sábado, 10 de noviembre de 2018

L- El Ayudador divino



Juan (14.15–16.33)

• «Ni me imagino cómo hacer este problema de matemática. Mamá, ¿podrías ayudarme?»

• «Si mi jefe me ofende una sola vez más, voy a renunciar. No necesito sus críticas, sino su ayuda».

• «Mi esposo no es como muchos otros esposos que conozco. Realmente comparte la carga del hogar. Si no lo hiciera, creo que provocaría una gran tensión a nuestro matrimonio, pues los dos trabajamos fuera».


• «Mis dos hijas aman el sóftbol. Pero la menor progresa más rápido y ya empieza a ser un poco mejor que su hermana mayor, porque su entrenador hace trabajar más al equipo y, al mismo tiempo, sabe cuándo hacer un alto y felicitarlas por lo que han logrado. En una ocasión mi hija mayor dijo que desearía que su entrenador se pareciera más al de su hermana. Yo también lo quisiera».

Todos necesitamos que nos ayuden. Desde nuestra concepción, dependemos de una cantidad incalculable de personas para que nos provean alimento, refugio, vestimenta, seguridad económica, educación, empleo, entretenimiento, comprensión y crecimiento espirituales… prácticamente todo lo que necesitamos en la vida. A veces vivimos con el mito de que podemos llegar a ser totalmente independientes, descansando sólo en nuestras habilidades para obtener y hacer lo que queremos. Sin embargo, en realidad somos cualquier cosa menos independientes; y eso nunca lo podremos cambiar. Nadie puede existir solo o sin ayuda; los ayudadores nos rodean a cada paso. Por supuesto, podemos recibir una mala ayuda, o ignorarla o abusar de la ayuda que recibimos; pero sin mucho auxilio, nadie jamás lograría hacer algo.

Por cierto que es muy probable que usted recuerde al menos a una persona que le ayudó alguna vez a evitar que se derrumbara totalmente, o que lo estimuló para que concretara algo o llegar a ser algo o alguien que creía que estaba fuera de su alcance. Quizás fue un entrenador o un profesor de música que le hizo practicar hasta que la destreza se hizo mecánica, y le permitió alcanzar niveles superiores de los que antes apenas hubiera podido soñar. O quizás fue su padre o su madre, que nunca dejaron de creer en sus posibilidades, aun cuando se daba por vencido. Quizás la persona que lo ayudó era alguien de su misma edad o un amigo que le ofreció un refugio seguro donde soñar, llorar y encontrar consuelo y nuevas fuerzas. Puede señalar la persona que quiera, porque sin dudas ella también tuvo ayuda, es decir, personas que lo cobijaron bajo sus alas y le dieron lo que necesitaba para levantar vuelo.

Dios sabe que necesitamos ayudadores; así nos creó (cf. Gn 2.18–24). Fuimos creados para necesitar de otros y también de Dios. Y por medio de su Hijo, el Padre nos provee el Ayudador más grandioso, confiable, poderoso, sabio y dotado que jamás hayamos tenido o podamos llegar a tener: el Espíritu Santo. ¿Pero cómo es el Espíritu Santo? ¿De qué manera puede ayudarnos? ¿Cómo puede llegar a formar parte vital de nuestra vida? En Juan 14.14–16.33 lo encontramos y ese es el pasaje que vamos a explorar en este capítulo.

Pero avanzaremos de una manera diferente en este pasaje de las Escrituras. En lugar de considerar los versículos en el orden en que están, vamos a enfocarlos temáticamente. Esto nos permitirá abordar de manera más sistemática la enseñanza que contienen.

Otro Ayudador

Jesús, durante la Última Cena con sus discípulos la noche anterior a su muerte, habló extensamente acerca de «otro Consolador [Ayudador]». Considere lo que dijo acerca de este Ayudador en Juan 14.16–18, 25, 26; 15.26; 16.5–15. Estos pasajes revelan mucho acerca de dicha persona, e incluyen información acerca de su naturaleza, su obra entre creyentes e incrédulos, su relación con el Padre y el Hijo, así como con cristianos e inconversos, el momento en que llegaría, y cómo puede ser conocido y recibido. Anote a continuación, en la columna de la izquierda, sus descubrimientos. Luego, en la de la derecha, registre las observaciones que desee. Esos comentarios pueden ser preguntas, puntos de aplicación, observaciones o cualquier otra cosa que le venga a la mente. El propósito es interactuar con el texto, dejar que la Palabra le hable y a la vez responder a ella. Recuerde que la Palabra de Dios es viva y eficaz, no muerta e impotente (Heb 4.12); por lo tanto déle la oportunidad de dialogar con usted. Esa conversación sólo le ayudará.
El Espíritu Santo y yo

 El Espíritu Santo y yo

MIS DESCUBRIMIENTOS
MIS COMENTARIOS
14.16–18
14.15, 26
15.26
16.5–15


Rogar (14.16): En el original, pedido hecho de igual a igual, a diferencia de la palabra que se traduce pedir en 14.13, 14, donde se trata de un pedido hecho de uno inferior a otro superior.1
Otro (14.16): Distinto, pero de la misma naturaleza. El Espíritu Santo es una persona diferente a Cristo, pero es tan plenamente Dios como lo es Cristo.

Consolador [Ayudador] (14.16): Un auxiliador, abogado, defensor, amigo en la corte, consejero, consolador, alguien que ayuda a llevar una carga pesada.

Mora con… en (14.17): Esta distinción destaca la diferencia entre la manera de obrar del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y a partir de Pentecostés. Durante la época del antiguo pacto, el Espíritu Santo estaba a disposición y presente en algunos creyentes para determinados propósitos y sólo temporalmente (Jue 3.10; 6.34; 11.29; 13.25; 1 S 16.14; Sal 51.11). Bajo el nuevo pacto que Jesús introdujo con su muerte, resurrección y ascensión, el Espíritu mora para siempre en todos los creyentes desde el momento en que confiesan su fe (Ez 36.27; Ro 8.11; 1 Co 6.19; 12.13). Por lo tanto, si dan la bienvenida a la plenitud del Espíritu, los creyentes reciben Su poder para el ministerio, servicio, obediencia y santificación (Ro 8.4).

Huérfanos (14.18): Los que quedan sin los que lo protejan o cuiden. Cristo volvería temporalmente a sus discípulos después de su resurrección (Jn 14.19); pero de manera permanente por medio de la presencia y el ministerio del Ayudador prometido, el Espíritu Santo.

Procede (15.26): Sale de, enviado de. El Espíritu Santo viene del Padre a través del Hijo.

Convencer (16.8): En este contexto, el Espíritu Santo lleva el mundo a juicio y presenta evidencias convincentes que prueban la culpabilidad del mundo ante Dios en tres sentidos: (1) su negativa a creer en Cristo, lo cual muestra la gravedad de su pecado; (2) su negativa a aceptar a Cristo como el modelo perfecto de justicia, aun cuando su ascensión al Padre y la aceptación del Padre lo vindican como el justo eterno; (3) su negativa a aceptar su responsabilidad ante el juicio inminente, e inevitable debido a que su gobernante espiritual, Satanás, ya ha sido juzgado y condenado por Dios.

Aquí hay abundante material de aplicación, pero vamos a concentrarnos en sólo tres puntos clave que se destacan.

Primero, Jesús dijo que El oraría. Sí, se acercaría al Padre como a un igual, pero en su humanidad iba a depender de la oración para que se conociera su petición. ¿Cómo es su vida de oración? ¿Ora diariamente, algunas veces a la semana, sólo en crisis, o en el templo? ¿Cuál es su compromiso de oración? ¿Acerca de qué ora? ¿Se concentra en sus necesidades o en las de su familia inmediata? Si el Hijo del Hombre necesitaba orar, ¡cuánto más nosotros! A continuación escriba acerca de su vida de oración, y anote cómo la puede mejorar y nutrir. La oración es esencial en la vida cristiana.

