lunes, 22 de octubre de 2018

Lección 5e—Restauración y recompensa de Israel



Daniel 9.1–27

A todo el mundo le gusta un buen misterio. El estímulo de lo incierto nos mantiene observando o leyendo. ¡Queremos descubrir cómo se resolverá el conflicto, cómo los detalles encajan en su lugar y cómo terminará todo!


En la ancianidad de Daniel, él estudiaba las Escrituras y buscaba al Señor para descubrir cuándo concluiría la cautividad de los judíos en Babilonia. Anhelaba el cumplimiento de las promesas de la gracia de Dios a Israel. El recuento que se nos da en el capítulo nueve revela el destino y calendario de Dios para la restauración de los judíos y Jerusalén.

De la profecía de Jeremías, quien profetizó a los judíos en Jerusalén antes y durante las deportaciones, Daniel observó que las «desolaciones de Jerusalén» durarían un total de setenta años (Jer 25.11; 29.10–14). Daniel se dio cuenta de que se acercaba a la culminación de este período profético.

Más adelante en este capítulo, un mensajero angélico reveló otro misterio: después de una serie de secuencias de otros «setenta sietes» el Mesías de Israel establecería el Reino de Dios. En ese tiempo las misteriosas visiones recibidas acerca del futuro, a las que a menudo se refiere como los «tiempos de los gentiles», se resolverán y cumplirán.

Oración de Daniel por su pueblo Daniel 9.1–19

Daniel empezó su exilio en el 605 a.C., como un adolescente, primero sirviendo en la corte del rey Nabucodonosor. Continuó sirviendo después que el Imperio Babilónico cayó ante los medos y los persas. Ahora, en el 538 a.C., durante el gran gobierno del rey medo persa Ciro, se nos dice que Darío «vino a ser rey sobre el reino de los caldeos» (Dn 9.1). Daniel, después de casi setenta años en el exilio, continuaba sirviendo como asesor en la corte.

 Fe viva

El estudio de la profecía de Jeremías estimuló a Daniel a orar. Para el cristiano consciente, la profecía no es ni un escapismo ni una distracción del ministerio presente. Es más bien una motivación elevada y santa para el presente. Dios el Padre, Juez del cielo y de la tierra, nos llama a santidad, para que podamos escapar de la ira que vendrá (1 Ts 1.9–10). Una comprensión sensible de la profecía estimula el arrepentimiento personal e intercesión por otros.

¿Cómo mostró Daniel sinceridad y tristeza piadosa al interceder ante Dios por sus hermanos rebeldes? (y. 3)

Compare las acciones de Daniel con las de Jacob y Job en Génesis 37.31–35 y Job 42.5–6.

¿Cómo el ayuno y la oración son respuestas apropiadas a la profecía?

¿Cómo reconoció Daniel la justicia de Dios y el pecado de Israel?

¿A qué atribuía Daniel que su pueblo estuviera en el exilio? (Dn 9.11)

De acuerdo a la Ley de Moisés (Lv 25.1–5), ¿qué debía ocurrir en Israel cada siete años?

Según Levítico 26.33–35 este mandamiento se desobedeció y ahora había que pagar las consecuencias. ¿Cuánto tiempo tendrían los judíos que permanecer exiliados en tierra extranjera?

La cautividad babilónica no fue una casualidad histórica. Más bien fue un período soberanamente forzoso para que la tierra gozara de «sus días de reposo» (Lv 26.34). Fue para compensar la larga violación del Sabbat del Señor.

En Deuteronomio 30.1–3, 10, ¿qué les dijo Dios a los judíos que tenían que hacer para que se les permitiera regresar a la tierra de Israel?

En Daniel 9.16–19 el profeta presentó su petición a Dios:

¿Quién era oprobio entre el pueblo?

¿Quién era conocido como misericordioso?

¿De quién era la reputación que estaba en juego?

La profecía de las setenta semanas Daniel 9.20–27

En respuesta a la oración penitente y ayuno de Daniel, Dios envió a su arcángel Gabriel, dándole a Daniel una respuesta enigmática que es uno de los pasajes proféticos más difíciles de las Escrituras. Algunos de los sucesos que se predicen se han cumplido con exactitud literal y otros, que aún no se han cumplido, proveen el marco para el tiempo del fin.

La profecía de Gabriel es sobre la venida y crucifixión de Cristo, cuando pondría fin a las transgresiones y reconciliaría al hombre con Dios. Pero su reino de «justicia perdurable» no ha venido con pleno poder y aún no se ha ungido al «Santo de los santos».

Los profetas del Antiguo Testamento no vieron el doble cumplimiento de la venida del Mesías (Ef 3.3–7). Cuando Jesús leyó las Escrituras en la sinagoga en su pueblo de Nazaret, se detuvo a mitad de la sección seleccionada de Isaías (Is 61)., y dijo: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros» (Lc 4.16–21). 

No leyó el pasaje completo, porque sólo la primera mitad está relacionada con su primera venida. El «día de venganza» (Is 61.2b) pertenece a su Segunda Venida.

¿Cuántos períodos de semanas (literalmente «sietes») están determinados para el pueblo de Daniel y la santa ciudad de Jerusalén? (9.24)

La siguiente tabla de The Believer’s Study Bible [La Biblia de estudio del creyente] muestra una comprensión dispensacional de las setenta semanas de Daniel:



Sin embargo, los que estudian el método clásico (no dispensacional) a la interpretación profética, no ven el valor literal expresado en la frase «setenta semanas», como refiriéndose precisamente a 490 años. Los que se adhieren a esto notan que en ninguna parte se dice que las «semanas» (literalmente «sietes») sean años. En lugar de eso, tales estudiantes comprenden el uso de Daniel del término «setenta semanas» más o menos como comprenden el uso de Jesús de «setenta veces siete» cuando instruye a Pedro a perdonar sin medida (Mt 18.21–22). Es evidente que la intención de Jesús era que Pedro perdonara generosamente, sin pensar en llevar un conteo de las veces que ha perdonado, sólo para negarse a perdonar la ofensa #491. Los que sostienen el punto de vista clásico de la profecía ven el uso de Daniel de las «setenta semanas» en forma similar, como refiriéndose a un período muy largo, indefinido, en el cual se castiga a Israel por sus transgresiones. En cualquier caso, sin embargo:

¿Cuáles son los seis propósitos principales que se indican para este período? (Dn 9.24)

¿Cuándo empieza a marcar el reloj profético de Dios? (Véase y. 25.)


El retorno del exilio. Cuando el persa Ciro capturó Babilonia en el 539 a.C., quedó despejado el camino para que Judá iniciara el retorno a su tierra natal. Dos grandes expediciones se pusieron en marcha, una en el 537 a.C. y otra en el 458 a.C.2

¿Por qué el mensajero de Dios dividió la semana sesenta y nueve en dos partes? (Dn 9.24–27)

Los setenta sietes se dividen en tres secciones: siete, sesenta y dos, y uno. La primera sección de sietes se debía contar desde el tiempo que se diera el decreto «para restaurar y edificar Jerusalén». Esto se piensa que lo llevó a cabo el gobernante medo persa Artajerjes Longímano (véase Neh 2.5) el 14 de marzo de 445 a.C.

Los que usan esta fecha creen que las sesenta y nueve semanas completas llegaron a su fin cuando Cristo hizo su entrada triunfal en Jerusalén como el Mesías de Israel en el Domingo de Ramos (Sal 118.22–26; Lc 19.28–44; Ro 8.22–23; Zac 9.9). Cuatrocientos ochenta y tres años proféticos de 360 días cada uno son igual a 173,880 días. Sir Robert Anderson calculó que esto era exactamente el período entre el 14 de marzo de 445 a. C. y el 6 de abril de 32 d.C., contando el período entre 1 a.C. y 1 d.C. como un año. Esta fecha habría sido el Domingo de Ramos, cuando Jesús fue rechazado como el Mesías por el Israel nacional. ¡Asombroso!3

Otros ven que el ciclo de las sesenta y dos semanas comienza en 457 a.C. y concluye 483 años más tarde cuando Juan bautizó a Jesús en el río Jordán (véase Lc 3.22–23). Sugieren que puesto que Jesús recibió este «ungimiento» con el Espíritu Santo en ese momento y empezó a «predicar el evangelio del reino de Dios y decir: El tiempo se ha cumplido», que fue allí que Dios le reconoció como el «Mesías» y el ungido.

Mesías, mashiach; Strong #4899: El Ungido. Esta palabra, mashiach, aparece 39 veces en el Antiguo Testamento y proviene del verbo mashach, que significa: «Ungir» o «consagrar a una persona con el santo aceite de la unción». Mashiach describe al sumo sacerdote (Lv 4.3, 16) y a reyes ungidos, tales como Saúl (2 S 1.14) y David (2 S 19.21; Sal 18.50). En los Salmos y en Daniel, mashiach designa particularmente al heredero ungido de David, el rey de Israel y gobernante de todas las naciones (véanse Sal 2.2; 28.8; Dn 9.25, 26). Cuando los primeros seguidores de Jesús se referían a Él, le llamaban Jesús el Mesías, o en hebreo, Yeshua ha-Mashiach. «Mesías» o «Ungido» equivale a Christos en griego; de ahí surge la forma castellana «Cristo». Siempre que al Señor se le da el nombre de «Jesucristo», se le está llamando: «Jesús, el Mesías».

La profecía decía que al Mesías, que se puede traducir el «Ungido», se le quitaría la vida abruptamente sin recibir su parte del Reino (Dn 9.26). Los primeros 483 años de la profecía de Daniel culminaron con la crucifixión del Señor Jesucristo en Jerusalén, la «ciudad de nuestro Dios».

Nuestro Señor, desde el mismo principio de su existencia terrenal, estuvo estrechamente ligado a Jerusalén y al templo allí. Se narra que visitó siete veces la ciudad capital, cada una con especial interés en el templo.

«Cinco templos son importantes en la historia judía: 1. El templo de Salomón (c. 1000 a.C.), símbolo del pasado glorioso de Israel; 2. el templo de Zorobabel (c. 536 a.C.), una estructura muy inferior construida por los judíos a su regreso del cautiverio babilónico; 3. el templo de Herodes, comenzado alrededor del 19 a.C., se construyó para reemplazar el edificio de Zorobabel. Era un edificio magnífico en el servicio de la época de Jesús, pero Tito lo destruyó en el 70 d.C.; 4. el templo del anticristo, construido bien sea antes o durante la primera parte de los tres años y medio de la tribulación, pero que será destruido por el terremoto final antes de que Jesús vuelva; 5. el templo de Jesucristo, edificado al principio del reinado milenial de Jesús sobre la tierra».

De acuerdo a Daniel 9.25, ¿cuántas semanas deben pasar desde el tiempo del decreto para restaurar y edificar Jerusalén hasta la venida del Mesías?

¿Cuáles dos rasgos menciona Daniel 9.26 que ocurren después de la semana sesenta y nueve?

¿Cómo da cumplimiento la destrucción de la ciudad y del templo por Tito en el 70 d.C. a esta fase de la profecía?

Compare el «príncipe que ha de venir» con la bestia del mar en Daniel 8 y el «cuerno pequeño» de 7.8.

A este período final de siete años en las setenta semanas de Daniel los intérpretes futuristas comúnmente lo conocen como la «Gran Tribulación» debido al sufrimiento y rigurosa prueba que soportarán los que vivan en la tierra en ese tiempo. Los intérpretes clásicos, sin embargo, ven el cumplimiento inicial de las secciones proféticas de Daniel en sucesos históricos pasados, con el cumplimiento final de muchas profecías a experimentarse al final de esta era.

Los futuristas proyectan este período final de los «tiempos de los gentiles» diciendo que empiezan cuando el anticristo haga un pacto para proteger a Israel por un período de siete años (Is 28.14–17). La primera mitad de ese tiempo (42 meses; Ap 13.1–5) los judíos la conocerán como «principio de dolores» (Mt 24.8). Se caracterizará por la conquista, guerra, hambruna, persecución y muerte (Mt 24.6–12; Ap 6.1–8), conforme el anticristo reúne una coalición de naciones bajo su poder y persuasión (Ap 13.3–5).

Sin embargo, en medio de la septuagésima semana de Daniel (después de 31/2 años), el anticristo cambiará su posición hacia los judíos y exigirá que lo adoren. Esta es la «abominación desoladora» a la cual se refieren Daniel y Pablo (Dn 9.27; 2 Ts 2.2–4). Le sigue un período conocido como la «Gran Tribulación» (Mt 24.21, 29; Mc 13.19, 24; Ap 7.14). Incluirá la profanación del templo, gran persecución a Israel y los juicios más severos del período de la tribulación al derramar Dios su ira (Ap 6.17).

El período final de siete años concluye «después de la tribulación de aquellos días» con la Segunda Venida de Jesús, el Mesías (Mt 24.29–31; Ap 19.11–21). A continuación, Jesús establecerá su Reino y regirá con sus santos sobre la tierra durante mil años (Ap 20.4–6), y luego por toda la eternidad con un nuevo cielo, una nueva tierra y una nueva Jerusalén (Ap 21).

 Fe viva

Independientemente de cuál método de aproximación a la profecía nos convenza más, ¿qué diferencia debería hacer en nuestras vidas este estudio de la profecía de los últimos tiempos? ¿Cómo deberíamos vivir mientras esperamos la venida de nuestro Señor?

          Romanos 13.11–14 enfatiza una elevada norma de conducta moral, especialmente en vista a la cercanía del regreso de Cristo. Lea este pasaje y luego comente sobre los dos llamamientos a la excelencia moral que hace Pablo, uno que lo indica de manera positiva (algo que debemos hacer) y otro de forma negativa (algo que no debemos hacer).

El positivo:

El negativo:

Para cada uno, indique al respecto cómo es su vida ahora:

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