domingo, 18 de noviembre de 2018

08- Herederos de gloria



Romanos (8.1–39)

Si le ha tocado perder a un ser querido, sabe lo duro que es enfrentar el tema de la muerte. No hay palabras que alcancen para describir el tremendo dolor y la absoluta soledad que deja la muerte a su paso. Por algo se les llama sobrevivientes a los seres queridos que quedan aquí. No hay ningún otro acontecimiento en la vida más difícil de sobrellevar.


Una cosa, sin embargo, puede suavizar en algo la violencia de la muerte y es la herencia que deja el que ha fallecido. Ya sea una enorme riqueza económica o de una pequeña cuenta bancaria, premios y trofeos o palabras de profundo consuelo y estímulo, una herencia es un tesoro para aquellos que la reciben. Es un legado, un recuerdo, una señal del amor de aquel que ha partido antes que nosotros.

¿Sabía que si usted es cristiano ha recibido una herencia? En efecto, así es. El Señor Jesucristo nos ha amado tanto a usted y a mí, que no sólo nos ha hecho libres sino que nos ha dejado una herencia que no puede ser comparada y mucho menos superada. Es una demostración maravillosa, increíble, tremendamente gloriosa de su amor infinito e incondicional para con nosotros.

¿Tiene curiosidad por saber de qué se trata? ¿Tiene alguna idea acerca de cuándo la va a recibir y cómo? ¿Hay algún motivo por el cual se puede perder esta herencia? ¿Le gustaría saber más al respecto? En caso afirmativo siga leyendo. Pablo tiene mucho que enseñarnos en Romanos 8 acerca de este maravilloso obsequio. Todo se articula alrededor de la Tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo.

Características para recordar

Romanos 8 tiene muchos rasgos distintivos sorprendentes. Antes de que nos lancemos a analizar los detalles de este capítulo, dediquemos un tiempo a identificarlos.

En primer lugar, lea el capítulo 8 de Romanos completo, observando el nombre que se da a cada persona de la Trinidad y lo que hace. Vuelque sus hallazgos en el siguiente.

LA TRINDAD EN ROMANOS 8

PADRE
(generalmente llamado «Dios»)
HIJO
ESPÍRITU SANTO


Ahora relea Romanos 8 para descubrir lo que dice acerca de los que están en Cristo. ¿Cómo se les llama a los creyentes? ¿Qué es lo que se ha hecho por ellos? ¿Qué les aguarda todavía? ¿Con qué pueden contar? Anote sus respuestas a continuación.

LOS CREYENTES SEGÚN ROMANOS 8

Descripciones o nombres
Situación anterior
Situación actual
Situación futura
Recursos disponibles


¿Le ha planteado esta revisión interrogantes que desearía explorar más adelante? Anótelos de inmediato aquí.

¡Bienvenido, Espíritu Santo!

Hacia el final del capítulo 7 de Romanos, poco faltaba para que Pablo concluyera con una nota de desesperación. ¿Cómo podía enfrentar la lucha y salir vencedor en la guerra que rugía en su interior, entre el viejo hombre dominado por el pecado y el nuevo hombre aferrado al bien? ¿La respuesta? Tanto para Pablo como para cualquier otro creyente, sólo «por Jesucristo Señor nuestro» tenemos la posibilidad de hacer frente a la lucha (7.25). ¿Pero qué es lo que nos da Cristo que nos capacita para luchar y vencer en esta guerra interior? ¿La respuesta? ¡El Espíritu Santo! Lo que Jesús prometió en Juan 14 y Hechos 1, y que comenzó a manifestarse como cumplimiento de esa promesa en Hechos 2, constituye el elemento central de la respuesta que Pablo brinda en Romanos 8. Si no fuera por la obra del Espíritu Santo en nuestra vida, estaríamos ante serios problemas. Sería absolutamente imposible que alguien pretendiera vivir la vida cristiana, porque sólo el Espíritu de Dios hace posible una vida así, capacitándonos mediante su propio poder y otros recursos. Sin el Espíritu Santo, el pecado seguiría llevando la delantera en nuestra vida. Veamos cómo funciona todo esto.

¿Qué es lo que ya no tenemos los que «estamos en Cristo»? (8.1)

¿Qué significa esto?

Sabemos que ya no estamos condenados y sentimos como si esa verdad a veces sea dos cosas muy diferentes. ¿Es usted creyente? Si es así, ¿siente algunas veces que está bajo la mano condenatoria de Dios? Si le ocurre esto, debe hacer caso omiso a sus sensaciones, y dejar que se apodere de usted la realidad de su nueva relación con Dios. Propóngase aprender de memoria Romanos 8.1, o anótelo en varias tarjetas y colócalas en diversos lugares donde las pueda ver a menudo. Permita que esta verdad penetre en lo profundo de su ser. Créame, traerá refrigerio a su alma y transformará sus sentimientos.

