sábado, 3 de noviembre de 2018

Mod. 11—La fe y la oración



¿Ha descubierto usted la paz y el gozo que vienen de la oración? Le hago la pregunta porque temo que demasiadas personas quieren discutir sobre la oración por razones diferentes a los beneficios espirituales: se encuentran muy ocupados con las posibles mejoras físicas o económicas. Desde luego, para nosotros es natural querer aprender los «secretos del éxito». Incluso cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar puede que lo hicieran por motivos errados. Sabemos que insensatamente pidieron posición y reconocimiento (Marcos 10.35–45).


Sin embargo, el poder de la oración se haya no sólo en una fe enérgica que busca exigirle a Dios cualquier cosa que deseemos, sino que el verdadero poder espiritual se encuentra en la fe agresiva que lucha por: (1) que se haga la voluntad de Dios (2) como se revela en las Escrituras. Si deseamos que esta «santa agresión» se desate de manera que no busque el beneficio propio, es crucial que como creyentes estemos completa y exclusivamente comprometidos con el reino, la voluntad y el gobierno de Dios. A medida que este compromiso se hace real en nosotros tendremos verdadero acceso a la promesa de Mateo 6.33: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».

Buscar, zeteo (Strong #2212). En el buen sentido, esta palabra significa buscar, como en la alabanza, con todo el corazón a Dios. En la antigüedad, cuando la palabra se empleaba con una connotación negativa, quería decir tramar o conspirar. Pero cuando buscamos a Dios con todo el corazón, planificando y aceptando el reino de Dios como una realidad inmediata, el Señor puede «añadir todas las cosas» que hemos deseado en la profundidad del corazón. Escriba Salmos 37.4 como referencia que complementa a Mateo 6.33.

El fundamento para la fe por medio de la oración

Pedro exhortó a que echemos toda ansiedad sobre el Señor (1 Pedro 5.7). La razón para esta oración se basa en el conocimiento del amor de Dios. Ese es el punto de partida, el fundamento para la oración de fe.

¿Sabe usted que el Señor lo cuida? Solamente cuando en lo íntimo de nuestro corazón estamos convencidos del continuo afecto del Señor por nosotros, es posible acercarnos a Él con fe sencilla y confiada.

Preocupación, Merimna; Strong #3308: distracción, preocupación. Jesús usó esta palabra para describir las preocupaciones de esta vida, que sofocan la semilla de la Palabra de Dios. Es el pensamiento anhelante que lo distrae de lo que está haciendo. Es el pensamiento de preocupación que promueve desunión del propósito interior, un pensamiento de división y distracción. Esta es quizá la mejor definición de preocupación.

Echando, epirrhipto; Strong #1977. En realidad, esta palabra significa lanzar, tirar, una representación gráfica de sacudir. La palabra «echando» no se debe interpretar como hacer a un lado la preocupación, sino más bien como librarse completamente de ella. Quizás Pedro entendió cuán difícil es sacarse de encima esas preocupaciones; es decir, aquello que divide nuestros pensamientos. ¡Para lograrlo tal vez se requiera algo más demostrativo que un pensamiento tranquilo y meditabundo!

Jesús sabía de las dificultades que enfrentaríamos al buscar el descanso en la fe, entendiendo que Dios cuida de nuestras necesidades. Lea Mateo 7.7–11 y Lucas 11.9–13. El enemigo de la vida de oración nos sugiere a menudo que no conseguiremos lo que pedimos; nos susurra: «En vez de recibir lo que necesitas te va a pasar algo peor, y te lo mereces». Pero cuando permite que la verdad de Dios moldee su pensamiento, usted recibirá las palabras de Jesús; podrá descansar en Él, sabiendo que no responderá sus oraciones con una piedra, una serpiente o un escorpión. Su fe crecerá en la certeza de que Dios, su Padre revelado en la persona de Jesucristo, solamente le dará lo bueno a sus hijos; le dará bendición en vez de maldición a los que oran en fe.

Un esquema para la oración de fe

Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, ellos acababan de verlo orar (Lucas 11.1). ¿Cree usted que habían visto algo en su oración que les resultaba atractivo?

