viernes, 9 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) 2 DE JUAN.

En esta carta, Juan enseña que el verdadero amor cristiano es más que un sentimiento.

La iglesia primitiva estaba plagada de falsos maestros primero estaban los judaizantes, que sostenían que los gentiles que no observaban los rituales judaicos no podían ser cristianos. También había falsos apóstoles, que se especializaban en atacar la credibilidad de Pablo. Después aparecieron los docetistas, los gnósticos y muchos otros que tergiversaron la verdad. Cada uno traía su propia versión de la verdad.

Nota: docetismo

s. m. FILOSOFÍA, TEOLOGÍA Tendencia teológica presente en la Iglesia de los primeros siglos cristianos, común a ciertos nósticos y maniqueos, que defendía que el cuerpo humano de Cristo no era real sino aparente.

La Segunda Epístola de Juan es un testimonio del hecho de que ninguna pregunta consumía más tiempo que «¿Quién es Jesús?» Los falsos maestros que provocaron a Juan a escribir esta carta, promovían una herejía acerca de esta pregunta. Esta herejía, llamada docetismo, enseñaba que el Cristo no vino realmente en carne. En otras palabras, Cristo no tenía cuerpo, sino solamente parecía tener un cuerpo, y también era una apariencia su sufrimiento y muerte en la cruz (v. 7). Sin embargo, estos maestros pretendían ser cristianos que enseñaban las verdades de la vida y muerte de Jesús.

Juan no quería nada de eso. Exhorta a los creyentes a aferrarse de la verdad: Jesús vino en la carne. La palabra verdad aparece cinco veces en los primeros cuatro versículos. Juan quería que los creyentes se cuidaran de cometer este error y el mejor modo de hacerlo era armarse con la verdad.

La iglesia primitiva hizo una práctica del sostenimiento de los ministros y maestros itinerantes con donaciones y con la hospitalidad. Los cristianos de cada iglesia querían acoger a estos misioneros y proveerles para sus necesidades (3 Jn 5, 6). Dado que los falsos maestros también esperaban esa hospitalidad, Juan les exhorta para que usen el discernimiento y no apoyen a los maestros viajeros «que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne» (v. 7).

Juan dirige su carta «a la señora elegida y a sus hijos». Esta carta es una referencia figurada a una comunidad eclesiástica o una referencia literal a una persona específica. Diversos argumentos favorecen el sentido figurado y varios el literal. En defensa del figurado, los problemas a que se hacen referencia parecen reflejar el problema que enfrenta una iglesia más que a un individuo. Los pronombres en plural en los vv. 6, 8, 10 y 12 dan a entender una audiencia de más de una persona. No se nombran directamente la dama ni sus hijos, aunque en 3 Juan aparecen tres nombres. El hecho de que tanto Pablo como Juan personificaran a la iglesia como una mujer en otros pasajes da apoyo a la teoría de que su carta se dirigía a la iglesia como un todo (2 Co 11:2; Ef 5:25–27, 31, 32; Ap 21:2, 9; 22:17). Finalmente el saludo del v. 13 tiene mejor sentido cuando se entiende como el saludo de una congregación a otra, en lugar del de un grupo de familiares a su tía.

También es igualmente posible que Juan escribiera esta carta a una mujer literal. La frase «señora elegida» tiene sentido como de título para una mujer bien conocida y respetada. La referencia a sus hijos que andan en la verdad también tiene sentido cuando se toma literalmente. Los saludos de los hijos de su hermana en el v. 13 también podrían encajar en esta interpretación. La palabra griega que se traduce elegida podría ser un nombre de mujer, al que se le añade señora como un título de respeto, como en «señora Ekklesia». En cuanto al saludo, Pablo transmitió saludos de otros en su carta personal a Filemón (Flm 23-25), de modo que no es sin precedentes que Juan lo hiciera así en el v. 13 de su carta. Finalmente, las referencias en plural en los vv. 6, 8, 10 y 12 bien podrían referirse a la mujer y a sus hijos. La demostración no es concluyente para ninguna de las dos opciones, de modo que la verdadera identidad de los receptores de esta carta de Juan probablemente permanezca en incógnito. Sin embargo, el mensaje es claro: mantenerse vigilantes contra las falsas enseñanzas y perseverar en la verdad.

La evidencia es que el apóstol Juan escribió esta carta. Algunos afirman que había dos «Juanes», el apóstol y un líder eclesiástico conocido como Juan el Anciano. Pero como en el caso de 1 Juan, la evidencia de los padres de la iglesia primitiva identifica esta carta con el apóstol. Otras evidencias favorables a Juan el apóstol como el autor de esta epístola son la similitud del lenguaje y del contenido de 1 y 2 Juan. Juan pudo usar el título de anciano como una descripción afectiva de sí, puesto que su autoridad apostólica no estaría en cuestión en una fecha tan avanzada.

Esta epístola probablemente se escribió poco después de 1 Juan, porque supone que los lectores entenderían el significado de «anticristo» en el (v. 7). No se puede dar una fecha definitiva porque la información es insuficiente tanto en la epístola misma como proveniente de los padres de la iglesia. Sería apropiada una fecha entre los años 80 a 100 d.C. Los escritores de la iglesia primitiva afirman que Juan, después de la caída de Jerusalén (año 70 d.C.), vivía en Éfeso y es probable que esta carta se escribiera desde allí.

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