Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, estableció cual sería la conducta de la iglesia y la de sus líderes. Aunque Timoteo era un pastor, estas palabras aplican a todos aquellos que quieren ser usados por Dios y que sus vidas hagan una diferencia.
A
veces la parte más difícil de la tarea de un maestro es dejar ir al alumno, que
se gradúe y se abra camino en el mundo. Se puede palpar este tipo de ansiedad
en la primera carta de Pablo a Timoteo. Afectuosamente llama a Timoteo «verdadero hijo» (1:2), encargándole
repetidas veces que permanezca fiel a lo que le enseñó (1:18; 5:12-16, 21; 6:11-13).
La carta concluye con un clamor proveniente del corazón: «Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado» (6:20). Timoteo
acompañó a Pablo durante años (Hch 16:1-3; 17:10; 20:4) como ayudante y actuó
como enlace con una gran cantidad de iglesias. Pablo no sólo enseñó a Timoteo
la esencia de la fe cristiana, sino también le sirvió como modelo de lo que
debe ser el liderazgo cristiano. Ahora Pablo deja a Timoteo a cargo de la
iglesia en Éfeso. Desde Macedonia, Pablo escribe para estimular a su hijo en la
fe. En efecto, esta carta es la comisión de Timoteo, las órdenes de su preocupado
maestro, el apóstol Pablo.
El
propósito central de 1 Timoteo se halla en 3:15: «Te escribo… para que sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios,
que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad». La
Iglesia es el principal vehículo de Dios para el cumplimiento de su obra en la
tierra (Mt 16:18–20). El Señor ha ordenado que los hombres y mujeres que
confían en Él se comprometan en la tarea de hacer su voluntad en asambleas locales
alrededor del mundo (1 Ts 1:1; He 10:24, 25).
Pablo
escribe 1 Timoteo para instruir a su joven protegido sobre el funcionamiento de
la iglesia y cómo deben interactuar las personas maduras en ella (6:11–16). Da
instrucciones específicas sobre el desarrollo y el reconocimiento de un liderazgo
piadoso y cómo evitar la falsa doctrina en la iglesia (3:1–13; 4:1–6). Pablo
insiste en que se debe esperar madurez cristiana en un líder, mientras se
desarrolla en la vida de todos los creyentes (4:6–10). Ofrece a Timoteo una
lista completa de consejos extremadamente prácticos sobre cómo dirigir la
iglesia. Cuando enfrentaba problemas y penurias en el ministerio en una iglesia
local, Timoteo debió de leer repetidas veces la carta de Pablo por las valiosas
ideas que le aportaba (4:15).
Timoteo
era originario de Listra en Frigia (Hch 16:1-3). Su padre era griego y su madre
Eunice y su abuela Loida eran judías piadosas (2 Ti 1:5; 3:14, 15). Por la
influencia de estas mujeres fue que Timoteo aprendió las escrituras hebreas
cuando era niño. Pablo llama a Timoteo «verdadero
hijo en la fe» (1:2) sugiriendo que se convirtió durante la primera visita
misionera de Pablo a Listra (Hch 14:6, 19).
Al
principio de su segundo viaje misionero, Pablo escogió a Timoteo para que le acompañara
a él y a Silas (Hch 16:3). Puesto que iban a predicar a los judíos, Pablo hizo
circuncidar a Timoteo (Hch 16:3), y evidentemente, el liderazgo de la iglesia
impuso las manos sobre Timoteo (4:14; 2 Ti 1:6). Viajó con Pablo y Silas
ayudándoles en la evangelización de Filipos y Tesalónica. Al parecer Timoteo se
quedó en Tesalónica (Hch 17:10) y luego se unió a Pablo y Silas en Berea. En
Corinto, Pablo usa a Timoteo como enlace entre él y la iglesia en Tesalónica.
Más tarde vuelve a usar a Timoteo como enlace, esta vez con la iglesia en
Corinto, para enseñar a los creyentes allí (1 Co 4:17; 16:10). Los Hechos no
registran viajes de Timoteo en este período. Reaparece en Éfeso (Hch 19:22),
donde Pablo comisiona a Timoteo y a Erasto para preparar a las iglesias en
Macedonia para su visita. Timoteo se quedó en Macedonia y acompañó a Pablo a
Corinto, desde donde se presume que Pablo escribió su carta a los romanos (Ro
16:21).
