sábado, 30 de junio de 2012

Se fuerte en las pruebas


Muchos cristianos tienen la idea errónea de que una vez que se convierten a Cristo, la vida será para ellos un suave navegar por aguas tranquilas desde ese día en adelante. Esto no es así. Aunque es cierto que caminar con Cristo nos ayuda a evitar muchos de los problemas de la vida, todavía vamos a experimentar lo que la Biblia llama «pruebas».
Las pruebas pueden venir en forma de una crisis, una enfermedad súbita, la pérdida de un ser amado o algún cambio drástico en tu vida, incluso experimentaras momentos difíciles en los cuales no sientas la presencia de Dios, cuando creas que la iglesia no parece tan emocionante como antes o sientas que tus oraciones no van más arriba del techo de tu habitación. Tal vez te preguntes si habrás ofendido a Dios, o si él te ha dejado. Pero Dios no nos hace pasar por dificultades para vernos sufrir. Más bien, él permite esas tribulaciones en nuestras vidas para ayudarnos a crecer espiritualmente, para enseñarnos a vivir por fe, no por sentimientos o emociones. Échale un vistazo a los siguientes pasajes para que sepas el lugar que ocupan las tribulaciones en nuestra vida. Recuerda que Dios promete estar con nosotros durante esos tiempos de prueba.
1.      Las pruebas pulen nuestra fe. Las situaciones difíciles desarrollan nuestro carácter y purifican nuestra fe (1Pedro 1:3-7) 3Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,

Las pruebas pulen nuestra fe.

            Dios te ha escogido para un trabajo especial. Pero antes de que pueda usarte, él tiene que hacer madurar el grano de tu vida. Él hace esto permitiendo que pases por dificultades, para que tu fe sea probada y purificada. Aunque este proceso puede no ser agradable, este pasaje de la escritura nos da cuatro indicios de lo que debemos recordar durante las pruebas de nuestra fe, para que, al final, sea más fuerte:
a.       Recuerda a quien perteneces. Tu eres hijo de Dios (versículo 3)
b.      Recuerda que te ha prometido Dios. Dios te ha prometido el maravilloso don de la vida eterna (versículo 4)
c.       Recuerda quien te está guiando. Dios te protegerá siempre hasta que alcances tu destino final: el cielo (versículo 5 y 6).
d.      Recuerda por qué Dios te deja pasar por pruebas. Dios desea probar la autenticidad de tu fe, para que tu vida resulte en alabanza y gloria hasta que Jesús regrese (versículo 7)
Aunque es grato pasar tiempo en una «cumbre espiritual», por decirlo así, no podemos estar ahí para siempre. Más a menudo, al pie de esa montaña  yace la fría y dura realidad. Pero los frutos crecen mejor en los «valles» (los tiempos difíciles de la vida), y no en las cumbres (cuando todo parece ir bien). El mayor desarrollo de nuestro carácter sucede cuando aplicamos en los valles lo que hemos aprendido en las cumbres.
2.      Las pruebas nos ayudan para consolar a otros. Experimentar sufrimiento profundiza nuestra compasión por otros que también sufren (1 Corintios 1:3-7) 3Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 4Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; 5porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; 6así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo;
El apóstol Pablo escribió estas palabras a partir de una experiencia personal. Había experimentado el sufrimiento a través de los años, particularmente por causa del evangelio de Jesús. Fue puesto en prisión más de una vez, pero continuo alabando a Dios y compartiendo su fe en Cristo. Naufrago, fue abandonado por viejos amigos, apedreado y dado por muerto. Sin embargo, su fe permaneció firme. ¿Por qué? Porque había aprendido a recibir su consuelo del Señor. Esto lo capacitó para ser una gran fuente de consuelo para todos aquellos que lo rodeaban.
La próxima vez que alguien te ridiculice o te rechace a causa de tu entrega a Cristo, recuerda las palabras de Pablo. No tienes por qué temer a las pruebas en tu vida. No importa cuán grande sea la dificultad que enfrentes, comprende que Jesús te consolara y fortalecerá. Por lo tanto, estarás mejor preparado para consolar a aquellos que sufren las mismas dificultades.
3.      Las pruebas son soportables. Debemos conservar nuestra perspectiva eterna en medio de los tiempos difíciles (2 Corintios 4:7-18) 7Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 11Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.13Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, 14sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 15Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.16Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 17Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Cuando enfrentamos pruebas en nuestra vida podemos hacer una de dos cosas: concentrarnos en nuestros problemas y decir: « ¡Qué difíciles son! ». O mirar a Jesús, y decir: «Esto es pasajero». El apóstol Pablo era capaz de comprender el aspecto temporal de sus pruebas porque aceptaba cinco hechos importantes:
a.      Nuestro cuerpo es débil y mortal. Pablo no se avergonzaba de sus dolores y sufrimientos corporales. No pretendía tener un cuerpo perfecto, porque sabía que su cuerpo era una «frágil vasija de barro». La Biblia no enseña que tenemos desperdiciar nuestro cuerpo, pero dice que el ejercicio espiritual es más importante y beneficioso. (1 Timoteo 4:8) 8porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
b.      El poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Si estamos demasiado obsesionados con nosotros mismos, no le daremos oportunidad a Dios de trabajar en nuestra vida. Pablo reconoce que la gloria de Dios brilla a través de nuestra debilidad.
c.       Dios nunca nos abandona. Aun cuando estemos «oprimidos» y «perplejos», tenemos la esperanza de que Dios nos protegerá y fortalecerá a través de nuestras pruebas.
d.      Las pruebas son oportunidad de testificar. Cuando la gente vea la fortaleza interior que tenemos en Cristo, se asombrará. Esto se ilustra bien en la historia de Pablo y Silas, cuando fueron puestos en prisión por predicar el evangelio (Hechos 16:16-36) 16Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. 18Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.19Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; 20y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos. 22Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.25Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. 27Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. 28Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. 29El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; 30y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. 34Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.35Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres. 36Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz.
Aunque habían sido azotados y tenían los pies aprisionados en el cepo, en una celda húmeda y oscura, empezaron a orar y alabar al Señor. La piadosa actitud de Pablo y Silas les dio el poder para regocijarse en tiempos de prueba y preparo el corazón de este hombre para que recibiera el evangelio que ellos predicaban. 
e.       Tenemos la esperanza del cielo. Estas pruebas son solo un momento en comparación con el eterno gozo y las bendiciones del cielo.
       
