domingo, 11 de noviembre de 2018

L13- Ángeles y demonios




Cuando entré en la habitación pude ver ángeles por doquier. Parecía que cada espacio disponible tenía su propia representación angelical. No, no se trataba de una visión sobrenatural, sino de los elementos que decoraban la habitación. Era Navidad y, como es natural en esa época festiva, se había elegido a las figuras de los ángeles como elemento decorativo de dicha habitación.

No es poco común que en la temporada Navideña se vean esas decoraciones típicas. Es, por cierto, perfectamente apropiado que nosotros, los que hemos recibido tan maravillosa salvación, celebremos con gozo el nacimiento de nuestro Salvador. Más aún, es completamente aceptable que usemos los adornos de los que nos valemos para expresar de muchas maneras la historia de la Navidad: las escenas de la Natividad nos recuerdan el nacimiento de Cristo; las luces que adornan los edificios y las casas de familia nos recuerdan que la «Luz del mundo» ha llegado.

La belleza de su don irradia en la magnificencia de lo que nos rodea cuando celebramos su nacimiento. En medio de todo están los ángeles, de todo tipo, que ocupan su lugar alrededor nuestro en memoria de las huestes angélicas que fueron las primeras en proclamar a los pastores las buenas nuevas del nacimiento del Salvador, y que lo protegieron de Herodes cuando el adversario utilizó al monarca como instrumento de su ataque (Lc 2.8–14; Mt 2.13).

La Navidad es uno de esos momentos en que pensamos en los ángeles. Pero hay otras ocasiones en las que con frecuencia también se expresa la opinión popular acerca de ellos: «¡Qué niño tan angelical!», se dice frente a un pequeño dormido, cuyas facciones expresan profunda serenidad. Ante las rellenas mejillas del rostro de un pequeño, otros dirán que «parece un querubín», y del mejor alumno de la Escuela Dominical se dice que «se porta como un ángel».Estas son frases que la mayoría hemos escuchado o quizás hasta pronunciado. Pero, ¿sabe alguien en realidad qué aspecto tienen los ángeles o cómo actúan? ¿Hay, acaso, una determinada apariencia «angelical» que corresponda con veracidad a las huestes celestiales? ¿Será cierto que siempre están rodeados de un ambiente de serenidad?
A los ángeles se les ha caracterizado de las formas más diversas y han llegado a simbolizar diferentes cosas para distintas personas. Algunas de estas ideas están basadas en los relatos bíblicos y otras en creaciones artísticas o en meras fantasías. El resultado ha sido una mezcolanza de mitos y especulaciones que ha llegado a confundir a muchos cristianos respecto a la esfera de lo angelical.

Para empezar a investigar los datos bíblicos acerca de los ángeles lea los siguientes versículos y haga una lista de los distintos tipos de ángeles que se describen.

Génesis 3.24

Jueces 13.3

Isaías 6.2

1 Tesalonicenses 4.16

1 Pedro 3.22

Apocalipsis 12.7–9

Ángel, malach. Mensajero, embajador; alguien enviado para desempeñar una tarea o comunicar un mensaje; específicamente un «ángel» o mensajero celestial del Señor. Malach se usa más de doscientas veces en el Antiguo Testamento y casi siempre se traduce como «ángel». Esta palabra puede usarse con referencia a seres humanos, en cuyo caso, por lo general, se traduce como «mensajero». Los ángeles, que se mencionan muy a menudo en las Escrituras hebreas, fueron enviados para asistir o informar a los patriarcas, Balaam, David, el profeta Zacarías y otros. No todos los ángeles son del tipo «angelical» que creemos; véase Proverbios 16.14 (donde se traduce como «mensajero de muerte»). Las cualidades sobrenaturales de los mensajeros del Señor se describen en Salmos 78.49; 104.4 y Proverbios 17.11.

