jueves, 8 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) 2 DE TESALONICENSES.

Esta carta fue escrita para animar a los creyentes que sufrían persecución. Provee la correcta enseñanza acerca del “día del Señor”, un asunto confuso para algunos de los creyentes de Tesalónica. Además, otros no vivían de la manera en que debían hacerlo en vista del regreso del Señor, Así que Pablo también trató este asunto.

Una simple llamada telefónica aclararía los problemas que los creyentes tenían en la iglesia primitiva. Pero, por supuesto, no existían los teléfonos en el mundo antiguo. Había que localizar a Pablo personalmente donde estuviera y entregarle una carta con preguntas. Entonces, el apóstol dictaba su respuesta y entregaba a alguien esta carta para que la regresara. Debido a las distancias y los lentos métodos de transporte, este proceso tomaba semanas e incluso meses. El espacio de tiempo intermedio solía permitir que se esparcieran o se arraigaran profundamente falsas creencias en las nuevas iglesias. La Segunda Epístola a los Tesalonicenses es un ejemplo de esa situación. Pablo tuvo que escribir esta carta para corregir falsas ideas sobre la Segunda Venida que surgieron en esa iglesia.

Pablo se encontró una oposición tenaz cuando predicó por primera vez el evangelio en Tesalónica (Hch 17:1–9), y se vio forzado a huir por la noche a Berea. Sus viajes lo llevaron pronto a Corinto. Desde aquella ciudad envió a Timoteo de vuelta a Tesalónica para determinar la condición de la iglesia allí. Timoteo volvió con un informe fortalecedor: los cristianos tesalonicenses resistían a pesar de la persecución. No sólo eso, también el testimonio de la fe firme de los tesalonicenses estaba esparciéndose por toda Macedonia (1 Ts 1:8). Pablo escribió una carta para animar a la joven iglesia y contestar unas cuantas preguntas que recibió de Timoteo. Pablo escribió 2 Tesalonicenses poco después para corregir algunos malentendidos sobre el tiempo del fin y para contrarrestar falsas enseñanzas que se introdujeron sigilosamente en la iglesia.

Desde que se escribió 1 Tesalonicenses, Pablo recibió informes del progreso continuo de la iglesia en Tesalónica que indicaban su fidelidad al evangelio. Sin embargo, también habían surgido problemas doctrinales. Falsos maestros comenzaron a decir a los creyentes de Tesalónica que el día del Señor ya estaba cerca. Esos maestros estaban aplicando mal y posiblemente, torciendo la enseñanza de Pablo de que el día del Señor vendría inesperadamente (1 Ts 5:2). Más probablemente por esto, algunos creyentes dejaron de trabajar y simplemente estaban esperando el día del Señor. Quizás el enfrentar persecución también provocó estas creencias extremas sobre la Segunda Venida.

En 2 Tesalonicenses, Pablo declara con énfasis que él nunca enseñó que el día del Señor ya había llegado. Para contrarrestar la doctrina falsa, Pablo dio a los tesalonicenses una buena dosis de la verdad, les explicó sobre la aparición del hombre de pecado y su prominencia durante el tiempo del fin. Además les recuerda que Dios los había llamado y eran salvos por la obra del Cristo. En vista de este hecho, los exhorta a mantenerse firmes en el Cristo (2:13) y trabajar duro (3:12), siempre esperando con paciencia el regreso del Cristo.

Pablo se identifica como el autor de 2 Tesalonicenses e incluso hace ver que él mismo la escribió con su propia mano cuando finaliza la carta (1:1; 3:17). Aunque muchos padres de la Iglesia, como Ireneo, Tertuliano, y Clemente de Alejandría, confirman que esta carta vino de Pablo, ciertos eruditos modernos cuestionan su autenticidad. Hay quienes afirman que 1 y 2 Tesalonicenses enseñan doctrinas contradictorias sobre la Segunda Venida. Se dice que la primera carta enseña una inminente vuelta del Cristo, pero que en la segunda se incluye un período intermedio de «violencia» antes de la venida del Cristo. Un examen más cuidadoso del asunto revela que las instrucciones de las dos cartas con relación al tiempo del fin son complementarias, no contradictorias. La primera epístola a los tesalonicenses enfatiza lo repentino de la venida del Señor para quienes no están preparados, mientras la segunda destaca algunos sucesos que ocurrirán antes del regreso del Cristo. Como Pablo escribió 2 Tesalonicenses para corregir un malentendido que surgió por su primera carta, es comprensible la diferencia entre ambas cartas.

Segunda a los Tesalonicenses fue escrita desde Corinto poco después de 1 Tesalonicenses, o alrededor del 51 o 52 d.C.

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