domingo, 18 de noviembre de 2018

06- Cuando la muerte da vida



Romanos (5.121)

¿Ha notado alguna vez cómo al cristianismo le gusta lo paradójico? Por paradoja no me refiero a contradicciones lógicas: «círculos cuadrados», «solteros casados», «varillas con un solo extremo», «dos objetos totalmente idénticos». Las contradicciones no tienen sentido y jamás llegarán a ser verdaderas. Sostienen que una premisa es verdadera (digamos, que Dios siempre dice la verdad) y la opuesta también es verdadera (Dios nunca dice la verdad) al mismo tiempo y en el mismo sentido, lo cual es imposible. Lo que hacen con la cabeza lo desbaratan con los pies, dejándonos sin nada.


En cambio, las paradojas están repletas de significado aunque trastornan nuestra manera habitual de razonar. Nos enfrentan con verdades que parecen imposibles, pero a medida que reflexionamos en ellas y las exploramos descubrimos que son ciertas, que nos ofrecen una percepción de la realidad que nunca antes habíamos tenido. En consecuencia, tienden a transformar nuestra perspectiva, y al hacerlo, con frecuencia modifican nuestras motivaciones y el modo en que nos comportamos.

Considere, por ejemplo, la idea bíblica de que el mejor liderazgo es el que sirve a otros sacrificadamente (Lc 22.2430; Ef 5.2133; 6.59). Usted no lo consideraría cierto, teniendo en cuenta la manera en que muchos empleadores tratan a sus empleados, o la manera en que los políticos controlan con frecuencia el poder, o la forma en que demasiados esposos tratan con aspereza a sus esposas. «La razón de la fuerza» es un axioma en gran parte del mundo. Pero el cristianismo está en desacuerdo. Nosotros vemos la realidad desde otra perspectiva. Cristo declara, acertadamente, que las personas estarán más dispuestas a seguir a un líder que coloca las necesidades de sus seguidores por encima de las propias. ¿Con quién preferiría trabajar usted: con un jefe que lo intimida para que produzca, o con uno que lo estimula y le da la posibilidad de cumplir su tarea?

Consideremos también la paradoja de la perspectiva cristiana sobre la riqueza. ¿Cómo se obtienen las posesiones materiales? Según la perspectiva del mundo, usted debe guardar lo que gana y lograr que se multiplique por cualquier medio que aumente sus posesiones de la manera más rápida y fácil posible. Finalmente, llegará a ser rico y poderoso, podrá hacer todo lo que quiera, cuando quiera, con quien quiera. El cristianismo desdeña esta idea. Según el punto de vista cristiano, esta manera de obtener riquezas sólo crea una felicidad temporal y en cambio genera constante temor. Lo que ya se posee no se puede disfrutar a plenitud porque siempre se tiene el temor a perderlo de alguna forma. De modo que lo que el cristianismo dice concretamente es: «No te aferres a tus posesiones, manténte firme para usarlas en casos de necesidad y al hacerlo tendrás riquezas en el cielo, donde no disminuirán y nadie las podrá arrebatar jamás, donde las podrá disfrutar por toda la eternidad» (véase Mt 6.1921; Lc 12.1334; 1 Ti 6.17–19).

Romanos 5 nos presenta una paradoja similar a estas. Nos habla acerca de un hecho que ninguno de nosotros quiere hablar: la muerte. En nuestra sociedad hacemos todo lo posible para eludir el tema, o para reducir el poder que tiene para atemorizarnos. Contratamos al director de pompas fúnebres para que se encargue de todos los detalles. Vestimos y arreglamos a nuestros seres queridos fallecidos para que no parezcan muertos. A menudo enterramos a nuestros muertos sin siquiera mirarlos, manteniendo el féretro cerrado. Incluso, cubrimos el acontecimiento de flores. Usamos eufemismos para hablar de la muerte: pasar a mejor vida, ir al descanso eterno, ir a la morada eterna. Pero una vez más el cristianismo ve las cosas diferentes. Sí, la muerte es nuestra enemiga. No fuimos creados para experimentar la muerte, por supuesto que no. Pero la muerte no sólo es nuestra enemiga, no sólo una extraña que debemos enfrentar… es también generadora de vida.

¡¿.Cómo?! ¿Cómo puede ser? ¡Qué idea atroz! ¿Será realidad? ¿Acaso no podría ser cierto? ¿Podría la muerte, de alguna manera, de algún modo, traernos vida? Romanos 5 responde a esta pregunta con un contundente: «Sí». Veamos cómo es posible esto. Si es cierto, modificará nuestra manera de vivir; incluso modificará nuestra manera de enfrentar la muerte.

Fijemos el rumbo

Antes de analizar este pasaje que se caracteriza por una estricta lógica y un profundo sentido práctico, necesitamos hacer una revisión global del mismo. Una manera de hacerlo consiste en tomar nota de las palabras que se repiten; estas nos permiten identificar muchos de los temas principales del capítulo. Por consiguiente, en el siguiente espacio haga una lista de las palabras que aparecen en forma reiterada (pase por alto los artículos como un, una, el, la y sus plurales, el verbo ser y las conjunciones tales como y, pero, para). Compruebe cuántas veces se usan y en qué versículos aparecen.


PALABRAS REPETIDAS
VERSÍCULOS/VECES


Ahora lea de nuevo Romanos 5, pero esta vez tome nota de las ocasiones en que aparecen las siguientes palabras: pues, porque, apenas, mas, sino, por tanto, como, para que, así. Dichas palabras indican puntos clave de transición que conectan lo que precede con lo que sigue. Busque cada caso (abajo aparecen ejemplos) y procure sintetizar los pensamientos que preceden a las conjunciones y las que siguen.

Conjunciones
Pensamiento precedente
Pensamiento siguiente
Pues
5.13
5.17
Que
5.8
5.14
Porque
5.10
5.16
Apenas
5.7
Mas
5.8
5.20
Sino
5.3
5.11
Por tanto
5.12
Como
5.15
Para que
5.20
5.21
Así
5.12
5.21

Quizás habrá notado que Pablo va hacia atrás y hacia delante en torno al tema de las bendiciones de la justificación y a la necesidad de la justificación. Vamos a considerar cada uno de estos aspectos con más detenimiento.

Las bendiciones de la justificación

Pablo escribe: «Justificados, pues, por la fe, tenemos[…]» (5.1). ¿Advirtió que las palabras del apóstol nos dicei~ que el acto de justificación es un hecho pasado? No dice: «En tanto continúen siendo justificados», sino: «Ahora que ya han sido justificados». Una vez que depositamos nuestra confianza en Jesucristo, Dios declara que ya estamos en la relación correcta con El. La cuestión legal de la justificación está resuelta, terminada, totalmente lograda. Hemos sido declarados justos, nuestros pecados han sido perdonados. Lo que procede ahora es hacernos justos, es decir, lograr que nuestra vida concuerde con la condición que nos ha sido conferida ante Dios. Esa es la función de la santificación, que analizaremos más adelante en Romanos.

Pero por ahora, Pablo quiere mostrarnos lo que nos brinda la justificación. No sólo corrige nuestra relación con Dios; hay por lo menos otras diez bendiciones que también emanan de ella. Procure identificarlas en los siguientes versículos de Romanos 5.

Versículos
Bendiciones
1
2
3, 4
5
9, 10
11
17, 21
1.
2.
3.
4.
a.
b.
c.
5.
6.
7.
8.
9.
10.

Consideremos con más detenimiento varias palabras clave que le ayudarán a entender mejor de qué se tratan estas bendiciones.

Paz (v. 1): La justificación por fe cruza las encrespadas aguas de la enemistad entre nosotros y Dios, tendiendo un puente de comunión restaurada y serenando las aguas.

Nos gloriamos (v. 2): Nos alegramos de, nos jactamos de, rebozamos de gozo.
Esperanza (vv. 2, 4, 5): Confiada expectativa.

Gloria de Dios (v. 2): Es la «manifestación externa de la naturaleza interna [de Dios]».2 así como los rayos de luz indican la presencia y el poder de la fuente que los genera, el sol.

Tribulación (v. 3): Presiones, angustias, pruebas, sufrimientos.

Paciencia (vv. 3, 4): Soportar con perseverancia.

Prueba (v. 4): Es lo que redunda en el fortalecimiento del carácter.

Amor (v. 5): Esta palabra es la traducción del término griego ágape, que significa «una invencible benevolencia y una irreductible buena voluntad, que siempre busca el bien de la otra persona, no importa lo que ésta haga. Es el amor sacrificial que da libremente sin pedir nada a cambio y [este] no se para a considerar el valor de su objeto».

