La
acción del bautismo se expresa en el Nuevo Testamento con el verbo griego
baptídzo (intensivo de bápto), y sus derivados, que significa introducir en el
agua, sumergir o lavar con agua.
ORIGEN
Los
baños y Lavamientos sagrados eran comunes en las religiones vecinas a Israel
a.C., pero el bautismo del Nuevo Testamento tiene sus antecedentes inmediatos
en el Antiguo Testamento y el judaísmo intertestamentario. La Ley prescribía
varios lavamientos con agua (Éx 29.4; 30.20; 40.12; Lv 15; 16.26, 28; 17.15;
22.4, 6; Nm 19.8; etc.), y también los profetas hablaron de lavamientos
presentes (Is 1.16; cf. Sal 51.2, 7) y futuros (Is 52.15, RV-1909; Ez 36.25,
26; Jl 2.23, 28; Zac 13.1; etc.; cf. 1 Co 10.2). El bautismo se prescribió a
los prosélitos (quizás a.C.) para incorporar a los gentiles en la comunidad
judaica. También lo practicaron los Esenios.
SIGNIFICADO
El
bautismo en el Nuevo Testamento es la puerta de entrada a la comunidad del
nuevo Pacto, que permite a los que pasan por ella experimentar los beneficios
de dicho pacto.
Juan
el Bautista insistió en que se bautizaran los judíos. E Cristo se sometió al
bautismo con el que inició su identificación pública con los pecadores,
identificación que culminó en la cruz (Mt 3; Mc 1.9–11; Lc 3.1–22; Jn 1.19–34;
cf. Mc 10.38, 39).
Como
señal inicial para el miembro agregado al Pueblo del nuevo pacto, el bautismo
reemplazó a la Circuncisión (Col 2.11, 12) y llegó a implicar tanto los
requisitos como los beneficios del pacto.
Juan
el Bautista insistía en el Arrepentimiento (que incluía una confesión pública
de pecado) y les prometía a los bautizados el Perdón de sus pecados. El
bautismo cristiano vino a señalar un segundo beneficio básico: el don del
Espíritu Santo y su poder regenerador (Mc 1.8; Hch 1.5; 2.38; 10.47; cf. Jn
3.5; Tit 3.5). Al igual que la circuncisión (Ro 4.11), al bautismo le precedía
(al menos en el caso de los adultos) la fe (Hch 8.12, 13; 16.31–34; 18; etc.). El
Cristo lo instituyó en obligatorio para todos sus discípulos (Mt 28.19).
Pablo
utilizó los requisitos y beneficios del bautismo para combatir varios problemas
de las nuevas iglesias. En Gálatas combatió el legalismo afirmando que el
entendimiento del bautismo era señal de la Justificación por la fe (3.24–27).
En Romanos, al condenar el Libertinaje, insistió en que una recta comprensión
del bautismo excluía el abuso de la abundante gracia de Dios y exigía la más
dura lucha contra los deseos pecaminosos (6.1–14; cf. Mc 1.12, 13). En Romanos
6 también se destaca que mediante el bautismo se identifica el creyente con el Cristo,
tanto en su muerte como también en su resurrección.
A
las divisiones carnales de los corintios el apóstol opone el bautismo como
señal de la unidad cristiana (1 Co 1.13–17; 12.13; cf. Ef 4.5 y Gl 3.27, 28).
Cuando a los colosenses los atrajo un tipo de Gnosticismo que les prometía
salvación por un conocimiento secreto, Pablo les recordó el bautismo que les
unió a al Cristo, fuente de la plenitud de la sabiduría de Dios. También se
refirió al bautismo en su consejo matrimonial (Ef 5.26) y para promover el celo
en hacer buenas obras (Tit 3.5).
Pedro
menciona el bautismo con respecto al problema de las conciencias intranquilas a
causa de la persecución (1 P 3.21) y el autor de hebreos para estimular a la
oración (10.22).
PROBLEMAS
La
mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que el bautismo común en la
iglesia primitiva era por inmersión, aunque reconocen también que la palabra
empleada en el mandamiento tiene a veces un sentido más amplio y general (p.
ej., Lc 11.38).
El
problema práctico más agudo relacionado con este tema es el del bautismo de los
párvulos hijos de creyentes. Algunos enseñan que se deben esperar hasta que los
hijos hagan su propia confesión de fe, porque no consta en el Nuevo Testamento
que se bautizaran a los niños. Otros opinan que la unidad del pacto y la
analogía de la circuncisión justifican el bautismo de los niños de creyentes,
como expresión de la fe de los padres, sujeta, desde luego, a la posterior
confirmación de los hijos mismos.
Relacionado
con lo anterior, está el problema del significado preciso del bautismo. Por
ejemplo, ¿es el bautismo un acto humano de confesión, puramente simbólico? ¿Es
un acto divino, sacramental, por el cual Dios comunica su gracia y presencia
personal mediante la fe como en el caso de un sermón? ¿Puede ser un instrumento
por el que Dios crea la fe y salva al individuo? Los textos bíblicos citados en
esta discusión se han interpretado de varias maneras (Mc 1.8; Jn 3.5; Hch 2.38;
10.47; 1 Co 1.17; Ef 5.26; Tit 3.5, 6; 1 P 3.21).
Aunque
el interés natural del lector moderno casi inevitablemente gira en torno a los
problemas de interpretación en los diversos sectores del cristianismo, es
importante notar que el Nuevo Testamento, como se ha señalado, subraya otros
aspectos del bautismo.
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