Juan escribió esta carta para elogiar a un creyente llamado Gayo, por la hospitalidad que le ofrecía a los maestros itinerantes del evangelio.
Las
luchas con las fuerzas exteriores a la iglesia pueden ser dañinas, pero las
luchas internas en la Iglesia pueden ser devastadoras. La Tercera Epístola de
Juan se escribe en respuesta a una de tales luchas en una iglesia local. Uno de
los líderes de la iglesia, Diótrefes, se apoderó del control sobre la
congregación en tal medida que prohibía que representantes de otras
congregaciones ministraran en su congregación. Peor aún, comenzó a expulsar
miembros de su propia iglesia por atreverse a ayudar a los representantes
después que él se negó a recibirlos. Las acciones de Diótrefes violaban el
mandamiento del Cristo de amarse los unos a los otros.
Este
no era un caso de desviación doctrinal, sino de falla moral. Sin embargo, era
una amenaza tan grande para la vida de la Iglesia como las falsas enseñanzas
que se tratan en 1 y 2 de Juan. Diótrefes hería con su arrogante actitud a los
miembros fieles de la comunidad eclesiástica. El apóstol Juan sintió la
necesidad de enfrentar el problema y tenía planes de hacer una visita personal.
Mientras tanto, el destinatario de la carta, Gayo, necesitaba aliento, y
Demetrio necesitaba apoyo en su ministerio.
El
trasfondo de la epístola es similar al de las dos primeras epístolas de Juan,
aunque el problema que amenazaba a los destinatarios de 3 Juan se aclara en el
contenido de la carta.
La
iglesia primitiva tenía la práctica de enviar ministros viajeros como
mensajeros de los apóstoles o de las iglesias. Estos hombres ministraban en una
iglesia local durante cierto período, y suministraban aliento espiritual e
instrucción doctrinal. Eran equivalentes a nuestros modernos evangelistas,
ministros y misioneros que viajan desde su iglesia local para llevar
instrucción y aliento a otros creyentes. Se esperaba que los ministros viajeros
conocieran y enseñaran las doctrinas de los apóstoles, y se esperaba que
mientras estaban con la iglesia, la comunidad de los cristianos beneficiados
con su ministerio les diera sostenimiento. Ejemplo de esto es el ministerio de
Tito como representante de Pablo ante la iglesia de Corinto (2 Co 2:12, 13;
7:6-15; 8:6) y las iglesias de Creta (Tit 1:5).
Cuando
los ministros viajaban de un lugar al siguiente para ministrar, buscaban la
ayuda y el bienestar de las iglesias en las comunidades que visitaban. Esta
práctica se refleja en las instrucciones de Pablo a Tito para que preste
asistencia a Zenas y Apolos en sus viajes (Tit 3:13). Como ocurre también hoy,
algunos líderes, llenos de ambiciones personales en vez del amor del Cristo,
procuraban controlar sus congregaciones con mano de hierro. En este caso, un
hombre llamado Diótrefes trataba de hacer sentir su liderazgo y expulsaba a
representantes legítimos de los apóstoles para conservar el control personal.
El
receptor de la carta era un cristiano que se llamaba Gayo, aunque hasta el
momento no se ha encontrado otra mención suya. Probablemente era miembro de una
iglesia del Asia Menor hasta la que llegó la influencia de Juan durante su
ministerio en Éfeso. Parece que tenía los recursos como para dar hospitalidad a
los predicadores viajeros, además de ser una persona digna de confianza y
prominente a quien Juan podía encomendar la tarea de levantarse firme contra el
autoritarismo de Diótrefes hasta que el apóstol llegase para resolver
personalmente el problema.
Como
ocurre con 1 y 2 de Juan, generalmente se acepta que el apóstol Juan es el
autor. Las similitudes entre las cartas y la tradición de la iglesia primitiva
apoyan firmemente la autoría de Juan. Aunque algunos han propuesto que hay dos
Juanes, el apóstol y un líder de la iglesia que se conoce como Juan el Anciano,
hay consenso en que el apóstol es su autor.
No
hay información en la carta que sirva como indicio de su fecha. La
circunstancia a la que se hace referencia en 3 Juan es marcadamente diferente
de las de las primeras dos cartas, y no es posible decir si se escribió antes o
después de 1 y 2 de Juan. Es probable que la carta se enviara desde Éfeso,
donde la tradición de la iglesia antigua dice que Juan localizó su ministerio
después de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C.
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