miércoles, 7 de octubre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) GÁLATAS.

Gálatas es un estudio fundamental que demuestra la plenitud de la obra hecha por la muerte de Jesús en la cruz para nuestra salvación. Esa obra no necesita que se le agregue nada, ni necesita ser mejorada, porque esa obra es perfecta.

En toda la Biblia no hay una afirmación de la verdad del evangelio más apasionada y completa, aunque concisa, que Gálatas. La salvación es por la fe en Jesucristo solamente (2:16; 3:11, 12). Ninguna obra puede ganar la salvación. La sucinta refutación de Pablo a los judaizantes en esta carta transformó la vida de muchos, desde Martín Lutero hasta Wesley. En general, la gente quiere ganarse la salvación por medio de obras que se pueden identificar fácilmente. En esta carta, Pablo revela la arrogancia de ese modo de pensar. Equivale a apostatar de la verdad del evangelio y a apartarse de Dios (1:6). Podemos permanecer justificados ante Dios sólo por medio de la fe en Jesucristo; ninguna otra cosa nos puede salvar.

Es claro que Pablo estaba consciente de una perversión del evangelio de la gracia que en forma activa infectaba las iglesias de Galacia. Los falsos maestros que llegaron a Galacia después del ministerio de Pablo abogaban por la salvación «por las obras de la ley»; es decir, por la observancia de la Ley. Se ponía especial énfasis en el rito judaico de la circuncisión.

La carta de Pablo a los Gálatas fue un intento rápido y decisivo de oponerse a este mensaje, que era otro evangelio. Pablo tenía que convencer a sus «hijitos en la fe», a quienes evangelizó personalmente, de que la nueva enseñanza en realidad era una tergiversación del evangelio del Cristo. En su argumento, Pablo reafirma su autoridad de apóstol, que fue minimizada por los maestros judaizantes. Pablo escribe no por ira, sino por amor. Ve que los gálatas dejaban el camino recto al agregar al mensaje del evangelio, y amaba a sus hermanos creyentes tanto como para no permitir que se desviaran.

Gálatas contiene los tres elementos normales de una típica carta del primer siglo: Introducción (1:1-5), cuerpo (1:6-6:10), y conclusión (6:11-18). Sin embargo difiere de muchas de las demás cartas de Pablo. Por ejemplo, la mayoría de las demás cartas de Pablo contienen una sección introductora de acción de gracias que sirve como prólogo (Fil 1:3-11). La sorprendente ausencia de dicha acción de gracias al comienzo de Gálatas posiblemente indique la gravedad de la situación ante los ojos de Pablo.

Virtualmente nada hay por lo cual Pablo pueda agradecer, dado que algunos de los Gálatas abandonaban el evangelio que una vez abrazaron. De igual manera la carta carece de saludos finales, que eran largos, como en Romanos 16:3-23, o breves, como en 2 Corintios 13:12, 13. Sólo hay una lacónica bendición y saludo final (6:16, 18).

Si hay una frase repetida que resuma el tema de Gálatas, es «la verdad del evangelio». A diferencia de Romanos, que presenta el evangelio como la respuesta a la pecaminosidad universal del hombre (Ro 3:23; 6:23), Gálatas aclara el mensaje del evangelio en contraste con el sutil, pero mortal peligro de la salvación por las obras. A ningún pecador se le otorgó jamás la vida eterna sobre la base de las obras. Más aun, todo el que vive confiado en sus obras es «maldito», porque nadie puede cumplir en forma perfecta la Ley (3:10). En consecuencia, agregar obras, ritos o la ley al mensaje de lo que se necesita para ser cristiano es tergiversar las buenas nuevas. El lugar correcto de la Ley es declararnos culpables de nuestro pecado, lo que demuestra la urgente necesidad de la redención provista por Jesucristo.

