Apocalipsis 20.4–22.21
En la secuencia de las visiones de Juan, el período
milenial de mil años se levanta como un valle pacífico entre las dos grandes
batallas mundiales: la batalla del Armagedón (Ap 19.11–21) y la rebelión de Gog
y Magog (Ap 20.7–10). En este escenario largamente esperado el Rey consuma su
gobierno y reinado sobre la tierra.
Los santos reinan con
Cristo por mil años Apocalipsis 20.4–6
¿De quién se habla específicamente que vivirá y
reinará con Cristo durante este período de mil años?
Compare y haga un contraste entre esta promesa y las
dadas en Apocalipsis 2.26–28; 3.12, 21; 12.11 y 1 Corintios 6.2–3.
¿Qué similitudes puede ver con el relato del «Anciano
de días» de Daniel 7.9, 22 y 27?
¿Qué término se usa en Apocalipsis 20.5 para describir
esta experiencia común de estos santos?
¿Cuándo resucitará el resto de los muertos para
enfrentar el juicio? (Véanse 20.5–6, 12–15; Jn 5.28–29.)
¿Qué indica que estos creyentes resucitados serán
recompensados con responsabilidades políticas y religiosas?
La liberación y el fin del adversario Apocalipsis
20.7–10
. ¿De dónde vienen las «naciones» cuando a Satanás se
le permite engañarlas después de su liberación de su encarcelamiento milenario?
(Véanse Is 66.18–23; Mt 19.28; 25.31–46.)
Interpretaciones
de Apocalipsis 20.1–6
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Posmilenarista
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Amilenarista
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Premilenarista*
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Cristo volverá después
de los mil años. Una edad dorada sobre la tierra viene por el triunfo del
evangelio mediante la iglesia.
Algunos ven los
mil años como literales, pero otros los ven como simbólicos
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No hay mil años
literales del Reino de Cristo sobre la tierra.
Se ve a Cristo
actualmente reinando en:
1) los corazones humanos, 2) los cielos, o 3) la iglesia.
Se entiende que
los mil años representan simbólicamente un periodo extenso.
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La venida de
Cristo precederá al establecimiento de su Reino literal sobre la
tierra.
Cristo y sus
santos reinaran con Él sobre la tierra en cumplimiento de la profecía del AT
y del NT.
Se entiende que
los mil años predicen un Reino futuro literal de paz y justicia sobre la
tierra.
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*Este punto de
vista explica mejor el cap. 20 y es el que se apoya en las notas de estudio.
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¿Qué revela Apocalipsis 20.8b acerca de la explosión
demográfica durante el Milenio?
«Al final de los mil años, Satanás será suelto de su
prisión para engañar otra vez a los que moran en la tierra. Parece que muchos
de los que se sometieron a la regla de Cristo durante el milenio, lo hicieron
sin estar internamente comprometidos con el Señor. El engaño final de Satanás
los separa de aquellos que se habían sometido sinceramente al Señor. Esta es la
última insurrección que tolerará el Señor. Satanás será enseguida lanzado en el
lago de fuego y atormentados… por los siglos de los siglos».
Aun cuando Satanás fue condenado en la cruz, su sentencia
final se ha detenido hasta que nuestro soberano Dios haya acabado de usarlo
para sus propios propósitos. Ahora, después del Armagedón, Satanás es echado
«en el lago de fuego y azufre». Compare este lugar con el sitio «preparado para
el diablo y sus ángeles» mencionado en Mateo 25.41.
¿Quién ya está en el «lago de fuego»? (Véase Ap
19.20.)
¿Cuándo se les unirán en este lugar de tormento eterno
los no salvos de todas las edades? (Véanse Lc 16.22–24; Ap 20.11–15.)
Si la bestia y sus ejércitos ya han sido destruidos
(Ap 19.l9ss), ¿quién es Gog y Magog? (Ap 19.8)
¿Cuán numeroso es el ejército de rebeldes que Satanás
reúne para rodear «el campamento de los santos y la ciudad amada»?
¿Qué sabemos del amor de Dios por la ciudad de
Jerusalén? (Véanse Sal 78.68; 87.2.)
¿Cómo trata Dios con los rebeldes y con el diablo que
los engañó?
El juicio del gran trono blanco Apocalipsis 20.11–15
Este juicio final de los muertos incrédulos se coloca
en contraste con el juicio de recompensas ante el tribunal que experimentan los
creyentes (1 Co 3.13–15; 2 Co 5.9–10).
¿Cómo son juzgados los muertos? (Véase Ap 20.12–13.)
¿Habrá grados de castigo para los incrédulos? (Véase
Mt 11.20–24.)
¿Cuál es el destino final de los que son juzgados?
(20.14–15)
El cielo y la tierra renovados Apocalipsis 21.1–8
Dios originalmente creó la tierra y la atmósfera
celestial que la rodea para que fuera el hogar permanente del hombre. La
declaró «buena» y delegó al hombre el gobierno del planeta tierra. Pero cuando
el hombre cayó de su lugar de relación con Dios, también perdió su derecho de
gobernar esta tierra.
Desde entonces «toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora» (Ro 8.22), conforme los designios
destructores de Satanás se multiplican. En Apocalipsis 21, con la eliminación
de Satanás, la redención de Dios alcanza incluso a su creación al renovar el
cielo y la tierra.
¿Cómo podrían apuntar las predicciones de Pedro (2 P
3.10–13) a este suceso posmilenarista?
¿Qué indica que la nueva tierra tendrá también un
medio diferente? (Compárese Ap 21.1 con 22.1.)
No sólo Dios ha planeado un nuevo medio para su
pueblo, sino también una nueva experiencia de intimidad. Antes, Pablo explicó
que «vemos por espejo, oscuramente», pero «cuando venga lo perfecto», veremos y
nos relacionaremos «cara a cara» (1 Co 13.12). Juan explica (Ap 21.3) que en la
nueva tierra Dios ha decidido poner el «tabernáculo» con nosotros; morar con su
creación de una manera nueva e íntima.
El versículo 4 indica que los ciudadanos del reino
celestial también tendrán nuevas emociones. ¿Qué cosas negativas dejarán de
existir? (Véanse los vv. 3–4.)
Los «vencedores» heredarán las «nuevas» cosas
mencionadas en los versículos 1–6. Repáselas y resúmalas aquí.
La gloria de los vencedores se contrasta en el
versículo 8 con el destino de los malos cuyos nombres «no se halló inscrito en
el libro de la vida» y fueron lanzados al lago de fuego. ¿Cómo se llama esta
experiencia? (Véase Ap 21.8b.)
La nueva Jerusalén
Apocalipsis 21.9–22.5
Si la nueva Jerusalén es la novia de Cristo y si los
cristianos son los habitantes de dicha ciudad, las Escrituras se referirían a
los creyentes, los habitantes de la nueva Jerusalén, como la Esposa de Cristo.
(Compárese Ap 21.2, 9–10.)
¿Cómo describe Juan la luz que emana de la ciudad
santa?
¿Qué piedras y metales preciosos se mencionan como
transparentes y cuáles como adornos?
¿Qué hay de singular respecto a la construcción de la
muralla, las puertas y el cimiento de la ciudad?
Esta nueva Jerusalén, la ciudad capital del «nuevo
cielo y la nueva tierra», es también singular por lo que no hay allí. Este
estado eterno se distingue del período milenial por las cosas que faltan.
¿Cuántas cosas faltantes puede hallar en los siguientes versículos de
Apocalipsis 21 y 22?
• 21.4
• 21.22
• 21.23; 22.5
• 21.25; 22.5
• 21.27
• 22.3
Los primeros dos versículos de Apocalipsis 22 nos
hablan de un río de vida «que salía del trono de Dios y del Cordero». ¿Cómo se
compara esto con el agua que Jesús dijo que daría? (Compárense Jn 7.37–39 y Jn
4.13–14.)
El río estaba localizado en medio de una calle en la
nueva ciudad. A cada lado de las orillas del río hay un árbol especial. ¿Cómo
se llama?
¿En qué parte de las Escrituras recuerda haber leído
acerca de este árbol? (Véanse Gn 2.9; 3.22; Ez 47.12.)
¿Qué hay de singular respecto a su fruto y sus hojas?
Exhortación en resumen
Apocalipsis 22.6–19
En esta exhortación final en resumen, siete testigos
confirman y testifican la autenticidad del mensaje:
1. Dios a través de su ángel (Ap 22.6)
2. Juan (Ap 22.8–9)
3. El testimonio del ángel (Ap 22.10–11)
4. El Señor Jesús (Ap 22.12)
5. El Espíritu (Ap 22.17)
6. La Esposa
7. El que oye
Una afirmación final
Apocalipsis 22.20–21
Jesús reitera su promesa de regresar. Sirve como una
aseveración final de esa bendita esperanza.
Añadida a esa esperanza, Juan nos recuerda la gracia
de Dios. Se levanta en agudo contraste con la ira y los juicios que ha revelado
en «el resto de la historia».
«Entre las últimas palabras de la Biblia está esta
promesa del Señor Jesús: “Ciertamente vengo en breve”. Esta bendita esperanza,
la cual fue anunciada por los ángeles y declarada por los apóstoles, es
reiterada con ternura por el Señor, al concluir el sagrado texto que contiene
su Palabra. Es como si deseara decir: “Hay mucho en mi Palabra a que ustedes
deben prestar atención, pero no dejen que esta esperanza sea opacada; yo
regresaré pronto”. En compañía de Juan, digamos nosotros también: “Sí, ven,
Señor Jesús”».
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