lunes, 5 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) HECHOS.

Hechos describe el principio del desarrollo de la iglesia y también su rápido crecimiento. Revela cómo el dinámico poder dl Espíritu Santo transformó un variado grupo de pescadores, cobradores de impuestos y personas comunes y corrientes en individuos que transformaron su mundo con el evangelio de Jesucristo.

La contagiosa noticia surgió en Jerusalén y luego se esparció rápidamente de persona a persona y de ciudad en ciudad. Dondequiera que fue halló oposición. Pero el mundo estaba mal equipado para combatirla. Potenciados por el Espíritu Santo, los seguidores del Cristo transmitían las buenas nuevas acerca de Jesús por todas partes. En menos de treinta y cinco años el evangelio alcanzó ciudades desde Jerusalén hasta Roma.

Lucas escribió el libro de los Hechos para mostrar el cumplimiento de las palabras de Jesús. «Edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt 16:18). Antes de su ascensión al cielo, Jesús mandó a sus seguidores que hicieran discípulos a todas las naciones (Lc 24:46-49). Lucas comienza Hechos con la reiteración de esa comisión y una descripción del modo en que se llevaría a cabo (1:8). Esta comisión no sólo enlaza el libro de los Hechos con el Evangelio de Lucas; además provee un bosquejo del libro: el testimonio en Jerusalén y Judea (1:1-6:7); el testimonio en Judea y Samaria (6:8-9:31), y el testimonio hasta lo último de la tierra (9:32-28:31).

El libro de los Hechos comienza en Jerusalén con los discípulos apiñados en una habitación el día de Pentecostés. Luego el Espíritu Santo vino sobre ellos y les dio autoridad para ser sus testigos. El resto de Hechos describe el efecto de onda expansiva de ese gran acontecimiento.

Los seguidores de Jesús primero dieron testimonio a los judíos en Jerusalén, con Pedro en el centro del movimiento. Luego estalló la persecución (7:60), que dispersó a los creyentes hacia Samaria y al resto del mundo conocido. Saulo de Tarso, quien fuera líder de la persecución, se convirtió en líder de los perseguidos. En el capítulo 11, el foco del libro de los Hechos se desplaza del ministerio de Pedro a los judíos al ministerio de Saulo a los gentiles. Bajo su nombre más conocido, Pablo, el perseguidor convertido estableció iglesias en Asia Menor y Europa. El libro de los Hechos registra tres de los viajes misioneros de Pablo y su viaje a Roma para someterse a juicio.

El libro termina abruptamente cuando Pablo está bajo arresto domiciliario en Roma. El final es adecuado porque todo el libro de Hechos es en sí un prólogo. Jesús no ha terminado su tarea sobre la tierra. El relato que inició Lucas en este libro no terminará hasta que Jesucristo venga por segunda vez, en gloria (1.11; 1 Co 15:28).

El libro de los Hechos da una historia condensada de la Iglesia en el primer siglo, un relato de un testigo de la milagrosa extensión del evangelio desde Jerusalén a Roma. Detalla cómo el Espíritu Santo dio autoridad a nuestros antepasados espirituales para llevar a cabo el mandato de Jesús de ser sus testigos alrededor del mundo. Los relatos en Hechos incluyen estimulantes ejemplos que podemos seguir, pero el tema recurrente del libro de los Hechos es que el Espíritu Santo dotó de poder a nuestros padres espirituales. Ese mismo poder está a nuestra disposición. Dios no nos dejó a merced de nuestras debilidades; envió su Espíritu Santo para ayudarnos a seguir el ejemplo de ellos (Ef 5:17, 18), para ser testigos de Jesús en toda la tierra.

El libro de los Hechos es un relato histórico, pero al mismo tiempo tiene una profunda significación teológica. La fe del creyente se basa en hechos históricos: la vida, muerte y resurrección de Jesús. Estos acontecimientos los registró Lucas en su Evangelio para provocar fe. Si el hecho histórico de la resurrección del Cristo no es verdad, la fe del creyente carece de fundamento. Como afirma Pablo: «Si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es vana; y aún están en sus pecados» (1 Co 15:17).

El libro de los Hechos asegura al creyente que su fe se basa en hechos. El crecimiento extraordinario de la iglesia primitiva se fundaba directamente sobre el Cristo resucitado. Su mandamiento y el poder que el Espíritu Santo dio a los discípulos es la única explicación razonable de la rápida e increíble difusión del evangelio en el primer siglo. Los cristianos primitivos no eran testigos de un Cristo muerto, sino de un Cristo vivo a quien habían visto con sus propios ojos (1:1-5; Lc 24:36-53; 2 P 1:16). Lo mismo tiene vigencia para nosotros. Jesús vive y sigue su obra por medio de la Iglesia.

Hechos comienza con una referencia del autor a su «primer tratado», escrito para un hombre llamado Teófilo (1:1), en una clara referencia al Evangelio de Lucas (Lc 1.3). Aun cuando el autor no se menciona por nombre en su evangelio ni en Hechos, la tradición primitiva señala a Lucas como el autor de ambos libros. Ya en el segundo siglo, autores antiguos como Ireneo (ca. 180 d.C.), indican esto.

Llamado «médico amado» por Pablo (Col 4:14), Lucas era un doctor que Pablo conoció en Troas (16:8-11). Cuidó a Pablo en las enfermedades que sufrió durante sus viajes misioneros. Las referencias de Pablo a Lucas en 2 Timoteo 4:11 y Filemón 24 presentan a Lucas como fiel compañero de viaje de Pablo. Después de conocerse en Troas, Lucas se incluye en el equipo misionero que se registra en Hechos (16:10, donde comienza la sección «nosotros» del libro). La fiel amistad de Pablo y Lucas continuó hasta la muerte de Pablo en Roma, porque Lucas fue una de las pocas personas que no lo abandonaron (2 Ti 4:11).

El libro de los Hechos no registra la muerte de Pablo. Termina abruptamente durante la estancia de Pablo en Roma (28:30). El arresto domiciliario de Pablo en Roma ocurrió alrededor del año 61 d.C., lo que marca la fecha más antigua posible de la terminación del libro. Hechos no hace referencia a la caída de Jerusalén en el año 70 d.C., ni a la persecución de Nerón contra los cristianos después del incendio de Roma el año 64 d.C. Seguramente Lucas mencionaría estos hechos significativos si hubieran ya ocurrido cuando escribió. Además, las muchas referencias a la vindicación de Pablo ante las autoridades romanas no tendrían sentido si Nerón hubiera ya comenzado su vehemente persecución de los cristianos. Por lo tanto, es razonable suponer que Hechos fue escrito entre los años 60 y 64 d.C.

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