lunes, 29 de octubre de 2018

Est. 13—La oración de toda la vida



(17.1–26)

Pedir es algo muy simple. Empieza con una necesidad o un deseo de algo que no podemos satisfacer o preferiríamos no hacerlo. Luego, buscamos la persona o personas que lo pueden hacer realidad, y nos acercamos a ella con el requerimiento. Este acto puede realizarse de muchas maneras: una cena a la luz de las velas, un paseo en automóvil bajo la luna, una reunión de trabajo, una pesquería, una excursión por la montaña, un juego de azar o de fuerza física. Después de decidir el lugar y el método, se hace la petición.

La mayoría de las peticiones conciernen a nosotros mismos. Queremos saber si nuestros deseos se pueden cumplir. La segunda gran área se refiere a las personas que realmente nos importan. Por lo general, no vamos más allá, a menos que, por supuesto, se trate de pedir por la satisfacción de las necesidades de alguna causa que valoramos y que con frecuencia son muy especiales porque pasó algo en nuestra vida o en la de nuestros seres queridos que nos llevó a simpatizar con ellas.

Créalo o no, la manera de pedir de Jesús era similar a la nuestra. El también pedía para satisfacer sus necesidades y deseos, y quería que las personas que amaba y sus causas favoritas se beneficiaran también. Pero las diferencias más grandes entre sus peticiones y las nuestras son: (1) Sus ruegos siempre eran conforme a la voluntad del Padre, anhelando hacer exactamente lo que el Padre quería; (2) sus peticiones se centraban siempre en los demás, aun cuando lo beneficiaran a Él, motivadas por el irresistible deseo de beneficiar primero a otros. Jesús pedía de la manera más perfecta, sabia, benevolente, generosa.

Pero lo más increíble es esto: ¡Jesús pedía! El Señor de todas las cosas, el que sostiene el universo, el Creador y Dueño de todo cuanto existe— pedía. Se colocó en la posición más humilde, la de una persona necesitada, dependiente, y pedía como nosotros. Al hacerlo, elevó el acto de pedir a un nuevo nivel de dignidad y santidad. Esta actividad sencilla, humilde y común es ahora especial, incluso sagrada. O al menos puede ir más allá de lo que jamás pudiéramos imaginar.

El pasaje más largo en el que aparece una petición de Jesús se encuentra en Juan 17. A excepción de una breve introducción, su petición ocupa todo el capítulo, y adopta la forma de una oración a su Padre celestial. Como veremos, esta es la oración de toda una vida. Encierra no sólo lo que Jesús consideró más importante, sino lo que también deberíamos considerar nosotros. Nuestras peticiones nunca serán erróneas si se enfocan con esta oración. Jesús ora según la voluntad del Padre. Esa es una garantía segura de que Su oración será contestada. Si queremos que Dios responda nuestras peticiones, debemos orar conforme a su voluntad. Así que descubramos qué es esto. Jesús nos los mostrará, y su Espíritu lo grabará en nuestro corazón. Los que tienen oídos para oír, oigan.

La dirección

Algunas personas oran sentadas, otras de rodillas, algunas paradas, mientras otras se postran. La posición no es tan importante como la dirección. ¿Dónde busca el cumplimiento de su oración? Jesús no puso en duda la dirección de su oración. ¿Qué dice el pasaje sobre esto? (17.1)

No importa si al orar cierra los ojos o los mantiene abiertos, o mira un cuadro, un paisaje o el piso. Lo que cuenta es hacia dónde mira para encontrar al Señor. Si alguien mira a la naturaleza porque ve a Dios difundido a través de ella como un vapor que llena un recipiente, ¡ese no es el Dios que Jesús conocía! Tampoco el estilo de oración de Jesús era buscado en la siquis, la voluntad o las emociones. Para nuestro Salvador el Padre al que oraba estaba, y está reinando en los cielos, engalanado de un glorioso esplendor. Ese es el Dios que Él buscaba.

¿Qué concepto tiene de Dios? ¿Dónde lo busca?

¿Ve al Dios al que usted ora como Jesús lo vio?

La intimidad

Lea todo el capítulo 17 de Juan, marcando los títulos que Jesús usó para referirse a Dios. ¿Cuáles son? ¿Qué le dicen acerca de la relación de Jesús y el Padre?

Santo (17.11): Separado de todo lo que sea pecaminoso, contaminado y vulgar.
Justo (17.25): Que es cabal y recto (cf. Sal 119.137; Jer 12.1).

          Romanos 8.14–17 nos dice que, en Cristo y por medio del Espíritu Santo, podemos disfrutar los privilegios de hijos que Jesús tuvo, incluyendo la rica y amorosa intimidad. Si hasta ahora no se ha acercado al Señor con esa clase de confianza, trate de hacerlo ya. Él quiere que usted se le acerque como un niño inocente.

El enfoque

¿Por quiénes oraba Jesús, y en qué orden? Las siguientes referencias se lo dirán.

17.1–5
17.6–19
17.20–26

¿Qué consecuencias tendría el enfoque de Jesús sobre el suyo cuando ora?
Las peticiones

En esta oración, Jesús hizo seis peticiones a su Padre, y cada una añadió una razón, un propósito, una meta. Procure identificarlos analizando los siguientes versículos.

Las peticiones de Jesús
 Las peticiones de Jesús
SUS PETICIONES
SUS RAZONES
17.1–3, 5
17.11
17.15, 16
17.17–19
17.20, 21
17.24

¿Qué le dicen estas peticiones acerca de los anhelos y las motivaciones de Jesús? ¿De qué maneras puede aplicar esta información a su vida de oración?
Los informes

Jesús nunca olvidó que estaba en una misión de su Padre. Utilizó esta oración para notificar sus logros y el estado del trabajo en esa misión. En otras palabras, no sólo pedía, también informaba. ¿Qué dijo?
Lo que Jesús dijo

Lo que Jesús dijo
LO QUE YA
SE HA HECHO
LO QUE SE
ESTÁ HACIENDO
LO QUE SE
IBA A HACER
17.4
17.9–11
17.12
17.13
17.14
17.18
17.19
17.20
17.22, 23
17.25, 26

Si tuviera que informar al Padre, ¿qué le diría? ¿Qué ha hecho para Él? ¿Qué está haciendo para Él? ¿Qué más quiere hacer? Hable con su Padre acerca de estas cosas. Él espera escucharlo.

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