Romanos (14.1–15.13)
Si quiere encender una chispa en alguna reunión de
cristianos, exprese una opinión acerca de la posibilidad de ingerir bebidas
alcohólicas, o jugar por dinero, o fumar, o celebrar la víspera de Todos los
Santos, o escuchar música rock, o bailar, o ver películas clasificadas como
reservadas, o pertenecer a este o aquel partido político y seguir llamándose
cristiano. O si quiere, podría ir más allá de estas cuestiones sociales a otras
más teológicas tales como si el regreso de Cristo será antes, simultáneamente
con, o después del Rapto de la Iglesia, o si en realidad habrá tal Rapto o no,
o si el lavamiento de pies debería considerarse un sacramento, o silos nuevos
creyentes deberían ser bautizados por inmersión, por aspersión, o por
derramamiento de agua sobre ellos, o qué instrumentos musicales están
permitidos en un servicio de adoración, o si las mujeres pueden ser diaconisas,
o ancianas, o predicadoras. Plantee cualquiera de estos temas, o cualquier
cantidad de temas parecidos, y observe lo que pasa. La conversación podrá
empezar con cierta cortesía, pero pronto advertirá señales de desacuerdos
profundos, a veces incluso de hostilidad. ¿Escucha los comentarios?