Uno no puede comprar víveres en la mayoría de los
supermercados sin enfrentarse con profecía popular: las predicciones en los
tabloides acerca de lo fantástico, estrafalario y ridículo.
¿Por qué tanta gente compra semejantes tonterías?
Porque la humanidad parece tener un insaciable interés
en el futuro y los acontecimientos poco comunes. Por consiguiente, muchos caen
como víctimas incautas de charlatanes que difunden verdad y error en proporciones
digeribles, atrapando almas crédulas. Es más, engañan a algunas personas
deliberada o diabólicamente.
La profecía bíblica no es así. Sus predicciones no son
sólo confiables, sino inspiradas divinamente: «Entendiendo primero esto, que
ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la
profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 P 1.20–21); «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin
de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra» (2 Ti 3.16–17).
En contraste a las adivinanzas de las predicciones
humanas, hay por lo menos cuatro pruebas de buena fe para la profecía bíblica:
1. debe pronunciarse antes de que el suceso ocurra;
2. debe contener cierto número de detalles que
excluyan la adivinanza;
3. debe haber suficiente tiempo entre la predicción y
el cumplimiento que afirme los hechos; y
4. debe haber un develamiento del futuro que excluya
de antemano la simple percepción humana.
Al abordar el «tiempo del fin» y el cumplimiento de
las profecías de los «postreros días» en Daniel y Apocalipsis, vemos
importantes similitudes, simetría y secuencia. Mirando a través de sus ojos
podemos ver la historia de antemano. Aprendemos de imperios mundiales en
ascenso y caída y el Reino venidero de Dios. Vislumbramos la política mundial y
las intrigas entre la iglesia y el estado. Nos asombramos ante los esfuerzos
del mal obrando en la tierra, pero nos regocijamos al ver las fuerzas
espirituales de Dios anulando con su justicia los acontecimientos mundiales.
Fe viva
¿Cómo se distingue la verdadera profecía bíblica de
las predicciones de la prensa sensacionalista que puede leer en las cajas
registradoras de los supermercados?
Alguien ha descrito la insaciable curiosidad por saber
y hablar de «algo nuevo» como «atenianismo». (Véase Hch 17.16–21.) ¿Cuál fue la experiencia de Pablo con esta
práctica?
¿Qué opina respecto a los predicadores que tal vez
usan el estudio de la profecía bíblica como una «estratagema» para lograr que
la gente asista a su iglesia o reuniones especiales? ¿Por qué?
¿Cómo usó Pedro la profecía para atraer a los incrédulos
en Hechos 3.12–26? ¿Cuál fue el resultado? (Véase Hch 4.4.)
¿Qué opina respecto a las personas e iglesias que
hacen de la profecía, o de un sistema común de interpretación de la profecía,
la base para la comunión cristiana?
Algunas personas hacen objeciones al estudio de la
profecía. Dicen que es inútil, que sólo conduce a convertirse en soñadores.
Dicen que concentrarse en la profecía distorsiona la realidad y aleja a los
creyentes sinceros del servicio y actividad en la obra de la iglesia de hoy.
¿Y quién puede negar que haya habido estudiosos de las
Escrituras que han llegado a estar tan obsesionados con las profecías del
futuro que han descuidado los propósitos actuales de Dios? Su búsqueda deseable
de madurez espiritual se va por la tangente en la búsqueda menos deseable de
saber más emocionantes conjeturas respecto a los acontecimientos futuros. El
equilibrio y el discernimiento siempre son necesarios al abordar cualquier
verdad de las Escrituras.
Otros incluso se mofan de la profecía. La ven como
simples escritos del hombre; difíciles de comprender con certeza. Sin embargo,
Dios parece considerar importante la profecía: cuando se escribió el canon de
las Escrituras, más de una cuarta parte fue predicción profética.
