(17.1–26)
Pedir es algo muy simple. Empieza con una necesidad o
un deseo de algo que no podemos satisfacer o preferiríamos no hacerlo. Luego,
buscamos la persona o personas que lo pueden hacer realidad, y nos acercamos a
ella con el requerimiento. Este acto puede realizarse de muchas maneras: una
cena a la luz de las velas, un paseo en automóvil bajo la luna, una reunión de
trabajo, una pesquería, una excursión por la montaña, un juego de azar o de
fuerza física. Después de decidir el lugar y el método, se hace la petición.
La mayoría de las peticiones conciernen a nosotros
mismos. Queremos saber si nuestros deseos se pueden cumplir. La segunda gran
área se refiere a las personas que realmente nos importan. Por lo general, no
vamos más allá, a menos que, por supuesto, se trate de pedir por la
satisfacción de las necesidades de alguna causa que valoramos y que con
frecuencia son muy especiales porque pasó algo en nuestra vida o en la de
nuestros seres queridos que nos llevó a simpatizar con ellas.
Créalo o no, la manera de pedir de Jesús era similar a
la nuestra. El también pedía para satisfacer sus necesidades y deseos, y quería
que las personas que amaba y sus causas favoritas se beneficiaran también. Pero
las diferencias más grandes entre sus peticiones y las nuestras son: (1) Sus
ruegos siempre eran conforme a la voluntad del Padre, anhelando hacer
exactamente lo que el Padre quería; (2) sus peticiones se centraban siempre en
los demás, aun cuando lo beneficiaran a Él, motivadas por el irresistible deseo
de beneficiar primero a otros. Jesús pedía de la manera más perfecta, sabia,
benevolente, generosa.
Pero lo más increíble es esto: ¡Jesús pedía! El Señor
de todas las cosas, el que sostiene el universo, el Creador y Dueño de todo
cuanto existe— pedía. Se colocó en la posición más humilde, la de una persona
necesitada, dependiente, y pedía como nosotros. Al hacerlo, elevó el acto de
pedir a un nuevo nivel de dignidad y santidad. Esta actividad sencilla, humilde
y común es ahora especial, incluso sagrada. O al menos puede ir más allá de lo
que jamás pudiéramos imaginar.
El pasaje más largo en el que aparece una petición de
Jesús se encuentra en Juan 17. A excepción de una breve introducción, su petición ocupa todo el
capítulo, y adopta la forma de una oración a su Padre celestial. Como veremos,
esta es la oración de toda una vida. Encierra no sólo lo que Jesús consideró
más importante, sino lo que también deberíamos considerar nosotros. Nuestras
peticiones nunca serán erróneas si se enfocan con esta oración. Jesús ora según
la voluntad del Padre. Esa es una garantía segura de que Su oración será
contestada. Si queremos que Dios responda nuestras peticiones, debemos orar
conforme a su voluntad. Así que descubramos qué es esto. Jesús nos los
mostrará, y su Espíritu lo grabará en nuestro corazón. Los que tienen oídos
para oír, oigan.
La dirección
Algunas personas oran sentadas, otras de rodillas,
algunas paradas, mientras otras se postran. La posición no es tan importante
como la dirección. ¿Dónde busca el cumplimiento de su oración? Jesús no puso en
duda la dirección de su oración. ¿Qué dice el pasaje sobre esto? (17.1)
No importa si al orar cierra los ojos o los mantiene
abiertos, o mira un cuadro, un paisaje o el piso. Lo que cuenta es hacia dónde
mira para encontrar al Señor. Si alguien mira a la naturaleza porque ve a Dios
difundido a través de ella como un vapor que llena un recipiente, ¡ese no es el
Dios que Jesús conocía! Tampoco el estilo de oración de Jesús era buscado en la
siquis, la voluntad o las emociones. Para nuestro Salvador el Padre al que
oraba estaba, y está reinando en los cielos, engalanado de un glorioso
esplendor. Ese es el Dios que Él buscaba.
¿Qué concepto tiene de Dios? ¿Dónde lo busca?
¿Ve al Dios al que usted ora como Jesús lo vio?
La intimidad
Lea todo el capítulo 17 de Juan, marcando los títulos que Jesús usó para
referirse a Dios. ¿Cuáles son? ¿Qué le dicen acerca de la relación de Jesús y
el Padre?
Santo (17.11): Separado de todo lo que sea pecaminoso, contaminado
y vulgar.
Justo (17.25): Que es cabal y recto (cf. Sal 119.137; Jer 12.1).
Romanos
8.14–17 nos dice que, en Cristo y por medio del Espíritu
Santo, podemos disfrutar los privilegios de hijos que Jesús tuvo, incluyendo la
rica y amorosa intimidad. Si hasta ahora no se ha acercado al Señor con esa
clase de confianza, trate de hacerlo ya. Él quiere que usted se le acerque como
un niño inocente.
El enfoque
¿Por quiénes oraba Jesús, y en qué orden? Las
siguientes referencias se lo dirán.
17.1–5
17.6–19
17.20–26
¿Qué consecuencias tendría el enfoque de Jesús sobre
el suyo cuando ora?
Las peticiones
En esta oración, Jesús hizo seis peticiones a su
Padre, y cada una añadió una razón, un propósito, una meta. Procure
identificarlos analizando los siguientes versículos.
Las peticiones de Jesús
Las peticiones de Jesús
SUS PETICIONES
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SUS RAZONES
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17.1–3, 5
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17.11
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17.15, 16
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17.17–19
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17.20, 21
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17.24
|
¿Qué le dicen estas peticiones acerca de los anhelos y
las motivaciones de Jesús? ¿De qué maneras puede aplicar esta información a su
vida de oración?
Los informes
Jesús nunca olvidó que estaba en una misión de su
Padre. Utilizó esta oración para notificar sus logros y el estado del trabajo
en esa misión. En otras palabras, no sólo pedía, también informaba. ¿Qué dijo?
Lo que Jesús dijo
Lo que Jesús dijo
LO QUE YA
SE HA HECHO |
LO QUE SE
ESTÁ HACIENDO |
LO QUE SE
IBA A HACER |
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17.4
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17.9–11
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17.12
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17.13
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17.14
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17.18
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17.19
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17.20
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17.22, 23
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17.25, 26
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Si tuviera que informar al Padre, ¿qué le diría? ¿Qué
ha hecho para Él? ¿Qué está haciendo para Él? ¿Qué más quiere hacer? Hable con
su Padre acerca de estas cosas. Él espera escucharlo.
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