La respuesta de Jesús contiene una estructura muy sencilla en la que usted y yo podemos hallar la confianza total en la estructura para la oración de fe. En la liturgia repetimos a menudo el «Padre nuestro», ya sea en canciones o en respuestas congregacionales. Medítelo y escriba su propio «Padre nuestro» siguiendo algunas ideas sencillas acerca de la guía para la oración de Jesús.

• Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Empiece alabando y adorando al Padre.
• Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Comprométase con el reino, con su programa y con su voluntad. Cualquiera que sea la voluntad del Señor para el momento, ore con insistencia.
• El pan nuestra de cada día dánoslo hoy.
Confié plenamente en El para la provisión diaria.
• Y perdónanos nuestros pecados.
Confiese y arrepiéntase de todo pecado que haya cometido.
• Porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.
Desate toda atadura; no guarde deseos de venganza en su corazón. Olvídese de todas las ofensas cometidas contra usted. Perdone a los demás los pecados cometidos en su contra, para que respondan sólo a Dios, el Juez justo.
• Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Pídale gracia para tratar con cualquier debilidad en su vida que pueda hacerle caer en pecado, y pídale poder para librarlo de cualquier atadura.
• Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Concluya con alabanza por todo lo que ha pedido. Dele toda la gloria.

Utilizando este esquema se han escrito algunas oraciones poderosas. Trate de escribir la suya. ¡No haga una oración para el resto de su vida! En vez de eso, hágala siguiendo este modelo, que sirva para un solo día!

Al hacer esto durante varios días descubrirá que crece su fe en el Padre Dios, quien merece toda su alabanza, cuyo reino demanda entrega, cuya voluntad es enteramente buena y justa, quien nos promete su provisión diaria, cuyo corazón amoroso no lo condena por sus pecados sino que le abre un camino para que trate con esos pecados y cuyo amor lo compele a perdonar a los demás como El lo perdona a usted. Verá que su fe crece en Aquel que nunca lo tentará, sino que lo ayudará a salir de la tentación.

Escriba su versión del Padre nuestro:
Ejemplos de fe en la oración

Lea los versículos siguientes y conteste todas las preguntas. Al hacer observaciones persónales, escríbalas:

1) Mateo 6.5–8
¿En dónde les gusta orar a los hipócritas, y cuál es su recompensa?
Anote sus pensamientos sobre la oración en privado y la recompensa pública?
2) Mateo 26.41
En este versículo, ¿cuál es la conexión entre la oración y la tentación?
3) Marcos 11.24
¿Cuándo dice Jesús que usted recibirá las cosas que ha pedido?
4) Lucas 11.5–8
En esta parábola, ¿cuál parece ser el fundamento para la respuesta a la oración?
5) 1 Timoteo 2.8
¿Qué imagen del Antiguo Testamento le recuerda este versículo? ¿Qué acontecía con las manos levantadas?
6) Santiago 5.15
Escriba sus pensamientos con relación a la enfermedad y el pecado en este versículo.
7) Mateo 18.19

Al estudiar el contexto de Mateo 18.19 notará que tiene relación con la disciplina y corrección en la iglesia. Sin embargo el principio de dos personas de acuerdo se aplica no sólo a estos temas. Es una especie de poder santo que la fe puede desatar cuando se invoca el nombre de Jesús.

De acuerdo, sumphoneo; Strong #4856: Estar de acuerdo, en armonía, estipular un pacto. De allí se deriva la palabra «sinfonía». Esta idea no sugiere que la disponibilidad del poder divino se basa en nuestro acuerdo, sino en que cuando los creyentes se ponen de acuerdo en algo que está dentro de la voluntad de Dios, el poder prometido fluye directamente de Él.

8) Juan 14.11–14

Jesús lanza el desafío: «Creedme», y a continuación promete que los discípulos harán obras mayores que las suyas. Luego les ofrece una promesa extraordinaria que infundiría vigor a la oración. ¿Qué conexión existe entre las obras mayores y la oración de promesa que Jesús ofrece en los versículos 13 y 14?

