sábado, 10 de noviembre de 2018

H- A la defensiva



Juan (7.1–8.59)

Hubo una vez un escritor que creó todo un mundo en su imaginación. El paisaje, los colores, olores, espectáculos…, absolutamente todo en este mundo imaginario llevaba la marca de sus huellas digitales. Incluso los seres vivos que lo habitaban, grandes y pequeños, lo reflejaban de alguna manera.


Un día, mientras escribía la historia acerca de este mundo, decidió formar parte de ella, por eso se incluyó como una de las criaturas superiores del relato. Pensó que su mundo le daría una alegre bienvenida, puesto que, en primer lugar, era el que lo había creado. Así que llegó con grandes expectativas.

Una vez dentro de su mundo, decidió no hacerse notar por un tiempo, para poder observar en primer plano. Parte de lo que vio le agradó mucho. Los árboles, los animales, la vida marítima, el cielo y otros aspectos del mundo natural aparecían aun más hermosos y armoniosos a sus ojos de lo que sus palabras habían descrito. Aquí todo lo había hecho bien. Por otro lado, los seres vivos superiores que había creado —los que llamaba librepensadores— tenían problemas para relacionarse entre sí y con el ambiente que los rodeaba. Es más, tenían entre sí más conflictos que asuntos sobre los cuales pudieran discutir. Esto perturbó al autor, de modo que decidió hacer algo al respecto.

Escogió el momento más adecuado, y se presentó en un prestigioso encuentro de la Alta Sociedad de los Librepensadores. Les dijo que él era el autor del mundo, el que los había creado, y que se sentiría muy complacido de ayudarlos a resolver sus diferencias. —¡Usted debe estar bromeando! —le dijeron—. ¿Quién se piensa que es?

—Ya se los he dicho —respondió. —Fui quien los creó. Hubo un tiempo en que ustedes eran sólo parte de mi imaginación. Pero les di vida. Tomé papel y lápiz y les di existencia. Ahora, me gustaría crear para ustedes algunas soluciones a sus problemas.

—¡Usted debe estar loco!—le contestaron con un gesto de total incredulidad—. Usted se parece a uno de nosotros, habla como uno de nosotros, pero por cierto, no parece tan inteligente como nosotros. Si lo fuera, no estaría diciendo tantas tonterías.

—Sin embargo, les aseguro que soy quien declaro ser —respondió el autor.

Pero a pesar de las pruebas que les dio, sólo un puñado le creyó, y estos fueron marginados por la Alta Sociedad de los Librepensadores. El mundo creado por el autor lo había rechazado a él y a toda su argumentación.

La situación que vivió Jesús no fue diferente a la de este escritor. El también creó un mundo con la sabiduría de su mente, y sabía que era bueno. Pero cuando algunas de sus criaturas se desviaron, hizo todo lo que pudo para orientarlos en la dirección correcta. Finalmente, vino a nuestro mundo como un hombre más, de manera que las criaturas libres que El creó y que se habían desviado pudieran verlo y escucharlo mejor. Pero lo rechazaron. Salvo unos cuantos, los seres libres que había creado no sólo rechazaron su consejo sino que, rechazaron además su persona. Se negaban a creer que era su Creador, sin importar las evidencias que les presentaba.

En los capítulos 7 y 8 de Juan esta situación aparece con dolorosa claridad. Aquí el Hijo de Dios presenta prueba tras prueba de su identidad, pero los que se consideran pueblo de Dios rechazan vez tras vez los argumentos de su Hijo. ¿Es una actitud de voluntaria ignorancia? Sí. ¿Resulta trágico? Sin duda alguna. ¿Sigue ocurriendo en nuestros días? Lamentablemente, sí. ¿Podría estar sucediendo con usted o con alguien a quien ama? Mientras estudia este capítulo, júzguelo usted mismo.

Crece la tensión

Hasta este punto del Evangelio de Juan, Jesús ha provocado reacciones variadas, tanto en el pueblo como entre los líderes religiosos. Imagine por un momento que usted es un crítico cinematográfico, y que Jesús es el protagonista principal en una nueva película sobre su propia vida. Usted desea informar, no lo que piensa acerca de la película y de la actuación de Jesús, sino lo que otros dicen acerca de ella. Por consiguiente, dedica varios días a entrevistar a numerosas personas que han visto la película y que han hablado con Jesús. A partir de la lectura de Juan 16, ¿qué diría en su artículo? Escríbalo aquí tal como lo publicaría.

