miércoles, 7 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) ROMANOS.

Esta epístola contiene alguno de los secretos más importantes de la vida cristiana. Es un diagnóstico contundente de la fuente principal de los problemas de la humanidad: el pecado. También demuestra la inutilidad de pensar que la solución a nuestros problemas se encuentra dentro de nosotros mismos.

Romanos es el buque insignia de la flota de las epístolas paulinas en el Nuevo Testamento. Esta carta se eleva imponente en la historia del cristianismo. Incontables hombres y mujeres de fe señalaron a “Romanos” como el arma que Dios usó en su gracia para producir su rendición al Cristo. Agustín, Martín Lutero, Juan Wesley y otros, recibieron inesperados impactos espirituales que quebrantaron sus defensas y pusieron fin a su rebelión contra Dios.

Romanos combina amplitud, lógica y una comprensión madura de las Escrituras del AT para formar un poderoso arsenal. Hacia el tiempo que se escribió, el Espíritu Santo había convertido al Apóstol Pablo en un hábil comunicador de la fe. El resultado es su carta a los romanos, un tratado teológico que encuadra perfectamente dentro de la descripción de Pablo de toda la Escritura como: «útil para enseñar, para corregir, para instruir en justicia» (2 Ti 3:16). La carta representa una expresión completa de la teología apostólica. Los argumentos de Pablo desafían la mente secular, pagana, y sin embargo, también quebrantan la confianza espiritual superficial de muchos no paganos. Romanos es un poderoso nivelador, porque declara que «todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (3:23). Puesto que todos son pecadores, llega como una deliciosa descarga el hecho de que: «Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, el Cristo murió por nosotros» (5:8). Estas son las buenas nuevas que Pablo tan elocuente y sistemáticamente defiende en este tratado teológico dirigido a los romanos.

Todas las demás cartas de Pablo surgen de una ocasión particular y tienen un propósito definido. Romanos es diferente; por el contenido parece tener un propósito didáctico mucho más general. Dicho esto, es posible ver por lo menos tres propósitos de Pablo al escribir el libro.

Su primer propósito era preparar a los romanos para el viaje que planeaba hacer a Roma y luego a España. Su itinerario inmediato incluía un viaje a Jerusalén, pero su visión estaba dirigida hacia el occidente. Claramente sugiere que necesita ayuda de ellos en su empresa de llevar el evangelio a España (15:24). Pero si ese hubiera sido su único propósito, una breve nota hubiera bastado. Obviamente tenía algo más en sus pensamientos.

Un segundo propósito de Pablo incluía su entendimiento de que los creyentes necesitaban ser «confirmados» (1:11). Pablo quería darles una fe bien instruida. Su carta es una especie de texto de la enseñanza apostólica. Romanos es una presentación maestra del plan de salvación de Dios para judíos y gentiles.

El tercer propósito de la carta era pastoral. Quería exhortar a judíos y gentiles para que vivieran en armonía. Como en la mayoría de las primeras iglesias, el evangelio reunió diversos grupos que de otro modo hubieran permanecido separados, ya fuese por razones de nacionalidad, estatus o cultura. Una vez que se reunían bajo un mismo techo el desafío era preservar su unidad en Cristo. Así, a lo largo de la carta trata los problemas que surgen de las diferencias entre judíos y gentiles. Enfatiza lo que tienen en común. Puesto que hay un sólo Dios, es el Dios de judíos y gentiles. Ambos grupos están bajo pecado (3:9), y ambos son salvos por medio de la fe (3:30). El tema de judíos y gentiles que viven en unión aflora más claramente en los capítulos 14 y 15, donde Pablo trata los aspectos prácticos del hecho de permanecer unidos en un sólo cuerpo. Pablo recalca su tema central de que el Dios justo justifica y finalmente glorifica por gracia por medio de la fe a judíos y gentiles.

Romanos incluye la presentación más sistemática de la teología de todas las Escrituras. Explica el significado de la cruz para la vida del creyente. Mientras expone por qué Jesús murió por toda la humanidad, Pablo aclara los conceptos medulares de la fe cristiana: el pecado y la justicia, la fe y las obras, la justificación y la elección. La epístola contiene:

 (1) Una detallada descripción de la pecaminosidad del hombre (1:18-3:20);

(2) una completa exposición de la justificación por la fe (3:21-5:11), que incluye una clara interpretación de la muerte del Cristo (3:24-26);

(3) una elaborada explicación de la santificación (5:12-8:39);

(4) una enérgica sección sobre la doctrina de la elección (9:1-29);

(5) una desarrollada exposición de lo que ocurrió a la nación de Israel y del destino del pueblo de Dios (9:1-11:36);

(6) una extensa sección dedicada a los dones espirituales (12:1-8); y

(7) instrucciones sobre la relación del creyente con el estado (13:1-14).

Indudablemente, “Romanos” es el libro más doctrinal de la Biblia.

Puesto que nos da un bosquejo sistemático de la esencia de la fe cristiana, es tan útil para el creyente maduro como lo es para alguien que necesita una breve introducción a la fe cristiana.

El autor se presenta en los primeros versículos de “Romanos” por nombre (Pablo), por identidad (siervo), por vocación (apóstol) y por propósito (apartado para el evangelio de Dios). A lo largo de la historia de la Iglesia se reconoce a “Romanos” como una epístola de Pablo. El carácter y el mensaje de Pablo, del que leemos tanto en Hechos, aparece en “Romanos” como la firma de su carta.

La epístola fue dirigida a una vibrante iglesia en la ciudad de Roma. Aunque se desconocen las circunstancias que originaron la iglesia, pudo establecerla algún grupo de creyentes provenientes de Jerusalén después de la resurrección y del derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés. Cuando Pablo escribe la carta, no había visitado personalmente Roma, aunque desde hacía algún tiempo deseaba hacerlo.

La epístola a los romanos incluye pocos indicios acerca de los creyentes de Roma. Pablo admiraba la fe de ellos y oraba regularmente por ellos. Es evidente que la iglesia estaba formada por judíos y gentiles. A primera vista no parece que algún problema en la iglesia de Roma fuera la ocasión para la epístola. Sin embargo, hay señales de la necesidad de los creyentes en Roma de una exhortación a vivir en armonía (14:1–15:13). Evidencias en 1 y 2 Corintios, en Romanos y en Hechos indican que Pablo escribió a la iglesia de los romanos desde Corinto en su tercer viaje misionero. Cuando Pablo escribe las epístolas a los corintios, se refiere a una colecta en favor de los pobres en Jerusalén que provenían de diversas iglesias del Mediterráneo (1 Co 16:1–3; 2 Co 8:1–9:1). Al momento de escribir Romanos había concluido esa tarea y Pablo estaba por viajar a Jerusalén para entregar los fondos que reunió (15:22–29).

Esto implica que Pablo tenía planes de navegar directamente de Corinto a Judea. También Febe, una creyente, estaba por viajar de Corinto a Roma. Se presume que ella fue la portadora de la carta a los romanos. Puesto que después del 11 de noviembre cesaba toda navegación en el mar Mediterráneo, y no se reanudaba hasta el 10 de marzo, es probable que Romanos se haya escrito durante el otoño del año 57 d.C.

Sin embargo, una conspiración de los judíos cambió los planes de viaje de Pablo. En vez de embarcarse en Corinto caminó hasta Macedonia (Hch 20:3) y finalmente se embarcó hacia Jerusalén en Filipos en la primavera siguiente (Hch 20:6). Pablo no imaginaba que finalmente su llegada a Roma sería en cautividad (Hch 28:17-31).

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