«La palabra canon significa caña”, específicamente una caña con marcas graduadas que se usaba para medir
longitud. La palabra se refiere a la lista de libros individuales que a la
larga se juzgaron como autoritativos e incluidos como parte del Antiguo y Nuevo
Testamentos».
En el Antiguo y el Nuevo Testamentos hay libros
completos que son, en esencia, profecías (cf. Zac, 1 Ts, Ap). ¡Algunos han
calculado que casi el noventa por ciento de los acontecimientos profetizados en
la Biblia aún no han ocurrido!
El Dr. Wilbur M. Smith, en su libro You Can Know the
Future [Usted puede conocer el futuro], ha calculado que hay alrededor de
165,000 «palabras de profecía de predicción en la Biblia. Esto equivale
aproximadamente a dos tercios de todo el texto del Nuevo Testamento. Y, lo que
estoy seguro será sorpresa para muchos, es que hay más material profético en
Mateo, Marcos y Lucas que el que hay en todo el libro de Apocalipsis».
Los valores espirituales
de la profecía
¿A qué Pedro compara y contrasta la profecía en 2 Pedro 1.16–19? ¿Cómo explica su valor?
¿Cómo aumenta la profecía nuestra confianza en la
Biblia y la seguridad en nuestra vida personal?
2 Timoteo 3.1–5
2 Tesalonicenses 2.1–5, 15–17
¿Cómo fomenta y estimula la vida santa el estudio de
la profecía?
Colosenses 3.4–5
2 Pedro 3.1–13
¿Cómo ayuda el estudio de la profecía a que lo
invisible sea más real para nosotros?
¿Cómo ayuda el estudio de la profecía en tiempos de
depresión o circunstancias difíciles?
Romanos 5.2–3
Romanos 8.18
2 Tesalonicenses 2.1–5
¿Cómo influye la fe en la venida del Señor en nuestras
ambiciones y servicio?
Jeremías 45.5
Juan 5.44
¿Cómo influye la «esperanza bienaventurada» del
regreso de Cristo en nuestras actitudes hacia las divisiones dentro de la
iglesia?
Efesios 4.1–3
Tito 2.11–13
2 Pedro 3.13–18
¿Cómo consuela la profecía al enfrentar aflicción y
tristeza?
Juan 14.1–3
1 Tesalonicenses 4.13–18
Pautas para interpretar la
profecía
Aun cuando la
profecía bíblica ha sido sobrenaturalmente revelada, inspirada e iluminada en
nuestros corazones por la Luz del Mundo y por su Espíritu de Verdad, admitimos
que algunos pasajes son difíciles de comprender. Necesitamos algunas pautas
para interpretar la profecía.
Por ejemplo, Daniel interpretó sueños y Juan tuvo
visiones de Apocalipsis. Cada una de estas experiencias se comunica con
símbolos extraños y figuras del lenguaje. ¿Cómo debemos comprenderlas? ¿Qué
hechos del futuro quiere Dios que comprendamos? ¿Qué quiere Dios que hagamos
como resultado?
Es natural estudiar Daniel y Apocalipsis juntos puesto
que algo de cada capítulo de Daniel se cita en Apocalipsis o tiene asombrosas
similitudes. Por ejemplo, compare los siguientes pasajes paralelos de profecía:
DANIEL
|
APOCALIPSIS
|
7.7
|
12.1–6
|
7.13
|
1.7
|
7.19
|
1.14
|
7.7, 20
|
5.5–7
|
7.9, 22
|
20.4
|
8.10
|
12.4
|
12.4, 10
|
22.10–15
|
La primera y más importante pauta para estudiar la
profecía es buscar el significado evidente y normal de las palabras y
situaciones descritas dentro de su contexto histórico. No acuda a un pasaje
profético con una conclusión preconcebida ni con un sistema de interpretación
dentro del cual encajarlo a la fuerza. Deje que el contexto gramatical e
histórico comunique el significado claro y sencillo, y luego incorpore ese
significado a lo que ya conoce.
Una segunda pauta para interpretar la profecía es:
compare una profecía con otra, especialmente profecías similares. Cada profecía
revela un poco más del plan total de Dios para las edades. A menudo hay
referencias que se superponen y tienen correspondencia en unas pocas o varias
profecías, aun cuando quizás se separan en cientos de años la una de la otra.
(Compare la descripción del «Anciano de días» en Daniel 7.9–14 con «uno semejante al Hijo del Hombre» en Apocalipsis 1.13–16 y el Cordero en el capítulo 5.8–14.)
Una tercera pauta para interpretar la profecía es
recordar que el tiempo del cumplimiento puede ser incierto. Desde el lado de
Dios en cuanto a la eternidad los elementos están completos y la profecía es ya
un hecho. Desde el punto de vista del hombre, los sucesos futuros aislados
parecen confundirse en uno, como una persona que mira una cordillera puede ver
dos picos como si fueran uno solo, sin percibir el valle que los separa o el
tamaño o sus características únicas.
Este principio sugiere que las profecías bíblicas
pueden tener varias capas de cumplimiento. Como ejemplo, explique el lapso en
el cumplimiento de la profecía de Isaías respecto a la venida del Mesías en los
siguientes pasajes:
Isaías 9.6–9
Isaías 11.1–5
Isaías 61.1–3/Lucas 4.16–21
Algunos de los sucesos profetizados en el libro de
Daniel empiezan a suceder en los días de Babilonia, Persia y Grecia, ¿durante
el reinado de qué reyes? (Véanse Dn 2.11–4.37; 5.1–31; 6.1–28; y 10.1–11.1.)
Pero esas profecías se cumplieron sólo parcialmente en
ese tiempo. Los estudiosos clásicos verían la invasión de Jerusalén, en el
segundo siglo antes de Cristo por parte de Antíoco Epífanes (en 167–164 a. C.),
como un tipo o cumplimiento parcial de otros acontecimientos todavía futuros
que ocurrirán al final de esta edad (Dn 9.26–27; 11.21–35).
La cuarta pauta para interpretar la profecía algunas
veces se le llama la ley de la referencia doble. Una profecía puede tener un
cumplimiento tanto en el tiempo del profeta como otra en el futuro quizás
distante. Por ejemplo, la señal profética dada a Acaz en Isaías 7.14 también se refiere tanto al nacimiento del hijo de la
mujer de Isaías (Is 8.3) como al nacimiento del Mesías mediante la virgen María (Mt 1.22; Lc 1.27).
¿Cómo ilustran las siguientes porciones bíblicas esta
«ley de la referencia doble»?
Deuteronomio 28.58, 64–66
1 Juan 2.18
Sondeo a profundidad
Aun usando las cuatro pautas para interpretar la
profecía, los cristianos difieren en su método general de abordar la profecía
del tiempo del fin. Los siguientes fragmentos presentan los cinco métodos más
comunes. Aun cuando esta consideración se aplica más directamente a cómo las
personas interpretan el libro de Apocalipsis, se la indica aquí debido a que
esta guía considera a Daniel y a Apocalipsis a la luz del uno con el otro.
A través de la historia de la Iglesia, las teorías
interpretativas han sido numerosas y ampliamente divergentes. Estas han sido
clasificadas de «preterista», «historicista», «futurista», «dispensacionalista»
y «espiritual». Sin embargo, a menudo se combinan o mezclan, haciendo imprecisa
la clasificación anterior.
a. La interpretación «preterista» o
«histórico-contemporánea» considera que las visiones de Apocalipsis se refieren
en lo fundamental, si no exclusivamente, a hechos ocurridos en las décadas
finales del primer siglo d.C., durante la época del profeta Juan. La profecía
aludiría a la persecución que contra los cristianos desató la «bestia»,
usualmente identificada con Nerón o Domiciano, y proseguida después por el
gobierno romano, llamado «Babilonia». El libro de Apocalipsis fue escrito para
alentar a los creyentes con la esperanza de que Dios interviniera, y destruiría
a la «bestia», liberaría a su pueblo y establecería su Reino eterno. Algunos
preteristas defienden la tesis de que Apocalipsis sólo se ocupa de la
destrucción, en el año 70 d.C., de Jerusalén, el templo y la vieja era del
judaísmo apóstata.
b. De acuerdo con la interpretación «historicista»,
Apocalipsis contiene visiones que predicen importantes momentos y
acontecimientos de la historia humana, desde los días de Roma hasta el fin de
esta era, en la que impera el mal. En el libro se descubren veladas referencias
a varias olas de invasiones bárbaras, el surgimiento del Islam, la Reforma
Protestante, la Contrarreforma, la Revolución Francesa, la Primera Guerra
Mundial, y así por el estilo. La «bestia» ha sido identificada en ocasiones con
Mahoma, el Papa, Napoleón o algún dictador posterior. Quienes defienden esta
teoría se las arreglan ingeniosamente para encontrar en la historia política europea
el cumplimiento de algunas de las visiones apocalípticas, las cuales
responderían a un orden cronológico.
Aunque no se puede asegurar de qué acontecimientos
históricos específicos, del segundo siglo al presente, se habla en la profecía,
los sucesos históricos y movimientos mundiales ilustran una y otra vez los
principios que allí se invocan.
c. La interpretación «futurista» considera
Apocalipsis, en lo fundamental, como una profecía que se refiere a la Iglesia
en el mundo. Las siete cartas están dirigidas a siete iglesias históricas; y
los sellos representan las fuerzas de la historia—no importa lo que esta se
prolongue— a través de la misma Dios lleva a cabo su propósito redentor y de
juicio, hasta que sobrevenga el fin. Sin embargo, comenzando con el capítulo 8
ó 16, los acontecimientos descritos se refieren completamente al futuro y
contendrían las disposiciones finales de Dios sobre la historia humana.
Apocalipsis concluye describiendo una sociedad redimida que habita una tierra
nueva que ha sido purgada de todo mal, y con Dios morando en medio de su
pueblo; lo cual es la meta de la larga historia de la redención. La
interpretación «futurista» es premilenial, pero no dispensacionalista. Enseña, que
Cristo retornará para establecer un reino milenial sobre la tierra, pero no
será un estado nacional judío.
d. La interpretación «dispensacionalista» es la de más
reciente aparición en la historia de la Iglesia. El esquema
«dispensacionalista» de la redención presupone dos diferentes pueblos de Dios a
lo largo de la historia —Israel y la Iglesia— y, por lo tanto, dos planes
proféticos. Las siete cartas a las siete iglesias se interpretan
«proféticamente» como siete etapas en la era de la Iglesia. Apocalipsis 4.1 es interpretada como el Rapto de la Iglesia, que se
concibe como el arrebatamiento secreto de todos los creyentes llevados al cielo
antes de la «Gran Tribulación». El resto del libro trataría exclusivamente sobre la «Gran Tribulación» y la suerte que correría Israel a manos del
anticristo. De acuerdo con este punto de vista, Cristo regresa para destruir a
la bestia, atar a Satanás e inaugurar su reinado de mil años sobre la tierra.
Los dispensaciónalistas identifican este Milenio con el período cuando la
aristocracia judía, junto al templo, el sistema de sacrificios y la Ley de
Moisés, sean restaurados, y se cumplan literalmente las profecías del Antiguo
Testamento sobre el futuro triunfo político de Israel sobre los gentiles.