A partir del capítulo 7 de Juan, cualquier polarización que haya notado en los capítulos anteriores va a aumentar notablemente. Los versículos que aparecen a continuación le ofrecerán algunas indicaciones acerca de la forma en que crece la tensión. Como buen periodista, sintetice objetivamente lo que descubra.

7.1
7.5
7.10–13
7.20
7.25–27
7.30, 31
7.32
7.40–44
7.45–52
8.3–6
8.13
8.20
8.30
8.41–44
8.48
8.52, 53
8.59

¿Cuál es su impresión general? Basado sólo en la reacción del auditorio hacia Jesús, ¿aprobaría o no su «actuación»?

Explique su respuesta.

Ahora detallemos más la perspectiva de Juan 7 y 8.

Incredulidad de su familia

Juan 7 comienza cuando el Hijo de Dios, Jesucristo, evita una región del territorio que legítimamente le pertenece como Creador. ¿Qué región de Palestina evita, y por qué? (y. 1)

Los acontecimientos registrados en Juan 7 y 8 giran en torno a una festividad religiosa judía llamada Fiesta de los Tabernáculos (7.2), o Fiesta de las Enramadas, o Fiesta de la Siega. Para obtener información importante acerca de los antecedentes de esta celebradón, lea Exodo 23.14–16; Levítico 23.33–36, 39–43; Números 29.12–38; Deuteronomio 16.13–17.

En ocasión de esta asombrosa fiesta religiosa algunos miembros de la familia de Jesús vienen y se mofan de El. ¿A qué lo desafían? Jn 7.35)

¿Por qué Jesús no los complace? (vv. 6–8)

Jesús tenía tanta confianza en la voluntad del Padre hacia Él, que podía mantenerse firme ante los desafíos de los incrédulos, aun cuando estos vinieran de sus seres queridos. ¿Cuál sería su actitud? ¿Pasa suficiente tiempo con el Señor, buscando la voluntad de Dios para su vida, de manera que pueda reconocer a qué se debe la incredulidad, sin importar su origen? ¿Es capaz de mantenerse firme ante los desafíos de los que procuran despreciar su fe? Dígaselo al Señor en oración. Siéntase en libertad de expresar por escrito sus pensamientos, o aun de escribir su oración a continuación. El Señor anhela escucharlo.

Quizás haya miembros incrédulos en su familia que no entienden su fe y hasta la ridiculizan. Jesús comprende su dolor. El también tuvo seres queridos que trataron sus convicciones con desdén.

Admita su sufrimiento delante del Señor. El anhela consolarlo. Asimismo, recuerde la promesa de la Palabra de Dios (Hch 16.31), y tenga paciencia y perseverancia en actitud de oración plena de alabanza.

Un secreto muy grande para esconder

Así que los «hermanos» de Jesús se dirigen a Jerusalén, en Judea, para asistir a la Fiesta de los Tabernáculos, en tanto que Jesús se queda en Galilea (Jn 7.9, 10). Pero no se queda allí mucho tiempo. La verdad es que asiste a la fiesta, pero lo hace «como en secreto» (y. 10). ¿Por qué piensa que al final asistió?

Aunque Jesús no llamó la atención cuando llegó a la fiesta, ¿por qué le resultó imposible mantener en secreto su presencia? (vv. 10–13)

¿Qué indicio encuentra de que en realidad no tenía pensado mantenerse oculto durante toda la celebración? (y. 14)

Los judíos (7.11, 13): Puesto que los asistentes a la Fiesta de los Tabernáculos serían judíos, la frase «los judíos» se refiere específicamente a las autoridades religiosas, mientras que palabras más genéricas tales como «el pueblo», aluden a la población judía en general.

¿Cuál podría ser la importancia de que Jesús se mostrara públicamente en el templo de Jerusalén? (y. 14)

Las primeras reacciones y acusaciones

Con el secreto al descubierto y Jesús enseñando en el templo, obtenemos los primeros atisbos de cómo el populacho y las autoridades religiosas reaccionaron ante El durante la fiesta. ¿Cuál fue la reacción inicial de las autoridades religiosas a la enseñanza de Jesús? (v. 15)

Por lo general, los discípulos en ciernes estudiaban bajo la dirección de un rabino y memorizaban lo que los maestros judíos le enseñaban acerca de la Ley.1 Puesto que Jesús no se había educado de esa manera, las autoridades religiosas no podían entender cómo sabía tanto.

¿Cómo explicó Jesús la adquisición de sus conocimientos? (v. 16)

¿Cómo podían los demás verificar sus afirmaciones? (vv. 17, 18)

¿Qué hacía tan especial a Jesús? (vv. 18, 19)

A la gente no le gustó la respuesta de Jesús, por eso lo acusaron de que tenía demonios (y. 20). ¿Cómo se defendió de esta acusación? (vv. 21–24)

¿Ha juzgado alguna vez «según las apariencias», en lugar de juzgar «con justo juicio»? (y. 24) ¿Qué sucedió y qué aprendió?

¿Ha vuelto recientemente a juzgar en forma equivocada? Si es así, ¿ha aclarado las cosas con la persona y con el Señor? La reconciliación es muy importante para Dios, por eso debiera serlo también para nosotros (Mt 5.23–26). Planifique ahora cuándo y cómo restaurará la relación.

Resuma el intercambio verbal que se produjo entre el pueblo y Jesús:

La refutación de la gente (vv. 25–27):

La respuesta de Jesús (vv. 28, 29):

La reacción mixta (vv. 30, 31):

Alzó la voz (v. 28): Expresado a viva voz y con emoción intensa, lo cual a menudo se asocia con una declaración solemne (cf. 1.15; 7.37; 12.44).

La temperatura aumenta

Si las cosas no tenían el calor suficiente, rápidamente se incrementó. La gente se volvía a Jesús, y los líderes religiosos lo veían como una amenaza concreta. Por eso los fariseos y principales sacerdotes «enviaron alguaciles para que le prendiesen [arrestasen]» (7.32). Interprete la respuesta que les dio Jesús (vv. 33, 34).

¿Qué pensaron los lideres religiosos de lo que Él quiso decir? (vv. 35, 36)

Los dispersos (7.35): «Se refiere a los judíos diseminados por el mundo griego. Más tarde, el término también se aplicó a los cristianos dispersos en el extranjero (1 P 1.1)».

Los griegos (7.35): Los no judíos o los pueblos paganos de dicha sociedad, no sólo los nacidos en Grecia o las personas que hablaban griego.

«Cada día, durante la Fiesta de los Tabernáculos, tenía lugar una alegre celebración en la que los sacerdotes traían agua (símbolo de la que había brotado de la roca según Éxodo 17) al templo, en una vasija de oro, desde el estanque de Siloé. Durante la procesión, la gente recitaba Isaías 12.3. El agua era derramada sobre el altar como una ofrenda a Dios, mientras la gente gritaba y cantaba. Jesús fue el cumplimiento de todo lo que aquella ceremonia tipificaba (véase 1 Co 10.4)».

En el último día de la fiesta, Jesús habló de nuevo a la multitud. ¿Qué dijo, y qué significan sus palabras? (vv. 37–39)

¿Qué acontecimiento profetiza Jesús, puesto que este pasaje apunta a un tiempo posterior a su muerte, resurrección y ascensión? ¿Cuándo cree que se derramaron los «ríos de agua viva» de su profecía? ¿Sería adecuado comparar este pasaje con Hechos 2.1–39?

Jesús también usa la figura del «agua» en Juan 4. Haga una comparación observando las diferencias entre el «pozo» o la «fuente» que satisface la sed de la persona y los «ríos» que fluyen de una persona llena del Espíritu Santo cuando sirve y ministra a otros

Desde su punto de vista, ¿hay alguna implicación de la comparación de estos pasajes con la necesidad de estar satisfechos del conocimiento de Cristo, y también llenos del Espíritu y rebosantes de Cristo? Escriba lo que siente en respuesta a esos pensamientos.

