Usted y ella son amigas. Son íntimas amigas. Ella lo
sabe, y usted también. Se cuentan todo. Usted le ha contado que volar la
aterroriza a tal punto que cuando baja se queda sentada en la sala del
aeropuerto hasta recuperar la fuerza de sus piernas. Ella le ha contado su
secreto anhelo de ser una famosa corredora automovilística. Se trata de un
deseo que hace muchos años no se lo ha contado a nadie, porque las personas a
las que se lo dijo antes se rieron de ella. Usted sabe quiénes se burlaron de
sus planes y cuánto le dolió la actitud de ellos. Sabe también dónde ha
comenzado a recibir lecciones de conducción con la intención de convertir en
realidad su sueño. Ella sabe quién fue la primera persona que le dio un beso a
usted, por qué ya no quiere dar un paseo sola a pie, la forma en que su padre
la incomodó en presencia del primer joven con el que salió, cuando en realidad
consideró la posibilidad de rasurarle la cabeza a su esposo mientras dormía,
para desquitarse por haberse burlado de su cabello. Sabe por qué le es tan
difícil a ella confiar ahora en los hombres, el miedo que le tiene a las
agujas, por qué se deleita disimuladamente cada vez que toma un helado de
chocolate almendrado, y cuál es el verdadero significado que oculta una de sus
frases favoritas. Nada hay que sea tan sagrado que no se lo puedan comunicar.
Juntas han experimentado toda clase de emociones... se
han reído a carcajadas, han expresado sus sentimientos de venganza, la
desilusión provocada por sueños fallidos, el dolor que producen las
insinuaciones y los rumores, las frustraciones de criar hijos que al parecer no
las apreciaban, y menos aún escuchaban.
Hace años que se conocen. Han viajado juntas, han
pasado vacaciones juntas, han trabajado en los mismos proyectos, han ido a las
mismas liquidaciones de las grandes tiendas, han visto las mismas películas
cinematográficas, han leído los libros de cada una.
Si dos personas pueden llegar en realidad a conocerse
la una a la otra, esas son ustedes.
Luego, su amiga muere. Las dos sabían que esto iba a
suceder; no fue algo repentino. Pero ella se preparó para eso mejor que usted.
Es más, cuando falleció usted sintió como si todo su cuerpo se comprime
dentro de su corazón; luego ambos estaban aplastados con golpes brutales e
inexorables.
¿Cómo puede conservarla en su memoria? ¿Qué puede
hacer para que otros sepan cómo era, lo que pensaba, sentía y por qué, cuánto
significaba para usted? Comienza a escribir. Trata de hacer memoria y empieza a
registrar todo lo que recuerda. Quiere recordarlo todo, tal como fue. Sí, la
amaba y la sigue amando. Pero anhela ofrecer un retrato que sea fiel a la
realidad, y no barnizado con falsos elogios; la relación entre ustedes estaba
basada en la verdad, de modo que quiere asegurarse de que su descripción también
lo sea. Cuando haya terminado, se propone darles a otros sus recuerdos escritos
con los que podrían beneficiarse contemplando a su amiga tan querida, su mejor
amiga, tal como era.
¿Alguna vez ha tenido un amigo que haya querido así?
Juan sí. Su nombre era Jesús. Nació en Belén y se crió en Nazaret. Hijo de un
carpintero (algunos decían que había sido concebido ilegítimamente), Jesús se
convirtió en un predicador ambulante que dio a conocer su mensaje acerca del
Reino de Dios por toda la Palestina del primer siglo. Ese fue el momento en que
Juan lo conoció, se unió a su pequeño grupo de seguidores y aprendió a amarlo
como su mejor amigo. Jesús sentía lo mismo hacia Juan, y Juan lo sabía (como
veremos más adelante).
Viajando juntos, intercambiaban relatos, se contaban
secretos; aprendieron a saber lo que enfureció y entristeció a cada uno,
descubrieron lo que le gustaba comer a cada cual; se alentaban mutuamente,
oraban el uno por el otro y discutían entre sí. Se conocían como ocurre con los
que se consideran amigos íntimos, pero ambos sabían que a pesar de todo había
dos cosas que no tenían en común. Estas dos cosas hacían que Jesús fuese
absolutamente único; ningún otro ser humano las tenía, y, como que eran suyas,
lo hacían superior a cualquier otro ser humano, vivo o muerto. Él era Dios
encarnado, y estaba completamente libre de pecado. No había nada en la
experiencia anterior de Juan que lo hubiera podido preparar para una relación
íntima con una persona así. El encanto de todo esto era indescriptible.
