Pablo escribe esta segunda carta a Timoteo para animarlo a ser fiel al Cristo, Pablo también incluyó un anticipo de cómo serían los últimos días.
A
medida que se aproxima la muerte cambian las prioridades. A la luz de la
mortalidad, lo que parecía ser importante puede disiparse en comparación con el
destino final. Por eso atendemos a las últimas palabras de una persona. Cuando
todo se ha dicho y hecho, todos quieren saber qué fue lo que le dio esperanzas
a esa persona al enfrentar la muerte.
La
Segunda Epístola a Timoteo son las últimas palabras de Pablo. Desde una fría y
solitaria prisión romana el anciano apóstol Pablo escribe sus instrucciones
finales para su protegido Timoteo. Pablo sabía que esta epístola bien podría
ser su contacto final con Timoteo; era probable que su ejecución fuera
inminente. Implora a Timoteo que venga pronto a su lado. Pero en caso de no
hacerlo, Pablo le imparte las últimas palabras de estímulo a su «hijo» en la
fe.
El
propósito principal de Pablo al escribir esta carta era ofrecer a Timoteo sus
instrucciones finales sobre la vida cristiana. La segunda epístola a Timoteo
tiene una naturaleza y tono intensamente personal. Se siente el fuerte amor de
Pablo y su preocupación por Timoteo. Le alienta a utilizar sus dones
espirituales. Escribe para fortalecer la lealtad de Timoteo hacia el Cristo
ante los sufrimientos y la persecución que iba a venir. Exhorta a Timoteo a que
maneje con precisión la Palabra de Dios, e instruya fielmente a otros en las
verdades de la fe. Le da advertencias e instrucciones sobre cómo el creyente
debiera relacionarse con el mundo en tiempos de apostasía. En el capítulo
final, Pablo ofrece a Timoteo su última palabra de consejo: «Que prediques la Palabra; que instes a
tiempo y fuera de tiempo». Esta era la misión de Pablo, predicar el
evangelio a los gentiles; ahora la pasaba a Timoteo, su amado hijo en la fe.
El
segundo propósito al escribir la epístola era urgir a Timoteo a que se le
uniera en Roma. Pablo sabía que estaba próximo a morir. Quería ver y tener
comunión una última vez con su hijo en la fe. Pablo estaba bien consciente de
que las penurias y conflictos son parte del ministerio cristiano. Una de las
características de un siervo fiel del Cristo es la perseverancia en medio de
las dificultades. Para animar a Timoteo en esta virtud, el apóstol le recuerda
que Jesucristo era del «linaje de David»
y que fue «resucitado de los muertos»
(2:8). La mención del linaje de David vincula al Cristo con el pacto davídico
(2 S 7:11-16), que afirma que un hijo de David reinará sobre su trono para
siempre. Además, el Cristo había resucitado: está vivo. La promesa de vivir y
reinar con Él se pone ante Timoteo como motivo para perseverar fiel en el
ministerio. A los que sirven fielmente al Señor y esperan su venida, se les
dará una corona especial (4:8).
El
capítulo tres desarrolla el tema de la apostasía de los últimos tiempos. Pablo
advierte a Timoteo que habrá dificultades que sobrevendrán a los creyentes y le
instruye sobre el modo en que el cristiano debe responder y comportarse. Jesús
anunció la venida de tiempos como esos (Jn 15:18-25; 16:33; 17:15-18) y Pablo
mismo se refirió previamente a ellos (1 Ts 3:1-8). Aunque no iba a vivir para
ver esos terribles días, Pablo se preocupaba bastante como para exhortar a
Timoteo a ser valiente en la obra del Señor, aun en medio de tiempos
turbulentos.
El
libro de los Hechos termina con Pablo bajo arresto en Roma (Hch 28). Pero muchos
estudiosos creen que Pablo fue sobreseído, como lo esperaba (Fil 1:19). A
partir de evidencias esporádicas en las epístolas pastorales podemos trazar los
viajes de Pablo después de su encarcelamiento. Probablemente visitara Creta
(Tit 1:5), Éfeso (1 Ti 1:3), Macedonia y quizás Colosas (Flm 22) y España (Ro
15:24). Timoteo viajó con Pablo a Éfeso, y se quedó allí para confrontar a los
falsos maestros que se infiltraron en la iglesia de esa ciudad (1 Ti 1:3).
Muchos
creen que a Pablo lo encarcelaron cuando Nerón inició su campaña de persecución
poco después del incendio de Roma en el año 64 d.C. Nerón culpó a los
cristianos de iniciar el incendio, y ejecutó a muchos de ellos con extremada
crueldad. Poco después el apóstol Pedro muere por su fe, crucificado cabeza
abajo, según Orígenes, el padre de la iglesia. Cuando Pablo escribe su segunda
carta a Timoteo, estaba consciente de la proximidad de su muerte (4:6-8).
Cierto número de creyentes lo abandonaron (4:16), y sólo Lucas estaba con él al
escribir esta carta (4:11). Al final de la carta uno puede sentir la
preocupación de Pablo. Ruega a Timoteo: «Procura
venir pronto a verme» (4:9). Pablo no quería dejar esta tierra sin ver a
Timoteo y a Marcos para entregarles palabras finales de sabiduría (4:19-13).
La
preocupación de Pablo por Timoteo surge de la larga relación entre ellos. Desde
el comienzo del segundo viaje misionero, siempre Timoteo estuvo cerca de Pablo,
colaborando con él en su ministerio como enlace y aprendiendo de su piadoso
ejemplo.
Eunice,
la devota madre de Timoteo, y su abuela Loida le dieron una base en el
conocimiento de las Escrituras hebreas sobre la cual Pablo pudo edificar (2 Ti
1:5; 3:14, 15). Aunque evidentemente Timoteo era un tanto tímido debido a su
juventud (1:7; 1 Ti 4:12), Pablo desarrolló a su hijo en la fe al poner
responsabilidades crecientes sobre sus hombros. Timoteo actuó como
representante de Pablo en Tesalónica (1 Ts 3:2) y Corinto (1 Co 4:17). Pero
dejar a Timoteo en Éfeso fue un paso importante para Pablo; como mentor preocupado,
escribió una carta a Timoteo encargándole reiteradamente que permaneciera fiel
a los fundamentos de la fe cristiana (1 Ti 1:18; 5:12-16, 21; 6:11-13). Pablo
sirvió como mentor espiritual de Timoteo durante su vida. Ahora que se acercaba
su muerte, Pablo quería verlo por última vez. Si eso no pudiera ser, quería por
lo menos dar algunas palabras de estímulo a Timoteo.
El
autor de 2 Timoteo se identifica como Pablo (1:1). Otras afirmaciones de la
epístola son características del ministerio de Pablo (3:10, 11; 4:10, 11, 19,
20). Muchos de los padres de la iglesia primitiva, como Policarpo, Justino
Mártir e Ireneo apoyan la autoría de Pablo. Para una explicación de la
oposición a la autoría paulina, véase la introducción a 1 Timoteo. La mayoría
de ellos se basan en la suposición errónea de que la teología y el estilo
griego de la epístola sólo son posibles en el contexto del segundo siglo.
Muchos
teólogos creen que 2 Timoteo se escribió durante el segundo encarcelamiento de
Pablo en Roma (1:8, 16, 17; 4:6–13). Según Eusebio, historiador de la iglesia
del cuarto siglo, Pablo sufrió el martirio durante el régimen de Nerón, algún
tiempo antes del año 68 d.C. Puesto que esta carta fue escrita casi
inmediatamente antes de la muerte de Pablo, probablemente haya sido escrita
alrededor del año 67 d.C.
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