(Algo interesante es que muchos
pentecostales/carismáticos interpretan Apocalipsis y Daniel desde este punto de
vista dispensacionalista, aunque tal interpretación supondría una negación, en
todas partes salvo en la literatura profética, de los actuales dones del Espíritu.)
e. La interpretación «espiritual» o «simbólica»
encuentra en Apocalipsis relativamente pocas referencias a hechos específicos o
personalidades del pasado, el presente o el futuro; constituye, por el
contrario, una presentación de los grandes «principios espirituales» dirigidos
a alentar y guiar a los cristianos de todas las latitudes y períodos de la
historia. Las visiones simbólicas sucesivas ponen de manifiesto estos
principios. El Señor Jesucristo viviente aparece victorioso sobre el enemigo y
sus aliados. Aquellos que están junto a Él (los «llamados y elegidos y fieles»,
17.14), tendrán plenamente su triunfo. Esto revela a Dios como Juez
y Rey soberano de todo el universo creado. De este modo el bien es reivindicado
sobre el mal, la justicia sobre la injusticia. La historia mundial se mueve, en
medio de tragedias y desastres, hacia «un nuevo cielo y una nueva tierra».
Los tiempos de los gentiles
«Los tiempos de los gentiles» es la designación
bíblica de un período entre la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.
(algunos lo identifican con el principio del cautiverio babilónico en el 606
a.C.) y la Segunda Venida de Cristo. El Señor Jesucristo define este intervalo
como el tiempo cuando Jerusalén (la ciudad de la paz) estará controlada por los
poderes mundiales gentiles (Lc 21.24). Muchos ven el regreso del control judío sobre la antigua ciudad de Jerusalén en junio de 1967 como el fin de los «tiempos de los gentiles» y esperan la inminente venida de Cristo.
Bajo la inspiración divina, Daniel nos da todo el
panorama de la historia gentil (no judía). Cuatro imperios mundiales gentiles
importantes se revelan gobernando sobre Israel sucesivamente, sólo para sufrir
al final condenación y juicio. Más adelante, en estas lecciones, una
comparación de Daniel 2 y 7 con Apocalipsis 13.1–4 revelará que el cuarto imperio, Roma, será restaurado. Habrá de nuevo un «emperador» (Ap 13.3–4) y parece que regirá sobre un Imperio Romano renovado y proveerá la estructura para el cumplimiento final de las profecías
de Daniel.
Daniel recibe la instrucción de Dios: «Cierra las
palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin» (Dn 12.4). Muchos piensan que esto significa que gran parte de
los detalles en el libro de Daniel serán oscuros e irrelevantes hasta que los acontecimientos
de la etapa final del poder gentil mundial desaten el sello y el libro de
Daniel llegue a ser completamente inteligible.
Los hechos emocionantes comunes nos ayudan a interpretar la profecía
• La resurrección del estado moderno de Israel en
1948,
• la recuperación de Jerusalén después de la Guerra de
los Seis Días en 1967.
• el resurgimiento de Europa Occidental mediante la
Comunidad Económica Europea en la década de los noventa, y
• las recientes iniciativas de paz entre Israel y la OLP
en 1993 son apenas algunos de los sucesos emocionantes que hacen a los antes
oscuros pasajes de la profecía más entendibles para los estudiantes actuales de
las Escrituras. También confirman al lector con discernimiento que nuestro Dios
sigue en control de los destinos de todas las naciones.
Las lecciones que siguen en esta serie Guías para
explorar la Biblia estudiarán en más detalle los grandes acontecimientos
futuros que les esperan a los judíos, a los gentiles y a la Iglesia, según se
revelan en los grandes libros proféticos de Daniel y Apocalipsis, y basados en
los emocionantes sucesos de la historia común y corriente. Hallará que estos
estudios del futuro de la humanidad son equilibrados y creíbles. Cada uno
enfoca una cuidadosa exposición de las Escrituras y no un simple repaso de un
sistema humano de interpretación.
Queremos adquirir una apreciación totalmente nueva de
la verdad profética, a la vez que permitir que cumpla su suprema misión:
cambiar la manera en que vivimos «hasta el tiempo del fin».
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