Más, por asombrado que pudiera sentirse Juan en la
presencia de Jesús, también podía sentir su dolor. Jesús sabía que iba a morir,
y él también. Sabía además el gran dolor que Jesús sufriría antes de morir, y
eso le dolía profundamente.
Juan experimentó la pérdida de su mejor amigo… incluso
lo vio morir. Pero también lo vio victorioso sobre la muerte, y dedicó el resto
de sus días a contar a los demás acerca de su mejor amigo, para que ellos
pudieran ser Sus amigos también. De esto se trata justamente el Evangelio de
Juan. Es un relato íntimo, realista y que a la vez ensancha la mente, del
hombre que sacudió al mundo, el mejor amigo de Juan, el Hijo de Dios, el Hijo
del Hombre.
En este capítulo queremos aprender algo más acerca de
Juan, por qué escribió su Evangelio, cuándo y dónde lo escribió y quiénes
pudieron haber sido sus primeros destinatarios. También queremos ver cómo
presenta a Jesús en su personalidad total. En los capítulos siguientes
tendremos muchas oportunidades para analizar los detalles.
Al comenzar este estudio, no olvide que este Evangelio
es fruto del amor: el amor de Juan por Jesús, el amor de Jesús por usted y por
mí, y el amor del Padre por su Hijo y por el mundo. En una carta de amor de
esta naturaleza encontraremos muchas cosas que tendrán aplicación a nuestra
vida, relaciones, nuestros valores, nuestras alegrías, nuestros dolores.
Juan, el autor
Al leer el Evangelio de Juan, no encontrará el nombre
de alguien que se identifique como autor del mismo. Así ocurre también con los
otros tres Evangelios: Mateo, Marcos y Lucas. Pero hay dos evidencias que
indican que Juan es el autor del cuarto Evangelio.
La primera evidencia es interna: lo que el texto del
Evangelio revela acerca del autor. Un personaje que aparece como «uno de sus
discípulos, al cual Jesús amaba» se menciona a menudo a través del Evangelio. Y
si bien se nombra a la mayoría de los doce discípulos, a este no; y uno de los
discípulos que no se mencionan es Juan. De modo que mediante el procedimiento
de eliminación, las pruebas internas llevan a la conclusión de que el discípulo
«a quien Jesús amaba» era Juan.
La segunda evidencia es externa: la que se ocupa de lo
que la tradición de la iglesia afirma acerca de la paternidad de este
Evangelio. Y esa tradición presenta de manera sistemática a Juan, uno de los
hijos de Zebedeo, como el autor del cuarto Evangelio. Una de estas fuentes
históricas, Ireneo, que era obispo de Lyon en la segunda mitad del segundo
siglo y que estaba vinculado con Policarpo, que había conocido a Juan, le oyó
testificar que este discípulo del Señor publicó el Evangelio de Juan mientras
vivía en Éfeso.
De manera que las evidencias son bastante contundentes
en el sentido de que Juan, el discípulo amado del Señor, escribió el Evangelio
que lleva su nombre. (A propósito, también escribió 1, 2 y 3 Juan y
Apocalipsis.)
En el Nuevo Testamento en general puede obtenerse más
información acerca de Juan. Busque los pasajes que se indican abajo para ver
qué puede aprender sobre él.
Marcos 1.19
Mateo 4.21; Lucas 5.10
Mateo 27.56; Marcos 15.40 (cf. Jn 19.25)
Juan 1.35–42
Juan 2.2
Mateo 4.19–21
Marcos 3.17; Lucas 9.54
Mateo 17.1
Juan 13.23
Juan 19.26, 27
Hechos 3.1–11
Hechos 4.5–21
Hechos 8.14–25
Gálatas 2.9
1 Juan 1.1–4
Apocalipsis 1.9
De lo que ha descubierto acerca de Juan, ¿qué es lo
que encuentra más significativo? ¿Encuentra rasgos que le gustaría que
caracterizaran su propia persona? Escriba sus respuestas aquí, luego pídale al
Señor que comience a trabajar en su vida a fin de hacer que esos rasgos
impriman huellas a su vida de fe.
Los destinatarios y el propósito del Evangelio
Varios de los libros del Nuevo Testamento indican a
quiénes estaban destinados originalmente. Romanos fue para los creyentes de
Roma, mientras que 1 y 2 Corintios se escribieron para abordar asuntos de la
iglesia de Corinto. El Evangelio de Juan no indica en la misma forma quiénes
serían sus lectores. Si bien expresa con claridad una preocupación por el
pueblo judío fuera de la tierra de Israel (1.41; 4.25; 7.35; 10.16; 11.52; 20.31), su tono es más universal e incluye a los cristianos
gentiles y a todos los incrédulos. Juan dice que fue escrito: «[…] para que
creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis
vida en su nombre» (20.31). De modo que este es un libro para cualquiera que necesite a Jesús o
que necesite profundizar su relación con Él. Imposible abarcar más.
Cuándo y dónde
Mientras que algunos eruditos bíblicos fechan la
composición del Evangelio de Juan alrededor del año 70 d.C. o antes, la mayoría
lo ubica entre el 85 y el 90 d.C., o por lo menos antes de la finalización del
primer siglo.
La tradición eclesiástica, como ya lo hemos expresado,
dice que este Evangelio fue escrito por Juan en la ciudad de Éfeso.
Información
adicional
Lea la carta a los Efesios en el Nuevo Testamento y
vea qué más puede descubrir acerca de Éfeso y la iglesia allí consultando
algunos diccionarios o enciclopedias bíblicos. Descubrirá con rapidez lo
difícil que era ser cristiano en la pagana Éfeso.
Es muy común que algunas personas se quejen de lo
difícil que es ser cristiano en su comunidad. ¿Es usted una de ellas? ¿Qué ha
encontrado hasta ahora en este estudio que quizás le indique que debe proceder
para cambiar de actitud y perspectiva?
¿Qué le parece? ¿Está dispuesto a cambiar?
El mensaje de este Evangelio
Si alguna vez ha leído los Evangelio Sinópticos
(Mateo, Marcos y Lucas), sabe que tienen buena parte de su contenido en común,
y que básicamente presentan la misma cronología de la vida y el ministerio, la
muerte y la resurrección, de Jesús. El Evangelio de Juan es muy diferente. Su
orden es más temático que cronológico. Y cuando presenta una cronología,
aparece relacionada con el calendario religioso judío, mostrando a Jesús en
muchas de las principales festividades religiosas, generando controversias
sobre quién afirma ser y sobre lo que hace. Busque los versículos que se
indican abajo y anote a qué celebración religiosa asiste Jesús, y lo que ocurre
cuando lo hace.
2.13–25
5.1–18
6.4–15
7.2–52
10.22–39
11.55–12.43
13.1–5
18.1–19.42
¿Cree que los cristianos deben quedarse a la orilla
del mar y no crear olas? Jesús no pensaba así. Su ejemplo deja bien en claro
que estaba dispuesto a meterse en una situación y a remover las cosas, no por
amor a la controversia, sino para despertar el interés y para extender el Reino
de Dios. ¿Cuándo fue la última vez que la expresión de su fe generó una santa
conmoción? Si ha pasado mucho tiempo, es posible que tenga que ocuparse en
reflexionar sobre sí mismo para descubrir el porqué. Siéntase libre de escribir
aquí lo que piensa.
Teniendo en mente esta información como telón de
fondo, es hora de leer todo el Evangelio y de obtener una visión más clara del
retrato que hace Juan de Jesús. Considere la posibilidad de adoptar como
proyecto para esta semana la lectura de tres capítulos diarios y preparar su
síntesis de lo que abarca cada día. Una media hora por día le proporcionará
esta fructífera panorámica y lo ubicará en buena posición para las próximas
sesiones de estudio.
¿Qué le impresionó más profundamente en esta
panorámica de Juan?
¿Por qué cree que resaltan estas cosas en su caso?
Dedique un tiempo ahora mismo a presentar estas cosas
ante Dios. Pídale que le muestre la importancia de estos asuntos y lo que
quiere enseñarle por medio de ellos. Considere también su disposición para
permitir cambios en su vida en estas áreas. Si no se siente dispuesto, de todos
modos ponga al Señor al tanto de esta situación.
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