miércoles, 26 de enero de 2022

Noé.

 


Génesis 5:28-29.

Habiendo vivido Lamec ciento ochenta y dos años, engendró un hijo. Y le puso por nombre Noé, y dijo: Este nos dará consuelo de nuestras obras, del trabajo de nuestras manos, y de la tierra que Yahweh maldijo.

Último de los diez descendientes de Set que se nombran en Génesis 5, hijo de Lamec. Nació en días cuando la corrupción moral del mundo antediluviano había llegado a su colmo. Su nombre, no obstante las dificultades etimológicas, encierra la profecía del «alivio» o «descanso» que Yahweh había de conceder por su medio en vista de la maldición de la tierra, cuyos efectos ya se destacaban (Génesis 5:28, 29). Noé se describe como «varón justo, perfecto en sus generaciones» (es decir, maduro delante de sus contemporáneos), que «caminó con Dios» (Génesis 6:9; cf. Hebreos 11:7).

Dios escogió a Noé para comunicarle sus designios, en vista de que los hombres se habían pervertido hasta el punto que solo el juicio del Diluvio podía ofrecer esperanza de un nuevo principio de vida (Génesis 6:11–13). Noé «halló gracia ante los ojos de Jehová» (Génesis 6:8), y su fe y sumisión hicieron posible que fuese escogido como instrumento de salvación. Cuando recibió la comunicación divina, que incluyó los detalles sobre la construcción del arca (Arca de Noé), «hizo conforme a todo lo que Dios le mandó» (Génesis 6:22). Era una persona de fe, y también un siervo obediente y activo.

La declaración divina de Génesis 6:3 señaló un período de gracia para la humanidad, el cual duraría 120 años, y es de suponer que corresponde al tiempo necesario para construir el arca y a la época de la predicación (2 Pedro 2:5). Evidentemente, hicieron caso omiso al llamado al arrepentimiento, con excepción de la familia inmediata de Noé, pues solo ocho personas se salvaron (1 Pedro 3:20), además de los animales. El mundo fue «condenado» por el ejemplo de Noé (Hebreos 11:7); y una vez que los que habrían de salvarse estuvieron en el arca, «Dios cerró la puerta» (Génesis 7:16). Seiscientos años tenía Noé cuando vino el diluvio, y permaneció 371 días en el arca: 40 días de lluvia, 110 del aumento de las aguas, 74 de mengua, y los demás durante las distintas pruebas hasta recibir la orden de salir (Génesis 8:15–19).

Al salir a la tierra, limpia por el juicio de Dios, Noé ofreció holocaustos (Génesis 8:20–22), acto que brindó el marco para el Pacto descrito en Génesis 8:20–9.17. Dios garantizó las condiciones necesarias para la renovada multiplicación de la vida humana en la tierra, la alternación normal de las estaciones, la promesa de que no habría más destrucción del género humano por agua, y un principio de gobierno humano. El Arco iris había de ser la señal de este pacto de gracia (9:15–17). Noé renovó el cultivo de la tierra y se embriagó, quizás por ignorar la naturaleza del jugo fermentado de la uva. No obstante, este hecho propició la situación que culminó con la maldición de Canaán.

La maldición y las bendiciones de Noé, detalladas en Génesis 9:24–27, revisten carácter profético, y se cumplen en distintas épocas históricas al extenderse por el mundo los descendientes de Sem; Cam y Jafet (Génesis 10). Noé murió a la edad de 950 años, y fue el último de los patriarcas longevos. El mismo Jesucristo confirmó la historicidad de Noé (Mateo 24:37, 38) y de sus tiempos.

 

ARCA DE NOÉ

«Arca», en el relato de Gn 6.13–8.19, traduce la voz hebrea teba, palabra que se repite solo en la historia del nacimiento de Moisés (Éxodo 2:1–10). No fue exactamente un barco, sino una «casa (o caja) flotante», construida para conservar la vida de algunas personas y muchos animales durante el diluvio. Muchas de las preguntas que se hacen respecto al arca no tienen respuesta, pero la Biblia revela lo siguiente:

1. Se construyó por mandato de Dios para que, cuando llegara el inminente juicio del diluvio, se salvara la vida de Noé y su familia y se perpetuase por medio de ellos la raza (Génesis 6:12ss).

2. El tiempo de su construcción, 120 años, fue también período de advertencia para el mundo antediluviano (Génesis 6:3; 1 Pedro 3:20; 2 Pedro 2:5).

3. Sus dimensiones eran ideales para una «casa flotante» que no tenía que navegar: 300 codos de largo, 50 de ancho y 30 de alto (aproximadamente 132 m por 22 m por 13 m), suficiente espacio para los aposentos (literalmente, nidos) de Génesis 6:14. Sería muy natural que tuviera «tres pisos» (Génesis 6:16), aunque caben otras traducciones.

4. Estaba hecha de madera de gofer, madera poco conocida. Es probable que se trate del ciprés. Estaba calafateada con brea como las embarcaciones del sur de Mesopotamia.

5. Sin dogmatizar, las parejas de animales deben de representar la fauna de las tierras bíblicas, ya que estas constituyen el escenario para el desarrollo del plan de la redención. A menudo el adjetivo «todo» o «todos» debe entenderse en relación con el contexto. Los animales limpios (Génesis 7:2) se usaban para el sacrificio o la comida, de modo que las disposiciones de Levítico 11 reflejan suficiente para recoger los animales.

6. La ventana (Génesis 6:16) quizás fue una abertura que rodeara toda el arca debajo del techo para luz y ventilación. Había una sola puerta (Génesis 6:16) y Jehová la cerró al terminarse el tiempo de espera. Se ha considerado como símbolo de la única puerta de salvación que un día también se cerrará (Mateo 25:10).

El simbolismo del arca se desarrolla en 1 Pedro 3:20, 21: fue medio de salvación para ocho personas que pasaron por agua de una tierra de muerte a otra limpia de «resurrección». De ahí su correspondencia con el bautismo, que no limpia la carne, pero simboliza la salvación y viene a ser la respuesta de una buena conciencia hacia Dios. Para quienes admiten la acción de Dios en el mundo, no hay nada increíble en la historia del arca, la cual tiene relación con las leyendas de un diluvio de enormes proporciones en la tradición de muchos pueblos.

2 comentarios:

  1. ¿120 años? ¡Guaaaooo!
    Hace días leí que un hombre hizo una réplica, guiándose con las medidas de la Biblia, tardó 20 años en hacerla.

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