La epístola de Judas se centra alrededor de la gran apostasía o el abandono de la fe, que ocurrirá en la tierra antes del regreso de Jesucristo.
Pocos
libros del Nuevo Testamento tienen más que decir a nuestra generación que la
epístola de Judas. Los que tergiversan la fe hallarán desagradable el libro debido
a sus advertencias y a su posición intransigente contra los que desertan de la
verdad de Jesucristo. Pero a los que se acercan al libro con un corazón
receptivo, las palabras de Judas hablan con tanta claridad y energía hoy como
lo hicieron hace dos mil años.
Esta
pequeña epístola impresiona a la imaginación con sus vívidas representaciones
de los falsos maestros. El autor capta nuestra atención con su llamado a
defender la fe y crecer en la gracia. El enfoque principal del libro está en la
fe, los creyentes y Dios; no en los errores ni en el carácter de los herejes.
Es notable que con todas las categóricas descripciones de los falsos maestros,
Judas no nos da un mandamiento de confrontación (sólo evitar a los que causan
tropiezos) ni un plan de acción disciplinaria. Simplemente indica que están
bajo la condenación de Dios.
La
forma literaria de Judas es el estilo común de correspondencia de sus días. La
carta se inicia con el nombre del autor, una descripción de los destinatarios,
y un deseo convencional de que estén bien. Sin embargo, como las demás
epístolas del NT, la elocuencia y la profundidad del pensamiento se elevan muy
por encima de las cartas normales de negocios o personales. Judas llega
prontamente a su punto. No contento con sólo denunciar el error, exhorta
enérgicamente a sus lectores y concluye con una bendición verdaderamente
elocuente.
Desde
su oración inicial, el autor ataca el error, amenaza con el juicio y estimula
la santidad. La descripción de los errores de los falsos maestros es poética en
sus imágenes (vv. 12, 13). A Judas le gusta ordenar su pensamiento en grupos de
a tres. En el v. 1 los cristianos son «llamados,
santificados, y guardados»; en el v. 2 el autor desea para sus lectores «misericordia, paz y amor»; en los vv.
5-7 hay tres ilustraciones del AT del pecado y del juicio; en el v. 8 se
describe a los falsos maestros como que «mancillan
la carne, rechazan la autoridad, y blasfeman de las potestades superiores»;
en el v.11 hay tres ejemplos de rebelión: Caín, Balaam y Coré. Toda esta prosa
persuasiva resulta en una enérgica exhortación a los files para «que luchen ardientemente por la fe» (v.
3).
Las
obvias similitudes entre Judas y 2 Pedro 2, parecen mostrar que uno se apoyó en
el otro. El vocabulario de los dos libros es similar; ambos libros usan el AT
para sus ilustraciones, y ninguno lo cita directamente. Los libros tratan
situaciones similares, aunque su enfoque es diferente. Pedro parece esperar
dificultades con los falsos maestros (en 2 P 2:1-3 se usa el tiempo futuro),
mientras Judas usa el tiempo pasado para describir la situación (v. 4). Por
otra parte, debido al lenguaje más preciso de Judas, muchos especialistas creen
que Judas fue el primero y que Pedro tomó material de él, pero no se puede
estar seguro de esto.
El
autor de esta epístola se hace llamar Judas, y no hay razón para pensar que se
trate de un seudónimo. Hay seis individuos llamados Judas en el NT, pero sólo
dos son probables autores de este libro:
(1)
el apóstol Judas (Lc 6:16; Hch 1:13), que probablemente sea el Tadeo de Mt 10:3.
(2)
Judas, hermano de Jacobo y medio hermano de Jesús. Los hermanos de Jesús se
nombran en Mt 13:55 como «Jacobo, Simón, José y Judas».
Puesto
que el autor no reclama autoridad apostólica, y dado que el v. 17 indica que
los apóstoles son un grupo que no incluye al autor, quedamos con el segundo
candidato: Judas, el hermano del Señor y de Jacobo. Esta identificación la confirma
la referencia del autor a su hermano Jacobo (v. 1) y una referencia en una
carta de Clemente de Alejandría (alrededor de los años 153-217 d.C.).
Podríamos
preguntarnos por qué Judas no afirma que es hermano de Jesús, pero sus primeros
lectores debían saberlo. Además, ya en los años siguientes a la resurrección,
hubo supersticiones en torno a la «sagrada familia» que Judas pudo querer
eludir.
Aunque es imposible fijar la fecha en la cual se escribió Judas, es probable que fuera entre los años 60 y 64 d.C. Es casi seguro que se escribió antes del año 70 d.C., puesto que Judas no hace referencia alguna a la caída de Jerusalén el año 70 d.C. Si se hubiera escrito después de esa fecha, sin duda mencionaría el evento, puesto que serviría de ejemplo del juicio de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario