(14.15–16.33)
• «Ni me imagino cómo hacer este problema de
matemática. Mamá, ¿podrías ayudarme?»
• «Si mi jefe me ofende una sola vez más, voy a
renunciar. No necesito sus críticas, sino su ayuda».
• «Mi esposo no es como muchos otros esposos que
conozco. Realmente comparte la carga del hogar. Si no lo hiciera, creo que
provocaría una gran tensión a nuestro matrimonio, pues los dos trabajamos
fuera».
• «Mis dos hijas aman el sóftbol. Pero la menor
progresa más rápido y ya empieza a ser un poco mejor que su hermana mayor,
porque su entrenador hace trabajar más al equipo y, al mismo tiempo, sabe
cuándo hacer un alto y felicitarlas por lo que han logrado. En una ocasión mi
hija mayor dijo que desearía que su entrenador se pareciera más al de su
hermana. Yo también lo quisiera».
Todos necesitamos que nos ayuden. Desde nuestra
concepción, dependemos de una cantidad incalculable de personas para que nos
provean alimento, refugio, vestimenta, seguridad económica, educación, empleo,
entretenimiento, comprensión y crecimiento espirituales… prácticamente todo lo
que necesitamos en la vida. A veces vivimos con el mito de que podemos llegar a
ser totalmente independientes, descansando sólo en nuestras habilidades para
obtener y hacer lo que queremos. Sin embargo, en realidad somos cualquier cosa
menos independiente; y eso nunca lo podremos cambiar. Nadie puede existir solo
o sin ayuda; los ayudadores nos rodean a cada paso. Por supuesto, podemos
recibir una mala ayuda, o ignorarla o abusar de la ayuda que recibimos; pero
sin mucho auxilio, nadie jamás lograría hacer algo.
Por cierto que es muy probable que usted recuerde al
menos a una persona que le ayudó alguna vez a evitar que se derrumbara
totalmente, o que lo estimuló para que concretara algo o llegar a ser algo o
alguien que creía que estaba fuera de su alcance. Quizás fue un entrenador o un
profesor de música que le hizo practicar hasta que la destreza se hizo
mecánica, y le permitió alcanzar niveles superiores de los que antes apenas
hubiera podido soñar. O quizás fue su padre o su madre, que nunca dejaron de
creer en sus posibilidades, aun cuando se daba por vencido. Quizás la persona
que lo ayudó era alguien de su misma edad o un amigo que le ofreció un refugio
seguro donde soñar, llorar y encontrar consuelo y nuevas fuerzas. Puede señalar
la persona que quiera, porque sin dudas ella también tuvo ayuda, es decir,
personas que lo cobijaron bajo sus alas y le dieron lo que necesitaba para
levantar vuelo.
Dios sabe que necesitamos ayudadores; así nos creó
(cf. Gn 2.18–24). Fuimos creados para necesitar de otros y también de
Dios. Y por medio de su Hijo, el Padre nos provee el Ayudador más grandioso,
confiable, poderoso, sabio y dotado que jamás hayamos tenido o podamos llegar a
tener: el Espíritu Santo. ¿Pero cómo es el Espíritu Santo? ¿De qué manera puede
ayudarnos? ¿Cómo puede llegar a formar parte vital de nuestra vida? En Juan 14.14–16.33 lo encontramos y ese es el pasaje que vamos a
explorar en este capítulo.
Pero avanzaremos de una manera diferente en este
pasaje de las Escrituras. En lugar de considerar los versículos en el orden en
que están, vamos a enfocarlos temáticamente. Esto nos permitirá abordar de
manera más sistemática la enseñanza que contienen.
Otro Ayudador
Jesús, durante la Última Cena con sus discípulos la
noche anterior a su muerte, habló extensamente acerca de «otro Consolador
[Ayudador]». Considere lo que dijo acerca de este Ayudador en Juan 14.16–18, 25, 26; 15.26; 16.5–15. Estos pasajes revelan mucho acerca de dicha persona,
e incluyen información acerca de su naturaleza, su obra entre creyentes e
incrédulos, su relación con el Padre y el Hijo, así como con cristianos e
inconversos, el momento en que llegaría, y cómo puede ser conocido y recibido.
