El libro explica la forma de pensar, la actitud, y la perspectiva que un creyente debe tener para experimentar el gozo del Señor en un momento turbulento.
Desde
golpizas hasta encarcelamiento, Pablo soportó muchos sufrimientos por la causa
del Cristo. Estas pruebas enseñaron a Pablo a estar contento en todas las
circunstancias, capacidad que Pablo pide a los filipenses que cultiven (4:11).
En efecto, la carta a los filipenses es un testimonio de esta actitud. Aun
cuando estaba en prisión, con un futuro incierto, Pablo escribe esta epístola
para agradecer a los filipenses, una carta que expresa el abundante gozo que
Pablo tiene por lo que Dios hizo por medio de ellos.
El
tema más prominente en el libro de Filipenses es el gozo, específicamente, el gozo
de servir a Jesús. El tono general de la carta refleja la gratitud de Pablo
hacia los filipenses y su gozo en Dios. Esto podría parecer extraño, porque
Pablo escribió esta epístola mientras estaba en prisión. Sin embargo, Pablo
tenía la habilidad de reconocer las oportunidades para dar a conocer el
evangelio aun en los contratiempos. El origen del gozo de Pablo era este: Veía
a Dios obrar por medio de las dificultades que enfrentaba.
Otro
tema de la epístola es «comunión en el
evangelio». Pablo usa la palabra griega koinonia de varias maneras en esta
epístola: «comunión» (1:5; 2:1; 3:10),
«participantes» (1:7), y «participar» (4:15). Todos estos pasajes
revelan la participación activa de los filipenses en el ministerio de Pablo. Al
sostener a Pablo, los filipenses participaron con él en la promoción de las
buenas nuevas de Jesucristo. Pablo ilustra el concepto de participación o
comunión con las vidas de Jesucristo (2:5-11), Timoteo (2:19-23), Epafrodito
(2:25-30), Evodia y Síntique (4:2, 3).
Puesto
que los cristianos filipenses ya tenían gran gozo, y habían demostrado su
participación en la difusión del evangelio, Pablo aprovecha la ocasión para
identificar unas pocas debilidades que ellos podrían mejorar (4:2). Por
ejemplo, la comunión tiene dos componentes: amor y discernimiento. Los
filipenses expresaron lo primero, pero les faltaba lo segundo (1:9; 4:10-16).
En consecuencia, Pablo exhorta a los filipenses para que crezcan en
conocimiento y discernimiento, palabras que en griego se refieren a un entendimiento
relacional (1:9). En otras palabras, la palabra griega conocimiento se centra
en una relación de la persona con Dios, mientras discernimiento indica una
relación persona a persona. Pablo quería que los filipenses no sólo abundaran
en amor, sino también que experimentaran más de Dios para que crecieran hasta
alcanzar una comprensión madura de sus caminos.
Todo
esto muestra que Pablo tenía varios propósitos con su carta a los filipenses.
El lector moderno hallará continuamente maravillosos pasajes de aliento en esta
carta breve, llena de gozo. Situaciones tales como rencillas entre miembros de
la iglesia, la vida en un mundo malo, el dar a los misioneros, y hallar
contentamiento son todavía temas actuales para el cristiano moderno. En esta
epístola, Pablo provee sabiduría y aliento de Dios. Pero, lo más importante,
destaca la vida de Jesús como el modelo para los creyentes.
La
tradición eclesiástica concuerda unánimemente con la afirmación de Filipenses
1:1 de que Pablo es el autor de la epístola. Los hechos que se narran en la
carta concuerdan con la vida de Pablo.
Para
determinar cuándo escribió Pablo la epístola es necesario identificar el lugar
de donde escribió. Dice que estaba en prisión (1:13). Pero, ¿a cuál prisión se
refiere? La respuesta debe guiarse por tres factores: evidencia del
encarcelamiento de Pablo en una ciudad dada, presencia de la guardia pretoriana
en esa ciudad, y la distancia de esa ciudad a Filipos, la cual tiene que
permitir dar varios viajes entre las dos ciudades.
Algunos
especulan que Pablo escribe desde Corinto, y en consecuencia fechan la carta
hacia el año 50 d.C. Los proponentes de esta opinión normalmente se refieren a
Hechos 18:10, pasaje en que el Señor dice a Pablo que lo protegerá de daños en
Corinto. Sin embargo, dicho pasaje no habla explícitamente de un
encarcelamiento.
Otros
indican la ciudad de Éfeso (y por lo tanto una fecha entre 53-55 d.C.) sobre la
base de su proximidad a Filipos y la posibilidad específica de una guardia
pretoriana estacionada en ese lugar. Nuevamente, aunque diversos pasajes
muestran que Pablo sufrió dificultades en Éfeso (Ro 16:4, 7; 1 Co 15:32; 2 Co
1:8-23), no hay un registro claro sobre un posible encarcelamiento allí.
Hay
también quienes defienden Cesarea como el lugar desde donde Pablo escribió la
carta (aproximadamente entre los años 58-59 d.C.). Podría haber una guardia
pretoriana con guarnición en Cesarea, y se la consideraba como parte de la casa
de César (4:22). Sin embargo, la esperanza de Pablo de ser puesto en libertad
dentro de poco tiempo no coincide con las circunstancias de su encarcelamiento
en Cesarea, donde la liberación era sólo una posibilidad muy remota. En efecto,
Pablo tuvo que apelar a César para escapar de las influencias judaicas sobre el
proceso judicial (Hch 26:5-11). Además Cesarea estaba lejos de Filipos. Es
improbable como lugar de origen de la breve carta de Pablo a los Filipenses.
La
mayoría de los entendidos escogen a Roma (alrededor del 60-62 d.C.) como la
ciudad desde la que Pablo escribe esta epístola. Aunque la distancia entre Roma
y Filipos es grande, Pablo estuvo en Roma el tiempo suficiente para que los
mensajes fueran y volvieran a esa ciudad. Además, el encarcelamiento de Pablo
en Roma está bien fundamentado en las Escrituras (Hch 28:16-31). Puesto que su
situación le permitía predicar el evangelio (1:12, 13; Hch 28:23-31),
indudablemente se sentía más confiado de su inminente liberación.
Durante
su segundo viaje misionero, y en respuesta a una visión dada por Dios, Pablo se
fue de Troas en la provincia de Asia (parte de la actual Turquía) y viajó a
Macedonia (en la actual Grecia) para establecer la primera iglesia en Europa,
la iglesia en la ciudad de Filipos (Hch 16:6-12).
Nombrada
así en honor a Felipe II de Macedonia, padre de Alejandro Magno, Filipos estaba
estratégicamente localizada en una ruta de primera importancia, la Vía Ignacia
que unía las provincias orientales del Imperio Romano. En consecuencia, Filipos
se convirtió en la principal ciudad de Macedonia. El año 42 a.C., los romanos
otorgaron a Filipos la categoría más elevada para una ciudad provinciana, la de
colonia romana. Esto significaba que los ciudadanos de Filipos podían comprar,
poseer o transferir propiedades. También tenían el privilegio de entablar una
demanda civil en los tribunales romanos y estaban exentos del pago de impuestos
por votación y del tributo territorial. Su estado y elevada riqueza no sólo les
hacía vivir confiados, sino los hacía ser orgullosos, al borde de la
arrogancia.
Filipenses
sigue muy de cerca el formato normal de las cartas paulinas:
(1)
Una identificación del autor y de los lectores.
(2)
Un pronunciamiento que incluye la gracia y la paz de Dios.
(3)
Acción de gracias a Dios por sus lectores.
(4)
Cuerpo de la carta.
(5)
Un deseo personal de ver a los lectores o de enviar a alguien a visitarlos.
(6)
Saludos a los lectores de parte de los que están con Pablo; y.
(7)
Una bendición que sirve como conclusión de la carta.
La
única variante de este patrón básico es que Pablo pone su sección en el que
expresa su deseo de enviar a alguien (2:19-30) en el cuerpo de la carta. Pablo
hace esto para ilustrar su argumento acerca del servicio humilde con las vidas
de Timoteo y Epafrodito.
Aunque
la carta sigue el patrón normal de Pablo, algunos sugieren que la epístola son tres
cartas combinadas en una. Se apoyan en el uso que Pablo hace de la palabra griega
para finalmente en 3:1 y 4:8. Argumentan que tales palabras señalan la
verdadera conclusión en esos dos puntos, indicando de esa forma que Filipenses
es realmente tres cartas diferentes.
Sin
embargo, la palabra griega traducida finalmente puede ejercer la función de
frase de transición (1 Ts 4:1), que significa esencialmente «además» o «también». La evidencia más firme de la unidad de Filipenses es un
manuscrito griego de alrededor del año 200 d.C. que incluye las tres secciones
de la carta (1:1-2:30; 3:1-4:7; 4:8-23). Pero aunque Filipenses sea una unidad
o una compilación de varias cartas, contiene verdades eternas procedentes de la
pluma del apóstol Pablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario