Esta carta fue escrita para animar a los creyentes que sufrían persecución. Provee la correcta enseñanza acerca del “día del Señor”, un asunto confuso para algunos de los creyentes de Tesalónica. Además, otros no vivían de la manera en que debían hacerlo en vista del regreso del Señor, Así que Pablo también trató este asunto.
Una
simple llamada telefónica aclararía los problemas que los creyentes tenían en
la iglesia primitiva. Pero, por supuesto, no existían los teléfonos en el mundo
antiguo. Había que localizar a Pablo personalmente donde estuviera y entregarle
una carta con preguntas. Entonces, el apóstol dictaba su respuesta y entregaba
a alguien esta carta para que la regresara. Debido a las distancias y los
lentos métodos de transporte, este proceso tomaba semanas e incluso meses. El
espacio de tiempo intermedio solía permitir que se esparcieran o se arraigaran
profundamente falsas creencias en las nuevas iglesias. La Segunda Epístola a
los Tesalonicenses es un ejemplo de esa situación. Pablo tuvo que escribir esta
carta para corregir falsas ideas sobre la Segunda Venida que surgieron en esa
iglesia.
Pablo
se encontró una oposición tenaz cuando predicó por primera vez el evangelio en
Tesalónica (Hch 17:1–9), y se vio forzado a huir por la noche a Berea. Sus
viajes lo llevaron pronto a Corinto. Desde aquella ciudad envió a Timoteo de
vuelta a Tesalónica para determinar la condición de la iglesia allí. Timoteo
volvió con un informe fortalecedor: los cristianos tesalonicenses resistían a
pesar de la persecución. No sólo eso, también el testimonio de la fe firme de
los tesalonicenses estaba esparciéndose por toda Macedonia (1 Ts 1:8). Pablo
escribió una carta para animar a la joven iglesia y contestar unas cuantas
preguntas que recibió de Timoteo. Pablo escribió 2 Tesalonicenses poco después
para corregir algunos malentendidos sobre el tiempo del fin y para
contrarrestar falsas enseñanzas que se introdujeron sigilosamente en la
iglesia.
Desde
que se escribió 1 Tesalonicenses, Pablo recibió informes del progreso continuo
de la iglesia en Tesalónica que indicaban su fidelidad al evangelio. Sin
embargo, también habían surgido problemas doctrinales. Falsos maestros
comenzaron a decir a los creyentes de Tesalónica que el día del Señor ya estaba
cerca. Esos maestros estaban aplicando mal y posiblemente, torciendo la
enseñanza de Pablo de que el día del Señor vendría inesperadamente (1 Ts 5:2).
Más probablemente por esto, algunos creyentes dejaron de trabajar y simplemente
estaban esperando el día del Señor. Quizás el enfrentar persecución también
provocó estas creencias extremas sobre la Segunda Venida.
En
2 Tesalonicenses, Pablo declara con énfasis que él nunca enseñó que el día del
Señor ya había llegado. Para contrarrestar la doctrina falsa, Pablo dio a los
tesalonicenses una buena dosis de la verdad, les explicó sobre la aparición del
hombre de pecado y su prominencia durante el tiempo del fin. Además les
recuerda que Dios los había llamado y eran salvos por la obra del Cristo. En
vista de este hecho, los exhorta a mantenerse firmes en el Cristo (2:13) y
trabajar duro (3:12), siempre esperando con paciencia el regreso del Cristo.
Pablo
se identifica como el autor de 2 Tesalonicenses e incluso hace ver que él mismo
la escribió con su propia mano cuando finaliza la carta (1:1; 3:17). Aunque
muchos padres de la Iglesia, como Ireneo, Tertuliano, y Clemente de Alejandría,
confirman que esta carta vino de Pablo, ciertos eruditos modernos cuestionan su
autenticidad. Hay quienes afirman que 1 y 2 Tesalonicenses enseñan doctrinas contradictorias
sobre la Segunda Venida. Se dice que la primera carta enseña una inminente
vuelta del Cristo, pero que en la segunda se incluye un período intermedio de «violencia» antes de la venida del
Cristo. Un examen más cuidadoso del asunto revela que las instrucciones de las
dos cartas con relación al tiempo del fin son complementarias, no
contradictorias. La primera epístola a los tesalonicenses enfatiza lo repentino
de la venida del Señor para quienes no están preparados, mientras la segunda
destaca algunos sucesos que ocurrirán antes del regreso del Cristo. Como Pablo
escribió 2 Tesalonicenses para corregir un malentendido que surgió por su
primera carta, es comprensible la diferencia entre ambas cartas.
Segunda
a los Tesalonicenses fue escrita desde Corinto poco después de 1
Tesalonicenses, o alrededor del 51 o 52 d.C.
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