¿Cómo reaccionó la multitud a las palabras de Jesús? (Jn 7.40–44)

Confusión de las autoridades

El complot se complica en Juan 7.45–53. Aquí vemos desde adentro cómo piensan los líderes religiosos acerca de Jesús, lo cual dista mucho de ser una opinión unánime. Analice estos versículos, y extraiga la esencia de su riqueza mientras responde las siguientes preguntas.

¿Quiénes asisten a esa reunión de la alta jerarquía?

¿Qué opiniones expresan respecto a Jesús?

¿Qué le sugieren las palabras de Nicodemo respecto a su actitud hacia Jesús?

Un tiro que salió por la culata

Después que terminó la Fiesta de los Tabernáculos, la gente volvió a sus hogares, pero Jesús se dirigió al monte de los Olivos (7.53–8.1). ¿Qué importancia tenía este lugar?

Zacarías 14.3, 4
Mateo 21.1–5
Mateo 24.3
Mateo 26.29, 30
Lucas 19.36–40
Lucas 22.39–53

A la luz de estos pasajes, ¿por qué cree que Jesús decidió pasar la noche en ese monte?

A la mañana siguiente, Jesús regresó al templo a enseñar (Jn 8.2). Mientras enseñaba, ¿qué ocurrió y cómo resolvió la situación? (vv. 3–11)

Es muy fácil condenar el pecado ajeno mientras ignoramos el nuestro. Jesús no sólo condenó esa práctica en este momento, sino que también en otra oportunidad habló de esto con palabras muy duras (cf. Mt 7.1–5).

Considere cómo trató Jesús a la adúltera y a la multitud que la condenaba tomando la justicia por su mano, y aplíquelo a su situación. Pídale al Señor que le ayude a ver su situación con claridad; luego sea leal a lo que le revele, y sensible al modo en que quiere que usted resuelva esa situación. Le aguarda gracia y misericordia si se muestra vulnerable ante Él.

La defensa va a terminar… permanentemente

Desde Juan 8.12 hasta el final del capítulo, Jesús presenta su defensa ante una serie de acusaciones, interpretaciones erradas y cuestionamientos, que llamaremos cargos. Resuma los cargos presentados contra Jesús, sus respuestas, las acciones del pueblo y las del Señor. Luego exprese su propio veredicto: ¿Pudo Jesús defender su caso o no?

Primera afirmación de Jesús (v. 12):
Primer cargo (v. 13):
Respuesta de Jesús (vv. 14–18):
Segundo cargo (v. 19):
Respuesta de Jesús (v. 19):
Segunda afirmación de Jesús (v. 21)
Tercer cargo (v. 22):
Respuesta de Jesús (vv. 23, 24):
Cuarto cargo (v. 25):
Respuesta de Jesús (vv. 25–29):
Acción de Jesús (v. 30):
Tercera afirmación de Jesús (vv. 31, 32):
Quinto cargo (v. 33):
Respuesta de Jesús (vv. 34–38):
Sexto cargo (v. 39):
Respuesta de Jesús (vv. 39–41):
Séptimo cargo (v. 41):
Respuesta de Jesús (vv. 42–47):
Octavo cargo (v. 48):
Respuesta de Jesús (vv. 49–51):
Noveno cargo (vv. 52, 53):
Respuesta de Jesús (vv. 54–56):
Décimo cargo (v. 57):
Respuesta de Jesús (v. 58):
Acción de los judíos (v. 59):
Acción de Jesús (v. 59):

Su veredicto:

Antes que Abraham fuese, yo soy (8.58): Jesús declara que antes que naciera Abraham, el padre de la nación de Israel, Él existía eternamente como Dios. Jesús adopta y se aplica el nombre más sagrado de Dios, tal como se le reveló a Moisés (Éx 3.14). El nombre YHWH («Yo soy el que soy») es una declaración acerca de la propia existencia eterna, autónoma, que no se creó. Dios no ha sido creado por nadie ni nadie puede quitarle la existencia. Él está siempre. Punto. Debido a que Jesús hizo esta afirmación, las autoridades judías procuraron apedrearlo por la blasfemia.

¿Qué descubre al leer acerca de este diálogo entre Jesús y las autoridades religiosas?

¿Qué aplicación podría sacar de eso?

¿Qué comenzaría a hacer en esta semana? No olvide pedir al Espíritu Santo que lo ayude a hacer sus planes y a llevarlos a cabo.

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