(Col 1.1–29)
Durante la edad del oscurantismo en Europa occidental,
una brillante civilización floreció en el Imperio Bizantino, los restos
orientales del Imperio Romano. «Bizantino» permanece en el idioma español como
un adjetivo que sugiere algo incomprensiblemente complicado, misterioso y hasta
siniestro. En Bizancio la política, las costumbres sociales, la moral y las
religiones orientales y occidentales se encontraron y se fundieron en algunas
formas fantásticas.
Antes de que surgiera el estilo gótico, con sus líneas
verticales levantándose hacia el cielo, la arquitectura bizantina produjo las
más imponentes iglesias en el mundo mediterráneo. El plano se basaba en la
forma de una cruz. Las columnas soportaban techos abovedados y una enorme cúpula
central se hallaba por encima del espacio abierto creado por la intersección de
los brazos de la cruz.
La principal forma de arte decorativo de las iglesias
bizantinas consistía en mosaicos de personajes y acontecimientos bíblicos. En
todo espacio disponible alrededor del límite del techo y en las bóvedas
esféricas y cúpulas del cielo raso, el color relucía con un encanto oriental de
matices brillantes para presentar una imagen de la Biblia a las masas
iletradas. Ciertos temas bíblicos importantes aparecían en el mismo lugar en la
mayoría de las iglesias.
La cúpula central de una iglesia bizantina ostentaba
el mosaico más grande e importante. Lo llamaban el Cristo Pantocrátor, «Cristo,
el Todopoderoso». Esta figura de Cristo comunicaba majestad y santidad. En
todas las escenas alrededor de la iglesia resplandecía su gentileza y
misericordia a la luz de las velas, pero destacándose en especial y observando
hacia abajo sobre todo adorador, por entre las nubes de incienso, estaba el
asombroso y soberano Señor.
Vivir para agradar a Jesús
El asombroso y soberano Señor del universo, ha
escogido llamar a las personas antes que obligarlas a someterse a Él. Él desea
súbditos voluntarios, que vivan por qué lo aman y aprecian su salvación de los
pecados provista por su muerte.
Tierra adentro, a unos ciento cincuenta kilómetros de
distancia de Éfeso, en Asia Menor, tres ciudades se agrupaban en el valle del
río Licio. Laodicea era una ciudad grande; Hierápolis era de buen tamaño y
estaba creciendo; pero Golosas era pequeña, el menor de los pueblos al que
Pablo le escribió una epístola. Una vez había sido grande e importante, pero en
el primer siglo d.C. la prosperidad de Laodicea y de Hierápolis hizo sombra a
Colosas.
Las iglesias de Hierápolis y Laodicea (Col 2.1; 4.13, 16; Ap 3.14–22) duraron mucho más tiempo después de que Colosas dejó de existir, pero en el primer siglo esta era la líder espiritual de las tres. El hecho de que dos epístolas destinadas a Colosas (Colosas y Filemón) aparezcan en el Nuevo Testamento habla en alto
grado de la prominencia espiritual de la pequeña Colosas.
En base a Colosenses 1.1, 2, analice la situación de la epístola.
Los remitentes
Los destinatarios
El saludo inicial (véase 4.18)
Describa, basado en Colosenses 1.3–5, la acción de gracias de Pablo a Dios por los cristianos
colosenses (véase 1 Co 13.13).
Acerca de su fe
En cuanto a su amor
Respecto a su esperanza
Describa la experiencia de los colosenses con el
evangelio de Cristo (1.5–7)
¿Cuál era el papel de Epafras en la iglesia en
Colosas? (1.7, 8; 4.12, 13)
Describa la oración de Pablo por los colosenses en Colosenses 1.9–12.
Por conocimiento
Por comportamiento
Por fortaleza
Por acciones de gracias
¿Cómo pasaron los colosenses del reino de las
tinieblas al Reino de la luz? (1.12–14)
La gente del reino [Col 1.13]. La «transferencia» del creyente de subordinado a la autoridad de Satanás a subordinado a la autoridad de Cristo, se la
describe como el paso hacia otro «reino». Los versículos subsiguientes describen la
redención de Cristo como trayéndonos a un lugar donde reina la perfección, la
totalidad; es decir, a la suficiencia, autoridad o habilidad espiritual de
vivir victoriosamente por encima y a pesar de los poderes invisibles de las
tinieblas (vv. 14–16; 2.6–10).
Esto se hace realidad, en oposición a lo meramente
teórico, cuando 1) vivimos y amamos como ciudadanos del reino celestial (Flp 3.20); 2) utilizamos la divisa del reino, la cual es de
irresistible valor (Hch 3.6); 3) operamos como embajadores autorizados para
ofrecer la paz y la reconciliación del reino a todos aquellos que todavía no son criaturas nuevas en Cristo (2 Co 5.20); y 4) servimos como la milicia del reino, ceñidos con las armas de la oración, para librar la
batalla contra las potencias de las tinieblas, que tanta influencia tienen en
este mundo (Ef 6.10–20). La terminología «del reino» contiene más que cuadros poéticos. Ella es prácticamente aplicable a nuestro vivir total.