Ángeles, angelos. De angello, «entregar un mensaje»; por lo tanto, un mensajero. En el NT la palabra posee el sentido especial de un personaje espiritual, un personaje celestial servidor de Dios que funciona como un mensajero del Señor enviado a la tierra para ejecutar sus propósitos y darlos a conocer a los hombres. Los ángeles están presentes de forma invisible en las asambleas de los cristianos y son enviados por Dios para ministrar a los creyentes (Heb 1.14).

El Ángel del Señor

En el Antiguo Testamento la expresión «el ángel de Jehová» se usa en diversas ocasiones. Algunos consideran que se refiere a una visitación de Jesús, anterior a su encarnación; otros sostienen que no difiere de los demás ángeles. Analice este tema con más detenimiento a fin de ver qué puede aprender acerca del Ángel de Jehová.

A continuación encontrará algunos de los pasajes bíblicos que se refieren al Ángel de Jehová y a otras visitaciones angelicales. Utilice las preguntas que siguen para comparar y evaluar estos versículos.

¿Acepta adoración el Ángel de Jehová?

¿Aceptan adoración otros ángeles?

¿Cuál es la apariencia del Ángel de Jehová?

¿Cómo se manifiesta físicamente el Señor en el Antiguo Testamento?

¿Qué otros términos se usan para describir al Ángel de Jehová?

Génesis 18.1–33

Génesis 48.15–16

Éxodo 3.2–8

Josué 5.13–15

Jueces 13.3–6

Apocalipsis 19.10; 22.8–9

Casi todos los eruditos evangélicos concuerdan en que el Ángel de Jehová que aparece en el Antiguo Testamento es Jesús. Acabamos de estudiar algunas de las numerosas razones que apoyan esta convicción, pero ninguna es tan convincente como el hecho innegable de que Jesús es el centro de la Biblia.

Ya que ha hecho su propia investigación respecto al Ángel de Jehová, medite en lo que ha aprendido y cómo afecta su vida. ¿Qué siente al pensar en que las figuras del Antiguo Testamento hablaban cara a cara con Jesús?

¿Cómo influye esto en su conocimiento de la manera en que Dios actuaba en medio de su pueblo en la antigüedad?

¿Hace que le resulte apropiado en alguna medida el hecho como un ejemplo viviente para su vida hoy? ¿En qué forma?

Cuando se advierte con claridad que Jesús siempre estuvo involucrado en la obra de Dios con los seres humanos, su presencia llega a ser más palpable y natural, en lugar de parecernos lejana y esporádica. Sabiendo que Él está aquí mismo, y que está comprometido con usted, pídale a Jesús que lo ayude a percibir su presencia más claramente en su vida cotidiana.

Tipos y características de los ángeles

De los diversos tipos de ángeles mencionados en la Biblia, los querubines y los serafines quizás sean los más definidos. Basándose en los versículos que siguen, describa la apariencia de estos seres. Al hacer sus anotaciones, busque datos de su aspecto y su actividad. Consulte, además, la sección Riqueza literaria como ayuda en la investigación.

Querubines

Génesis 3.24

Éxodo 25.18–22

Éxodo 37.7–9

Salmo 99.1

Ezequías 10.1–22

Serafines

Isaías 6.2, 3

Isaías 6.6, 7

Querubines, keruvim. Un ser celestial que se representa mediante figuras esculpidas en oro sobre el arca del pacto. La palabra Keruv podría estar relacionada con un verbo acadio que significa «bendecir, alabar, adorar». Keruvim se menciona noventa veces en el Antiguo Testamento, y más de treinta de esas referencias se encuentran en Ezequiel. Los Keruvim fueron vistos desde Adán hasta tiempos de Ezequiel. Véase su descripción en Ezequiel 10. La idea de que keruv significa «ángel protector» persiste (Ez 28.14). Un keruv protege, como se afirma en Éxodo 25.20. (Compárense los dos ángeles, uno frente al otro, que cubrían y resguardaban al Señor de gloria mientras su cuerpo yacía en la sepultura, Jn 20.12.)

