viernes, 9 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) JUDAS.

La epístola de Judas se centra alrededor de la gran apostasía o el abandono de la fe, que ocurrirá en la tierra antes del regreso de Jesucristo.

Pocos libros del Nuevo Testamento tienen más que decir a nuestra generación que la epístola de Judas. Los que tergiversan la fe hallarán desagradable el libro debido a sus advertencias y a su posición intransigente contra los que desertan de la verdad de Jesucristo. Pero a los que se acercan al libro con un corazón receptivo, las palabras de Judas hablan con tanta claridad y energía hoy como lo hicieron hace dos mil años.

Esta pequeña epístola impresiona a la imaginación con sus vívidas representaciones de los falsos maestros. El autor capta nuestra atención con su llamado a defender la fe y crecer en la gracia. El enfoque principal del libro está en la fe, los creyentes y Dios; no en los errores ni en el carácter de los herejes. Es notable que con todas las categóricas descripciones de los falsos maestros, Judas no nos da un mandamiento de confrontación (sólo evitar a los que causan tropiezos) ni un plan de acción disciplinaria. Simplemente indica que están bajo la condenación de Dios.

La forma literaria de Judas es el estilo común de correspondencia de sus días. La carta se inicia con el nombre del autor, una descripción de los destinatarios, y un deseo convencional de que estén bien. Sin embargo, como las demás epístolas del NT, la elocuencia y la profundidad del pensamiento se elevan muy por encima de las cartas normales de negocios o personales. Judas llega prontamente a su punto. No contento con sólo denunciar el error, exhorta enérgicamente a sus lectores y concluye con una bendición verdaderamente elocuente.

Desde su oración inicial, el autor ataca el error, amenaza con el juicio y estimula la santidad. La descripción de los errores de los falsos maestros es poética en sus imágenes (vv. 12, 13). A Judas le gusta ordenar su pensamiento en grupos de a tres. En el v. 1 los cristianos son «llamados, santificados, y guardados»; en el v. 2 el autor desea para sus lectores «misericordia, paz y amor»; en los vv. 5-7 hay tres ilustraciones del AT del pecado y del juicio; en el v. 8 se describe a los falsos maestros como que «mancillan la carne, rechazan la autoridad, y blasfeman de las potestades superiores»; en el v.11 hay tres ejemplos de rebelión: Caín, Balaam y Coré. Toda esta prosa persuasiva resulta en una enérgica exhortación a los files para «que luchen ardientemente por la fe» (v. 3).

Las obvias similitudes entre Judas y 2 Pedro 2, parecen mostrar que uno se apoyó en el otro. El vocabulario de los dos libros es similar; ambos libros usan el AT para sus ilustraciones, y ninguno lo cita directamente. Los libros tratan situaciones similares, aunque su enfoque es diferente. Pedro parece esperar dificultades con los falsos maestros (en 2 P 2:1-3 se usa el tiempo futuro), mientras Judas usa el tiempo pasado para describir la situación (v. 4). Por otra parte, debido al lenguaje más preciso de Judas, muchos especialistas creen que Judas fue el primero y que Pedro tomó material de él, pero no se puede estar seguro de esto.

El autor de esta epístola se hace llamar Judas, y no hay razón para pensar que se trate de un seudónimo. Hay seis individuos llamados Judas en el NT, pero sólo dos son probables autores de este libro:

(1) el apóstol Judas (Lc 6:16; Hch 1:13), que probablemente sea el Tadeo de Mt 10:3.

(2) Judas, hermano de Jacobo y medio hermano de Jesús. Los hermanos de Jesús se nombran en Mt 13:55 como «Jacobo, Simón, José y Judas».

Puesto que el autor no reclama autoridad apostólica, y dado que el v. 17 indica que los apóstoles son un grupo que no incluye al autor, quedamos con el segundo candidato: Judas, el hermano del Señor y de Jacobo. Esta identificación la confirma la referencia del autor a su hermano Jacobo (v. 1) y una referencia en una carta de Clemente de Alejandría (alrededor de los años 153-217 d.C.).

Podríamos preguntarnos por qué Judas no afirma que es hermano de Jesús, pero sus primeros lectores debían saberlo. Además, ya en los años siguientes a la resurrección, hubo supersticiones en torno a la «sagrada familia» que Judas pudo querer eludir.

Aunque es imposible fijar la fecha en la cual se escribió Judas, es probable que fuera entre los años 60 y 64 d.C. Es casi seguro que se escribió antes del año 70 d.C., puesto que Judas no hace referencia alguna a la caída de Jerusalén el año 70 d.C. Si se hubiera escrito después de esa fecha, sin duda mencionaría el evento, puesto que serviría de ejemplo del juicio de Dios.

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