¿Conforme a quién, asume Pablo, viven [«andan»] «los que están en Cristo»? (v. 1)
¿Qué otra manera de vivir hay?

¿Se espera que vivan así los cristianos?

¿Quién nos ha liberado, de qué hemos sido liberados y cómo fue asegurada nuestra libertad? (vv. 2–4)

No todos los estilos de vida valen la pena

En los versículos 5–11, Pablo contrasta la vida según la carne con la vida según el Espíritu. Procure identificar las características opuestas de estos dos estilos de vida.

EL CONTRASTE ENTRE DOS ESTILOS DE VIDA

LA VIDA CARNAL
LA VIDA ESPIRITUAL

Cada cual conoce la capacidad que tiene para permitir que ya sea su propia carne o el Espíritu Santo tenga preeminencia en su vida. ¿Cuáles son las diferentes formas en que se manifiesta la carne en su vida?

¿Cómo puede saber si el Espíritu Santo tiene libertad de acción en su vida?

Pida al Espíritu Santo que lo ayude a someterse más a su mano orientadora, para que pueda deshacer la destructiva influencia de la carne en su vida.

¿Qué obligación tenemos y hacia quién como creyentes en quienes mora el Espíritu Santo? (v. 12)

¿Cuáles son las consecuencias de los dos estilos de vida entre los que debemos optar? (v. 13)

¿Qué significa «hacer morir las obras de la carne»? (v. 13) Remítase a lo que conoce acerca de lo que Pablo ya ha dicho en Romanos para contestar esta pregunta (Ro 6.1–18).

Tome ahora lo que entiende de «hacer morir las obras de la carne» y comprométase a volverse diariamente al Espíritu Santo, pidiéndole que le muestre cómo hacerlo y luego que lo capacite para lograrlo.

Recuerde que este es un pedido de oración que al Espíritu Santo siempre le satisface, porque está plenamente de acuerdo con la voluntad de Dios. De modo que, si alguna vez cae presa de las obras de su naturaleza pecadora, no culpe de ello al Espíritu. Él siempre va a responder a sus necesidades en este aspecto. Cualquier fracaso que experimente será su propia responsabilidad, no la de Él.

Herederos de la promesa

En los versículos 14–17 aprendemos algunas verdades sorprendentes acerca de nosotros como creyentes y del Espíritu Santo como nuestro… bueno, veamos.

¿Qué nos dicen los versículos 14–17 acerca de lo que el Espíritu Santo hace por nosotros y por medio de nosotros?

¿Qué nos dicen estos versículos acerca de la intimidad de nuestra relación con Dios, como consecuencia de la obra del Espíritu Santo?

Abba (v. 15): Esta es una palabra aramea, que probablemente era el idioma que hablaba Jesús, y significa «padre, papá». Es una expresión de intimidad entre un niño y su padre.

¿Cómo nos dirige el Espíritu Santo? ¿Cómo podemos estar seguros de que la orientación que percibimos viene del Él y no de nuestros deseos? Piense en tas ocasiones en que ha sentido que la mano del Espíritu lo estaba guiando. ¿Estaba en lo cierto? ¿Era el Espíritu quien lo dirigía? ¿Cómo lo supo?

¿Cómo da testimonio el Espíritu a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios?
Como hijos de Dios, somos «herederos y coherederos con Cristo» (v. 17). Aunque más adelante Pablo nos dirá más acerca de lo que vamos a heredar, en el versículo 17 nos ofrece un indicio. ¿Cuál es ese indicio?

Aunque nuestra herencia parece ser condicional a si sufrimos con Cristo, no es eso lo que significa la palabra sien el versículo 17. La idea se expresaría mejor como: «Puesto que sufrimos» en lugar de «si».

¿Está la idea de nuestro sufrimiento con Cristo acorde con lo que dicen las Escrituras en otros pasajes acerca de lo que experimentarían sus discípulos? He aquí algunos pasajes que podría consultar: Mateo 5.11, 12; Marcos 8.34–38; Juan 15.18–21; 16.33; Hechos 14.21, 22; 1 Pedro 3.13–17; 4.12–19.

Aquí se ve que los sufrimientos aparecen abarcando un espectro mucho más amplio que el de las dificultades o dolores circunstanciales. Todo lo que está involucrado es el campo de la guerra espiritual, la persecución y la opresión. Cuando Pablo piensa en nuestros sufrimientos presentes, ¿qué dice acerca de cómo compararlos con nuestra herencia? (v. 18)

¿Cuáles son las diferencias que destaca entre nuestros sufrimientos presentes y nuestra gloria futura? Enumere todas las que pueda encontrar.

Una herencia por la cual morir

¿Cuáles son las diversas maneras en las que Pablo describe la gloria venidera en los versículos 17–39?

¿Qué garantía tenemos de que este futuro glorioso será realmente nuestro? (vv. 17–39)

Pablo liga el futuro de la creación con el nuestro (vv. 19–22). ¿Cuál es la conexión? ¿Por qué está la creación sometida a esclavitud, y qué tiene que ver su anhelo de redención con el nuestro? Quizás necesite leer Génesis 1 al 3, y leer nuevamente Romanos 5 para poder responder a esta pregunta.

Es difícil leer un periódico o una revista o ver las noticias por televisión sin escuchar algo acerca del medio ambiente. La ecología es un tema candente en estos días. En la Palabra de Dios, sin embargo, la ecología siempre ha sido importante. El mandato de Génesis (Gn 1; 2) a someter y cuidar la tierra nunca ha sido revocado por el Señor. Como podemos ver en Romanos 8, Dios tiene en mente el bienestar pleno de la creación. Él se interesa por toda la creación, no sólo por sus criaturas humanas.

¿Qué está haciendo usted por el medio ambiente? ¿En qué forma evidencia su deseo de cuidarlo amorosamente, reflejando así la preocupación del propio Creador? Considere tres cosas que puede empezar a hacer esta semana que le permitirá cuidar el medio ambiente.

El Espíritu en acción

En los versículos 23–27, podemos realmente ver algunas de las riquezas de la obra del Espíritu en nuestras vidas. Está obrando activamente a nuestro favor. Resuma con sus propias palabras lo que estos versículos nos dicen acerca del ministerio del Espíritu hacia nosotros, en nosotros y por nosotros.

Qué consuelo da percibir cómo el Espíritu Santo nos asiste en nuestra intercesión y además intercede por nosotros ante el Padre. Observe «conforme a» qué es su intercesión. ¿Tiene como fin adecuarse a nuestra voluntad o a la de Dios? (v. 27) Según el versículo 28, ¿cuál es el beneficio de esa clase de intercesión a nuestro favor? ¿Advierte cómo el versículo 28 depende, para su cumplimiento, de que permitamos al Espíritu Santo que interceda por medio de nosotros ante situaciones difíciles? Comente esta «condición» que tiene la promesa y lo que significa para usted.

¿Cómo puede el «orar en el Espíritu» ayudarle a pedir que se cumpla la voluntad de Dios? ¿Tiene confianza en que la voluntad de Dios para su vida siempre será mejor que la suya propia? Reflexione acerca de estos interrogantes y comprométase a permitir que el Espíritu Santo lo ayude siempre en sus oraciones, poniendo su vida de oración en sus manos, en lugar de intentar responder cada pregunta con su propia sabiduría.

Compare Romanos 8.26, 27 con 1 Corintios 14.15, Efesios 6.18 y Judas 20. ¿Qué beneficios encuentra en la oración asistida por el Espíritu Santo?
No deje nada al azar

Así como la oración impulsada en el poder del Espíritu Santo es la condición para que «todas las cosas ayuden a bien», ¿cuál es la garantía o el poder que asegura este «bien» para los que aman a Dios? (vv. 29, 30)

Antes conoció (v. 29): Es el rasgo de la omnisciencia de Dios por el cual Él conoce el futuro de todas las cosas y acontecimientos antes de que ocurran.
Predestinó (v. 29): Acto de la voluntad de Dios por el cual Él determina qué va a ocurrir y cómo, sea por su libre voluntad o permitiendo que otros ejerzan su libre albedrío.

Llamados (v. 30): La invitación de Dios a llegarnos a Él por fe.

Justificados (v. 30): Acto por el cual Dios declara justos a los pecadores que muestran fe y elimina todo registro de sus pecados pasados.

Glorificados (v. 30): Nuestro futuro estado de perfección y bendición celestial; nuestra herencia final. Es la culminación prometida del proceso de santificación que se inició después que depositamos nuestra fe en Cristo. Es algo tan cierto, que Pablo puede referirse a dicho estado en tiempo pasado.

Ante un plan tan increíble y la garantía de que será llevado a cabo, Pablo plantea cinco interrogantes con el propósito de ofrecernos una inconmovible seguridad en medio de nuestras pruebas presentes y ante nuestro destino futuro (vv. 31–39). ¿Cuáles son esos interrogantes y cómo pueden responderse?

Pregunta 1:

Respuesta:

Pregunta 2:

Respuesta:

Pregunta 3:

Respuesta:

Pregunta 4:

Respuesta:

Pregunta 5:

Respuesta:

Tenemos absoluta seguridad, ahora y para siempre. El Dios del universo entero, el Dios omnipotente que ama a todos, es quien nos da su perfecta garantía, y El nunca se equivoca ni puede mentir (Tit 1.2). ¡Eso sí que nos entusiasma!

No hay comentarios:

Publicar un comentario