9) Juan 15.7 (estudie los versículos 1–7)

Así como en los versículos que estudió en Juan 14, estas están entre las palabras que dijo nuestro Señor el día que fue traicionado por Judas. La «Santa Cena» acababa de terminar. Muchos creen que Jesús se reveló como la vid cuando al pasar por las puertas del templo vieron grabado el emblema de Israel, que era la vid; y por eso les dio instrucciones de comportarse como pámpanos que se alimentan de Él.

Escriba sus pensamientos sobre lo que significa "«permaneced en mí». Busque esta idea en su concordancia. Además de recibir una invitación a permanecer en Él, ¿qué le promete habitar en su interior para darle autoridad espiritual y fruto en la oración?

10) Juan 16.23–24

Esta valiosísima promesa para la oración de fe se da en el contexto de la tristeza. ¿Con qué promete el Señor reemplazar esa tristeza?
¿En nombre de quién ordena orar a los discípulos?

¿Qué significa orar en el nombre de Jesús? Al igual que en la cultura de los lenguajes bíblicos, hoy día «en el nombre de» comunica el concepto típico de autoridad. Si alguien venía en el nombre del César, generalmente significaba que era un enviado especial de la Roma imperial con autoridad para llevar a cabo una comisión especial. En el ámbito legal de la actualidad, si alguien da a otro un «poder», significa este último se puede hacer cargo como representante de los asuntos del primero.

Orar en el nombre de Jesús no significa utilizar un término místico que tiene poder mágico en sí mismo, tampoco da licencia a utilizar la autoridad divina para alcanzar los objetivos personales. Al presente, cualquiera que tiene un «poder» y lo utiliza para beneficio personal, terminará en la cárcel. En la antigua Roma cualquiera que abusaba del poder de la corte imperial generalmente moría.

Por causa de la gracia benigna de Dios, no ocurre nada tan drástico y repentino al que abusa del poder del nombre de Jesús. Me he maravillado en la misericordia del Señor al respecto, pero debo recordarles la historia del libro de Los Hechos. Algunos jóvenes trataron de echar un demonio «por Jesús, el que predica Pablo». ¡El endemoniado los atacó y les arrancó las vestiduras! Generalmente quienes abusan del nombre de Dios descubren que el poder del Señor está a disposición de la voluntad de Dios y no a la del hombre.

A la luz del estudio anterior, lea Santiago 4.3.

Estas personas están orando, pero no reciben. ¿Por qué?

Escriba Santiago 1.6, y luego estudie la idea encerrada en la palabra «duda» para entender el sentido y significado de ser decididos cuando elegimos creer.

Duda, diakrino; Strong #1252; separarse plenamente, distanciarse de, discriminar o vacilar. Es diferente al significado de la palabra «juzgar» pero ambas contienen en el original el vocablo krino. Por otra parte, se nos exhorta a discernir sin dudar. Debemos investigar profundamente, pero una vez que le hemos entregado un asunto en oración a Dios, ¡debemos dejar de examinarlo!

Recuerde: Una vez que se decida a orar, juzga (krino) que el asunto le pertenece al Señor. Dudar (diakrino) significa que usted todavía se pregunta si debe hacer algo más o si esto es algo de lo que Dios no puede o no quiere ocuparse. Esto es dudar, lo que lucha contra la fe e impide la liberación del poder de Dios para responder a la oración. Investigue el asunto completamente (anakrino); y luego emita un juicio. Si en oración le presenta el asunto a Dios, entréguelo sin dudar (diakrino, meditar de nuevo en la decisión).

Evalúe su proceso de pensamiento a la luz de la exhortación de Santiago 1.6. ¿Vacila usted (sigue pensando)? Una vez que le entrega algo a Dios, lo deja en sus manos? ¿Qué debería hacer si lucha con la duda? Escriba sus respuestas.
Luego de haber tratado con sus pensamientos sobre la duda, repase la historia de la duda de Tomás en Juan 20.25–29. Esto debería traerle consuelo: Aunque Tomás se ha vuelto un monumento a la duda, Jesús hizo una segunda visita a los discípulos, especialmente para revelarse a Tomás. ¡Él no nos abandonará!
¡Cuatro oraciones para que usted ore en fe!

