Pablo escribió esta epístola para refutar falsas enseñanzas que se habían infiltrado en la iglesia. Un tema familiar en este libro es la superioridad de Jesucristo.
Como
un niño necesita instrucciones adecuadas al principio de su vida, así los
primeros creyentes necesitaban que los pusieran en el camino recto con
enseñanzas correctas. Pablo escribió esta epístola para tratar con una herejía
doctrinal que se estaba introduciendo en la iglesia de Colosas. Aunque no se
nos dice específicamente cuál era la herejía, podemos captar indicios por la
respuesta de Pablo. El error probablemente era una mezcla de judaísmo y una
forma primitiva de gnosticismo. La iglesia colosense sufría el mismo problema
que otras iglesias del primer tiempo. Algunos miembros enseñaban que la
observancia de las reglas judaicas sobre las comidas, el reposo y los días
festivos ayudaban al creyente a ganarse la salvación (Gá 3:23-25; 4:10, 11).
Sin embargo, en Colosas, algunos de los miembros gentiles promovían
aparentemente una forma de misticismo que pretendía que Jesús era un ser
superior, pero no era Dios. Pablo refuta esas falsas enseñanzas al apuntar al
Cristo. Jesús fue el centro de la predicación de Pablo desde el principio. En
Colosenses, Pablo reitera la supremacía del Cristo. Porque Jesús es divino, su
muerte reconcilia a los creyentes con su Creador.
Como
en todas sus epístolas, Pablo escribe como si estuviera pensado en nuestra
propia sociedad. Aun en el presente, las nuevas sectas pretenden ser
cristianas, pero niegan la divinidad del Cristo y las creencias básicas del
cristianismo. En la actualidad muchos consideran al Cristo como un «gran maestro» y nada más. La paciente
corrección de Pablo a los colosenses nos debe recordar que necesitamos mantener
el culto a Jesucristo como el centro de nuestras iglesias.
La
ciudad de Colosas estaba aproximadamente a ciento sesenta kilómetros al oriente
de Éfeso, en el valle del río Lico. Durante las guerras persas del siglo quinto
a.C., Colosas era una gran ciudad estratégica. Sin embargo, hacia el tiempo del
apóstol Pablo declinó para quedar a la sombra de sus dos ciudades hermanas,
Laodicea e Hierápolis, y se convirtió en un pequeño pueblo mercader en la ruta
de Roma al oriente.
La
evangelización de Colosas probablemente tuvo lugar durante los tres años que
Pablo estuvo en Éfeso. Lucas registra en Hechos 19:10 que todos los habitantes
de la región llamada Asia oyeron el evangelio. Aparentemente Epafras se
convirtió en Éfeso, y tras recibir las enseñanzas de Pablo regresó a su Colosa
natal a proclamar el evangelio. Evidentemente la iglesia que surgió estuvo
compuesta principalmente de gentiles, porque Pablo menciona su «incircuncisión», palabra con la que
Pablo denominaba a los gentiles (2:13; Ro 2:24-27; Ef 2:11).
La
autoría paulina de esta carta ha sido reconocida universalmente a través de la
historia de eclesiástica. Pablo se identifica tres veces como autor, y se auto
titula «apóstol de Jesucristo» y
siervo del evangelio. Además, Pablo cierra la carta con un saludo de su puño y
letra, algo característico de sus cartas (1 Co 16:21; 2 Ts 3:17). El fragmento
de Muratori (un documento escrito
alrededor del año 180 d.C. que contiene una lista de los libros que la iglesia
primitiva consideraba divinamente inspirados) incluye a Colosenses como una
carta paulina. Y muchos padres de la Iglesia sostuvieron que Pablo escribió
Colosenses. Entre estos están Justino Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría,
Tertuliano y Orígenes.
Pablo
probablemente escribió Colosenses desde su prisión en Roma alrededor de 60 d.C.
Algunos han propuesto otros lugares, como Éfeso y Cesarea, pero no hay
suficiente evidencia para desplazar la teoría tradicional de que Pablo la
escribió desde Roma. Colosenses es una de las cuatro cartas de Pablo escritas
desde una prisión, junto con Efesios, Filipenses y Filemón. Porque Colosenses,
Efesios y Filemón tienen varias similitudes, muchos creen que las tres se
escribieron casi en la misma fecha.
Los
muchos paralelos entre Colosenses y Efesios indican que fueron escritas casi en
la misma fecha. Ambas revelan la centralidad del Cristo y su relación con la
Iglesia. Efesios presenta al Cristo como cabeza de la Iglesia, mientras que
Colosenses extiende esa imaginería a su autoridad sobre toda la creación
(1:16-18; 2:10). En Efesios, Pablo destaca cómo los cristianos son los miembros
del cuerpo del Cristo, quien es la cabeza. En Colosenses, pone énfasis en el Cristo
la cabeza, de cuyo cuerpo los cristianos son miembros.
Las
diferencias entre las epístolas son significativas también. Colosenses recalca
la plenitud de los creyentes en el Cristo; Efesios señala la unidad cristiana
que se halla en el Cristo. El misterio en Colosenses es que el Cristo está en
los creyentes (1:26, 27), mientras que el misterio en Efesio es la unión en el Cristo
de judíos y gentiles. Colosenses habla de Jesús como Señor de toda creación,
mientras que Efesios se ocupa de la autoridad del Cristo sobre la Iglesia.
Finalmente, Colosenses tiene un tono porque se pronuncia contra cierta
enseñanza falsa en Colosas. Efesio tiene un tono más suave; no rebate ninguna
herejía determinada.
Pero
con todas sus similitudes y diferencias, Efesios y Colosenses presentan en
conjunto una percepción madura de quién es el Cristo y qué significan para el
cristiano la vida y la muerte. Desde una prisión, Pablo estaba enseñando a las
iglesias de Asia Menor cuán fundamental es la persona de Jesucristo para la fe
cristiana. Él es la imagen de Dios, la fuente de toda sabiduría y la cabeza de
la Iglesia. Él es quien nos reconcilia con Dios y los demás hermanos. Como
Salvador y Libertador nuestro, merece nuestra sincera adoración y alabanza.
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