«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque
de él mana la vida» (Pr 4.23).
Nuestro corazón es el centro de nuestra vida física.
Si ese órgano no trabaja, la vida es imposible. Proporciona un suministro
constante de sangre a todas las partes del cuerpo. De modo que, en su forma más
elemental y sencilla, este proverbio es una saludable llamada de atención a
cuidar la condición física del corazón. Por supuesto que el objetivo del
escritor es el de advertir a los sabios con su alerta: «¡Tu parte interna, lo
más recóndito de tu corazón, requiere el máximo cuidado, espiritualmente!»
Cuidar el corazón físico es parte de la más elemental
sabiduría práctica. Los médicos nos advierten regularmente que cuidemos el
consumo de alimentos que contengan colesterol (pequeños glóbulos de gran
potencial productor de grasas). Esto se debe a que el mismo puede acumular capa
sobre capa en las venas y finalmente obstruir el flujo de la sangre por el
cuerpo. Hace tan difícil el trabajo del corazón, que incluso el más fácil puede
llevar a una parálisis repentina del corazón.
Existe un peligro similar en nuestra vida espiritual
si no mantenemos una actitud de vigilancia con respecto a nuestro corazón. El
pecado, lo mismo que el colesterol, disminuye el flujo de la gracia divina en
nuestras vidas (la sangre purificadora de Jesucristo). El inevitable resultado,
si no se atiende, disminuirán los latidos de nuestro corazón en cuanto a la
santidad y la «pérdida de un corazón para Dios». El flujo purificador continuo
de la obra redentora de Dios, «por medio de la sangre», es tan vital para
nuestra vida espiritual como lo es la sangre para nuestra existencia física.
Sin ella nos vamos desgastando; la pérdida de la vitalidad espiritual se hace
una realidad destructiva.
De la misma manera en que los médicos recetan dietas
especiales para pacientes con problemas del corazón, Dios ha provisto
instrucciones dietéticas para nosotros, porque forma parte de la naturaleza
caída del hombre que haya una propensión a los «problemas del corazón»
(nuestras luchas con la tentación y el pecado).
Para preparar el camino y fortalecer el corazón para
la oración de poder, estudiemos las claves para la pureza personal de corazón.
¡El corazón que se mantiene puro será el que está preparado para la oración de
poder! Lea los siguientes pasajes y descubra la dieta de Dios para la salud de
su corazón. Escriba las cosas que debe hacer para mantenerlo limpio.
Salmo 119.9–16
Proverbios 16.5–9
Juan 13.8
Hechos 2.42, 47
1 Corintios 6.9–11
Filipenses 4.8
Hebreos 9.11–15
2 Pedro 1.5–10; 3.1, 2
Lea de nuevo la lista que ha escrito de las cosas que
le ayudan a mantener limpio el corazón. ¿Cuáles cree que requieren ser puestas
en práctica en su vida diaria?
¿Cómo relaciona su respuesta actual y su práctica de
la vida con la sabiduría que encierran estas verdades? Escriba lo que piensa
sobre esto.
La senda hacia la pureza
Está muy bien darle una dieta a alguien que corre el
riesgo de padecer de insuficiencia cardíaca, pero se necesita más que una
simple dieta para una persona que está afrontando un ataque cardíaco. A pesar
de la importancia de una dieta diaria para vivir en pureza, debemos contar
además con un curso de acción a tomar cuando vemos que nuestro corazón ya está
funcionando muy por debajo de lo óptimo, o peor todavía, en medio de una crisis.
Segunda Timoteo 2.22 ofrece un plan muy claro para restaurar y vivir en
pureza. Use los versículos complementarios y las secciones de «Riqueza
literaria» para que le ayude a bosquejar esta senda.
¿Qué es lo primero que este versículo nos instruye a
hacer?
Observe lo que aparece bajo «concupiscencia» en
«Riqueza literaria» más adelante, y analice Santiago 1.15, notando lo que puede suceder si no huye.