Entonces, ¿cuál es el evangelio básico que Pablo expone extensamente para aclararlo y salvaguardarlo? La única forma en que una persona puede ser justificada delante de Dios es por la fe en Jesucristo (2:16). Pablo enfatiza este punto repetidas veces. La fe en el Cristo, nada más y nada menos, es la respuesta adecuada al evangelio. Este énfasis sobre la fe no es sobre la dimensión histórica del evangelio que está abierta para una investigación racional: Jesús observó en forma perfecta la ley de Moisés (4:4), murió en la cruz (2:20), y resucitó de entre los muertos (1:1). Más bien, Pablo subraya la fe en el Cristo debido a que las controversias en Galacia giraban en torno a la recepción del evangelio en la vida de los nuevos creyentes.

Pablo también trata los temas que tienen que ver con la vida cristiana, o el vivir la nueva libertad que el cristiano posee en el Cristo. Entre los extremos de una santificación legalista y el libertinaje hedonista, Pablo señala un camino intermedio de «fe que obra por el amor» y el poder del Espíritu Santo (5:5-6). Por lo tanto, no es sólo la justificación que es por la sola fe, sino también la santificación.

Pablo describe la vida de fe en forma variada como andar en el Espíritu (5:16, 25), ser «guiado por el Espíritu» (5:18), producir «el fruto del Espíritu» (5:22, 23), y sembrar «para el Espíritu» (6:8). Concretamente, «la fe que obra por el amor» (5:6) se expresa en el amor al prójimo, especialmente por los demás creyentes, y en llevar los unos las cargas de los otros (5:14; 6:2, 6). El peligro siempre presente es que en vez de descansar en el poder del Espíritu, el creyente comience a exhibir las corruptas «obras de la carne». Las obras son buenas sólo cuando se cumplen en el poder del Espíritu Santo dado a quienes ponen su fe en el Cristo (6:7-10).

El autor de Gálatas se identifica como Pablo (1:1). Afirma que es apóstol, y luego procede a argumentar extensamente en favor de la autoridad apostólica que respalda su mensaje del evangelio. Gran parte de la información personal que da en el curso de su defensa corresponde con los relatos acerca de Pablo en el libro de los Hechos, y al material autobiográfico de Filipenses 3:4-6. El uso del AT en los capítulos 3 y 4 es coherente con su rigurosa educación en el judaísmo. Finalmente, la teología de esta epístola corresponde en forma perfecta con la teología de Pablo expuesta en sus otros escritos, especialmente en la epístola a los romanos.

Pablo dirige su carta «a las iglesias que están en Galacia» (1:2) y a los lectores que expresamente llama «gálatas» (3:1), pero no es fácil determinar precisamente lo que esto significa. En la época en que Pablo escribe, la palabra gálatas se podía usar en sentido étnico o con una connotación política.

En gran medida la asignación de una fecha para Gálatas depende de una decisión acerca del destino de la carta. Si las iglesias de Galacia fueron fundadas por Pablo en su segundo viaje misionero en la parte norte de Galacia (Hch 16:6), la fecha más antigua de escritura sería alrededor del año 52 d.C. La similitud del contenido de Gálatas y Romanos, entre otras cosas, llevó a fechar la epístola a mediados de la década del 50. Por otra parte, si por Galacia se entiende la parte sur, incluidas Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia (Hch 14:21), que son congregaciones que Pablo plantó en su primer viaje misionero, la carta pudo escribirse hacia el año 48 d.C.

Para determinar la fecha también hay que tener en cuenta el posible rol del concilio de Jerusalén. Si Gálatas fue escrita después que el concilio de Jerusalén tomó su autoritativa decisión, quizás Pablo basara sus argumentos en dichas decisiones, o por lo menos, hubiera hecho una inequívoca alusión a ellas. Puesto que eso no ocurre, es probable que Gálatas pueda ser fechada en el año 48 d.C. Esto significa que es uno de los primeros libros del Nuevo Testamento.

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