Anote a continuación, en la columna de la izquierda, sus descubrimientos.
Luego, en la de la derecha, registre las observaciones que desee. Esos
comentarios pueden ser preguntas, puntos de aplicación, observaciones o
cualquier otra cosa que le venga a la mente. El propósito es interactuar con el
texto, dejar que la Palabra le hable y a la vez responder a ella. Recuerde que
la Palabra de Dios es viva y eficaz, no muerta e impotente (Heb 4.12); por lo tanto déle la oportunidad de dialogar con
usted. Esa conversación sólo le ayudará.
El Espíritu Santo y yo
MIS DESCUBRIMIENTOS
MIS COMENTARIOS
14.16–18
14.15, 26
15.26
16.5–15
Rogar (14.16): En el original, pedido hecho de igual a igual, a
diferencia de la palabra que se traduce pedir en 14.13, 14, donde se trata de un pedido hecho de uno inferior a
otro superior.
Otro (14.16): Distinto, pero de la misma naturaleza. El Espíritu
Santo es una persona diferente a Cristo, pero es tan plenamente Dios como lo es
Cristo.
Consolador [Ayudador] (14.16): Un auxiliador, abogado, defensor, amigo en la
corte, consejero, consolador, alguien que ayuda a llevar una carga pesada.
Mora con… en (14.17): Esta distinción destaca la diferencia entre la
manera de obrar del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y a partir de
Pentecostés. Durante la época del antiguo pacto, el Espíritu Santo estaba a
disposición y presente en algunos creyentes para determinados propósitos y sólo
temporalmente (Jue 3.10; 6.34; 11.29; 13.25; 1 S 16.14; Sal 51.11). Bajo el nuevo pacto que Jesús introdujo con su muerte, resurrección y
ascensión, el Espíritu mora para siempre en todos los creyentes desde el
momento en que confiesan su fe (Ez 36.27; Ro 8.11; 1 Co 6.19; 12.13). Por lo tanto, si dan la bienvenida a la plenitud
del Espíritu, los creyentes reciben Su poder para el ministerio, servicio,
obediencia y santificación (Ro 8.4).
Huérfanos (14.18): Los que quedan sin los que lo protejan o cuiden.
Cristo volvería temporalmente a sus discípulos después de su resurrección (Jn 14.19); pero de manera permanente por medio de la presencia
y el ministerio del Ayudador prometido, el Espíritu Santo.
Procede (15.26): Sale de, enviado de. El Espíritu Santo viene del
Padre a través del Hijo.
Convencer (16.8): En este contexto, el Espíritu Santo lleva el mundo
a juicio y presenta evidencias convincentes que prueban la culpabilidad del
mundo ante Dios en tres sentidos: (1) su negativa a creer en Cristo, lo cual
muestra la gravedad de su pecado; (2) su negativa a aceptar a Cristo como el
modelo perfecto de justicia, aun cuando su ascensión al Padre y la aceptación
del Padre lo vindican como el justo eterno; (3) su negativa a aceptar su
responsabilidad ante el juicio inminente, e inevitable debido a que su
gobernante espiritual, Satanás, ya ha sido juzgado y condenado por Dios.
Aquí hay abundante material de aplicación, pero vamos
a concentrarnos en sólo tres puntos clave que se destacan.
Primero, Jesús dijo que El oraría. Sí, se acercaría al
Padre como a un igual, pero en su humanidad iba a depender de la oración para
que se conociera su petición. ¿Cómo es su vida de oración? ¿Ora diariamente,
algunas veces a la semana, sólo en crisis, o en el templo? ¿Cuál es su
compromiso de oración? ¿Acerca de qué ora? ¿Se concentra en sus necesidades o
en las de su familia inmediata? Si el Hijo del Hombre necesitaba orar, ¡cuánto más
nosotros! A continuación escriba acerca de su vida de oración, y anote cómo la
puede mejorar y nutrir. La oración es esencial en la vida cristiana.