Serafines, serafim, plural de seraf. Un ser angelical flamígero, fiero, con la habilidad de moverse suave y velozmente; también se refiere a una criatura del desierto, probablemente una serpiente, de color flamígero, y sumamente ágil. La raíz del verbo es seraph, que significa «encender o quemar». Por ello, los seraphim podrían ser ángeles de un color o apariencia flamígera, similar a una llama en su movimiento o transparencia. Sólo en Isaías 6.2, 6 la palabra se traduce «serafines»; el resto de las referencias (Nm 21.6, 8; Dt 8.15; Is 14.29; 30.6) aluden a serpientes, escorpiones y víboras. Quizá el color o el movimiento de las serpientes terrenales se asemeja al de los ángeles.

 Información adicional

Los ángeles se mencionan a lo largo de toda la Biblia. Llevan a cabo muy diversas tareas, aparecen de distintas formas y llegan de distintas maneras. Usando una concordancia o una Biblia con referencias temáticas, haga un informe comparativo de las actividades características de los ángeles. Ello le ayudará a comprender mejor el propósito y la obra de estos seres. Tal vez quiera incluir algunos, o todos, de los siguientes detalles que las Escrituras proveen respecto a los ángeles en cada caso.

Apariencia

Palabras que pronuncia

Modo de movimiento

Nombre

Tipo de ángel

Propósito del ángel

Acciones

Ropa

Presentación

Quizás haya otros aspectos en estas situaciones que desee mencionar. Siéntase en libertad de agregarlos a esta lista y de escribir comentarios especiales a medida que avanza.

Las Escrituras indican que hay una jerarquía definida entre las huestes angelicales, aunque en la mayoría de los casos no se describe con claridad. Estudiaremos los que se definen simplemente como ángeles, junto al más enaltecido de estos seres conocido como «arcángel». La Biblia no dice nada que sugiera que la apariencia y los deberes de los arcángeles difieran a los de ángeles de menor jerarquía, excepto que se reconoce su liderazgo entre ellos.

Con estas categorías en mente, analice las descripciones que encontramos en las Escrituras. No olvide anotar lo que se dice de su apariencia y de sus tareas específicas.

Arcángeles

Daniel 10.12, 13, 20, 21

1 Tesalonicenses 4.16

Judas 9

Ángeles, huestes celestiales

Génesis 19.1–5

Salmo 91.11

Salmo 104.4

Salmo 148.2

Lucas 1.11–20

Lucas 2.9–15

Después de considerar los versículos anteriores, ¿cuál es su impresión respecto a los diversos ángeles?

¿Qué ha aprendido de los ángeles que le haya sorprendido?

En su opinión, ¿qué es lo más importante que ha aprendido en esta lección? ¿Por qué?

Anote algunas de las verdades aprendidas de las que cree afectarán perdurablemente su vida. Ore respecto a ellas y pida al Señor que lo ayude a vivir de acuerdo a lo que le está enseñando.

Los ángeles caídos

Isaías 14.12–14 relata la historia de Lucifer (Lucero), que en algún momento fue un ángel del Señor, pero que fue expulsado del cielo a causa de su pecado. Ahora conocemos a este ángel caído como Satanás, puesto que ha perdido el derecho de llevar el nombre que Dios le dio originalmente, así como también el de ocupar su lugar en el cielo.

Cuando Satanás fue expulsado, también expulsaron con él muchos otros ángeles que lo habían acompañado en su rebelión. Se entiende, por lo general, que estos ángeles caídos son los que ahora se desempeñan como fuerzas demoníacas del infierno, contra las cuales combatimos. Esta línea de pensamiento se basa en el hecho de que Satanás es incapaz de crear y que, en consecuencia, los demonios son indudablemente la expresión degradada de los seres divinamente creados. Aunque no está expresada en forma directa, esta tesis tiene apoyo en las Escrituras (Ap 12.9).