Segundo, por el amor de Cristo se nos dio el Espíritu Santo para nuestro beneficio. ¿Cómo demuestra su gratitud por ese hecho? ¿Oye al Espíritu? ¿Le habla? ¿Le obedece? ¿Encara cada nuevo día con su poder y sabiduría? ¿Qué papel le permite realizar al Espíritu Santo en su vida diaria? ¿Usa cada día su ayuda «orando en el Espíritu Santo» (Jud 20)? ¿Es necesario que Él crezca y usted mengüe? Exprese aquí sus reflexiones, quizás incluso en una oración dirigida al Espíritu. Él espera poder oírle.

Tercero, la tarea del Espíritu Santo es convencer al mundo; ese no es nuestro trabajo. No necesitamos hacer que la gente se sienta mal, culpable, pecadora, responsable, o cualquier otra cosa semejante. El Espíritu Santo es perfectamente capaz de ocuparse de esa tarea. Nuestra labor es la de llevar las buenas nuevas, decide a la gente cómo encontrar ayuda para resolver su culpabilidad. El Espíritu de verdad es el que se ocupa de las malas noticias. Y es mejor así. ¿Quiénes somos, tan pecadores como cualquiera, para condenar a otros y señalarles sus pecados? Esto podría hacer que parezcamos soberbios, es más, podríamos empezar a creernos mejores que otros pecadores. No es así. Somos pecadores que podemos decirles a otros dónde encontrar perdón. ¡Esa es la gran noticia!

¿Cómo habla del evangelio? ¿Como un compañero de lucha o como juez y jurado? ¿Agita usted un dedo acusador o extiende una mano misericordiosa? Cerciórese de mejorar el enfoque y la actitud con que actualmente da testimonio y reflexione sobre qué puede hacer para mejorar ambas cosas, dejando que el Espíritu Santo haga su trabajo mientras usted hace el suyo.

Amor obediente

Jesús también habló mucho acerca del amor en Juan 14.15, 21–24; 15.9–14, 17. Cuando los lea, conteste las siguientes preguntas. Quizás descubra algunas cosas sorprendentes acerca del amor.

¿Quién es amado y por quién?

¿Cómo se ejerce el amor?

¿Qué produce el amor?

¿Qué Amante y relación de amor deben ser nuestro modelo?

¿Cómo sabemos si el amor no está presente?

¿Qué impresión le produjeron esos versículos por lo que dicen acerca del amor? ¿Cómo podría resultar su amor diferente?

La fuente esencial

Una de las secciones más famosas de la conversación de Jesús con sus discípulos durante la Ultima Cena se refiere a un labrador, una vid, sus pámpanos y su fruto. Lea Juan 15.1–8 y anote lo que descubre acerca de cada una de estas metáforas, su significado e importancia.

La viña

EL LABRADOR
LA VID
LOS PÁMPANOS
EL FRUTO



La vid es una de las figuras que usa el Antiguo Testamento para describir a Israel (Sal 80.8–16; Is 5.1–7; Jer 2.21; 5.10; 12.10; Ez 15.1–8; 17; Os 10.1). Cuando Jesús usa esta metáfora en el Evangelio de Juan, lo hace para identificarse como el verdadero Israel, el que cumple lo que la nación de Israel dejó de hacer.

Cuál es su relación con la Vid? ¿Está en realidad consagrado a ella o sólo se limita a jugar a su alrededor?

¿Cómo es su relación con Jesucristo? Puede medirla por el fruto que se manifiesta, y su semejanza a Cristo mediante la obra del Espíritu Santo. Busque Gálatas 5.16–26 y considere lo que dice acerca de las obras de la carne y el fruto del Espíritu. ¿Cuáles caracterizan su experiencia y hasta qué punto? Recuerde, no se trata sólo de pensar en la conducta externa y en los logros, sino también en las actitudes internas, las motivaciones, los pensamientos y las creencias.

Si descubre que no produce la abundancia de fruto que debiera producir, no se preocupe. Fructificar lleva tiempo; es un proceso, y Dios está comprometido a que usted lo lleve a cabo. Su tarea es permanecer en Cristo, mantenerse a su lado sin importar lo que ocurra, procurando obedecerle por medio del poder del Espíritu Santo. El Espíritu se ocupará de lo demás.

