Este libro de Santiago habló acerca de la fe, haciendo énfasis en los resultados de ella. Hizo hincapié en la necesidad de vivir una fe laboriosa y práctica.
Existen
libros “hágalo usted mismo” que explican, con hermosos cuadros e ilustraciones,
cómo hacer las cosas; desde cómo reparar un coche hasta el empapelado de un
dormitorio. La epístola de Santiago es el libro del «cómo hacerlo» de la vida cristiana. Es uno de los libros más
prácticos del Nuevo Testamento porque ofrece instrucción y exhortación a los
cristianos con problemas, como ocurre con todos nosotros.
Como
si las pruebas mismas no fueran lo suficientemente malas, Santiago indica los
peligros que vienen de ellas. Además de la trampa obvia de no poner nuestra
confianza en el Señor y de no resistir, Santiago habla del prejuicio, del
hablar impropio, de juzgar a otros, de dejar a Dios fuera de nuestros planes, y
aun de la amargura. Como autor de un libro «cómo hacerlo», Santiago explica en
pocas palabras las responsabilidades del cristiano mientras suministra buenas
ilustraciones de diferentes esferas de la vida cotidiana tales como la
navegación y la equitación.
La
epístola de Santiago es más práctica que doctrinal. Sin embargo, Santiago
contiene declaraciones teológicas. Dios es «el
Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación» (1:17),
con lo que quiere decir que Él es el Creador y es inmutable. Jesús es «glorioso Señor» (2:1), una referencia a
la deidad de Jesús. Santiago afirma que Jesús viene otra vez (5:7-8), y cuando
lo haga, juzgará a toda la humanidad (5:9).
Pero
el tema teológico más importante en Santiago es la fe y las obras (2:14-26).
Muchos afirman que Santiago habla de la fe verdadera frente a la fe falsa. Pero
parece que Santiago no cuestiona si los destinatarios eran creyentes genuinos;
repetidamente los llama «hermanos», «hermanos míos» o «mis amados hermanos» (2:1, 14). Se refiere claramente a personas
que ejercitaban la fe salvadora. Por lo tanto, lo que Santiago dice tiene que
ver con la fe sin obras. A la fe sin obras la llama «muerta», indicando que era una fe que alguna vez estuvo viva (2:17,
26).
Para
Santiago el resultado natural de la fe son las obras. Cuando una persona cree
verdaderamente en algo, actuará en conformidad con esa creencia. Con esta
carta, Santiago hace sonar un llamado para despertar a todos los cristianos: «¡Pon en línea tu vida con lo que crees!»
La
salutación identifica a los lectores de Santiago como «las doce tribus que están en la dispersión». Algunos creen que la
carta fue dirigida a todos los judíos que vivían fuera de Palestina, incluidos
judíos cristianos y no cristianos. Sin embargo, esto parece improbable, dado
que Santiago se define como seguidor del Cristo y se refiere a sus lectores
como comunidad de creyentes (1:18; 2:1, 7; 5:7). Otros sostienen que la
salutación es una referencia figurada a todas las iglesias cristianas,
representadas simbólicamente por el antiguo Israel. Esto tampoco es probable,
dado que la carta contiene elementos judaicos reconocibles. Hay además una
tercera posibilidad, que los lectores fueran cristianos judíos que vivían fuera
de Palestina. Puesto que la carta era una circular que pasaba de iglesia a
iglesia no se hace referencia a una destinación geográfica específica.
Parece
que la mayoría de los destinatarios eran pobres y sufrían la opresión impuesta
por sus conciudadanos judíos, entre los cuales vivían. Evidentemente algunos de
estos cristianos judíos habían sido apresados y despojados de sus posesiones y
medios de vida. En tales condiciones cayeron en las garras de la mundanalidad,
peleaban entre ellos, hacían acepción de personas en favor del rico, y
perdieron su amor original del uno por el otro.
El
autor se identifica con la frase «siervo
de Dios y del Señor Jesucristo». Santiago (Jacobo) es un nombre común en el
NT. La frase acompañante podría describir a cualquier cristiano, y sugiere que
este Santiago en particular debió ser un líder de la iglesia que no requería
mayor presentación.
En
el NT se nombran cuatro Jacobos:
(1)
Jacobo, el hijo de Zebedeo y hermano de Juan (Mt 4:2), discípulo y apóstol de
Jesucristo.
(2)
Jacobo, hijo de Alfeo (Mt 10:3), llamado «el Menor», que también era apóstol.
(3)
Jacobo, padre de un apóstol llamado Judas (Lc 6:16).
(4)
Jacobo, medio hermano de Jesús, tradicionalmente llamado «el Justo» (Mt 13:55).
Este
último llegó a ser líder de la iglesia de Jerusalén (Hch 15:3; Gá 2:9), y el
más probable autor de esta epístola. Si era el autor, es notable que en su
carta no mencione su parentesco con Jesús. Más bien, su única afirmación de
autoridad era su calidad de siervo del Señor Jesucristo (1:1).
Aunque
no hay acuerdo universal al respecto, es fuerte la evidencia en el sentido de
que Santiago es uno de los libros más antiguos del NT. Puesto que la carta no
contiene referencias específicas al tiempo ni acontecimientos que permitan señalar una fecha
en particular, se debe considerar el colorido judaico de la carta y el reflejo
de la situación general de la iglesia apostólica primitiva. Muchos estudiosos
le asignan una fecha entre el 44 y 62 d.C. La primera fecha es del tiempo
cuando Santiago llegó a ser el líder de la iglesia de Jerusalén y tomó el lugar
de Pedro, cuando este fue puesto en libertad el año que murió Herodes Agripa I
(Hch 12:5-23). La segunda fecha la da Josefo, historiador judío del primer
siglo, por el martirio de Jacobo. Finalmente, parece razonable una fecha
temprana hacia el año 46 d.C.
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