Sangre, haima (Col 1.14). La palabra común para el complejo fluido rojo que corre por las venas
de las personas y los animales. En la Biblia sangre se usaba en dos maneras
especiales. Primero, en el asesinato de una persona por parte de otra es el
derramamiento de sangre lo que clama (Gn 4.10) por venganza (9.6) desde la tierra que contamina (Nm 35.33). Segundo, la expiación por el pecado puede ser realizada sólo mediante el derramamiento de sangre (Heb 9.7, 11–15, 22).
El punto de ambos usos especiales del término sangre
es que «la vida de toda carne es su sangre» (Lv 17.14). La sangre es un poderoso y vital símbolo verbal. «El alma que pecare morirá» (Ez 18.4) a menos que un sacrificio le dé su lugar a su vida. Bajo el antiguo pacto, la sangre
de los animales cubría los pecados con la esperanza de que el sacrificio
quitaría el pecado.
La sangre de Cristo representaba la vida del eterno
Cordero de Dios sin pecado. Su sangre podía pagar el precio por un infinito
número de almas que se habían ganado la muerte por sus pecados. Jesús puso su
vida al derramar su sangre, para que los pecadores, espiritualmente muertos,
pudieran vivir para siempre.
La supremacía de Jesús empieza en nuestra experiencia
con la suprema salvación provista por su sangre derramada, y con la vida
maravillosa con que capacita a sus seguidores para vivir día tras día.
¿Qué nueva noción espiritual le ha dado el Señor
recientemente que ha impactado su forma de vivir?
¿En qué obra fructífera le ha guiado el Señor a
participar recientemente?
¿Ha sido fortalecido recientemente con el poder de
Dios para tener paciencia y magnanimidad?
Todo le pertenece a Jesús
Al filo del tiempo, antes de que el Hijo velara su
gloria para poder interactuar con los humanos y mostramos cómo es el Padre, él
era el Creador. Era «el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Heb 1.3). Cuando Pablo llamó a Cristo «la imagen del Dios invisible» (Col 1.15), ¿qué cree usted que quería decir?
En términos de ser «la imagen del Dios invisible»
En términos de ser «la imagen misma de su sustancia»
¿Qué piensa que Pablo quería decir al llamar a Cristo
«el primogénito de toda creación»? (Col 1.15)
En términos de genealogía
En términos de posición
Primogénito, prototokos. «Primogénito de toda
creación» no quiere decir que Cristo fue el primer ser creado. Primogénito
relaciona a Cristo con Dios como su Hijo más que como criatura. El término conecta
el pensamiento de Pablo con la descripción que Juan hace de Jesús como el
«Verbo» que era Dios (Jn 1.1) y «el unigénito del Padre» (v. 14). Primogénito también llevaba a los lectores judíos del primer siglo de regreso al lenguaje griego del
Antiguo Testamento (Sal 89.26, 27).
¿Qué creó Cristo? (Col 1.16)
¿Cómo se aclara el papel de Cristo en la creación con
cada una de estas expresiones de Colosenses 1.16, 17?
«En Él fueron creadas todas las cosas»
«Todo fue creado[…] para Él»
«El es antes de todas las cosas»
«Todas las cosas en Él subsisten» (véase Heb 1.3)
Organización de la estructura de la
esfera angelical [Col 1.16]. Existe una estructura organizada en la esfera
angelical, que ejerce profunda influencia en la historia de la humanidad, y en
la que los ángeles ocupan distintas posiciones, de acuerdo con sus respectivos
rangos. Aunque hay opiniones diferentes con respecto al orden de los oficios
angelicales, está claro que la hueste angelical forma parte de un mundo
altamente organizado de seres angelicales.
Por ejemplo, Daniel 10.13 muestra que los ángeles guerreros tienen un jefe principal, Miguel, a
quien también se le llama arcángel, esto es, uno que gobierna sobre otros. Serafines
y querubines parecen ser de un rango de poder un poco más bajo, solamente
superiores a los espíritus ministradores (Heb 1.14). Sin embargo, es posible que los serafines y los
querubines desempeñen un papel de liderazgo en la adoración, mientras que Miguel dirige a los ángeles belicosos.
Con respecto a los ángeles de las tinieblas, Efesios 6.12 ofrece algunas precisiones sobre rangos en el reino
de los ángeles malos: principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de
este mundo y «huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Por la
información que la Biblia ofrece, deducimos que el reino angelical es una
sociedad distintamente estructurada, con diferentes niveles de autoridad o
poder, de acuerdo con el orden creado por Dios.
¿De qué más, aparte de los reinos físico y espiritual,
es Cristo el Creador? (Col 1.18)
¿Cómo inició Cristo esta nueva creación? (Col 1.18)
¿Qué merece Cristo por su papel creador en la primera
y segunda creación? (Col 1.18)
La preeminencia de Cristo (Col 1.18)
En base a Colosenses
1.19, 20, describa lo que agradó al Padre en cuanto al Hijo.