Estudie Hechos 8.21, 22 y 1 Juan 1.9; 2.1, 2. ¿Cómo debería responder si su corazón ya está mal
con Dios? ¿Qué significa aquí la palabra arrepentimiento? ¿Qué hace Jesús
cuando pecamos?
Después de huir de la «concupiscencia», ¿qué cuatro
cosas debemos buscar?
Busque los siguientes versículos, meditando en cada
uno a la luz de la definición de cada palabra clave en la sección «Riqueza
literaria». Luego anote de qué manera cada una de estas cualidades nos puede
ayudar a evitar que pequemos.
Justicia (Pr 11.3–6)
Amor (1 Jn 3.1–3; 5.2, 3)
Fe (Ro 1.16, 17; 5.1, 2)
Paz (Ro 14.18, 19; Mt 5.9)
Abogado, parakletos. De para, «junto a», y kaleo,
«llamar»; de ahí surge el concepto: Llamado a estar a nuestro lado. La palabra
identifica a un intercesor, confortador, ayudador, abogado, consejero. En la
literatura no bíblica, parakletos designaba a un abogado que acude a la corte
en representación del otro. En 1 Juan 2.1 Jesús aparece de pie defendiéndonos y tomando nuestro
lugar ante el trono de Dios de modo que su sangre sea tomada como pago por
nuestro pecado.
Arrepentíos, metanoeo. De meta, «después», y noeo,
«pensar». El arrepentimiento es una decisión que resulta en un cambio de mente,
lo cual a su vez lleva a un cambio de propósito y acción.
Concupiscencia, epithumia. Un fuerte deseo y una
intensa inclinación por alguna cosa. Tres veces se aplica a buenos deseos. (Lc 22.15; Flp 1.23; 1 Ts 2.17). Sus otros usos son negativos, tales como gratificar
los anhelos sensuales, el deseo de las cosas prohibidas, los gustos por lo
malo, la codicia por las cosas que son de otro, y querer cosas, personas, o
experiencias que son contrarias a la voluntad de Dios.
Justicia, diakaiosune. Justo, la cualidad de actuar
correctamente. La palabra sugiere conformidad con la voluntad revelada de Dios
en todos aspectos. Dikaiosune posee ambos sentidos: judicial y benévolo. Dios
declara justo al creyente, en el sentido de absolverlo, y le dispensa justicia
(2 Co 5.21).
Fe, pistis. Convicción, confianza, creencia,
dependencia, integridad y persuasión. En el marco del NT, pistis es el
principio divinamente implantado de confianza interior, seguridad y dependencia
en Dios y en todo lo que Él dice.
Amor, ágape. Una palabra a la que el cristianismo le
dio un nuevo significado. Fuera del NT, raramente se usa en los manuscritos
griegos existentes de la época. Ágape denota una invencible benevolencia y una
irreductible buena voluntad, que siempre busca el bien de la otra persona, no
importa lo que ésta haga. Es el amor sacrificial que da libremente sin pedir
nada a cambio y no se para a considerar el valor de su objeto. Ágape es un amor
que se ofrece conscientemente, mientras philos depende de circunstancias
involuntarias; tiene que ver con voluntad más que con la emoción. Ágape
describe el amor incondicional de Dios por el mundo.
Paz, eirene. Un estado de reposo, quietud y calma; una
ausencia de lucha; tranquilidad. El término generalmente de-nota un bienestar
perfecto. Eirene incluye relaciones armoniosas entre Dios y los seres humanos,
entre las personas, naciones y familias. Jesús, como el Príncipe de Paz, da paz
a aquellos [que viven bajo su señorío].
La senda de la pureza continúa
Ya ha analizado el llamado al arrepentimiento y la
búsqueda de un estilo de vida piadoso. Continúe meditando sobre 2 Timoteo 2.22 y vea qué otros pasos hacen falta en el camino hacia
la pureza. Más adelante encontrará versículos y preguntas para dirigir este
estudio.
¿Debería buscar la justicia, la fe, el amor y la paz,
separado de otras personas? Si no es así, ¿a quién o a quiénes debería unirse?
