El tema de la primera epístola de Pedro es el sufrimiento. Pedro escribió inspiradas palabras de consuelo para aquellos que sufrían a causa de la persecución.
Devolver
bien por mal suena noble, y los cristianos están de acuerdo en que es lo
correcto. Sin embargo, en medio de tribulaciones y persecuciones, puede
resultar extremadamente difícil mostrar bondad. Los cristianos de Asia Menor
que recibieron esta carta de Pedro descubrieron esto. Se habían dado cuenta que
vivir para Dios suele ser una vida de muchas dificultades. Algunas de sus
tribulaciones venían de sus vecinos, mientras otras venían de las autoridades
del gobierno. Pedro les escribe a estos cristianos para animarlos, explicarles
por qué ocurren los sufrimientos y recordarles su eterna recompensa al final de
la vida terrenal.
Pedro
reúne cinco temas diferentes en esta carta:
(1)
Enfatiza que los cristianos pueden esperar el sufrimiento como parte natural de
una vida dedicada al Cristo. El sufrimiento era el instrumento de Dios para
formar el carácter piadoso en ellos (1:6, 7; 3:14; 4:12-14).
(2)
Continúa exhortando a que lleven vidas justas y santas ante los males que
sufren (1:13-16, 22; 2:1-5, 11, 12; 3:15; 4:1-2, 7-11; 5:8-10). No importa cuán
tentador fuera, los cristianos no debían devolver mal por mal. Esta es una
respuesta mundana y no cristiana contra la persecución.
(3)
No importa cuánto sufrimiento experimentaran, Pedro asegura a los cristianos de
Asia Menor que no merecen esto. Su sufrimiento era parte del servicio a Dios y
su Reino (2:20; 3:16, 17; 4:15-19). Aunque los cristianos sufran injusticia en
la tierra, vendrá un tiempo cuando Dios rectificará toda injusticia y
recompensará a quienes han soportado la persecución por su nombre.
(4)
A la luz de esto, Pedro los estimula a someterse a los demás por amor al
evangelio y en aras de las relaciones interpersonales armoniosas (2:13-19;
3:1-9; 5:1-7). A la larga, el Cristo juzgará las acciones de ellos, y las
dificultades que sufrieron no serían una excusa para la rebelión y la
disensión.
(5)
Finalmente, usó la carta como una oportunidad para hacerles entender la verdad
central del evangelio, que Jesús sufrió la agonía de la cruz para salvarnos de
la esclavitud al pecado (1:2-5, 7-11, 17-21; 2:21-24; 3:18-22). El ejemplo del
Cristo: su vida sin pecado, su paciencia para soportar el sufrimiento, y su
compromiso con la verdad, debería ser nuestro modelo en todas las dificultades
de la vida.
Para
llegar al centro de las provincias de la antigua Asia Menor (hoy Turquía) a los
que Pedro escribió, su carta tenía que viajar muchos centenares de kilómetros
por terrenos accidentados y mares traicioneros. El portador de la carta debió
encontrar judíos y gentiles, cristianos y paganos, libres y esclavos. Algunos
de los lugares en que se leyó la carta eran centros comerciales cosmopolitas
que servían de enlace entre el Medio Oriente y Europa. Otros lugares eran
aldeas aisladas. Sin embargo, a través de Asia Menor, se reunían pequeños
grupos de cristianos de una variedad de trasfondos sociales, étnicos y
culturales, para oír la Palabra de Dios, para alabar a Dios y animarse
mutuamente en la fe.
Aunque
el progreso cultural no alcanzara a muchas de las ciudades en que vivían los
cristianos, sí había llegado la hostilidad al evangelio y contra los cristianos
mismos. Los creyentes eran el blanco de ataque porque ya no participaban en las
prácticas religiosas paganas. Puesto que eran los que abandonaban los así
llamados dioses del pueblo, se acusaba a los cristianos tanto de cuanto
desastre natural ocurriera como de las fluctuaciones negativas de la economía.
Eran aún más vulnerables porque eran a menudo extranjeros en una ciudad, puesto
que habían sido expulsados de otras ciudades por la persecución o por proceder
de un trasfondo judaico. Normalmente estos primeros cristianos tenían poca
seguridad, bajo estado social (muchos eran esclavos), y pocos recursos para la
protección del gobierno. Pedro escribió para animarles. Eran peregrinos en la
tierra, en viaje a su glorioso hogar en los cielos.
La
tradición de la iglesia primitiva afirma que el apóstol Pedro fue el autor de
la carta conocida como 1 Pedro. Los que en la era moderna atacan su autoría
argumentan que el vocabulario y estilo literario es más avanzado que el
vocabulario de un pescador «ignorante y
sin letras» (Hch 4:13). Muchos de tales críticos afirman que la teología de
esta carta se asemeja mucho a la de Pablo. Refleja el pensamiento de Pablo más
que la experiencia de la vida terrenal de Jesucristo, como se pudiera esperar
de Pedro, uno de los amigos más íntimos de Jesús. Finalmente, los críticos
pretenden que las persecuciones descritas en esta carta no ocurrieron durante
la vida del apóstol Pedro. Pero ninguno de estos argumentos es conclusivo.
Pedro
era de Galilea, región bilingüe. Los habitantes de esa región tenían que saber
dos idiomas, griego y arameo. Como pescador, dedicado a los negocios de su
tiempo, Pedro tenía que tener un conocimiento razonablemente fluido del griego.
Además, «habiendo estado con Jesús»
(Hch 4:13), Pedro debió de aprender del mismo Maestro comunicador a expresarse.
Como uno de los primeros predicadores y maestro del evangelio, Pedro debía ser
capaz de expresarse elocuentemente en griego (Hch 2). Si su estilo no era del
todo pulido, Pedro podría haber dictado sus cartas a Silvano (5:12), que mejoraría
su presentación (Hch 15:22–29).
Es
comprensible que la carta de Pedro refleje ideas similares a las del apóstol
Pablo, porque los dos hombres se conocían (Gá 2:7–9). Pedro había leído las
cartas de Pablo (2 P 3:15, 16). Y ambos hombres estuvieron bajo la dirección
del Espíritu Santo cuando escribieron. En consecuencia, hallar conceptos
Paulinos en esta carta no es un argumento poderoso en contra de la autoría de
Pedro. El problema de la supuesta falta de familiaridad del autor con la vida
terrenal de Jesús se trata en mejor forma analizando la carta misma, que revela
que el autor está completamente familiarizado con los sufrimientos terrenales
del Cristo y afirma haber sido testigo ocular de ellos (2:21–23; 3:18; 4:1; 5:1).
Además, el propósito de la carta no era hacer un relato de la vida del Cristo.
En cambio, Pedro tiene el propósito de animar a los cristianos con las
consoladoras realidades espirituales que había tras la persecución que
enfrentaban.
Finalmente,
la persecución esporádica y local antes del reinado de Nerón (antes del año 68
d.C.), probablemente sea la persecución aludida por Pedro en esta epístola.
Aunque las persecuciones oficiales graves sólo comenzaron en los reinados de
Domiciano (95 d.C.) y Trajano (112 d.C.), los cristianos antiguos sufrieron
opresivas persecuciones locales desde el principio (Hch 14:19). En conclusión,
no hay una evidencia sustancial que contradiga la clara afirmación de la carta
de provenir del apóstol Pedro (1:1).
La
tradición de la iglesia nos dice que Pedro murió en Roma durante la persecución
anticristiana que ocurrió durante el reinado de Nerón (54-68 d.C.), de modo que
el año 67 es el último en que pudo escribirse la epístola.
Hay
diversos indicios en el sentido de que Pedro escribió la epístola entre los
años 62-64 d.C. Primero, Pablo no hace referencias en cuanto a que Pedro
estuviera en Roma cuando él escribió sus cartas desde allí (Efesios,
Filipenses, Colosenses y Filemón), entre los años 60-62 d.C. Además, en su
carta Pedro no hace referencia a que Pablo estaba en Roma, e identifica sólo a
Silvano y Marcos como sus compañeros (5:12, 13). Estos hechos sugieren que
Pedro escribió después del año 62 d.C. Pero el hecho de que amonesta a sus
lectores a someterse a las autoridades del gobierno en 2:13-15 puede indicar
una fecha anterior a la más grave persecución que ocurrió después del incendio
de Roma, en el año 64 d.C.
Por
cierto, esta fecha supone que Pedro escribió desde Roma y no de otra
localización. Pedro concluye su carta enviando saludos de la «que está en
Babilonia» (5:13). Se sugieren tres localizaciones para esta referencia:
Babilonia sobre el Éufrates en Mesopotamia, un pueblo menos conocido en el
mundo antiguo que se llamaba también Babilonia, y Roma.
El
argumento en favor de la Babilonia mesopotámica es su identificación en el AT
como ciudad de gran poder, temida y odiada por los israelitas (2 R 24; 25; Is
39; Jer 25). Sin embargo, hacia el primer siglo Babilonia era una
insignificante aldea sin poder. Más importante, no hay indicios que Pedro
estuviera allá. También se excluye otras ciudades llamadas Babilonia (como el
puesto militar localizado en Egipto cerca de donde se encuentra actualmente El
Cairo), porque ninguno de estos villorrios tuvo un papel significativo en la
historia cristiana antigua.
Sin
embargo, Roma era un centro de oposición al cristianismo ampliamente reconocido
y el asiento del poder en el Imperio Romano. En el NT, Babilonia se usa como
una referencia velada a la ciudad de Roma, centro del reino de las tinieblas
(Ap 14:8; 16:19; 17:5; 18:2, 10, 21). Además, muchos de los lectores de Pedro
entenderían Babilonia como un lugar de exilio, algo con lo que ellos mismos se
podrían identificar, puesto que Pedro se dirige a ellos como peregrinos
dispersos por el Asia Menor. De esta manera, Pedro concluye su carta donde la
comenzó, con una sensación de que él y sus compañeros cristianos no habían
llegado aún al «hogar». Pedro usa
Babilonia como un código fácil de entender por los cristianos primitivos para
significar Roma, pero simbolizando al mismo tiempo más que una ciudad terrenal.
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