Algo más que oración

Lo que Jesús dice acerca de la oración en Juan 14.13, 14, lo amplía en 15.7, 14–16, pero con un énfasis diferente. En Juan 14, el enfoque es la seguridad de que nuestras oraciones serán contestadas siempre que se hagan en el nombre de Cristo (es decir, de acuerdo a su propósito y voluntad). En Juan 15, sin embargo, el enfoque está en la relación entre el que ora y Cristo. ¿Qué dicen esos versículos acerca de esta relación y su importancia para nuestras oraciones?

Por qué le ocurren cosas malas al pueblo de Dios

Jesús también habló sobre el odio y la persecución. Nunca nos dijo que la vida cristiana estaría exenta de dolor o conflicto; al contrario, nos advirtió que estas cosas sucederían porque nos identificamos con Él, la Luz, y el mundo que abraza la oscuridad no puede tolerar la Luz y lucha en su contra, tratando de opacarla. Nos guste o no, somos combatientes, y la batalla es inexorable y violenta.
Observe lo que dice Jesús al respecto (Jn 15.18–25; 16.1–4), resuma lo que piensa sobre el tema.

Sin duda que el pueblo de Dios sufrirá persecución a causa de su devoción a Cristo, esto es indiscutible. La historia demuestra la veracidad de esa afirmación, y si su experiencia aún no se lo ha probado, es indudable que lo hará, al menos si está firme con Cristo, y da fruto por medio de su Espíritu.

¿Ha sufrido por su compromiso con Cristo? Primera de Pedro se escribió expresamente para creyentes que enfrentaban persecución. Dedique tiempo a leer completa esa gran epístola. Le proveerá consejos útiles y consuelo a los que con toda seguridad querrá volver una y otra vez. Anote con toda libertad los pensamientos que deseará recordar cuando se vea acosado por la persecución.

El Señor que regresa

Varias veces a través de esta sección del Evangelio de Juan, Jesús habla acerca de su ida y su retorno. Busque esos versículos y sintetice lo que dicen en el espacio que sigue. Cerciórese de indicar lo que cree que Jesús dice; o sea, lo que significan sus palabras. Observe también lo que Jesús dice que dará a los creyentes durante su ausencia física.

14.16–21
14.22–31
15.26, 27
16.5–28

Judas (14.22): No es el discípulo que traicionó a Jesús, sino el hermano de Jacobo (cf. Lc 6.16; Hch 1.13).

El Padre mayor es que yo (14.28): Esto no contradice otras afirmaciones de Jesús sobre que Él es igual con el Padre en deidad; más bien reafirma que «ni el enviado es mayor que el que le envió» (13.16). Jesús sirve como mensajero del Padre y debe rendirle cuentas de cómo ha llevado a cabo su misión.

La resurrección de Jesús es el acontecimiento más extraordinario y de gozo en toda la historia bíblica. Demuestra la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y Satanás. Si añadimos a esto su ascensión a los cielos para gobernar con la autoridad del Padre hasta que todo el poder de sus enemigos haya sido totalmente vencido, advertiremos que si estamos del lado de Jesús, estamos definitivamente del lado vencedor, dotados del poder prometido de su Espíritu y de poderosas razones para esperar Su victoria día a día.

En el último capitulo de esta guía de estudio, nos concentraremos en la resurrección de Jesús con más detalles, pero teniendo en cuenta lo que este dice sobre el tema en este pasaje del Evangelio de Juan, ¿qué aplicaciones puede sacar para su vida? Sea lo más concreto posible.

Profecía y paz

Los discípulos hicieron ciertas observaciones (vv. 29, 30) a raíz de las últimas palabras de Jesús en Juan 16.25–28. ¿Qué dijeron?
¿Cómo reaccionó nuestro Señor? (vv. 31, 33)

Al considerar estos últimos versículos, ¿qué descubrió como más pertinente para su situación?

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