jueves, 8 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) HEBREOS.

El libro de hebreos fue escrito para judíos que habían aceptado a Jesús como su Mesías. Estaban en peligro de retroceder a las tradiciones del judaísmo porque no tenían raíces profundas en el suelo del cristianismo.

En el principio, el cristianismo era judío, Jesús era judío, sus discípulos eran judíos así como los primeros en convertirse eran judíos.

Sus primeras reuniones se llevaban a cabo en sinagogas y sus primeras controversias se relacionaban con la adherencia a las leyes judías. Los primeros críticos del cristianismo veían a este movimiento como una secta judía. Sin embargo, para los primeros creyentes judíos, creer en el Cristo acarreaba un sinnúmero de preguntas. ¿Qué del Templo y los sacrificios de animales? ¿Qué de la ley de Moisés? ¿Creer en el Cristo negaba aquello con lo que fueron criados? ¿En realidad era suficiente creer en el Cristo? El AT no respondía estas preguntas.

Los que vivieron en la época en que se escribió este libro necesitaban respuestas con mucha urgencia. Pronto la tolerancia daría paso a la tortura y la ejecución. Nerón no dejaría alternativa a este extraño grupo. Creer en el Cristo sería una proposición de vida o muerte, por lo que la tentación para los judíos de volver a sus antiguas tradiciones era irresistible, a menos que supieran con certeza que tomaban la opción correcta.

El libro de los hebreos se escribió pensando en las dudas de quienes estaban replanteándose su conversión al cristianismo. «Ustedes comenzaron con el plan de salvación de Dios», dice. «Ustedes creyeron en su palabra y siguieron su plan de salvación mediante los sacrificios en el Templo. Y cuando se realizó en Jesucristo el sacrificio definitivo ustedes creyeron. Así es como debiera ser. Esos son los designios de Dios. ¡No retrocedan el camino recorrido!»

El autor de hebreos se da la tarea de exponer que el cristianismo es el verdadero sucesor del judaísmo. Centra su atención en tres temas:

(1) el sacerdocio, o la mediación divina (7:1-28; 10:19-22).

(2) el sacrificio, o la redención divina (9:11-10:18).

(3) el pacto, o las promesas divinas (8:8-13; 9:15-22).

Se vale también de tres pasajes del AT para validar sus impresiones:

(1) Salmo 104:4, que anuncia un nuevo sacerdocio que provee de la mediación divina necesaria.

(2) Salmo 46:6-4, que habla de un sacrificio nuevo y final que proporciona la redención divina.

(3) Jeremías 31:31-34, que proclama un nuevo pacto que otorga el perdón completo y definitivo.

Según el autor de hebreos, todo esto apunta a la supremacía y suficiencia del Cristo. La verdadera espiritualidad se adquiere por medio de Dios (7:9; 10:19-22); y la misma sólo se puede encontrar en el Hijo de Dios, Jesucristo. El libro de los hebreos establece la supremacía y suficiencia del Cristo sobre todo (1:1-4; 9:11-14). Su sacrificio basta para quitar nuestros pecados; Él es todo lo que necesitamos para llegar a Dios hoy en día.

En lo que se refiere a los destinatarios de la carta, no se establece quiénes son los receptores originales de hebreos. Algunos entendidos postulan que el libro se escribió para los cristianos gentiles, basándose en que el escritor utilizó la Septuaginta y que se abstuvo de mencionar la controversia entre los judíos y los gentiles. Otros sugieren que la carta se escribió para un grupo mixto de judíos y gentiles.

Sin embargo, la mayoría de los estudiosos suponen que los destinatarios eran los cristianos judíos debido al fuerte énfasis que el libro hace en materias y asuntos judíos; en especial, en el análisis detallado de la superioridad de Jesucristo sobre los ángeles, Moisés, Josué y los creyentes del AT. En todo el libro aparecen citas de pasajes del AT. Muchos de los temas que toca el autor suponen un gran conocimiento del sacerdocio y el sacrificio de ese período. Los judíos que no vivían en Jerusalén casi con certeza hablaban también el griego, lo que explicaría el uso de la Septuaginta. En todo el libro se habla de los destinatarios como «hermanos», y en la primera época de la Iglesia este calificativo incluiría a un gran número de judíos. El título «a los Hebreos», no proviene del puño y letra del autor, pero data de una fecha tan temprana como el segundo siglo.