4.      Las pruebas demuestran nuestro cimiento. Cuando cimentamos nuestra vida en Cristo, podemos soportar cualquier temporal. (Lucas 6:47-49) 47Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. 48Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 49Más el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.  
Vistas desde afuera estas dos casas probablemente parecían iguales. Lo único que las diferenciaba eran los cimientos. Esto se hizo evidente cuando golpeo la tormenta. De la misma manera, cuando las tormentas de la vida nos golpean, se revela cual es el verdadero cimiento de nuestra vida. ¿Sobre qué cimiento estás edificando tu vida?
Un cimiento defectuoso (o no existente). La persona que edifica sobre este cimiento es conocida   como un «oyente». Este individuo puedes estar listo para oír, leer o hablar acerca de Jesús y lo que él dice en su palabra, pero falla en aplicar esas enseñanzas en su propia vida. Cuando vengan las tormentas de la vida –y un día llegan-, esta persona estará débil espiritualmente y es muy probable que «se dé por vencida» en cuanto a su fe, porque no tienen un buen cimiento donde afirmarse.
Un cimiento de roca sólida. La persona que edifica sobre este cimiento es conocida como un «hacedor». Esta persona no sólo oye las enseñanzas de Jesús, sino que las sigue en su vida diaria. Tal persona será capaz de permanecer firme, aun en la más devastadora tempestad, porque su vida esta cimentada en las enseñanzas del Señor.  Si te das cuenta de que estas sobre un cimiento defectuoso, todavía estas a tiempo para «remodelar». Pero tú eres el único arquitecto que puede hacer el cambio.   
5.      Jesús está con nosotros en las tormentas de la vida. Nunca estamos fuera del ojo atento de Dios y su presencia cercana. (Marcos 4:35-41) 35Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Esta historia nos muestra que Dios está con nosotros y que tiene el control, aun en medio de las más desesperadas circunstancias. Aquí hallamos a los discípulos, varios de ellos experimentados pescadores y marineros, aterrados porque creían que perecerían en esta tormenta. Aunque Jesús estaba con ellos en la barca, pensaron que a él no le interesaba la grave situación que estaban atravesando. Pero Jesús deseaba que ellos descubrieran tres importantes lecciones:
1.      Jesús siempre está consiente de nuestra situación. Aunque Jesús, siendo humano, necesitaba dormir para darle descanso a su cuerpo, estaba consciente de la necesidad de sus discípulos. En el momento que uno de ellos clamó a él, respondió inmediatamente y poderosamente. Aunque los rugidos de la tormenta no lo despertaban, lo despertó el clamor de uno de sus discípulos. El Salmo 121:3 dice:  No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.
2.      Jesús responderá a tu pedido de ayuda. El Señor hará lo mismo por ti en medio de tus pruebas. A veces nos deja llegar a la desesperación para que reconozcamos que él es nuestra única esperanza. El desea que reconozcamos, por decirlo así, que él «está en el barco» junto con nosotros.
3.      Tú puedes vencer. Cada uno de nosotros va a enfrentar dificultades. Pero solo el que hijo de Dios tiene la promesa de que Dios estará con él en medio de la tormenta. Al igual que Jesús no abandono a sus discípulos, de la misma manera Dios no te dejará abandonado en medio de tu problema. Aunque no te promete una navegación tranquila, si te promete un pasaje seguro. Pablo nos recuerda: «Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva» (Filipenses 1:6) 6estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo…
6.      Dios da esperanza a nuestros corazones atribulados. Podemos tener paz en nuestro interior en medio de las pruebas más difíciles (Juan 14: 1-7) 1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? 6Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.[1]