Segundo, por el amor de Cristo se nos dio el Espíritu
Santo para nuestro beneficio. ¿Cómo demuestra su gratitud por ese hecho? ¿Oye
al Espíritu? ¿Le habla? ¿Le obedece? ¿Encara cada nuevo día con su poder y
sabiduría? ¿Qué papel le permite realizar al Espíritu Santo en su vida diaria?
¿Usa cada día su ayuda «orando en el Espíritu Santo» (Jud 20)? ¿Es necesario que Él crezca y usted mengüe? Exprese
aquí sus reflexiones, quizás incluso en una oración dirigida al Espíritu. Él
espera poder oírle.
Tercero, la tarea del Espíritu Santo es convencer al
mundo; ese no es nuestro trabajo. No necesitamos hacer que la gente se sienta
mal, culpable, pecadora, responsable, o cualquier otra cosa semejante. El
Espíritu Santo es perfectamente capaz de ocuparse de esa tarea. Nuestra labor
es la de llevar las buenas nuevas, decide a la gente cómo encontrar ayuda para
resolver su culpabilidad. El Espíritu de verdad es el que se ocupa de las malas
noticias. Y es mejor así. ¿Quiénes somos, tan pecadores como cualquiera, para
condenar a otros y señalarles sus pecados? Esto podría hacer que parezcamos
soberbios, es más, podríamos empezar a creernos mejores que otros pecadores. No
es así. Somos pecadores que podemos decirles a otros dónde encontrar perdón.
¡Esa es la gran noticia!
¿Cómo habla del evangelio? ¿Como un compañero de lucha
o como juez y jurado? ¿Agita usted un dedo acusador o extiende una mano
misericordiosa? Cerciórese de mejorar el enfoque y la actitud con que
actualmente da testimonio y reflexione sobre qué puede hacer para mejorar ambas
cosas, dejando que el Espíritu Santo haga su trabajo mientras usted hace el
suyo.
Amor obediente
Jesús también habló mucho acerca del amor en Juan 14.15, 21–24; 15.9–14, 17. Cuando los lea, conteste las siguientes preguntas.
Quizás descubra algunas cosas sorprendentes acerca del amor.
¿Quién es amado y por quién?
¿Cómo se ejerce el amor?
¿Qué produce el amor?
¿Qué Amante y relación de amor deben ser nuestro
modelo?
¿Cómo sabemos si el amor no está presente?
¿Qué impresión le produjeron esos versículos por lo
que dicen acerca del amor? ¿Cómo podría resultar su amor diferente?
La fuente esencial
Una de las secciones más famosas de la conversación de
Jesús con sus discípulos durante la Última Cena se refiere a un labrador, una
vid, sus pámpanos y su fruto. Lea Juan 15.1–8 y anote lo que descubre acerca de cada una de estas
metáforas, su significado e importancia.
La viña
EL LABRADOR
LA VID
LOS PÁMPANOS
EL FRUTO
Entre
bastidores
La vid es una de las figuras que usa el Antiguo
Testamento para describir a Israel (Sal 80.8–16; Is 5.1–7; Jer 2.21; 5.10; 12.10; Ez 15.1–8; 17; Os 10.1). Cuando Jesús usa esta metáfora en el Evangelio de
Juan, lo hace para identificarse como el verdadero Israel, el que cumple lo que
la nación de Israel dejó de hacer.
Cuál es su relación con la Vid? ¿Está en realidad
consagrado a ella o sólo se limita a jugar a su alrededor?
¿Cómo es su relación con Jesucristo? Puede medirla por
el fruto que se manifiesta, y su semejanza a Cristo mediante la obra del
Espíritu Santo. Busque Gálatas 5.16–26 y considere lo que dice acerca de las obras de la carne y el fruto del
Espíritu. ¿Cuáles caracterizan su experiencia y hasta qué punto? Recuerde, no
se trata sólo de pensar en la conducta externa y en los logros, sino también en
las actitudes internas, las motivaciones, los pensamientos y las creencias.
Si descubre que no produce la abundancia de fruto que
debiera producir, no se preocupe. Fructificar lleva tiempo; es un proceso, y
Dios está comprometido a que usted lo lleve a cabo. Su tarea es permanecer en
Cristo, mantenerse a su lado sin importar lo que ocurra, procurando obedecerle
por medio del poder del Espíritu Santo. El Espíritu se ocupará de lo demás.
