jueves, 8 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) TITO.

Pablo escribió esta carta para confrontar los desafíos que Tito experimentaba como pastor de la iglesia en la isla de Creta. También describió las condiciones para los líderes de la iglesia, la enseñanza correcta y las buenas acciones.

«Anotador», «Bateador suplente», «Atajador», «Impetuoso». Estas palabras describen a una persona con quien se puede contar, alguien que sabe qué hacer y cómo hacerlo, y que trabaja arduamente para lograrlo. Tito era ese tipo de persona.

Tenía que serlo. Gran parte de su trabajo, como el del apóstol Pablo, era peligroso, impopular, difícil y agotador. Consistía en viajar, presentar nuevas ideas a extranjeros, ganar nuevos amigos constantemente, combatir coherentemente a los enemigos, y aun desechar las amenazas contra la propia vida. El número de personas que podía sobrellevar esa carga era pequeño, pero la iglesia primitiva los necesitaba desesperadamente. Cualquiera no podía iniciar y mantener una iglesia nueva en un mundo hostil. Sin embargo, Tito estuvo a la altura del desafío.

Los creyentes de Creta carecían de liderazgo y como resultado sufrían. Falsos maestros aprovechaban la ventaja de la ausencia de una sana doctrina. A juzgar por las exhortaciones de Pablo, se había roto la armonía y la moral de la joven congregación. Pablo se apoyó en Tito para que le ayudara a establecer el liderazgo en Creta, y para resolver otras deficiencias. Sus luchas se repiten en todas las épocas, de modo que esta carta es tan relevante hoy como lo fuera en el tiempo de Tito.

Aunque Tito contiene sólo cuarenta y seis versículos, abarca una amplia gama de temas. Es un libro clave del NT para la organización eclesiástica, con directrices para ancianos, pastores y otros creyentes. Además, contiene una de las declaraciones más claras del NT acerca de la gracia de Dios (2:11-14; 3:3-7). Explica la significación de la primera (2:11) y la Segunda Venida del Cristo (2:13). El libro contribuye a nuestro entendimiento de la obra del Espíritu Santo en la salvación y la vida cristiana (3:5). Pero se le conoce más por sus instrucciones prácticas sobre los roles de los hombres, las mujeres y los siervos (2:2-10) y sus instrucciones para enfrentar las falsas enseñanzas (1:9-16; 2:1, 7, 8, 12, 15; 3:2, 8-11, 14). Una iglesia necesita organización, sana doctrina y buena enseñanza para subsistir. En esta carta, Pablo da a Tito un vistazo sucinto sobre cómo dirigir una iglesia.

Mientras las cartas a Timoteo enfatizan la sana doctrina, la carta a Tito enfatiza las buenas obras (1:16; 2:7, 14; 3:1, 5, 8, 14). Había personas influyentes en la iglesia motivadas por interés personal y ganancia egoísta (1:11). En su carta, Pablo expone la forma en que esto afecta la doctrina (1:11) y la práctica (1:16) de la Iglesia y exhorta a Tito a que defienda la pureza, el servicio y la bondad hacia los demás (2:11-15; 3:3-7). Pablo recuerda a Tito que la salvación no se basa en nuestras «obras de justicia» (3:5) sino que es el resultado de la misericordia y el amor de Dios por nosotros (3:4). Somos incapaces de hacer buenas obras en nuestro estado desobediente y egoísta (3:3). La salvación en el Cristo nos da la libertad para hacer buenas obras y el «lavamiento de la regeneración y renovación del Espíritu Santo nos capacita» (3:5).

Dios quiere que su pueblo se dedique a hacer buenas obras (2:11, 12; 3:1, 8, 14). Los ancianos (2:2), las ancianas (2:3), las jóvenes (2:4, 5), los jóvenes (2:6-8) y los siervos (2:9, 10) en todo «adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador» (2:10). En su carta Pablo exhorta a los creyentes de Creta a que den testimonio con sus buenas obras ante los de afuera (2:11, 12; 3:1, 8, 14). Aunque las buenas obras son un deber cristiano, son también un don de Dios. Por la justificación en el Cristo (3:7), Dios nos declara justos. Tenemos que tener esta posición legal para que Dios nos califique para buenas obras. La redención (2:14) nos saca de la jurisdicción de Satanás al pagar la deuda que contrajimos por nuestro pecado. Al mismo tiempo nos pone en la familia de Dios, de modo que podamos ser «un pueblo propio, celoso de buenas obras» (2:14).

Esta carta dice que el apóstol Pablo fue su autor y hay pocas razones para dudarlo. Aunque algunos eruditos plantearon objeciones en los últimos doscientos años, las mismas descansan principalmente en que Pablo murió al final del encarcelamiento que se describe en Hechos 28 y no hizo el viaje implícito en las cartas a Timoteo y Tito. Los detalles históricos dentro de Tito no nos dan razones para abandonar el punto de vista tradicional de Pablo como autor de esta carta, debido a que los argumentos contra la autoría paulina son los mismos que se presentan contra las epístolas pastorales en general, véase la introducción a 1 Timoteo para mayor información.

Parece que Pablo escribió Tito en algún momento entre los dos encarcelamientos en Roma, entre los años 62 y 65 d.C. La tradición sostiene que Tito se escribió poco después de 1 Timoteo, cerca del año 63 d.C.

Creta es una isla grande de unos 250 kilómetros de longitud y unos 56 kilómetros de anchura, en el Mar Mediterráneo. La isla se localiza unos 160 kilómetros al sureste de Grecia. Los cretenses desarrollaron una agricultura próspera y una economía basada en el comercio, y crearon uno de los más conocidos centros de negocios del mundo antiguo. Esa prosperidad produjo también una gran cantidad de excesos. En 1:12, Pablo cita al poeta griego Epimenedes, que escribió: «Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos».

Quizás Pablo plantara una iglesia en Creta durante un viaje misionero después de su encarcelamiento en Roma, que terminó en el año 62 d.C. Cuando Pablo se fue de Creta, dejó a Tito, «para que corrigieses lo deficiente» en la iglesia (1:5). Tito se menciona varias veces en el NT como uno de los ayudantes más dignos de confianza de Pablo. Era griego y se convirtió bajo el ministerio de Pablo (Gá 2:3). Acompañó al apóstol en algunos de sus viajes misioneros (2 Co 7:6, 7; 8:6, 16) y fue con él al concilio de Jerusalén (Hch 15:2; Gá 2:1–3). Pablo menciona a Tito varias veces en 2 Corintios (2 Co 2:13; 7:6, 13, 14; 8:6, 16, 23; 12:18). Tito fue el portador de la carta a Corinto. Mientras estuvo en Corinto, se encomendó a Tito la recolección de fondos en la iglesia de Corinto. Después Tito fue a Dalmacia a pedido de Pablo (2 Ti 4:10). Antiguas tradiciones eclesiásticas dicen que Tito regresó a Creta y pasó allí el resto de su vida.

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