¿Te has sentido alguna vez atribulado e inseguro acerca de tu futuro? ¿Te has preguntado si Dios sabe que tu mundo se ha trastornado por completo? Los discípulos quizá experimentaban estos sentimientos cuando Jesús les dio este mensaje. Él les había terminado de comunicar que pronto los dejaría, y ellos se quedaron muy preocupados. Y enseguida les dio tres razones por las cuales tendrían paz en sus corazones.
1.      Podemos confiar en la palabra de Dios. Cuando Jesús dijo a sus discípulos: «confíen en Dios y confíen también en mí», les estaba diciendo que debían confiar en la Palabra de Dios (versículo 1). La Escritura habla no sólo de la inminente crucifixión de Jesús, sino también de su resurrección. De algún modo habían pasado por alto esa parte. A veces, cuando nuestras circunstancias parecen demasiado agobiantes, olvidamos mirar el plan completo. Pero debemos recordar que las palabras en estas páginas, «no desaparecerán jamás» (Mateo 24:35). 35El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán… No hay duda siempre podemos confiar en las promesas de Dios.
2.      Nosotros vamos al cielo. La próxima vez que enfrentes alguna dificultad, sea enfermedad, problema familiar o cambio inesperado en tu vida, recuerda que irás al cielo (versículo 2). Esto te ayudará a mantener todo en la perspectiva correcta. Tus pruebas son sólo temporales. Algún día estarás en la presencia del Señor y allí no habrá temor, muerte, dolor, ni sufrimiento.
3.      Jesús regresara por nosotros. Observa que Jesús dice: «volveré para llevarlos» (versículo 3). El Señor no enviara a nadie a buscarnos. Él vendrá personalmente para escoltarnos hasta la casa del Padre. La Biblia nos dice «Así que anímense unos a otros con estas palabras» (1 Tesalonicenses 4:18) 18Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. En medio de tus pruebas, recuerda que Dios se preocupa tanto por ti, que volverá a buscarte para que estés con él para siempre.



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