1. La oración de entrega

A. Jesús en Getsemaní

Los mayores ejemplos de este tipo de oración son las palabras de Jesús en Getsemaní. Lea las narraciones de esta oración en Mateo 26.36–42, Marcos 14.32–36 y Lúcas 22.39–46. Nadie puede entender la angustia que Jesús sintió. Aunque nosotros lidiamos con el pecado, no somos puros como él. Nosotros luchamos por volvernos puros, pero Jesús era puro. No había pecado (y no habría de pecar), pues no formaba parte de su naturaleza. Mientras agonizaba, enfrentaba la posibilidad de que el pecado lo separara del Padre, ya que estaba a punto de pagar el precio de nuestro pecado.

¡Aun así se rindió! En Lucas, un ángel le fortaleció (Lucas 22.43). Finalmente, se rindió a la muerte de la cruz. Fue levantado de entre los muertos. Lea la referencia que hace Pablo a este hecho en Filipenses 2.9–11. En ese mismo pasaje, donde se invita a todo creyente a emular a Jesús permitiendo «este sentir que hubo también en Cristo Jesús» (Filipenses 2.5), concluimos que si así como Él, nosotros nos rendimos en oración de fe a la voluntad de Dios, seremos fortalecidos de manera sobrenatural y finalmente exaltados junto con Cristo.

B. María y la anunciación.

Otro gran ejemplo de oración de entrega se encuentra en las palabras de María. Cuando oye la declaración de Gabriel, esta joven responde: «Hágase conmigo conforme a tu palabra». Mientras que la entrega de Jesús se basaba en el conocimiento completo de lo que le iba a ocurrir, María no tenía idea de lo que demandaría su compromiso.

Ella no sabía nada del viaje a Belén ni sabía de la matanza de inocentes decretada por Herodes. No se le habría ocurrido que debería estar exiliada hasta la muerte de Herodes. Sólo después oyó las palabras que profetizó Simeón: «Una espada traspasará tu misma alma» (en referencia a la muerte de Jesús); sin embargo su respuesta fue: «Hágase conmigo conforme a tu palabra».

Combine cuidadosamente ambos ejemplos de «la oración de entrega». Usted conoce algunos aspectos acerca de su situación y del plan de Dios para su vida. Con plena confianza ríndase a Jesús, a su voluntad, y a sus caminos.

También desconocerá algunos acontecimientos futuros. Sin embargo, usted se rendirá, sabiendo que posiblemente esa decisión lo conducirá a su propio Belén, a su lucha violenta contra poderes iguales a Herodes o quizás hasta a lo que parezca un «desvío» a Egipto.

A pesar de todo sea como María. Reconozca que la promesa de Dios es verdadera. Sepa que su poder le sobrevendrá también, que una parte de su vida y de su poder están en usted y que su imagen está creciendo en usted. Sabiendo estas verdades diga con confianza: «Hágase conmigo conforme a tu palabra».

Escriba una oración de entrega que sea importante en su vida.

2. La oración de liberación

A veces la oración da la impresión de autoridad. Se eleva la voz, no hacia Dios sino contra al enemigo del alma. Como lo dijo Pat Robertson: «A menudo es importante utilizar algo clave para implorar un milagro: la palabra hablada. Dios nos ha dado autoridad sobre la enfermedad, los demonios, las tormentas y las finanzas (Mateo 10.1; Lucas 10.19). A veces le pedimos a Dios que actúe, cuando en verdad nos llama a emplear su autoridad actuando por medio de declaraciones divinamente autorizadas. Debemos declarar esa autoridad en nombre de Jesús: podemos ordenar que fluyan a nuestras manos los fondos necesarios, que cese la tormenta, que un demonio abandone a alguien, que una aflicción nos deje o que una enfermedad desaparezca.