La idea clave que se debe tener en cuenta al estudiar este tema es que los creyentes tenemos autoridad sobre ellos en el nombre de Jesús. Remitiéndose a las siguientes referencias bíblicas, observe qué se dice acerca de los ángeles caídos y su posición actual en relación a nosotros.

Isaías 14.12–15

Mateo 25.41

Marcos 16.17, 18

Romanos 8.38, 39

Efesios 1.20–22

Apocalipsis 12.7–10

Hablar acerca del reino demoníaco puede asustar a las personas que no han llegado a comprender la posición que tenemos en Cristo. Explique cuál es la autoridad que Jesús nos ha dado sobre los demonios.

Cuando los cristianos empiezan a comprender la autoridad que tenemos en el nombre de Jesús, llegan en ocasiones a excederse en su entusiasmo por ocuparse de lo demoníaco. ¿Qué piensa que le ayudará a mantener el equilibrio en este aspecto? (Véase Lc 10.17–20.)

Al estudiar esta lección, ¿ha aprendido cosas que antes no sabía? ¿Cuáles?
¿Qué pasos dará durante la próxima semana para afianzar esas verdades en su vida?

Al finalizar este estudio, dedique un tiempo para escribir una carta de gratitud al Señor por las cosas que le ha mostrado su majestad. También por los ángeles que ha asignado para ministrarle y por la autoridad de la que goza, por medio de Jesús, sobre las obras de las tinieblas.

Resumen y epílogo: El cuadro completo

Las dos últimas lecciones nos han llevado a considerar las características de seres reales y activos en la esfera espiritual. Nos hemos dedicado a examinarlos, no por una inútil fascinación o curiosidad acerca de los ángeles, sino por la influencia que tienen sobre el resultado de nuestras oraciones y sobre el conflicto espiritual en su totalidad. Quizás no haya ninguna batalla que enfrentemos, ninguna victoria que obtengamos como creyentes en la que no intervenga, de alguna manera y más allá de nuestra visión, la actividad ministerial de los ángeles. La evidencia de las Escrituras indica que nos acompañan a medida que avanzamos centrando nuestra atención en la fe y en la batalla.

Estos capítulos han sido incluidos para ayudarle a entender mejor el campo en el que se desenvuelve como creyente en Jesucristo. En el desarrollo de esta última sección, observe cómo la Palabra de Dios reúne e integra estas verdades con lo que antes habíamos aprendido acerca de la oración y la guerra espiritual, introduciendo el tema de los ángeles en este cuadro amplio y dramático del lugar que ocupamos como soldados siervos en el Reino de Dios.

Analice paso a paso Efesios 6.10–18, agregando sus propias observaciones al comentario que sigue. Considere, sobre todo, de qué manera los tres temas centrales de esta guía de estudio se presentan armoniosamente aquí. Observe que la importancia de cada aspecto se subraya sin echar sombra ni negar la necesidad de los demás.

Efesios 6.10–18

Versículo 10: Este es un mandato a que depositemos toda nuestra dependencia en el Señor. En la vida cristiana no hay lugar para que el creyente dependa de sus propias fuerzas. En efecto, confiar en el propio poder es síntoma de debilidad espiritual, no de fortaleza. La fortaleza del Señor está a disposición de todo creyente por medio de la oración.

¿En qué aspectos le llama más el Señor a rendir su fortaleza por la de El, invitándolo a una nueva y profunda dependencia de su gracia y poder en puntos específicos de su vida?

Versículo 11: Llegar a Dios en oración es sólo el comienzo de este andar en el poder del Señor. Este versículo nos llama a adoptar una posición agresiva en la guerra espiritual. Reconocemos que la guerra espiritual no se trata sólo de oraciones, sino que, además, se requiere una estrategia. Las tácticas (asechanzas) del diablo consisten en planes calculados para provocar la caída del Reino de Dios. A nosotros se nos llama a apoyar y a extender su Reino mediante la estrategia de batalla indicada por nuestro Señor. En este sentido, la guerra supera a la oración, en tanto ofrece una estrategia para la victoria y no sólo un informe circunstancial.
¿Qué estrategias percibe que el Señor quiere poner en práctica a través de su vida de oración? ¿Puede comprender de qué manera lo conduce hacia un plan definitivo para alcanzar la victoria? Describa lo que encuentra.