Después
Timoteo con otras seis personas sirvieron de punta de lanza para el viaje de
Pablo a Troas (Hch 20:4, 5). Más tarde conforta a Pablo en Roma durante su
primer aprisionamiento (60-62 d.C.), y envía saludos a los de Colosas (Col 1:1),
a Filemón (Flm 1), y a los filipenses (Fil 1:1). Durante el encarcelamiento de
Pablo, Timoteo viajó a Filipos para animar a los creyentes y luego regresar con
un informe a Pablo en Roma (Fil 2:19). Después de la liberación de Pablo,
Timoteo le acompañó a Éfeso. Se quedó allí para confrontar a los falsos
maestros que se habían infiltrado en la iglesia, y Pablo siguió hacia
Macedonia, desde donde escribió la primera Epístola a Timoteo (1:3). Le
escribió la segunda carta desde la prisión (2 Ti 1:8), implorándole a Timoteo
que viniera pronto. Probablemente esta fue la última carta de Pablo, porque
murió poco después. Si Timoteo fue pronto, pudo estar con él como verdadero
hijo en los días finales, antes de su ejecución (2 Ti 4:11, 21).
La
epístola nombra a Pablo como su autor, y las alusiones del autor a su vida en
1:12, 13 son coherentes con lo que se sabe de él. Los padres de la iglesia, Clemente
de Roma y Policarpo aceptaron la carta como paulina, al igual que Ireneo, Tertuliano
y Clemente de Alejandría.
A
principios del siglo diecinueve, algunos estudiosos comenzaron a cuestionar la
autoría paulina de las epístolas pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito). Los
críticos afirmaban que estas epístolas eran «fraudes piadosos» escritos durante el siglo segundo. Presentaron
cuatro ataques diferentes contra la integridad y autenticidad de estas cartas.
Primero está el problema histórico. Puesto que las referencias en estas
epístolas no corresponden con el libro de los Hechos, los críticos suponen que
las cartas fueron escritas mucho después por un impostor. Sin embargo, las
cartas pudieron escribirse poco después de los hechos que se describen en
Hechos. Muchos críticos sostienen que Pablo fue puesto en libertad del
encarcelamiento que se describe en Hechos 28, y luego viajó durante varios años
por Asia Menor y Macedonia. Durante ese tiempo escribió las cartas en cuestión.
Finalmente fue apresado nuevamente en Roma y murió en una persecución por
Nerón.
Segundo,
hay críticos que pretenden que las epístolas pastorales no corresponden al
estilo de Pablo. Estas cartas contienen una cantidad de palabras que aparecen
sólo aquí en el NT, pero son comunes en los escritos del siglo segundo. La
debilidad de este argumento es que hay una cantidad limitada de literatura del
siglo segundo de las cuales obtener esa dogmática conclusión.
El
tercer punto se relaciona con la forma del liderazgo descrito en las epístolas
pastorales. La estructura de la autoridad, que incluye ancianos y diáconos,
parece reflejar una iglesia más desarrollada, de mediados del segundo siglo.
Sin embargo, es claro, por Filipenses 1:1, que los oficios de anciano y diácono
ya estaban en funciones durante el ministerio de Pablo.
El
cuarto argumento es teológico. Los críticos pretenden que la herejía que se
combate en las epístolas pastorales es el gnosticismo plenamente desarrollado
del siglo segundo. Aunque es verdad que el verdadero gnosticismo no se
desarrolla completamente hasta el siglo segundo, también es cierto que la
herejía comenzó y evolucionó lentamente antes de convertirse en un sistema
teológico completamente desarrollado.
Pablo
enfrenta enseñanzas falsas similares en Colosas (Col 1:9–15). La herejía en 1
Timoteo parece ser una forma prematura de la enseñanza gnóstica combinada con
elementos del judaísmo (1:7), del pensamiento persa y del cristianismo.
En
consecuencia, no hay razón para concluir que 1 y 2 Timoteo no sean auténticas
epístolas paulinas. La primera epístola a Timoteo posiblemente fue escrita poco
después de la liberación de Pablo de su primer encarcelamiento en Roma. Esto
significa que el libro fue compuesto en Macedonia hacia el año 62 d.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario