sábado, 26 de septiembre de 2020

(INTRODUCCIÓN CONCISA) PROVERBIOS.

Libro bíblico del Antiguo Testamento. Este libro pertenece al grupo de los denominados genéricamente “poéticos y sapienciales”. Consta de una serie de colecciones que, en forma de máximas, refranes, dichos y poemas, transmiten la antigua herencia de la sabiduría de Israel.

Todos conocemos el valor del buen consejo. Escuchar a quienes son más sabios que nosotros nos da el beneficio de aprender de la experiencia que han ganado duramente. Además, nuestro crecimiento, el vivir una buena relación con los demás y el cumplimiento de nuestro trabajo, sería imposible sin la orientación de amigos que estuvieron allí antes que nosotros. Y justamente, es el libro de los Proverbios el que nos brinda ese tipo de ayuda.

Proverbios es mucho más que un libro de ayuda y de artimañas. Nos transmite un importante conocimiento y experiencia que Dios dice que debemos tener para vivir exitosamente. Estos proverbios no son solo dichos antiguos que se aplican a gente de tierras lejanas. En realidad son principios universales que se aplican en todos los tiempos y a todas las personas.

Se tratan tanto los problemas modernos como los antiguos, ya que todos ellos son parte de la misma naturaleza humana y también de los caminos del Señor. La naturaleza humana no ha cambiado desde los tiempos de Salomón, ni mucho menos ha cambiado Dios. Lo único que ha sufrido cambios es el entorno en el que vivimos.

Proverbios está escrito en poesía hebrea, con un rico modelo de retórica que mezcla con la poesía de muchas culturas un uso especial de las palabras para producir efectos, sonidos y sensaciones, intensas imágenes y lenguaje conciso.

En contraste con otros tipos de poesía, los poetas hebreos, desde los salmistas hasta los autores de los Proverbios, utilizaron el paralelismo, la repetición de pensamientos relacionados.

Una forma común de paralelismo es el paralelismo sinónimo, en que una segunda línea reafirma lo escrito en la primera, pero utilizando términos diferentes:

De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas,

Y la buena fama más que la plata y el oro (Pr. 22:1).

Ambas líneas tienen el mismo significado, pero la reafirmación hace que el punto llegue a su destino. El modelo es: «A es así, B así también es».

También el paralelismo antitético es bastante común en Proverbios, aquí la segunda línea expresa la idea en forma negativa, reforzando la positiva:

El avisado ve el mal y se esconde;

Más los simples pasan y reciben el daño (22:3)

Este proverbio hace un paralelo entre la persona prudente y la simple. La antítesis va hacia ambas partes. Cada línea amplifica y explica a la otra.

En otro tipo de paralelismo, llamado paralelismo climático, la segunda línea completa la idea de la primera. Un ejemplo sería:

El rico y el pobre se encuentran;

A ambos los hizo Jehová. (22:2)

Ambas líneas están incompletas una sin la otra.

Finalmente, muchos de los proverbios se basan en comparaciones entre dos líneas paralelas. Estos se caracterizan por utilizar «mejor… que»:

Mejor es lo poco con justicia, que la muchedumbre de frutos sin derecho. (16:8)

Cada uno de estos ejemplos nos ilustra el corazón de la poesía hebrea: el paralelismo. Cada versículo agudiza y realza la idea mediante el uso de las reafirmaciones, las comparaciones y la construcción de un clímax.

Estos delicados mecanismos nos guían y nos hacen ver y comprender el objetivo de cada uno de los proverbios de una forma más clara.

Los 375 proverbios de Salomón (10:1-22:16) solo parecen ser una extensa colección sin ninguna organización en particular. En algunos lugares, aparecen juntas algunas oraciones acerca de un mismo tema, pero también otras oraciones sobre el mismo tema aparecen totalmente dispersas. Podríamos esperar que en una sección estuvieran los proverbios sobre la pobreza, y todos los que tratan sobre los niños estuvieran en otra, pero estos y muchos otros temas se encuentran entremezclados a través de la colección. Algunas veces, palabras o sonidos repetidos, son el vínculo entre las oraciones separadas. O también, puede ser que las frases se repitan para sugerir una ilación de ideas.

Además de los proverbios que aparecen solos, al comienzo y al final de las secciones del libro existen extensas instrucciones (caps. 1-9; 30; 31) Estos capítulos contienen algunos de los mismos proverbios del resto del libro, pero como unidades ellos difieren grandemente de la sección principal de los proverbios de Salomón (10:1-22:16). A diferencia del disperso orden de la sección principal, estos capítulos desarrollan temas.

El prólogo declara el propósito y al tema central del libro (1:1-7): instruirnos en la sabiduría, preparación y en los caminos de la vida en el mundo de Dios. Muchos temas, tales como la riqueza, el éxito y las relaciones sociales, aparecen en otras colecciones de literatura que han sobrevivido desde los tiempos del antiguo Medio Oriente, pero aquí, estas materias se tratan de una forma diferente. La gran contribución israelita a la literatura fue situar toda la sabiduría en el contexto de la fe en el Señor y las palabras: «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová» (1:7), lo documentan claramente. Además, estas palabras son la fundación de todos los demás dichos sabios. Es la idea central del libro de Proverbios: El temor a Dios nos motiva a obedecer sus mandamientos, y obedecerlos constituye la verdadera sabiduría.

El rey Salomón escribió muchos proverbios, muchos más de los que han sobrevivido hasta hoy. El título del libro de Proverbios (1:1), y dos colecciones de máximas dentro de él (10:1; 25:1) lo identifican como su autor. Por otro lado, 1 Reyes confirma esto al atribuirle a Salomón tres mil proverbios y más de mil cantares (1 R 4:32). Incluso, el escritor de Reyes presume de la sabiduría de Salomón, diciendo que esta excedía a la de todos los hombres del oriente y a todos los de Egipto (1 R 4:30).

Los intereses e investigaciones de Salomón cubrieron casi todos los aspectos del conocimiento, desde zoología y botánica, hasta gramática y teología.

Pensar en la sabiduría de Israel era pensar en Salomón, al que se le concedió sabiduría como don de la gracia de Dios (1 R 3:12).

Aunque Salomón fue el principal escritor del libro de Proverbios (10:1-22:16), algunos fueron escritos por otras personas, y otros que sí le pertenecían, fueron sumados al libro solo después de su muerte.

Agur escribió el capítulo 30 y Lemuel el 31:1-9. Más aún, ni siquiera es seguro que Salomón haya escrito los primeros nueve capítulos; probablemente fue la contribución de alguna otra persona como una introducción para el libro. Proverbios 25:1 nos dice que un grupo de asistentes del rey Ezequías (quien reinó cerca del 729-699 a.C.) compiló y añadió los proverbios de Salomón de los capítulos 25 al 29. El libro de Proverbios, tal como lo conocemos, pudo muy bien completarse durante el tiempo de Ezequías, pero no podemos estar seguros, ya que no tenemos más información sobre Agur (cap. 30) o Lemuel (cap. 31:1-9) además de sus nombres.

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