Versículo 12: No contendemos en la esfera física, enfrentando enemigos de carne y sangre, sino que nuestra lucha es en el terreno espiritual. Nuestro enemigo debe ser entendido como un ser perteneciente al mundo espiritual invisible. Por lo tanto, es esencial que obtengamos una adecuada comprensión de la autoridad que rige en ese terreno.

NOTA: Este versículo describe un cuadro de niveles de autoridad espiritual. Los términos «principados», «potestades», «gobernadores de las tinieblas de este siglo» y «huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» son todos vocablos que denotan diferentes ubicaciones en cuanto a supervisión y autoridad espirituales. Estos términos van desde aquel que sólo tiene dominio sobre una sola persona o un grupo de ellas, hasta la descripción de Satanás como ser que gobierna todo el mal en la tierra. Esta descripción se incluye para destacar que, al enfrentar al enemigo, tenemos que estar preparados para luchar contra algunas entidades mayores y otras menores. Es necedad pensar que todos los demonios y poderes del infierno tienen la misma fuerza, porque esa actitud hará que estemos mal preparados para las batallas que tendremos que enfrentar.

Pídale al Señor que le muestre en qué formas usted tiende a luchar más bien contra enemigos de «sangre y carne» en lugar de luchar contra los príncipes de maldad que ocasionan el pecado humano, la rebelión, la inmoralidad y la confusión política, la corrupción o la guerra. ¿De qué manera debiera manifestarse este aprendizaje en una conducta equilibrada, en la que la sensibilidad y la acción social vayan unidas a la oración hecha con discernimiento y a la lucha espiritual apasionada e intercesora?

Versículos 13–17: Por otra parte, se nos instruye a tomar lo que el Señor ha provisto para nuestra lucha. No sólo es de El la fortaleza, sino también las armas. Nuestras armas y nuestras tácticas fallan, pero el Señor ha provisto todo lo que necesitamos. Tome todo lo que El le ha dado para que pueda mantenerse firme hasta que concluya la batalla. Esto requiere nuestra disposición a adoptar (de manera agresiva) y a recibir (voluntariamente) la armadura (vestimenta apropiada para la lucha) que el Señor provee. Si lo hacemos, nos encontrarán en pie cuando la batalla haya terminado.

La lección 7 contiene un análisis detallado de cada una de las partes de la armadura que se mencionan en estos versículos. Observe el esquema que trae esa lección y repase el valor de la armadura de Dios. Recuerde otra vez, esta armadura está destinada a proteger cada área de su vida, pero sólo será efectiva si se usa el equipo completo.

Ahora bien, escriba una reacción personal ante cada una de las partes de la armadura que Dios ofrece: acéptela. Póngase como una acción concreta, en actitud de oración.

Versículo 18: La conclusión de este pasaje es un llamado a la oración. La ubicación que tiene este versículo en el contexto muestra claramente que toda nuestra preparación y participación en la batalla tiene lugar mediante la oración.
Sintetice las decisiones a las que ha llegado a lo largo de su estudio sobre este tema.

Las áreas de la oración, la guerra, y las realidades del campo espiritual no se pueden separar. Hacerlo sería debilitar a las demás hasta tomarlas ineficientes. Pero en Cristo, en su poder y en su activa presencia, es posible vivir a la altura de todo lo que El ha hecho para nosotros en la medida que aceptemos su comisión, que vistamos su armadura y, con oración, ataquemos los poderes de las tinieblas en el campo de batalla espiritual.

¡Levántese, estimado compañero de armas!

¡Lleve consigo esta comisión y crea! ¡Observe la forma en que se va convirtiendo en un guerrero victorioso en el ejército de Dios!

No hay comentarios:

Publicar un comentario