unido a Dios y, al mismo tiempo, físicamente a una prostituta. De acuerdo a Pablo, dos se vuelven una sola carne como resultado de una unión sexual (1Corintios. 6:16).esto no significa que están casados, dado que el casamiento es un compromiso mutuo hecho de acuerdo a las leyes del Estado. Para los creyentes el matrimonio es también una unión espiritual al transformarse en uno con Cristo. Transformarse en una carne en este pasaje, quiere decir un hombre y una mujer que se han unido físicamente. También implica que algún tipo de atadura inmoral se ha producido. Pablo explica que usar nuestros cuerpos como instrumentos de injusticia, permite que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales (Romanos. 6:12-14).

Las trampas de los pecados sexuales se manifiestan de una manera que es común observar. En primer lugar el sexo promiscuo antes del matrimonio lleva a una carencia de plenitud sexual luego del casamiento. En segundo lugar, un creyente que esta sexualmente unido con un no creyente, queda atado, de tal manera que el cristiano no puede escapar sin un genuino arrepentimiento. Tercero, cuando un creyente ha sido violado sexualmente antes del matrimonio contra su voluntad (violación e incesto), esto afecta su capacidad de desempeñarse libremente en el matrimonio. Las mujeres que han sido violadas sexualmente, han quedado con la impresión de que el sexo es sucio, y no pueden soportar que las toquen ni aun sus cónyuges. Alguien ha usado su cuerpo como instrumento de injusticia y violado su templo.

Pero el efecto opuesto ocurre en aquellos que voluntariamente han tenido sexo con miembros de la familia antes del matrimonio. Estas personas no pueden tener satisfacción sexual, y continuamente buscan plenitud sexual con múltiples parejas.

No existen garantías de que usted no puede ser violado sexualmente durante su vida. Pero el evangelio le asegura que ninguno tiene que permanecer como víctimas para siempre. Puede renunciar a ese mundo sexual de su cuerpo con la otra persona. Pide a Dios que quiebre ese lazo y luego entregue su cuerpo a Dios como sacrificio vivo. Y por el bien de su propia libertad y relación con Dios, necesita perdonar a la persona que lo violó.

Las personas se engañan, si piensan que puedan pecar sexualmente y no sufrir consecuencias eternas. El pecado secreto en la Tierra es escándalo abierto en los cielos. Establecer el concepto “solo para adultos” en los Estados Unidos, ha implicado que exista un estándar de moral diferente para los adultos que para los hijos, lo cual no es cierto. Si algo esta moralmente mal para los hijos, es moralmente incorrecto para los adultos.     

   18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca”.
1 Corintios. 6:18.

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