Autor
desconocido
LOS
PRESIDENTES, reyes y otros gobernantes deben ser honrados y debemos orar por
ellos. Así lo plantearon los apóstoles Pedro y Pablo en sus escritos, y ellos
vivían bajo el gobierno del Imperio Romano. Pero nunca debemos olvidar que el
único que merece nuestro absoluto honor y completa alianza es el Rey de reyes y
Señor de señores.
Este
himno apareció publicado de manera anónima en 1757 en el himnario de George
Whitefield. Generalmente se le atribuye a Carlos Wesley, pero posiblemente fue
publicado anónimamente por alguna buena razón. Los estudiosos piensan que
Wesley este himno como una imitación al himno nacional «Dios salve a nuestro
honorable rey». Este himno nacional había sido escrito recientemente y se había
popularizado a través de Inglaterra. Podría ser que este himno era la forma de
Wesley de mantener las prioridades en orden.
Sea
que el autor estaba tratando de recordarnos que hay un Rey todopoderoso que es
más grande que todo rey humano, o sea que solo estaba escribiendo un himno
especial para el domingo de la Trinidad, este es un gran himno que noblemente
alaba a nuestro Señor soberano.
¡OH
PADRE, ETERNO DIOS!
¡Oh,
Padre, eterno Dios!
Alzamos
nuestra voz,
En
gratitud
De
cuanto tú nos das,
Con
sin igual amor,
Hallando
nuestra paz,
En
ti, Señor.
¡Bendito
Salvador!
Te
damos con amor,
El
corazón;
Y
tú nos puedes ver,
Que
humildes a tu altar,
Venimos
a ofrecer,
Preciso
don.
¡Espíritu
de Dios!
Escucha
nuestra voz,
Y
tu bondad
Derrame
en nuestro ser,
Divina
claridad,
Para
poder vivir
En
santidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario