jueves, 8 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) 2 DE TIMOTEO.

Pablo escribe esta segunda carta a Timoteo para animarlo a ser fiel al Cristo, Pablo también incluyó un anticipo de cómo serían los últimos días.

A medida que se aproxima la muerte cambian las prioridades. A la luz de la mortalidad, lo que parecía ser importante puede disiparse en comparación con el destino final. Por eso atendemos a las últimas palabras de una persona. Cuando todo se ha dicho y hecho, todos quieren saber qué fue lo que le dio esperanzas a esa persona al enfrentar la muerte.

La Segunda Epístola a Timoteo son las últimas palabras de Pablo. Desde una fría y solitaria prisión romana el anciano apóstol Pablo escribe sus instrucciones finales para su protegido Timoteo. Pablo sabía que esta epístola bien podría ser su contacto final con Timoteo; era probable que su ejecución fuera inminente. Implora a Timoteo que venga pronto a su lado. Pero en caso de no hacerlo, Pablo le imparte las últimas palabras de estímulo a su «hijo» en la fe.

El propósito principal de Pablo al escribir esta carta era ofrecer a Timoteo sus instrucciones finales sobre la vida cristiana. La segunda epístola a Timoteo tiene una naturaleza y tono intensamente personal. Se siente el fuerte amor de Pablo y su preocupación por Timoteo. Le alienta a utilizar sus dones espirituales. Escribe para fortalecer la lealtad de Timoteo hacia el Cristo ante los sufrimientos y la persecución que iba a venir. Exhorta a Timoteo a que maneje con precisión la Palabra de Dios, e instruya fielmente a otros en las verdades de la fe. Le da advertencias e instrucciones sobre cómo el creyente debiera relacionarse con el mundo en tiempos de apostasía. En el capítulo final, Pablo ofrece a Timoteo su última palabra de consejo: «Que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo». Esta era la misión de Pablo, predicar el evangelio a los gentiles; ahora la pasaba a Timoteo, su amado hijo en la fe.

El segundo propósito al escribir la epístola era urgir a Timoteo a que se le uniera en Roma. Pablo sabía que estaba próximo a morir. Quería ver y tener comunión una última vez con su hijo en la fe. Pablo estaba bien consciente de que las penurias y conflictos son parte del ministerio cristiano. Una de las características de un siervo fiel del Cristo es la perseverancia en medio de las dificultades. Para animar a Timoteo en esta virtud, el apóstol le recuerda que Jesucristo era del «linaje de David» y que fue «resucitado de los muertos» (2:8). La mención del linaje de David vincula al Cristo con el pacto davídico (2 S 7:11-16), que afirma que un hijo de David reinará sobre su trono para siempre. Además, el Cristo había resucitado: está vivo. La promesa de vivir y reinar con Él se pone ante Timoteo como motivo para perseverar fiel en el ministerio. A los que sirven fielmente al Señor y esperan su venida, se les dará una corona especial (4:8).

El capítulo tres desarrolla el tema de la apostasía de los últimos tiempos. Pablo advierte a Timoteo que habrá dificultades que sobrevendrán a los creyentes y le instruye sobre el modo en que el cristiano debe responder y comportarse. Jesús anunció la venida de tiempos como esos (Jn 15:18-25; 16:33; 17:15-18) y Pablo mismo se refirió previamente a ellos (1 Ts 3:1-8). Aunque no iba a vivir para ver esos terribles días, Pablo se preocupaba bastante como para exhortar a Timoteo a ser valiente en la obra del Señor, aun en medio de tiempos turbulentos.

El libro de los Hechos termina con Pablo bajo arresto en Roma (Hch 28). Pero muchos estudiosos creen que Pablo fue sobreseído, como lo esperaba (Fil 1:19). A partir de evidencias esporádicas en las epístolas pastorales podemos trazar los viajes de Pablo después de su encarcelamiento. Probablemente visitara Creta (Tit 1:5), Éfeso (1 Ti 1:3), Macedonia y quizás Colosas (Flm 22) y España (Ro 15:24). Timoteo viajó con Pablo a Éfeso, y se quedó allí para confrontar a los falsos maestros que se infiltraron en la iglesia de esa ciudad (1 Ti 1:3).

Muchos creen que a Pablo lo encarcelaron cuando Nerón inició su campaña de persecución poco después del incendio de Roma en el año 64 d.C. Nerón culpó a los cristianos de iniciar el incendio, y ejecutó a muchos de ellos con extremada crueldad. Poco después el apóstol Pedro muere por su fe, crucificado cabeza abajo, según Orígenes, el padre de la iglesia. Cuando Pablo escribe su segunda carta a Timoteo, estaba consciente de la proximidad de su muerte (4:6-8). Cierto número de creyentes lo abandonaron (4:16), y sólo Lucas estaba con él al escribir esta carta (4:11). Al final de la carta uno puede sentir la preocupación de Pablo. Ruega a Timoteo: «Procura venir pronto a verme» (4:9). Pablo no quería dejar esta tierra sin ver a Timoteo y a Marcos para entregarles palabras finales de sabiduría (4:19-13).

La preocupación de Pablo por Timoteo surge de la larga relación entre ellos. Desde el comienzo del segundo viaje misionero, siempre Timoteo estuvo cerca de Pablo, colaborando con él en su ministerio como enlace y aprendiendo de su piadoso ejemplo.

Eunice, la devota madre de Timoteo, y su abuela Loida le dieron una base en el conocimiento de las Escrituras hebreas sobre la cual Pablo pudo edificar (2 Ti 1:5; 3:14, 15). Aunque evidentemente Timoteo era un tanto tímido debido a su juventud (1:7; 1 Ti 4:12), Pablo desarrolló a su hijo en la fe al poner responsabilidades crecientes sobre sus hombros. Timoteo actuó como representante de Pablo en Tesalónica (1 Ts 3:2) y Corinto (1 Co 4:17). Pero dejar a Timoteo en Éfeso fue un paso importante para Pablo; como mentor preocupado, escribió una carta a Timoteo encargándole reiteradamente que permaneciera fiel a los fundamentos de la fe cristiana (1 Ti 1:18; 5:12-16, 21; 6:11-13). Pablo sirvió como mentor espiritual de Timoteo durante su vida. Ahora que se acercaba su muerte, Pablo quería verlo por última vez. Si eso no pudiera ser, quería por lo menos dar algunas palabras de estímulo a Timoteo.

El autor de 2 Timoteo se identifica como Pablo (1:1). Otras afirmaciones de la epístola son características del ministerio de Pablo (3:10, 11; 4:10, 11, 19, 20). Muchos de los padres de la iglesia primitiva, como Policarpo, Justino Mártir e Ireneo apoyan la autoría de Pablo. Para una explicación de la oposición a la autoría paulina, véase la introducción a 1 Timoteo. La mayoría de ellos se basan en la suposición errónea de que la teología y el estilo griego de la epístola sólo son posibles en el contexto del segundo siglo.

Muchos teólogos creen que 2 Timoteo se escribió durante el segundo encarcelamiento de Pablo en Roma (1:8, 16, 17; 4:6–13). Según Eusebio, historiador de la iglesia del cuarto siglo, Pablo sufrió el martirio durante el régimen de Nerón, algún tiempo antes del año 68 d.C. Puesto que esta carta fue escrita casi inmediatamente antes de la muerte de Pablo, probablemente haya sido escrita alrededor del año 67 d.C.

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