sábado, 7 de noviembre de 2020

BIENAVENTURADO.

Mateo 5:1-12

El Sermón del monte: Las bienaventuranzas

1. Y viendo Jesús a las multitudes, subió al monte, y habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos, 2. y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: 3. Dichosos los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino del Cielo. 4. dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados; 5. dichosos los humildes, porque ellos heredarán la Tierra. 6. dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados; 7. dichosos los compasivos, porque para ellos habrá misericordia. 8. dichosos los de corazón puro, porque ellos verán a Dios; 9. dichosos los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios; 10. dichosos los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino del cielo; 11. dichosos cuando los desprecien y los persigan, y digan cualquier cosa mala contra ustedes falsamente, por causa de mí. 12. Alégrense entonces y regocíjense en gran manera, porque su recompensa es grande en el Cielo, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes.

‘Ashrê, «bienaventurado, feliz». De las 44 veces que aparece este nombre, 40 están en pasajes poéticos: 26 veces en los Salmos y 8 en Proverbios.

El término comunica básicamente la «prosperidad» o «felicidad» que experimentan los que son favorecidos (bendecidos) por alguien superior. En la mayoría de los pasajes, quien otorga el favor es Dios mismo: «Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová» (Deuteronomio 33:29). La persona bienaventurada no siempre goza de una situación «feliz»: «He aquí bienaventurado [feliz] es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menospreciéis la corrección del Todopoderoso, porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará» (Job 5:17–18). Elifaz no quiso decir que la condición de Job era, en sí, «feliz»; sino que Dios estaba preocupado por él, por tanto era «bienaventurado». Su situación era «feliz» porque el resultado sería bueno. Job, por tanto, debería reírse de su adversidad (Job 5.22) “Te reirás del despojo y del hambre, y no temerás a las bestias del campo”.

A juzgar por las palabras lisonjeras de la reina de Sabá a Salomón (1 Reyes 10:8), no siempre es Dios el causante de la «buenaventura».

Ser «bienaventurado» ante Dios puede que no siempre tenga relación con las situaciones sociales o personales que hoy en día consideramos necesarias para alcanzar la «felicidad». Si bien «bienaventurado» es la traducción correcta de ‘ashrê, hoy no se puede decir lo mismo de «feliz», que no tiene el mismo peso para los lectores modernos de la Biblia.

BIENAVENTURADO, BIENAVENTURANZA (TENER POR, DECIR)

A.VERBO.

Makarizo, de una raíz mak–, que significa grande, largo; hallada también en makros, largo, mekos, longitud; y de ahí denota pronunciar feliz, bienaventurado (Lucas 1:48; Santiago 5:11).

B. ADJETIVO.

Makarios, bienaventurado. Se usa en las bienaventuranzas de Mateo 5 y de Lucas 6. Es especialmente frecuente en el Evangelio de Lucas, y se halla siete veces en Apocalipsis (1:3; 14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7-14). Se dice dos veces de Dios (1 Timoteo 1.11; 6:15). En las bienaventuranzas el Señor indica no solo los caracteres que reciben bendición, sino también la naturaleza de lo que es el mayor bien.

C. NOMBRE.

Makarismos, relacionado con A, y que significa bienaventuranza, indica una ascripción de bendición más que un estado; de ahí que en Ro 4.6, donde la rvr la traduce como nombre, «habla de la bienaventuranza», la rv dice correctamente «dice ser bienaventurado». Igual con el v. 9. En Gálatas 4:15: «satisfacción» (rv: «bienaventuranza»). Los creyentes de Galacia se habían tenido por felices cuando oyeron y recibieron el evangelio.

Mateo 5-7 es el primer bloque de material de enseñanza que trata con la ética del reino. En 4:17 Jesús resume su mensaje: 17. Desde entonces empezó Jesús a predicar y a decir: Arrepiéntanse, porque el reino del Cielo se ha acercado'; Mateo 5-7 muestra en mayor detalle el estilo de vida que caracteriza a los que pertenecen al reino. La introducción a este bloque es una forma literaria común del Antiguo Testamento llamada bienaventuranza. “Bienaventurados los… porque ellos….” (p. ej., Salmos 1:1).

Aquí las bendiciones son las promesas del reino para aquellos que viven la vida que este exige. Los oyentes de Jesús lo habrían entendido especialmente como promesa para el tiempo futuro del reinado de Dios; nosotros debemos leerlas también a la luz del aspecto presente del “reino”. El reino futuro a veces se define a través de imágenes de relatos de la creación o del éxodo israelita de Egipto, que los judíos consideraban como su redención original.    

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