Algo más que oración
Lo que Jesús dice acerca de la oración en Juan 14.13, 14, lo amplía en 15.7, 14–16, pero con un énfasis diferente. En Juan 14, el enfoque es la seguridad de que nuestras oraciones
serán contestadas siempre que se hagan en el nombre de Cristo (es decir, de
acuerdo a su propósito y voluntad). En Juan 15, sin embargo, el enfoque está en la relación entre el
que ora y Cristo. ¿Qué dicen esos versículos acerca de esta relación y su
importancia para nuestras oraciones?
Por qué le ocurren cosas malas al pueblo de Dios
Jesús también habló sobre el odio y la persecución.
Nunca nos dijo que la vida cristiana estaría exenta de dolor o conflicto; al
contrario, nos advirtió que estas cosas sucederían porque nos identificamos con
Él, la Luz, y el mundo que abraza la oscuridad no puede tolerar la Luz y lucha
en su contra, tratando de opacarla. Nos guste o no, somos combatientes, y la
batalla es inexorable y violenta.
Observe lo que dice Jesús al respecto (Jn 15.18–25; 16.1–4), resuma lo que piensa sobre el tema.
Sin duda que el pueblo de Dios sufrirá persecución a
causa de su devoción a Cristo, esto es indiscutible. La historia demuestra la
veracidad de esa afirmación, y si su experiencia aún no se lo ha probado, es indudable
que lo hará, al menos si está firme con Cristo, y da fruto por medio de su
Espíritu.
¿Ha sufrido por su compromiso con Cristo? Primera de
Pedro se escribió expresamente para creyentes que enfrentaban persecución.
Dedique tiempo a leer completa esa gran epístola. Le proveerá consejos útiles y
consuelo a los que con toda seguridad querrá volver una y otra vez. Anote con
toda libertad los pensamientos que deseará recordar cuando se vea acosado por
la persecución.
El Señor que regresa
Varias veces a través de esta sección del Evangelio de
Juan, Jesús habla acerca de su ida y su retorno. Busque esos versículos y
sintetice lo que dicen en el espacio que sigue. Cerciórese de indicar lo que
cree que Jesús dice; o sea, lo que significan sus palabras. Observe también lo
que Jesús dice que dará a los creyentes durante su ausencia física.
14.16–21
14.22–31
15.26, 27
16.5–28
Judas (14.22): No es el discípulo que traicionó a Jesús, sino el
hermano de Jacobo (cf. Lc 6.16; Hch 1.13).
El Padre mayor es que yo (14.28): Esto no contradice otras afirmaciones de Jesús
sobre que Él es igual con el Padre en deidad; más bien reafirma que «ni el
enviado es mayor que el que le envió» (13.16). Jesús sirve como mensajero del Padre y debe rendirle
cuentas de cómo ha llevado a cabo su misión.
La resurrección de Jesús es el acontecimiento más
extraordinario y de gozo en toda la historia bíblica. Demuestra la victoria de
Cristo sobre el pecado, la muerte y Satanás. Si añadimos a esto su ascensión a
los cielos para gobernar con la autoridad del Padre hasta que todo el poder de
sus enemigos haya sido totalmente vencido, advertiremos que si estamos del lado
de Jesús, estamos definitivamente del lado vencedor, dotados del poder
prometido de su Espíritu y de poderosas razones para esperar Su victoria día a
día.
En el último capítulo de esta guía de estudio, nos
concentraremos en la resurrección de Jesús con más detalles, pero teniendo en
cuenta lo que este dice sobre el tema en este pasaje del Evangelio de Juan,
¿qué aplicaciones puede sacar para su vida? Sea lo más concreto posible.
Profecía y paz
Los discípulos hicieron ciertas observaciones (vv. 29, 30) a raíz de las últimas palabras de Jesús en Juan 16.25–28. ¿Qué dijeron?
¿Cómo reaccionó nuestro Señor? (vv. 31, 33)
Al considerar estos últimos versículos, ¿qué descubrió
como más pertinente para su situación?
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