¿En qué lugar vivían los lectores? La expresión «los de Italia» (13:24) se referiría a los que estaban allí o a los que eran de ese lugar pero que se encontraban lejos. Parece más razonable pensar que los destinatarios eran judíos que se encontraban en Roma. La carta se conoció primeramente en esa ciudad, y el saludo final encaja fácilmente con esta teoría (13:24; Hch 18:2). La referencia que se hace a la falsa enseñanza sobre los alimentos en 13:9 concuerda con un problema similar que enfrentaba la iglesia en Roma (Ro 14:1-15:3).

La estructura de hebreos es única dentro de las epístolas del NT. ¿Era una carta o un sermón? Termina como una carta pero no tiene el saludo de una. No nombra a su autor ni al destinatario, aunque sí contiene saludos personales, lo que hace suponer que los destinatarios sabían quién les escribía, y menciona a algunos conocidos en común como Timoteo (13:23). Esta mezcla de elementos ha provocado mucha especulación sobre qué es en realidad la epístola a los hebreos, sin llegar a una conclusión sólida. El propio autor la llama «la palabra de exhortación» (13:22).

Por otra parte, nadie sabe con certeza quién escribió “Hebreos”. Nadie de la iglesia en los primeros tiempos podría decir con certeza que ellos lo sabían, aunque la iglesia de Alejandría (Egipto) creía firmemente que fue el apóstol Pablo el autor de la obra. Aun así, hebreos se ha ganado uno de los lugares más respetables en la Biblia. Este libro llegó al NT por mérito propio, no por el aprecio a su autor.

¿Fue Pablo quien escribió “Hebreos”? El vocabulario, estilo y teología de la carta difieren mucho de las demás obras de Pablo. A diferencia del autor de Hebreos, Pablo siempre se identificaba en sus escritos; incluso, en uno de ellos ofreció su nombre como prueba de su autenticidad (2 Ts 3:17, 18). El lenguaje de Hebreos es pulido, reflexivo y carece de las explosiones de emoción que caracterizan a Pablo. Por lo general, este apóstol utilizaba el griego, el hebreo y otras fuentes en sus citas del AT, mientras que el autor de Hebreos sólo se vale de la Septuaginta. Hebreos 2:3 parece indicar que el autor no escuchó la palabra de salvación directamente del Señor, algo que sí hizo Pablo. Si él escribió Hebreos, no dejó ninguna de sus huellas usuales.

Tertuliano sugiere que Bernabé es el autor de Hebreos. Bernabé era de Chipre, donde el griego era de buena calidad, y Hebreos representa el griego de las clases educadas y cultas más que ningún otro libro del NT. Además, Bernabé era levita (Hch 4:36), persona muy familiarizada con el sistema de sacrificios del judaísmo, materia central del libro. El nombre de Bernabé se traduce en Hch 4:36 como «Hijo de consolación» o «Hijo de exhortación», semejante a la descripción de He 13:22.

Martín Lutero y otros eruditos contemporáneos especularon sobre la posibilidad de que fuera Apolos el autor de Hebreos. Apolos era un judío de Alejandría, y hombre elocuente y conocedor (Hch 18:24). Pero ninguno de los padres de la iglesia lo menciona. Y si fuera Apolos quien escribió Hebreos, la iglesia de Alejandría lo sabría puesto que él era alejandrino.

¿Podría ser el autor Priscila, como sugiere el entendido Adolf Harnack (Hch 18:24)? El participio masculino en 11:32 descarta esa posibilidad. Los destinatarios originales conocían al que les escribió (13:18, 22-24), pero no quedó ninguna pista para nosotros.

Tampoco nadie sabe a ciencia cierta cuándo se escribió Hebreos, aunque es más fácil suponer una fecha estimativa que especular sobre el autor. Si estaba dirigida a los creyentes judíos en Roma, como se supone por lo general, el hecho de que no se llamara a la comunidad a sufrir la muerte por su fe, sugiere que la epístola data de antes de la persecución de Nerón a los cristianos en el año 64 d.C.

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