Las palabras de Jesús fueron: «Cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho» (Marcos 11.23). ¡Crea en su corazón que ya se hizo! Proclámelo con la unción de fe que Dios le da. Pero recuerde: los milagros nacen de la fe en el poder de Dios, no nacen de un ritual, fórmula o fuerza de la voluntad humana»

Escriba una oración de liberación que con fe pueda elevar a Dios.

3. La oración de sanidad

Lea Santiago 5.14–15. Así como a Éxodo 15.26 se le llama el Pacto de Sanidad Divina en el Antiguo Testamento, a Santiago 5.13–18 se le considera el Pacto de Sanidad Divina en el Nuevo Testamento. Aquí el apóstol inspirado afirma que sanarán los enfermos a quienes los ancianos de la iglesia unjan con aceite, y por quienes oren.

«Y el Señor lo levantará» (Santiago 5.15). Esa es la promesa. ¿Cuál será su participación? Si está enfermo, llame a los ancianos. Pida oración. Algunos sugieren que Santiago se refiere a la oración de fe como una aplicación para ese momento de sanidad. Se cree que en este ejemplo los ancianos son los que elevan la oración de fe. Sin embargo, cuando no están disponibles los ancianos, usted puede elevar la oración de fe.

Escriba una oración de fe para la sanidad o para tratar con el pecado.
4. La oración de revelación

Lea Efesios 1.15–17. Ore con confianza pidiendo «revelación». Puesto que esta palabra se usa mal en algunos sectores de la iglesia, usted podría luchar con esta idea. Pero Pablo es el modelo adecuado para todos los creyentes respecto de la oración que se eleva en fe.

Posiblemente le ayude leer el comentario de Jack Hayford: «Pablo dice en este pasaje que ora para que los destinatarios de su carta reciban “espíritu de sabiduría y de revelación”, con el propósito y el poder de Dios en sus vidas. Tal “revelación” es como un descorrer del velo del corazón, a fin de que podamos recibir el entendimiento profundo de la manera en que la Palabra de Dios intenta obrar en nuestras vidas. Esta se puede aplicar a la enseñanza o a la predicación especialmente ungida para ayudar a las personas a ver la gloria de Cristo y la manifestación de su propósito y poder en sus vidas. Pero al hacer semejante uso bíblico del término, tal como aparece en Efesios 1, es de sabios recordar su otro uso aún más grandioso.

»La palabra “revelación” se emplea de dos maneras en la Biblia. Es importante distinguirlas, no sólo para evitar confusión en el estudio de la Palabra de Dios, sino también para evitar caer en la trampa de las ideas humanistas y en un error irremediable. A las Sagradas Escrituras se las llama la “Palabra revelada de Dios”. La Biblia declara que la “Ley” de Dios (Deuteronomio 29.29) y los “profetas” (Amós 3.7) son el resultado de la revelación divina, lo cual describe a todo el Antiguo Testamento “revelado”. En el Nuevo Testamento, esta palabra también se aplica a las Escrituras” (Romanos 16.25; Efesios 3.3; Apocalipsis 1.1), las cuales llegaron a formar parte del canon completo de la Biblia (véase El contenido de la Palabra de Dios está completo”, Proverbios 30.5, 6).

»La sabiduría y el entendimiento, al igual que un hablar sano y práctico, recomiendan que el creyente de hoy conozca y exprese con claridad lo que quiere decir cuando habla de “revelaciones”. El Espíritu Santo, a decir verdad, nos da revelación, así como este texto lo enseña. Pero esta intuición profética nunca se debe considerar igual a la recepción real de las Santas Escrituras. Tan útil como pueda ser para la Palabra de Dios, el propósito de toda la revelación de la Santa Palabra es el único fundamento seguro para la edificación de nuestras vidas» (Mateo 7.24–29)3

Escriba su propia oración en la que pida revelación.

Para finalizar, la fe y la oración son herramientas utilizadas personalmente y muy a menudo en forma privada. Escriba su agenda de oración para el mes próximo. Tomando en cuenta lo que ha aprendido, ¿qué ajustes realizará en su estilo de oración? ¿Qué correcciones llevará a cabo para alcanzar el objetivo de orar fielmente y con fe?

No hay comentarios:

Publicar un comentario