Respecto a su naturaleza
En cuanto a su ministerio
Respecto a su sacrificio
En Colosenses 1.19 el término plenitud refuta un concepto de los falsos maestros que enseñaban
en Colosas. Usaban plenitud para definir una jerarquía de seres espirituales y
dioses. En su doctrina, la humanidad estaba en el peldaño más bajo de esa
escala espiritual de la sociedad y Dios estaba encima. En el medio había una
plenitud de intermediarios con la que la gente tenía que lidiar.
Pablo descarta la galimatía espiritual de los falsos
maestros afirmando que en Cristo «habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad». En Cristo están todas las cualidades y atributos espirituales que
cierran la brecha entre la gente finita y el Dios infinito. No se necesita nada
más ni nadie más.
Describa, según Colosenses 1.21–23, el proceso completo de la salvación de los colosenses.
Su condición anterior
Su regeneración
Su meta futura
Su perseverancia presente
El idioma griego del Nuevo Testamento tiene varias
maneras de expresar el pensamiento condicional «si… entonces…» Las expresiones
condicionales en el Nuevo Testamento varían desde aquellas cuyas condiciones
con seguridad se cumplirán, a aquellas cuyas condiciones con certeza no se
cumplirán. «Si en verdad ustedes continúan en la fe» (Col 1.23) establece la condición de fidelidad en una forma gramática que da por sentado que los cristianos la cumplirán.
Todo le pertenece al Señor Jesucristo. Primero, Él
realizó los planes del Padre al crear los mundos físico y espiritual. Más
adelante, cumplió los planes del Padre al redimir a hombres y mujeres para
establecer la nueva creación, la Iglesia, de la cual es Cabeza.
¿Qué concepto encuentra más asombroso en Colosenses 1.15–23? ¿Por qué?
Al contemplar al Cristo preeminente, ¿qué estímulo
encuentra para perseverar en su fe y en la esperanza del evangelio?
Dirigir a cada persona a Jesús
Jesús es supremo en todo. Debemos vivir para
complacerlo en todo. Toda la plenitud de Dios reside en Él, que es el creador
de todo y el re-creador de las personas arruinadas por el pecado que vienen a
Él por fe. A esto sigue que los creyentes en Jesús tienen la responsabilidad de
guiar a otras personas arruinadas por el pecado a Aquel que puede
reconciliarlas con Dios.
¿En qué forma entendió Pablo sus sufrimientos como
parte de su ministerio por Cristo? (Col 1.24; véase Flp 1.29)
En Colosenses 1.25–27, ¿cómo describe Pablo el ministerio que Dios le dio entre
los gentiles?
Lo que Dios le encomendó
La naturaleza del misterio
La razón para revelar el misterio
El contenido de este misterio
Describa la predicación de Pablo en Colosenses 1.28.
Sus aspectos
Su objetivo
¿Con qué medía Pablo el esfuerzo que ponía para
proclamar el evangelio de Cristo? (Col 1.29; véanse v. 11 y Ef 1.19, 20)
Los escritos de Pablo [Col 1.27, 28]. «En Cristo» es la expresión que Pablo usa más frecuentemente para designar el nuevo potencial de
vida que ofrece el evangelio. El término Mesías (Cristo), en su condición de Rey,
claramente coloca al creyente en la esfera de todo lo que representa e implica
el concepto de la realeza, la conquista de la salvación, y el ejercicio de su
soberanía.
La verdad esencial es que el Salvador-Rey ha venido, y
en Él Dios ha alterado las limitaciones impuestas por el pecado a los
individuos. La gente ya no necesita ser gobernada por su carnalidad (el dominio
de la carne), o controlada por el mal (el diablo). Al ser liberados, esto es,
transferidos a un nuevo reino, los individuos pueden conocer el gozo de una
relación con Dios a través del poder de la cruz, y reanudar sus vidas
sometiéndose a la voluntad del Señor, a través del poder del Espíritu Santo.
Por esto mismo, vivir en el reino de Dios trae consigo
una doble esperanza: la vida eterna con Cristo y la promesa de gracia para
«comenzar una nueva vida». De ahí que, «en Cristo», designa la nueva vida, que
debe vívirse en beneficio y gracias al poder del Rey Jesús, «quien ha traído
vida [reinar hoy con Cristo: Ro 5.8] e inmortalidad [reinar por siempre con Cristo: Ap 22.5] por medio del evangelio» (2 Ti 1.10).
Pablo anunció su consagración a «presentar perfecto en
Cristo Jesús a todo hombre» (Col 1.28) a los creyentes colosenses como ejemplo de la
urgencia y del poder que debía caracterizar su testimonio por Cristo. Debido a
que Jesús es Señor y supremo en todo, usted también debería querer presentarlo
a sus amigos y conocidos incrédulos.
¿Qué aspectos del evangelio piensa usted que son
«misterios» para los incrédulos que conoce?
Cuando teme o rehúsa dar el testimonio personal de su
fe en Cristo, o hablar del evangelio, ¿qué podría recordar respecto al deseo de
Dios de que sus amigos conozcan a Cristo (Col 1.27) y del poder disponible para testificar? (v. 29)
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