En Santiago 5.13–16, ¿de qué manera el vivir en el seno de una comunidad
de creyentes proporciona salud y pureza? ¿Qué parte tiene en esto la confesión?
Tomando como base 1 Juan 1.5–10, explique cómo el vivir en la familia de Dios—«unidos
en comunión»—contribuye a exponer y limpiar nuestros pecados. ¿Qué dice acerca
de las personas que no confiesan su pecado? ¿Qué sucede cuando confesamos
nuestros pecados?
Sondeo a
profundidad
Las cuestiones en torno al tema de la confesión son
desconcertantes para muchos. Entre los diferentes grupos eclesiásticos la
doctrina concerniente a la confesión varía ampliamente. Vea lo que puede
aprender buscando la palabra «confesión» en un diccionario bíblico o en una
enciclopedia. Para un estudio más profundo, use una concordancia o una Biblia
temática, para encontrar todas las maneras en que se hace confesión en la
Biblia. Emplee este estudio para determinar el lugar, el valor y el método de
confesión que debería adoptar en su vida.
Pasión por la pureza
En el Salmo 51 encontramos la oración de un corazón que clama a Dios
en busca de la restauración de su pureza. Lea este pasaje y anote lo que
observa en cuanto a lo siguiente:
1. Confesión
2. Arrepentimiento
3. Limpieza
4. Restauración
¿Cuáles son los verdaderos «sacrificios» para Dios,
según el salmista?
¿Qué es lo que el salmista le pide a Dios?
Entre
bastidores
El Salmo 51 se escribió cuando David clamaba a Dios pidiendo
misericordia después de cometer adulterio, seguido de asesinato para esconder
su pecado sexual (2 S 11.1–12.23). Esta historia muestra claramente el amor de Dios al enviar a Natán,
el profeta, a enfrentar y restaurar a David para volverlo a una recta relación
con Él. Al mismo tiempo, se recalca la justicia de Dios, por cuanto se rehúsa a
permitir que su siervo David siga viviendo sin confesar su pecado.
En todo este Salmo hay verdades acerca de la
naturaleza y el carácter de Dios que rara vez son comprendidas con claridad por
los que no tienen una relación personal e íntima con Él. La misericordia, la
benignidad, la justicia y los anhelos verdaderos de Dios son algunos de estos
atributos.
La vida de los justos
El hombre justo tiene mucho que esperar del futuro,
pero hay un estilo de vida que deberá practicar con el objeto de gozar de sus
beneficios. Un andar cotidiano puro con el Señor nos bendice tanto a nosotros
como a quienes nos rodean. Examine los siguientes pasajes de las Escrituras
para que lo ayuden a ver las características de esta vida de plenitud. Registre
tanto las bendiciones que recibe el justo, el recto o el puro de corazón, como
también sus acciones. Contraste estas cosas con lo que se ve en la vida de los
malvados e impíos. ¿Qué hace Dios a favor de los justos? ¿A favor de los
impíos? ¿Dónde viven los justos? ¿Cómo acuden a Dios? ¿Viven allí los impíos
también? ¿Pueden acudir a Dios de la misma manera?
Salmo 1.1–6
Salmo 15.1–5
Proverbios 10.2–7, 20–32
Proverbios 11.3–11, 18–23
¿Qué es lo más notable que ha aprendido en esta
lección?
¿Por qué cree que apunta hacia usted?
¿En qué aspecto de su vida piensa que esta lección ha
de tener mayor impacto?
¿Por qué? ¿Cuál cree que ha de ser el resultado?
¿Cómo ve la justicia de Dios en su vida? ¿Es algo que
aumenta día a día? ¿Por qué cree que es así?
¿Desea ver más pureza en su vida? Escríbale una carta
a Dios expresando su deseo de vivir en la pureza. incluya cosas para las cuales
cree que necesita la ayuda de Dios, tales como hábitos, pensamientos, deseos
malos, etc. Ore respecto a ellas, pidiéndole al Señor que cree un corazón
limpio en usted, del mismo modo que se lo pidió David en el Salmo
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