Reconciliados (v. 10): Por medio de la costosa sangre de Cristo derramada en la cruz, Dios abrió el camino para que volviéramos a Él y nos deleitáramos en la plenitud de su incondicional amor y aceptación. Hizo todo esto aun cuando estábamos en guerra con Él, en rebeldía, agitando nuestros puños contra nuestra única esperanza de felicidad.

Qué asombroso despliegue de dones nos ha dado el Señor. Y esta es sólo una lista parcial de la increíble herencia que es nuestra en Cristo. ¿Se ha detenido alguna vez a considerar la abundante riqueza que es nuestra en el Salvador? Tómese tiempo para hacerlo ahora, y para agradecerle por su pródiga bondad.

En este momento analicemos los distintos aspectos de estos versículos, para obtener una perspectiva clara de lo que Pablo trata de decir y aplicar algunas verdades importantes.

¿Por medio de quién alcanzamos paz con Dios? (v. 1)

¿Qué más podemos encontrar por medio de esta Persona, y cómo podemos obtenerlo? (v. 2)

¿Quién encarna la «gloria de Dios»? (Jn 1.14, 18; Heb 1.2, 3)

¿Cuándo tendremos posibilidad de ver a esta Persona en toda su gloria? (Mt 16.27; 24.30, 31; Col 3.4; Tit 2.13)

¿Ha meditado alguna vez en la Segunda Venida de Jesucristo? ¿Es un acontecimiento que ve por adelantado? ¿O es algo que teme? ¿Lo ignora quizás? Dedique un tiempo para reflexionar sobre el regreso de Jesús, el Hijo eterno de Dios y examine su actitud con relación a su venida. Aunque ningún ser humano puede saber con exactitud el momento, el día, el mes o el año de su regreso (Mt 24.36; Hch 1.6, 7), podemos descansar en la seguridad de que Jesús volverá en gloria, para glorificar a sus hijos y castigar a los hijos de iniquidad.

¿Significa la expresión «nos gloriamos en las tribulaciones» que debemos alabar a Dios porque sufrimos, o por lo que ese sufrimiento puede producir en nuestras vidas? Fundamente su respuesta mediante el pasaje de Romanos 5.3–5.

¿Cuál es su reacción ante el sufrimiento? ¿Puede recordar alguna ocasión en la que estaba pasando por una prueba y pudo gloriarse por ello? ¿O quizás no alabó a Dios mientras pasaba por tiempos difíciles, pero lo hizo después? Sin tener en cuenta cuándo haya sido el momento en que se volvió a Dios con un corazón agradecido, ¿qué motivó sus alabanzas? ¿Por qué finalmente sintió en su corazón la decisión de honrar al Señor, aun en el sufrimiento?

¿Por qué puede ser tan segura y satisfactoria nuestra esperanza? (v. 5)

¿Qué le sugiere la frase «a su tiempo» (v. 6) acerca de la soberanía de Dios, el gobierno del mundo?

¿Qué prueba da Pablo del amor de Dios para con nosotros? ¿Cómo sabemos que en realidad El se preocupa por nosotros en forma incondicional? (vv. 6-10)

¿Está ocurriendo algo ahora mismo en su vida en lo cual necesita reconocer la obra de la mano soberana y amorosa de Dios? Pídale que se le revele, que le muestre de alguna forma tangible que Él está a su lado y que mantiene el control de sus circunstancias para su verdadero bien. No le indique cómo debe revelarle la manera en que se ocupa de usted. Déjelo elegir el método y el momento. Usted siga creyendo fielmente que Él está actuando, y siga esperando con atención para ver las señales de su cuidado. Recuerde que Él es un Dios de sorpresas, de modo que no se sorprenda cuando responda a sus oraciones de una manera inesperada, o en un momento inusual.

Según los versículos 9 y 10, ¿qué ha hecho Cristo por nosotros mediante su muerte, y qué ha hecho por medio de su vida (su resurrección de los muertos)?
¿Cómo deberíamos responder a esta increíble demostración de amor y gracia divinos? (v. 11)

Es fácil amar a quien nos responde con amor. Pero, ¿qué de amar a alguien que nos defrauda, desafía nuestras normas de conducta, nos denigra, traiciona nuestra lealtad, se aprovecha de nuestra generosidad, nos miente, nos roba el crédito que merecemos y hasta predispone a otros en contra nuestra? ¿Podría amar a alguien así? ¿Llegaría a sacrificar su vida por esa persona? El Hijo de Dios lo hizo, en representación del Dios trino. Padre, Hijo y Espíritu Santo, amándonos de infinitamente y en unidad, de forma voluntaria llevaron adelante un monumental plan para salvarnos, seres humanos rebeldes, de nuestro camino de autodestrucción. Nadie puede forzar a la deidad a hacer algo que no está dispuesta a hacer. Tampoco merecíamos esta expresión incondicional y sacrificada de amor. ¡Lo menospreciamos con todo lo que Dios nos había dado! A pesar de ello, el Amor salió al encuentro de nuestra necesidad, abrió ampliamente sus inocentes brazos en la tosca cruz y abrazó nuestro castigo para que pudiéramos disfrutar de eterno perdón y gloria infinita como ciudadanos redimidos y restaurados de su maravilloso Reino.

¿Quién dice que los cuentos de hadas no se hacen realidad? Ninguno de ellos mejor que ese, porque ese no es un cuento; es un hecho, arraigado en la historia y confirmado en nuestros corazones.

No espere ni un momento más. Vuelva sus ojos al cielo; y en respuesta a ese extraordinario acto de infinito Amor, gloríese «en Dios por el Señor nuestro Jesucristo[…] por el Espíritu Santo que nos fue dado» (vv. 11, 15).

El don de la muerte

Ahora llegamos al corazón del capítulo 5 de Romanos, quizás el centro mismo de toda la epístola de Romanos. Pablo sintetiza en diez versículos (vv. 1221) la historia de la redención, desde el acontecimiento que se hizo por necesidad, hasta el de su cúspide. Para esto compara al primer Adán que precipitó la caída de toda la raza humana, con el segundo Adán que hizo posible que todos los seres humanos disfrutaran de la vida eterna con Dios, si responden al Señor por fe. El primer Adán introdujo la muerte por causa de su vida; el segundo Adán introdujo la vida por medio de su muerte. Esa es la tremenda paradoja y la esencia de Romanos 5.

Esta sección de Romanos 5 se elabora en base al relato de la caída en Génesis 3. A partir de los dos primeros capítulos de Génesis, aprendemos que Dios creó a Adán y a Eva y los colocó en un hermoso lugar donde tenían control de todo su medio y disfrutaban de una íntima y armoniosa relación entre sí y con su Creador. Para que esta situación se mantuviera así, todo lo que Adán y Eva tenían que hacer era obedecer el mandamiento de Dios de no comer del árbol prohibido, transgresión que los arrastraría a la muerte (Gn 2.17).

Pues bien, sucedió que cedieron a la tentación, y de inmediato comenzaron a experimentar las mortales consecuencias de su desobediencia. Se perdió la abierta relación que tenían con Dios y entre sí; ahora se escondían del Señor y de los demás, tratando de echarle la culpa a cualquiera menos a ellos mismos (3.7, 8). Adán y Eva también perdieron el control sobre la creación. Lo que había estado sujeto a su gobierno se convirtió en fuente de conflicto y arduo trabajo (vv. 1719). Se vieron expulsados del Paraíso, privados de su condición natural de inmortalidad y destinados a morir físicamente en un mundo hostil que, en lo adelante, estaría habitado por personas afectadas por la peor enfermedad de la que el ser humano jamás haya tenido conocimiento (vv. 1624).

¿Cuál era esa enfermedad? El pecado. Es un mal que infecta a todo ser humano desde el momento mismo de su concepción, y lleva invariablemente a la muerte. Produce la alienación de Dios, de uno mismo, de otros, de la creación, de la vida física y, si actuamos descuidadamente, de la vida espiritual también. Hay una sola cura para este mal. Cualquier otro recurso no es más que una venda. El verdadero remedio lo encontramos en Romanos 5.1221.

Conozca la familia de adán

Con esta previa información adicional, lea ahora Romanos 5.1221 y complete el cuadro a continuación. La columna de la izquierda se refiere al primer Adán, el que desobedeció a su Creador en Génesis 3. La de la derecha se refiere al Segundo Adán, Aquel que nunca desobedeció a su Padre celestial. Observe las semejanzas y diferencias. Quizás descubra algunas cosas realmente sorprendentes.


EL PRIMER ADÁN
EL SEGUNDO ADÁN
Semejanzas
Diferencias
Consideremos estos versículos con más detenimiento, a la luz de algunos de los descubrimientos que anotó en el cuadro anterior. Puede volver a revisar los versículos del 12 al 21 mientras responde las siguientes preguntas.

¿Observó que Pablo se refiere a Adán y a Jesús como seres humanos? ¿Qué hizo Jesús como hombre que no hizo Adán? ¿Cuáles fueron las consecuencias de las acciones de Jesús a diferencia de las de Adán?

Pablo se refiere a Adán como «tipo» de Cristo. Este término se refiere a «forma, figura, modelo, ejemplo». Cuando encontramos tipos en las Escrituras, se trata de personas, acontecimientos, cosas o instituciones que prefiguran o anticipan personas, acontecimientos, cosas o instituciones futuros en el plan de Dios. Los tipos, entonces, equivalen a profecías, pronósticos. No sólo describen a alguien o algo que ya ha cumplido un papel en la historia, sino a alguien o algo que todavía ha de representar un papel en la historia. En Romanos 5 Pablo usa a Adán como una prefiguración de Jesucristo. En cierta manera, Adán y sus acciones anticipan verdades eyidentes acerca de Jesucristo. Pero esas verdades, como Pablo las emplea, son negativas en el caso de Adán, pero positivas en el caso de Jesús. En otras palabras, Adán es un tipo de Cristo porque no cumplió en un ambiente perfecto, lo que Jesús cumplió con éxito en un ambiente plagado de pecado. De modo que más que compararlos, Pablo contrasta a Adán y a Jesús.

Durante los siglos de estudios bíblicos, se han encontrado muchos otros tipos. Abajo encontrará una lista de pasajes paralelos de las Escrituras en los que se mencionan a algunos de los tipos que se han identificado. Podría buscarlos usted mismo y cosechar por su cuenta la riqueza que contienen.

TIPO EN EL AT
Génesis 7; 8
Génesis 15.1–6
Éxodo 20.8–11
Levítico 17.11
Números 12.7
Números 21.4–9
Jonás 1; 2
CUMPLIMIENTO EN EL NT
1 Pedro 3.20, 21
Romanos 4.16–25
Hebreos 4.3–10
1 Pedro 1.18, 19
Hebreos 3.1–6
Juan 3.14, 15
Mateo 12.39, 40


Por supuesto, hay muchos otros tipos en las Escrituras. Si quiere descubrirlos y aprender cómo debe buscarlos e interpretarlos, le sugiero que consulte obras sobre interpretación bíblica o sobre profecía.

Dando por sentado que tanto Adán como Jesús eran seres humanos reales, ¿dice algo Pablo en Romanos 5.1222 que indique que Jesús era algo más que un ser humano?

¿Qué dice Pablo en esta sección de Romanos acerca de la Ley? ¿Qué papel cumplía en relación con el pecado y la redención? (vv. 13, 20, 21)

¿Qué fue lo que contrarrestó los efectos de la Ley? (v. 20) Puesto que la Ley y el evangelio tienen la misma fuente, el Señor, ¿qué le dice acerca de Dios la respuesta que acaba de dar? ¿En qué debería modificar, si fuera preciso, la manera en que responde a Dios como consecuencia de este descubrimiento?

Ahora que ha llegado al final de este capítulo, dedique un tiempo para revisar las verdades que han salido a la luz y luego reflexione sobre la forma de incorporarlas a su vida en el curso de la semana. Si necesita orientación, trate de relacionar sus descubrimientos completando las frases que aparecen a continuación. Le ayudarán a aplicar de manera más concreta lo que ha aprendido.

«Algunas verdades que he descubierto en este capítulo y que quiero que formen parte de mi vida diaria son»:

«Esta semana comenzaré a aplicar esas verdades a las siguientes áreas de mi vida en esta forma»:

Mi relación con Dios:

Mis relaciones con mis seres queridos:

Mi propio desarrollo, incluyendo mi autoimagen:

Mi testimonio hacia los incrédulos:

Mi compañerismo con los creyentes:

Mi actitud hacia las posesiones materiales y los deseos:

Mi perspectiva y actitud hacia la muerte:

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