Juan
13:13-17.
13. Ustedes me llaman 'Maestro nuestro y Señor nuestro', y dicen bien, puesto que lo soy. 14. Pues si yo, su Señor y su Maestro, les he lavado los pies, ¿cuánto más deben lavarse los pies unos a otros? 15. Porque les he dado este ejemplo, para que conforme yo les he hecho, también ustedes lo hagan. 16. De cierto, de cierto les digo: No hay siervo que sea mayor que su Señor, ni el enviado es mayor que el que lo envió. 17. Si entienden estas cosas, serán dichosos si las ponen por obra.
A. VERBOS
sharat,
«servir, ministrar». El vocablo se
encuentra menos de 100 veces en el Antiguo Testamento. En la gran mayoría de
los casos, sharat aparece como infinitivo o participio. En los casos en que el
participio se traduce como nombre verbal, p. ej. «sirviente» o «ministro», el
énfasis es puntual, o sea que no comunica la prolongación o repetición de la
acción. El uso casi exclusivo de la forma verbal intensiva es otra característica
gramatical de sharat.
El
lector de la Biblia en castellano no podrá percibir el significado particular
de sharat porque tiene un sinónimo, ’abad (o ’ebed), que también se traducen
como «servir» o «servidor».
A
menudo sharat denota el «servicio» que se ofrecía como parte del culto de Israel;
unos 60 de sus 97 casos tienen este significado. Cuando Samuel era aún un niño,
«ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí» (1 Samuel 2:11); el Señor lo
llamó mientras «servía a Jehová delante
de Elí» (1 Samuel 3:1 rva). Este «servicio» era únicamente para honrar a
Dios; Israel no podía ser «como las demás
naciones, como las familias de los países, para servir a la madera y a la
piedra» (Ezequiel 20:32 rva). En el templo de la visión de Ezequiel, a los
levitas que «sirvieron delante de sus ídolos» Dios les prohibió servir en el
sacerdocio (Ezequiel 44:12). Dios «apartó la tribu de Leví… a fin de… servirle,
y para que bendijese en su nombre» (Deuteronomio 10:8 rva). De entre los
hombres de la tribu de Leví, Moisés ungió a Aarón y a sus hijos y los consagró
para «ministrar» en el sacerdocio (Éxodo 29:30). Los levitas que no eran de la
familia de Aarón, aunque se escogieron para servir perpetuamente a Dios,
actuaban en calidad de asistentes de los sacerdotes, cumpliendo con tareas
físicas como vigilar puertas, matar los animales del holocausto y cuidar los
altares y utensilios del santuario (1 Crónicas 15:2; Ezequiel 44:11). Con todo,
Isaías predice que llegará un día cuando «Y extranjeros… te servirán» (Isaías
60:10).
En
un buen número de situaciones se usa el vocablo para denotar «servicio» a
alguna otra persona, generalmente de rango superior o de una clase más alta; no
obstante, el término nunca se refiere a la servidumbre de un esclavo. Moisés
recibe la siguiente instrucción: «Haz que
se acerque la tribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para
que ellos le sirvan» (Números 3:6; cf. 8:26). Eliseo «ministró» a Elías (1
Reyes 19:21). Abisag «sirvió» a David (1 Reyes 1:15). Diversas categorías de
oficiales «sirvieron» a David (1 Crónicas 28:1). El hijo de David, Amnón, tuvo
«un criado que le servía» (2 Samuel 13:17). Siete eunucos «servían delante del
rey Asuero» (Ester 1:10). También se habla de «criados del rey, sus cortesanos»
(Ester 2:2).
’abad,
«servir, cultivar, esclavizar, trabajar». Esta raíz está ampliamente diseminada
entre las lenguas semíticas y cananeas. El verbo aparece unas 290 veces en todo
el Antiguo Testamento.
El
verbo se usa por primera vez en Génesis 2:5 (rva): «Ni había hombre para
cultivarla». Dios encomienda al hombre la tarea de «cultivar y cuidar» la
tierra (Génesis 2:15; 3:23). En Génesis 14:4, «Habían servido a Quedorlaomer»
quiere decir que fueron sus vasallos. Dios dijo a Abraham que sus descendientes
serían «esclavizados» por el pueblo de una tierra extraña durante 400 años (Génesis
15:13).
A
menudo ’abad se refiere a Dios: «Servirás [‹adorarás›] a Dios sobre este monte»
(Éxodo 3:12). El término se usa frecuentemente con otro verbo: «A Jehová tu Dios temerás, y a Él solo
servirás» (Deuteronomio 6:13), o «Si obedeces cuidadosamente a los
mandamientos que yo te prescribo hoy, amando a Jehová, tu Dios, y sirviéndolo»
(Deuteronomio 11:13). Se ordena a todas las naciones: «Servir a Jehová con
alegría» (Salmos 100:2). Durante el reinado del Mesías «Todas las naciones le
servirán» (Salmos 72:11). El verbo y el nombre pueden usarse juntos como en Números
8:11: «Servirán en el ministerio de
Jehová».
B.
NOMBRES.
’abôdah,
«trabajo; labores; tareas; servicio». Este nombre aparece 145 veces en el
Antiguo Testamento hebraico; los casos se concentran en Números y Crónicas. Se
usa ’abôdah por primera vez en Génesis 29:27; «Se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo».
El
significado más general de ’abôdah se aproxima al término «trabajo» en
castellano. «Labores» del campo (1 Crónicas 27:26), «trabajo» diario desde el
amanecer hasta la puesta del sol (Salmos 104:23), y «trabajo» en la industria
de lino (1 Crónicas 4:21); todos estos ejemplos destacan usos que conocemos
bien. Al mismo tiempo, debe añadirse que ’abôdah puede también ser «trabajo
forzado», como el de un esclavo (Levítico 25:39) o de Israel en Egipto: «Vallan
ustedes y recojan la paja donde la hallen; pero nada se disminuirá de su tarea»
(Éxodo 5:11).
La
acepción más limitada del término es «servicio». Israel estaba al «servicio»
del Dios: «Para que sirva de testimonio
entre nosotros y ustedes, y entre las generaciones que nos sucederán, de que
nosotros servimos a Jehovah, en su presencia, con nuestros holocaustos, con
nuestras ofrendas y con nuestros sacrificios de paz. Entonces sus hijos no
podrán decir a nuestros hijos en el futuro:‹ Ustedes no tenían parte con Jehová›»
(Josué 22:27). Cuando el pueblo de Dios no dependió plenamente de Él, tuvo que
escoger entre servir al Señor o a reyes humanos que les impuso «trabajo
forzado» y tributo: «Pero serán sus
siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos
de las naciones» (2 Crónicas 12:8).
Otro
uso especial del vocablo tiene que ver con el tabernáculo y el templo. Los
sacerdotes se escogieron para el «servicio» de Dios: «Que guarden delante del
tabernáculo de reunión lo que Él les ha encomendado y lo que ha sido encomendado
a toda la congregación, para llevar a cabo el servicio del tabernáculo» (Números
3:7). También los levitas tenían muchas funciones importantes dentro y en torno
al tabernáculo; cantaban, tocaban instrumentos musicales, y eran secretarios,
escribas y porteros (2 Crónicas 34:13; cf. 8:14). Es más, cualquier cosa,
persona u objeto (1 Crónicas 28:13) que se asociaba con el santuario también se
consideraba al «servicio» del Señor. La forma en que hoy entendemos «culto»,
con todos sus componentes, se acerca bastante al significado de ’abôdah,
«servicio»; cf.: «Así fue organizado
aquel día todo el servicio de Jehovah, para hacer el sacrificio de la Pascua y
para ofrecer los holocaustos sobre el altar de Jehovah, conforme al mandato del
rey Josías» (2 Crónicas 35:16).
La
Septuaginta traduce el término como leitourgia («servicio»); doulia
(«esclavitud»); ergon («trabajo; obra; ocupación»); y ergasia («carrera; práctica;
trabajo; lucro; ganancia»).
’ebed,
«siervo, sirviente». Este nombre se encuentra más de 750 veces en el Antiguo
Testamento. ’ebed aparece por vez primera en Génesis 9:25: «Maldito sea Canaán; siervo de siervos será a
sus hermanos», o sea, «esclavo». Un «siervo» podía comprarse con dinero (Éxodo
12:44) o ser un asalariado (1 Reyes 5:6). La declaración de la redención divina
de Israel, tantas veces reiterada, es: «De la casa de servidumbre… Jehová te ha
sacado» (Éxodo 13:3, Hebreos 2:15; «esclavitud»). ’ebed también se usaba para
expresar humildad y cortesía al dirigirse a un superior, como en Génesis 18:3:
«Por favor, no pases de largo a tu siervo»
(cf. Génesis 42:10). Moisés se dirige a Dios diciendo: «¡Ay, Señor!, nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde
que tú hablas a tu siervo» (Éxodo 4:10). El «servicio» es la señal de los
que Dios llama, como en Éxodo 14:31: «El pueblo temió a Jehová, y creyeron a
Jehová y a Moisés su siervo». Dios declara que: «Mis siervos son los hijos de Israel» (Levítico 25:55; cf. Isaías
49:3). «Habló, pues, Jehová por mano de
sus siervos los profetas» (2 Reyes 21:10). Dijo el salmista: «Yo soy tu
siervo; siervo tuyo soy, hijo de tu sierva» (116:16); es un título apropiado
para todo creyente.
Muy
significativo es la aplicación de «mi siervo» al Mesías en Isaías (42:1–7;
49:1–7; 50:4–10; 52:13—53:12). Israel fue un «siervo ciego y sordo» (Isaías 42:18–22).
Por tanto, el Señor llamó a «mi siervo justo» (Isaías 53:11; cf. 42:6) para que
«[llevara] el pecado de muchos» (Isaías 53:12), «para que seas mi salvación
hasta lo postrero de la tierra» (Isaías 49:6).
Ningún
«siervo» era un hombre libre. Estaba sujeto a la voluntad y orden de su amo.
Con todo, uno podía someterse a su amo por amor y de buena voluntad (Éxodo 21:5),
permaneciendo a su servicio sin que se le obligara a hacerlo. Por supuesto que
esta ilustración describe muy bien la relación de una persona con Dios.
La
Septuaginta traduce ’abad y sus nombres mediante 7 raíces griegas diferentes
que imparten al término una diversidad de matices. A través de ellos los usos
fundamentales de ’abad se introducen al Nuevo Testamento. Sobresale el
cumplimiento por Jesús del papel de Siervo Sufriente del Señor en Isaías: «Que se hagan sanidades y milagros y
prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús» (Hechos 4:30; «siervo
Jesús»). Otro uso importante es cuando Pablo se autodenomina «siervo de Jesucristo»
(Romanos 1:1).
C.
PARTICIPIO.
sharat,
«siervo; ministro, servidor». El término se traduce a menudo como «ministro» y
a veces como «ayudante» o «servidor»: «Aconteció después de la muerte de Moisés
siervo [’ebed] de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, ayudante
[sharat; ministro] de Moisés» (Josué 1:1). En Ezequiel 46:24 se refiere a un
lugar en el complejo del templo reservado para «los servidores del templo [‹de
la casa›].
El
privilegio de servir al Señor no se limita a seres humanos: «Bendecid a Jehová,
vosotros todos sus ejércitos [ángeles], ministros suyos que hacéis su voluntad»
(Salmos 103:21). El fuego y el viento, poéticamente personificados, también son
«ministros» de Dios (Salmos 104:3–4).
Josué
fue el «ayudante» o «ministro» de Moisés (Éxodo 24:13) y Eliseo tuvo un
«sirviente» (2 Reyes 4:43).
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